Por... Ilsa Rodriguez
Las medidas de estímulo monetario de Japón se mantienen en el punto de mira de sus vecinos, preocupados por la certeza de que con esa política gana Tokio y ellos pierden, en primer lugar China y Surcorea.
Hace una semana, las autoridades de Tokio anunciaron el nuevo plan del Banco de Japón, que consiste en ampliar la base monetaria hasta dos mil 767 millones de dólares y duplicar las compras tanto de la deuda pública como de los activos financieros de mayor riesgo.
Con esa acción, Japón espera que terminen 15 años de deflación en esa otrora poderosa economía del mundo, estimular el aumento de los precios en dos por ciento por año e impulsar, entre otros, el consumo de bienes duraderos y las inversiones.
Numerosos expertos chinos manifestaron indignación por estos movimientos que devalúan el yen, la moneda japonesa, y propusieron al gobierno de Beijing depreciar el yuan, la moneda china, como defensa ante lo que en terminos financieros se define como guerra de divisas.
Liu Ligang, exasesor del Banco de China y catedrático de la Universidad Tsinghua de Beijing, declaró que el estímulo monetario impulsado por el Banco de Japón puede ser la perdición para otros países de la región.
Para enfrentar este movimiento, Li aconsejó a las autoridades chinas acelerar la liberalización de las cuentas de capital con una mayor inversión en mercados de renta variable en el extranjero y protegerse de una nueva ola de "dinero caliente" en los frágiles mercados financieros de China.
A juicio del acadíémico, las medidas de Japón dispararán nuevamente las especulaciones, es decir pedir príéstamos enormes en yenes aprovechando los bajos intereses de los bancos en ese país e invertir ese dinero en mercado de alto interíés.
Bruce Krasting, especialista de Wall Street, expresó frustración ante el entusiasmo mostrado por los mercados financieros ante la devaluación del yen y confesó que para íél este es un juego cuya suma es cero. Lo que gana Japón, significa píérdidas para todos los demás, afirmó.
En un reciente comentario, Krasling aseguró que los grandes perdedores serán China, Surcorea y el resto del Sudeste Asiático, mientras Estados Unidos será golpeado en el turismo y en la reacción del mercado ante una divisa barata.
En el caaso de Europa, el especialista señala que esa región está en un lío de tal magnitud que pueder ser insensible a las consecuencias de la devaluación del yen.
A juicio de Krasling, donde puede sentirse el abaratamiento de la divisa nipona es en el mercado alemán de exportación de autos, que si será golpeado duramente cuando el ajuste de la tasa de cambio llegue a los precios de los vehículos.
Otros especialistas coinciden en que la guerra de divisas constituye una política encaminada "a empobrecer al vecino".
Al respecto subrayan que desde que Shinzo Abe regresó en diciembre de 2012 a asumir cargo de primer ministro en Japón y anunció que tomaría medidas para activar la economía, el yen comenzó un lento proceso de desvalorización luego de una apreciación del 60 por ciento en los últimos años.
Haruhiko Kuroda, nuevo gobernador del Banco de Japón, dijo ayer en Tokio que su estrategia de duplicar el suministro de dinero "no era un intento de manipular el valor del yen" y no provocaría burbujas de activos, aunque si aparecieran aseguró que se tomarán las medidas necesarias.
Expertos chinos en Beijing consideran que los pronunciamientos de Kuroda están encaminados a aplacar los temores de que Japón está dispuesto a seguir sus metas sin tener en cuenta los efectos secundarios y a allanar el camino para las próximas reuniones del Fondo Monetario Internacional.
A juicio del economista peruano Oscar Ugarteche, mientras China ha dejado flotar el yuan desde el año 2002, Estados Unidos gestiona depreciar el dólar con la inyección de 85 mil millones de dólares mensuales de liquidez, un panorama agravado ahora por la nueva política de Japón.
Para el economista chino Chang Jian la política agresiva monetaria de Japón no propiciará crecimiento ni inflación en ese país, pero si afectará en primer lugar las exportaciones de Corea del sur, más que las ventas chinas al exterior.