¡Basta de impuestos!
por Amador G. Ayora (director de elEconomista)
Hay fechas en la vida de las personas y de las instituciones que quedan marcadas para siempre. Todos esperábamos con expectación la comparecencia de Mariano Rajoy esta semana en el Congreso para explicar el Plan Nacional de Reformas. En lugar de eso, Rajoy se dedicó a intentar convencernos de que la economía española arrojaba ya los primeros síntomas de recuperación y "avances espectaculares" en algunos datos.
Aunque Rajoy no especificó las cifras a las que se refería, los miembros de su Gabinete se encargan de difundir a los cuatro vientos las excelencias del saldo con el exterior. Sobre el díéficit comercial es necesario aclarar que su mejora se debe tanto a la caída de las importaciones (-2,8 en 2012) a causa del desplome del consumo interno, como al incremento de las exportaciones (3,8 por ciento). Es decir, que cuando el país comience a crecer, esta ventaja competitiva se reducirá a medida que incrementemos la compra de productos del exterior. ¿Por quíé suben las exportaciones? Básicamente, porque hemos reducido los salarios y las plantillas de las empresas. Otro factor vulnerable, que desaparecerá con la crisis, porque los sindicatos dejarán de ser tolerantes con la congelación de las remuneraciones o su reducción.
El problema es que las empresas, en líneas generales, no aprovechan la actual coyuntura para innovar y mejorar la calidad y posicionamiento de sus productos. La inversión en I+D retrocedió en 2011 hasta al 1,3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), frente a los países punteros de la Unión Europea, en lo que supera el 2 por ciento. Otro dato que avala esta hipótesis es la inversión en bienes de equipo, que cae persistentemente, lo que significa que las empresas no invierten para ponerse al día en tecnología.
Ambos factores apuntan a que saldremos de la crisis, como lo hemos hecho siempre, gracias al recorte de nuestro poder adquisitivo y no por la mejora de la calidad. La única diferencia es que antes de pertenecer al euro, devaluábamos la moneda para competir y ahora rebajamos nuestros ingresos. ¿Quíé culpa tiene el Gobierno?
Casi toda. En primer lugar, porque una de los capítulos más afectados por los recortes es la I+D. Se penaliza la inversión, frente al gasto superfluo. Pero es que, además, las empresas están tan ahogadas fiscalmente que no tienen opción de invertir. ¿Cómo se puede atajar el problema? Reduciendo el Impuesto de Sociedades o las cotizaciones sociales. Otra fórmula es recortar el Impuesto de la Renta (IRPF) para estimular el consumo y la demanda y ayudar así a la economía. Rajoy justificó el miíércoles la subida de impuestos a comienzos de la legislatura porque "España estaba a punto de un crash y había que aumentar los ingresos."
Con todos mis respetos, creo que eso no es así. Un cuenta de resultados se puede arreglar mediante la mejora de la recaudación o la merma de los costes, como hace el sector privado. ¿Quíé hubiera hecho Rajoy si en vez de presidente de España lo fuera de una pyme a la que se le caen las ventas, como hay millones? Hubiera reducido los costes para aguantar ante la dificultad, para mejorar los ingresos, salvo si es una multinacional. ¿Quíé hace el Gobierno? Sube los impuestos para recaudar más en vez de atajar el costoso funcionamiento de las administraciones.
El gasto público, según un documento que publicaremos este lunes en elEconomista, está por encima de la Administración Zapatero, que lo incrementó a su vez en más de siete puntos sobre la de Aznar.
La recuperación llegará en 2014, como dice Rajoy, pero será extraordinariamente lenta porque no se aligera la carga impositiva ni a las empresas ni a las personas físicas. El 40 por ciento del ingreso medio de un español se destina a gravámenes y tasas de todo tipo, según publica hoy elEconomista, lo que nos sitúa como los ciudadanos que más abonamos al fisco de Europa. Alguien debería explicar a Rajoy que la bajada de la presión fiscal de la que presume es otra cosa diferente, ya que íésta contabiliza tambiíén las empresas, que cierran a millares. Además, el colchón que proporciona la caída de la prima de riesgo tampoco se aprovechará para reducir la carga fiscal, sino para dejar de hacer ajustes, según anunció el presidente.
El superávit exterior evita un descalabro de la economía hasta tasas negativas del 3 ó el 4 por ciento en lugar del 1,4%, que pronostica el Gobierno. Pero es a todas luces insuficiente para impulsar por sí solo el crecimiento. Es inexorable acometer una reorganización del gasto público, que pasa por centralizar competencias cedidas a las autonomías, porque estas consumen dos de cada tres euros de ese gasto. Rajoy no debería desdeñar la propuesta del Rey para alcanzar un gran pacto político destinado a cambiar la estructura autonómica a medio o largo plazo. Ello permitiría bajar impuestos y daría el chute de confianza a su gestión, que no ha conseguido con sus palabras.