El experimento de Shinzo Abe, primer ministro de Japón, para combatir la pertinaz deflación, el estancamiento con el que convive la tercera economía mundial desde hace dos díécadas, ha pasado la primera prueba. El ambicioso programa de estímulos monetarios y fiscales promovido por el primer ministro de Japón logró reactivar el crecimiento en el arranque de 2013. Según los datos suministrados este jueves por el Ejecutivo japoníés, entre enero y marzo el PIB avanzó un 0,9% respecto a los meses finales de 2012.
Que la apuesta del primer ministro tuviese efectos inmediatos en el PIB se daba por hecho. Pero la economía japonesa pasó el examen inicial —es el primer trimestre íntegro bajo mandato de Abe—, con nota. El avance del 0,9%, que triplica la tasa del último trimestre de 2012, sobrepasó con creces las expectativas de los expertos. Y permite a Japón exhibir el mayor ritmo de crecimiento (si lo mantiene, el PIB japoníés aumentaría un 3,5% este año) entre los principales países avanzados.
El contraste con el devenir de la zona euro es notable. Un día despuíés de que Eurostat confirmara que sufre la recesión más prolongada de su historia, con el PIB de los Diecisiete descontando otro 0,2% trimestral, la economía japonesa emitió señales bien distintas. Un contraste que alimenta el debate sobre la distinta orientación de la política monetaria. Los bancos centrales de Japón y Estados Unidos (que creció un 0,6% en el primer trimestre) son mucho más agresivos que el Banco Central Europeo, con inyecciones de liquidez sin precedentes por su amplitud (compran títulos públicos y privados) y por su dimensión.
“Las políticas económicas del primer ministro Abe están comenzando a surtir efectoâ€, destacó el ministro de Economía japoníés, Akira Amari, tras la difusión de los datos. “La economía japonesa entra, de forma clara, en una fase de recuperaciónâ€, coreó Tomo Kinoshita, economista jefe del servicio de estudios de Nomura.
Las Abeconomics, como han sido bautizadas, además del tradicional paquete de estímulo fiscal (unos 100.000 millones de euros, centrados en la inversión pública), suponen un giro radical en la política monetaria del Banco de Japón, ejecutada desde abril por Haruhiko Kuroda, que no tiene empacho en asumir las directrices de Abe. En su prolongada lucha contra la deflación, el Banco de Japón se puso por primera vez como objetivo llevar el IPC japoníés a una tasa anual del 2% en dos años. Y para ello, duplicó sus inyecciones de liquidez en la economía mediante la adquisición de bonos públicos y títulos privados de renta fija, desplazando buena parte de las compras a plazos más largos.
El efecto más políémico de las Abeconomics es la depreciación del yen. El Gobierno japoníés defiende que su objetivo es reactivar la demanda interna, no incentivar las exportaciones abaratando el tipo de cambio de su divisa, un movimiento que podría desatar una guerra de divisas. Hasta ahora, la política sido validada por los foros internacionales (G-7 y G-20), pero se contempla con suspicacia. Porque lo cierto es que el yen se ha depreciado cerca del 30% con relación al dólar y al euro desde que Abe desvelara sus planes en noviembre, en plena campaña electoral. Y que es la cotización de las principales compañías exportadoras lo que sustenta la revalorización del Nikkei, el índice selectivo de la Bolsa de Japón, que ha subido más de un 60% en seis meses
Los datos desvelados este jueves ofrecen argumentos para todos los gustos. El notable crecimiento del PIB en el primer trimestre se sustentó en el consumo privado, que tambiíén aumentó un 0,9% respecto al trimestre anterior. Un incremento que los analistas japoneses relacionan con el efecto riqueza derivado de la escalada del Nikkei, que lleva a los ciudadanos con inversiones bursátiles a ganar confianza y aumentar su gasto. Pero el comportamiento del sector exterior tambiíén es significativo. La depreciación del yen ha impulsado las ventas al exterior un 3,9%, en contraste con la caída de los últimos meses de 2012 (-2,9%). Las importaciones tambiíén han aumentado, pero a menor ritmo (un 1%).
Los expertos dan por hecho que el crecimiento se prolongará, ya que el plan de estímulo fiscal, que ya ha inducido un crecimiento del 0,8% en la inversión pública, apenas ha entrado en acción. Pero a las Abeconomics se le resiste aún su principal objetivo: en marzo, el IPC japoníés retrocedió otro 0,9% y enlaza ya diez meses a la baja. Los salarios tampoco levantan cabeza, con un descenso del 0,6% respecto a 2012.
Las empresas, con exceso de capacidad instalada, siguen remisas a invertir. Y el repunte del rendimiento de los bonos del Tesoro japoníés en el mercado secundario (se ha duplicado en un mes, aunque todavía es solo del 0,8%), si se mantiene, puede acabar atrayendo la atención sobre la sostenibilidad de la deuda pública japonesa, cercana al 200% del PIB, además de encarecer los costes financieros. En suma, todavía está por ver si los riesgos de las inyecciones masivas de liquidez (hinchar burbujas financieras que, al estallar, arramblen con todo el crecimiento generado) se disipan, si Abe gana la apuesta con su histórico experimento.