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Autor Tema: DOS MUJERES SABIAS  (Leído 590 veces)

Scientia

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DOS MUJERES SABIAS
« en: Mayo 19, 2013, 08:57:07 pm »
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DOS
MUJERES SABIAS

Afirmo mi poder femenino. Si en estos
Momentos no tengo en mi vida a mi
Hombre ideal, yo puedo ser mi mujer
Ideal

(Este capí­tulo está dirigido principalmente a las mujeres. Pero los hombres, por favor, recordad que cuanto más se responsabilicen de si mismas las mujeres, mejor será la vida para vosotros. Las ideas que funcionan para las mujeres tambiíén valen para los hombres. Simplemente substituid los pronombres, como lo hacemos las mujeres desde hace tantos años.)

Tenemos mucho que hacer y mucho que aprender
La vida viene en oleadas, con experiencias de aprendizaje y periodos de evolución. Durante muchí­simo tiempo las mujeres hemos estado absolutamente sometidas a los caprichos y sistemas de creencias de los hombres. Se nos decí­a quíé podí­amos hacer, cuándo y cómo hacerlo. Cuando era niña recuerdo que me enseñaron a caminar dos pasos por detrás de un hombre, a mirarlo como si fuera un ser superior y preguntarle: ¿Quíé debo pensar y quíé debo hacer? No me lo dijeron con esas palabras, pero yo observaba a mi madre y eso era lo que ella hací­a, de modo que eso fue lo que aprendí­. Sus experiencias le enseñaron a obedecer por completo a los hombres; por ello aceptó los malos tratos como algo normal, y lo mismo hice yo. Este es un ejemplo perfecto de «cómo aprendemos nuestras pautas de comportamiento».
Me llevó mucho tiempo darme cuenta de que ese comportamiento no era normal ni lo que yo, como mujer, mere¬cí­a. A medida que fui cambiando lentamente mi sistema de creencias, mi conciencia, comencíé a desarrollar mi autoestima y un sentido de valí­a personal. Al mismo tiempo, cambió mi mundo, y ya no seguí­ atrayendo a hombres dominantes y violentos. La autoestima y el sentido de valí­a personal interiores son las cosas más importantes que pueden poseer las mujeres. Y si no tenemos esas cualidades, entonces necesitamos desarrollarlas. Cuando el sentido de valí­a personal es fuerte, no aceptamos una posición de inferioridad ni malos tratos. Sólo aceptamos eso porque creemos que «no servimos para nada» o que no valemos lo suficiente.
Sea cual sea nuestro pasado, por mucho que nos hayan maltratado o que hayan abusado de nosotras cuando eramos niñas, podemos aprender a amarnos y cuidarnos. Como mujeres y madres, podemos enseñamos a nosotras mismas a desarrollar este sentido de valí­a personal, y entonces automáticamente la transmitiremos a nuestros hijos. Nuestras hijas no se dejarán maltratar y nuestros hijos res¬petarán a todo el mundo, incluyendo a todas las mujeres que formen parte de su vida. Ningún niño nace siendo un agresor, y ninguna niña nace siendo una ví­ctima ni careciendo de autoestima. Abusar de los demás y carecer de autoestima son comportamientos «aprendidos». A los niños se les enseña la violencia y a las niñas a aceptar el papel de ví­ctimas. Si queremos que los adultos de nuestra sociedad se traten mutuamente con respeto, entonces hemos de educar a los niños de nuestra sociedad para que sean amables y se respeten a sí­ mismos. Sólo de esta manera habrá un mutuo respeto entre ambos sexos.
Responsabilicíémonos de nuestros actos
Valorar a las mujeres no significa rebajar a los hombres. Castigar a los hombres es tan malo como hostigar a las mujeres. Castigarse a una misma tambiíén es una píérdida de tiempo. No nos conviene caer en eso. Ese comportamiento nos man¬tiene atascadas y me parece que ya llevamos demasiado tiempo así­. Culparnos a nosotras mismas o culpar a los hombres de todos los males de la vida no nos ayuda a sanar la situación; sólo nos mantiene impotentes. Culpar es siempre un acto de impotencia. Lo mejor que podemos hacer por los hombres de nuestro mundo es dejar de ser ví­ctimas y responsabilizarnos de nuestros actos. Todo el mundo respeta a una persona que se valora a sí­ misma. Necesitamos partir del espacio de amor de nuestro corazón, y considerar a cada persona en este planeta como alguien que necesita amor. Cuando las mujeres nos responsabilicemos de nuestra vida y cuidemos de nosotras mismas vamos a mover montañas. Y el mundo será un lugar mejor para vivir.
Como ya he dicho, este capí­tulo está dedicado principalmente a las mujeres, pero los hombres pueden sacar mucho provecho de íél, ya que las herramientas que nos sirven a las mujeres, tambiíén sirven a los hombres. Las mujeres necesitamos saber, ahora mismo, que no somos ciudadanos de segunda categorí­a. Ese es un mito perpetuado por ciertos sectores de la sociedad, y es una tonterí­a. Ninguna alma es inferior; las almas ni siquiera tienen sexualidad. Síé que cuando surgieron los primeros movimientos feministas, las mujeres estaban tan enfurecidas por la injusticia con que se las trataba que culpaban a los hombres de todo. Sin embargo, eso estuvo bien en ese momento, porque esas mujeres necesitaban echar fuera sus frustraciones durante un tiempo; era una especie de terapia. Vamos al terapeuta a elaborar los malos tratos recibidos en la infancia, y es necesario que expresemos todos nuestros sentimientos para poder sanar. Cuando un grupo lleva mucho tiempo reprimido, al experimentar por primera vez la libertad, se desmadra.

La Rusia de hoy me parece un ejemplo perfecto de este fenómeno. Imagí­nate vivir en esas circunstancias de extrema represión y terror durante tantos años. ¿Cuánta rabia reprimida se habrá acumulado en cada una de esas personas? Y, de pronto, el paí­s se vuelve «libre», pero no se hace nada para sanar a la gente. El caos que hay actualmente en Rusia es normal y natural dadas las circunstancias. A estas personas nunca se les enseñó a quererse y cuidarse mutuamente ní­ a amarse a sí­ mismas. No tienen modelos de paz para imitar. A mí­ me parece que todo el paí­s necesita una terapia profunda para que cicatricen las heridas.
Sin embargo, cuando se da tiempo a las personas para expresar esos sentimientos, el píéndulo va oscilando hasta alcanzar un punto más equilibrado. Eso es lo que nos sucede a las mujeres ahora. Ha llegado el momento de dejar atrás la rabia y la acusación, el papel de ví­ctimas y la impotencia. Ha llegado el momento de que las mujeres reconozcamos y afirmemos nuestro poder, nos hagamos cargo de nuestros pensamientos y empecemos a crear ese mundo de igualdad que decimos que queremos.
Cuando las mujeres aprendamos a cuidar de nosotras mismas de un modo positivo, a respetarnos y a sentirnos valiosas, la vida de todos los seres humanos, incluidos los hombres, dará un salto cuántico en la dirección correcta. Habrá respeto y amor entre ambos sexos, y los hombres y las mujeres nos respetaremos mutuamente. Todo el mundo habrá aprendido que hay abundancia para todos y que podemos bendecimos y deseamos prosperidad los unos a los otros. Todos podemos ser felices y estar sanos.
Tenemos los recursos necesarios para cambiar
Durante mucho tiempo las mujeres hemos deseado tener más dominio sobre nuestra vida. Ahora tenemos la oportunidad de ser todo lo que podemos ser. Sí­, todaví­a hay mucha desigualdad en las remuneraciones y derechos lega¬les de hombres y mujeres. Todaví­a tenemos que conformarnos con lo que podemos obtener de los tribunales de justicia. Las leyes fueron escritas por y para los hombres. En Estados Unidos los tribunales hablan de lo que harta un «hombre sensato», incluso en los casos de violación.
Quiero animar a ¡as mujeres a iniciar una campaña de base para que se reescriban las leyes y sean igualmente favorables tanto para los hombres como para las mujeres. Las mujeres tenemos un tremendo poder colectivo cuando respaldamos un lema. Ten presente que fuimos las mujeres quienes elegimos a Bill Clinton, sobre todo como reacción al trato recibido por Anita Hill. Es necesario que se nos recuerde nuestro poder, nuestro poder colectivo. La energí­a combinada de mujeres unidas por una causa común es ciertamente poderosa. Hace 75 años las mujeres hací­an campaña para conseguir el derecho al voto. Hoy podemos presentarnos de candidatas para desempeñar un cargo público.
Hemos recorrido un largo camino y no nos conviene perder eso de vista. Sin embargo, sólo estamos al comienzo de esta nueva fase de nuestra evolución. Tenemos mucho que hacer y mucho que aprender. Ahora disponemos de una nueva libertad, y necesitamos soluciones constructivas para todas las mujeres, incluidas las que viven solas.

¡Las oportunidades son ilimitadas!

AFIRMACIONES
1. Siempre estoy a salvo, divinamente protegida.
2. Todo lo que necesito saber se me revela.
3. Todo lo que necesito viene a mí­ en el momento y el lugar perfectos.
4. La vida es una alegrí­a y está llena de amor.
5. Soy una persona que ama y es amada.
6. Mi salud es excelente.
7. Prospero dondequiera que me encuentre.
8. Estoy dispuesta a cambiar y crecer.
9. Todo está bien en mi mundo.
Repito con frecuencia estas afirmaciones. Las digo una y otra vez .

Louis Hay (-De su libro Vivir)