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Autor Tema: Dividendos que dejarán de ser 'patitos feos'  (Leído 177 veces)

Eguzki

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Dividendos que dejarán de ser 'patitos feos'
« en: Mayo 27, 2013, 07:30:45 am »
Las retribuciones de las compañí­as estadounidenses pueden ser 'despreciadas' a priori por el inversor ante su menor rentabilidad frente a las europeas, pero ya superan el interíés que paga la deuda pública a diez años del paí­s y muchas de ellas ofrecen lo que todo gestor busca: polí­ticas de dividendos crecientes.


En el clásico cuento de El patito feo de Hans Christian Andersen el protagonista nace como una crí­a a la que se desprecia por su apariencia distinta al resto de sus hermanos. Así­ comienza tambiíén la historia del dividendo en Estados Unidos. Las compañí­as de Wall Street empezaron a retribuir a sus accionistas con cantidades pequeñas en efectivo que, aunque acompañaban de recompras de tí­tulos como forma de remuneración, no brillaban entre unos dividendos mucho más atractivos en rentabilidad en otras regiones como Europa. Así­ iniciaban su andadura muchas compañí­as en la díécada de los 50, 60 ó 70. Pero para muchos gestores estos patitos feos son en realidad aves que algún dí­a se convertirán en hermosos cisnes. Muchas empresas estadounidenses ya ofrecen pagos competitivos con los de su sector y la clave está, sobre todo, en el potencial de mejora de estas entregas.

Para Hersh Cohen, director adjunto de inversiones en Segn Clearbridge, la gestora de renta variable más importante de Legg Mason, "el crecimiento es tambiíén un componente claro y cuando los inversores insisten demasiado en el rendimiento actual y compran acciones que arrojan mayor rentabilidad están ignorando el hecho de que el poder real de los dividendos a lo largo del tiempo es su capacidad de aumentar en el marco de un crecimiento a largo plazo de la empresa". Desde Segn Clearbridge defienden que 2013 es "un año dorado para los dividendos". "Hasta la fecha, está siendo un año maravilloso en lo referente al incremento de dividendos. La incidencia y el alcance de los aumentos que ya se han materializado este año han superado incluso nuestros pronósticos más optimistas", explica Hersh Cohen.

La tendencia de elevar la retribución año a año está implantada al otro lado del Atlántico y lejos de desaparecer, cada vez son menos los pagos que se quedan estancados. Es cierto que los precios de las acciones han subido con el amplio recorrido al alza que se anotan los principales í­ndices de Wall Street, muchos en máximos históricos, lo que ha reducido el interíés que ofrecen las retribuciones. En estos momentos la rentabilidad por dividendo media que ofrece el S&P 500 es del 2,2 por ciento.

Este dato "está por debajo de la media histórica del indicador", puntualiza Fernando Luque, editor senior de Morningstar. Pero precisamente no es eso lo que más se está valorando a la hora de gestionar carteras de dividendos, sino la trayectoria en la polí­tica que haya seguido la compañí­a y su salud financiera para continuar retribuyendo al accionista a la vez que eleva los importes.

"No hay que buscar a la compañí­a que más dinero reparta, sino a la que más lo puede mantener", apunta Tomás Garcí­a Purriños, analista de Cortal Consors. En este sentido, el experto recuerda que hay que tener muy en cuenta tambiíén si la empresa está o no en un proceso de reducción de la deuda y, sobre todo, que endeudarse para seguir la estela de mejoras de dividendos es peligroso. Es una espiral que recuerda a algunos ejemplos europeos como el de operadoras de telecomunicaciones Telefónica, Telecom Italia o France Telecom, que en los últimos años han acabado abocadas a cancelaciones y recortes de dividendo despuíés de entregar altas rentabilidades. ¿Moraleja? No hay que buscar entre valores que intentan ser cisnes demasiado rápido.

La deuda no suele ser un problema para las compañí­as estadounidenses, ya que muchas disponen de un buen plumaje para elevar la cuantí­a con la que remuneran al inversor. Un 14 por ciento de las empresas del S&P 500 tiene una caja neta superior a los 1.000 millones de dólares; en el Nasdaq 100 el porcentaje es del 42 por ciento y en el Dow Jones, del 27 por ciento. Aunque en la mayorí­a de casos necesitan esta despensa para irse de compras y seguir creciendo, este aspecto tambiíén gusta a los gestores.

El mejor reflejo, la deuda pública
El mejor reflejo en el que hoy pueden mirarse los dividendos de Estados Unidos para borrar la imagen de patitos feos es en la deuda pública del paí­s. La rentabilidad media de los pagos de las compañí­as del S&P 500 supera desde hace solo unos meses al interíés que ofrece el bono estadounidense a 10 años, el conocido como T-Note (treasury note).

Un acontecimiento que desde la firma TCW califican como "raro". "Las dos [la rentabilidad por dividendo del S&P 500 y la de la deuda a una díécada] casi convergieron en 1962 y esto fue un punto de inflexión positivo en el mercado", señalan desde esta gestora de Amundi, que apoyan de esta forma una continuidad en el rally alcista de Wall Street.

En estos momentos el rendimiento que brinda el S&P con las retribuciones de sus valores ronda el 2 por ciento, mientras que este mes el interíés que los inversores exigen al T-Note en el mercado secundario, en el que se negocian los tí­tulos despuíés de haber sido emitidos, ha caí­do hasta tocar el 1,625 por ciento -ver gráfico-. Así­, las acciones norteamericanas dan hoy una rentabilidad por dividendo igual, y en muchos casos superior, a la que ofrece un bono, mientras que el diferencial tradicionalmente ha sido a favor de la deuda pública. Hace solo tres años el inversor que buscase rentas periódicas pudo cazar un bono estadounidense a 10 años a rendimientos cercanos al 4 por ciento, lejos del 1,8 por ciento de los dividendos del S&P pese a que el í­ndice ha subido en torno a un 50 por ciento en este periodo. Por no mencionar los años antes del 2000: la brecha entre ambos era de unos cinco puntos en 1999.

Una de las razones por las que las retribuciones de las cotizadas han cogido ventaja es que las aguas en las que hoy nadan los activos financieros han cambiado especialmente en los últimos años. Ahora se ha provocado una corriente artificial que no favorece en absoluto a la deuda. "Las polí­ticas expansivas de los bancos centrales tienen achicharrados a los activos de renta fija", explica Miguel íngel Garcí­a Muñoz, director de estrategia de mercado de Banca March.

Y aunque están cobrando forma los rumores sobre una posible retirada parcial de estí­mulos por parte de la Reserva Federal (Fed) despuíés de que los últimos datos de desempleo colocasen la tasa de paro en el 7,6 por ciento, el nivel más bajo desde 2008, la cifra aún no parece suficiente para que Ben Bernanke, el presidente de la institución, deje de inyectar liquidez a la economí­a. El objetivo perseguido es aproximar el dato de desempleo estadounidense al 6 por ciento.

Es evidente que esta presión que los estí­mulos de la Fed, junto a los de otros bancos centrales como el Banco Central Europeo (BCE) o el Banco de Japón, ejercen sobre la renta fija está provocando un trasvase hacia otros activos, entre ellos la renta variable. "Se está empezando a dar la oportunidad de rotación de bonos a dividendos", exponen desde Fidelity. "Los fondos globales de dividendo lo pueden hacer mejor en los próximos 15 años", considera Antonio Salido, director de marketing de la firma.

Los patos, en solitario y no en bandada
El inversor que busque dividendos en Estados Unidos no debe fijarse en sectores, sino seleccionar valores concretos. Es lo que recomiendan los gestores. Si realmente se quieren comprar historias de retribuciones fiables y crecientes hay que fijarse en patitos feos como el del famoso cuento de Andersen y no en bandadas de estas aves.

Algunos de los puntos que suelen analizar los expertos para incorporar compañí­as a una cartera de dividendos son el equipo de gestión, el management, o la trayectoria de su polí­tica de retribución. Aunque tambiíén sostienen que es imprescindible que sea una compañí­a que por un lado guste al inversor, porque al final está invirtiendo en ella y, por otro, que se conozca el negocio. Como en su dí­a dijo Warren Buffett: "Nunca invertirí­a en compañí­as que no entiendo".

Entre todos estos aspectos prima el crecimiento esperado en el dividendo, la caracterí­stica indispensable que rige la selección de los gestores. Es tal la tarea de la búsqueda de rentabilidades futuras que Ví­ctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis, cuenta que uno de los fondos que recomienda la firma que mejor ha funcionado es uno que invierte en compañí­as en las que hay expectativas de dividendos futuros, pese a que ahora ni siquiera los estíén abonando.

Entre las empresas del S&P 500 que sí­ remuneran ya al accionista, un 76 por ciento aumentará sus pagos en los próximos dos años, por lo que hay un amplio abanico en el que buscar empresas con dividendos crecientes. Si es de los inversores que aún condicionando su elección a este tipo de polí­ticas no está dispuesto a sacrificar la rentabilidad, tambiíén hay 15 compañí­as en Wall Street -de más de 25.000 millones de dólares de capitalización- que ofrecen pagos superiores al 3,5 por ciento este año y en los que igualmente se esperan aumentos en los dos próximos ejercicios. Reynolds American, AT&T, Loheed Martin, Southern, Duke Energy, ConocoPhillips, Verizon o Kinder Morgan son solo algunos ejemplos. Entre esos 15 valores, destacan los incrementos de dividendo esperados en Williams Companies, una empresa de gas natural en la que los pagos previstos para 2015 están entre los cinco más atractivos del S&P, y en la tabacalera Philip Morris, que en dos años aumentará un punto el interíés de su remuneración.

Ambas empresas tienen otro punto en común: iniciaron su polí­tica de retribución hace menos de una díécada, la primera en 2004 y la segunda, en 2008. Así­, si prefiere a gigantes estadounidenses que sean realmente veteranos en repartir y mejorar dividendos pese a ser entregas menos rentables dispone de otras opciones como General Electric, Johnson & Johnson, McDonald's, Coca - Cola o Procter & Gamble. Desde Fidelity exponen un ejemplo sencillo de lo que supone invertir en este tipo de compañí­as a muy largo plazo en busca de rentas periódicas. "Un jubilado estadounidense que ha invertido 1.000 dólares en Procter & Gamble al comienzo de su trayectoria profesional en 1973, habrí­a casi triplicado su dinero", calculan. Todo gracias a que "los dividendos de Procter & Gamble han aumentado de manera continua durante 39 años".