Aena tiene perfilados los detalles de la hoja de vuelo de su privatización, que será orientada a partir de la configuración de un núcleo duro de referencia como paso previo para la colocación en los mercados de hasta un 51% del capital. La posibilidad de vender sólo un 49% de las acciones reduciría sensiblemente el valor de una operación en la que los socios privados seguirían supeditados al poder gubernamental del Ministerio de Fomento.
Los asesores contratados por Aena, tanto los encargados de la asistencia financiera como son Lazard y N+1, e incluso los asesores jurídicos del bufete Píérez-Llorca Abogados, han recomendado al gestor aeroportuario que se olvide de llevar a cabo lo que se considera “una privatización de mentirijillasâ€. La venta de una participación minoritaria no tiene atractivo para los grandes inversores financieros o industriales, que condicionan sus muestras de interíés a la cesión de la mayoría de capital que ahora posee el Estado.
La transmisión del paquete de control exige en todo caso una cuidadosa negociación con los bancos acreedores de la compañía pública. Precisamente esta es la misión prioritaria de los responsables de la privatización, que llevan tiempo negociando la reordenación del balance de Aena con un conjunto de entidades encabezadas por el Banco Europeo de Inversiones (BEI), el ICO y el BBVA.
El acuerdo con las instituciones financieras es condición indispensable para llevar a buen puerto la operación, dados los covenants pactados por Aena en su estrategia de financiación y en los que el coste financiero de los príéstamos está vinculado a la garantía del Estado. La píérdida de control oficial supone, en definitiva, un incremento desproporcionado del servicio de la deuda que haría inviable la privatización
El ente público de Aena acumula un pasivo bancario de 12.600 millones de euros que deberá ser transferido a la filial encargada de gestionar los 47 aeropuertos de la red estatal. El proyecto de venta se circunscribe al negocio de Aena Aeropuertos que, en buena lógica, deberá integrar tanto los activos como la deuda asociada. Para asegurar los derechos de los acreedores, la solución que ahora se maneja consiste en mantener la posición deudora en la matriz estatal que, a su vez, actuaría como prestamista de su flamante participada de mayoría privada.
Socios industriales y OPV con tramo minorista
La estrategia que se dibuja es análoga a la emprendida por la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) en la venta de las viejas joyas de la corona en poder del antiguo INI. La privatización de Repsol, Endesa, Indra e Iberia se estructuró a partir de la formación de núcleos accionariales con una estabilidad a medio plazo que servían como aval para el lanzamiento en bolsa de ofertas públicas de venta (OPV) con un elevado tramo minorista. Fue la añorada etapa del capitalismo popular de finales del pasado siglo, que facilitó el saneamiento de las cuentas públicas a los primeros Gobiernos de Josíé María Aznar y transfirió la propiedad de las antiguas empresas públicas a los grandes conglomerados bancarios.
Aena tendrá tambiíén que contar con algún que otro socio financiero de postín, pero la intención de su presidente, Josíé Manuel Vargas, no es otra que dar entrada a empresas industriales que aporten su know-how y soporte tecnológico en la nueva etapa de la compañía. La nueva Aena Aeropuertos nacerá con una estructura operativa mucho más flexible y adaptada a las necesidades del mercado gracias al denominado Plan de Desvinculaciones Voluntarias, que ha supuesto finalmente un ajuste de 1.167 puestos de trabajo.
Los responsables de la compañía, dependiente del Ministerio de Fomento, han llevado a cabo tambiíén un plan de ahorro y eficiencia que ha supuesto ahorros adicionales de 400 millones de euros. El respaldo de Ana Pastor ha permitido a la empresa encarar, además, un programa comercial mucho más agresivo que ha permitido optimizar los ingresos derivados de los diferentes negocios que controla Aena. El concurso de adjudicación de las tiendas libres de impuestos sirve para ilustrar la tensión introducida en las relaciones con los proveedores tradicionales que, como en el caso de Aldeasa, han tenido que rascarse el bolsillo para mantener vivos sus contratos con el gestor aeroportuario.
Entre unas cosas y otras, las cifras de Aena empiezan a recuperar el tono indispensable para afrontar una privatización en toda regla. A final de este año, la previsión financiera apunta a un ebitda de 1.600 millones de euros, prácticamente el doble del registrado en 2012. Más importante si cabe será la generación de caja, medida antes de contabilizar la inversión productiva y el servicio de la deuda, que pasará de 600 millones de números rojos en 2011 a otros 600 millones de números negros al cierre de este ejercicio. Para entonces es posible que Aena sea ya una sociedad cotizada en bolsa.