Medidas para evitar la peor recesión en 30 años
Publicado en Expansión por Felix Rohatyn y Everett Ehrlich
Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de EEUU, aludió esta semana a una economía que afrontaba "numerosas dificultades".
De hecho sólo son dos, pero cada una por su cuenta es causante de una genuina preocupación sobre las perspectivas de la economía estadounidense: la primera, una implosión del sistema financiero provocada por el tambaleante mercado inmobiliario; y, la segunda, los precios ríécord de las materias primas causados principalmente por acontecimientos externos.
La política se ha movido con poca eficacia entre estos dos frentes en el último año. Un día, todas las miradas se centran en el eventual colapso de Fannie Mae y Freddie Mac, y al día siguiente nos preocupamos por las perspectivas de un petróleo a 200 dólares el barril. Es hora de diseñar un programa para promover la recuperación económica global luchando por el futuro de la economía en ambos frentes.
Hace aproximadamente seis meses, la administración Bush y el Congreso aprobaron un plan para facilitar 200.000 millones de dólares (126.000 millones de euros) como estímulo económico destinado a los consumidores. Pero es probable que esto diste de provocar un giro. Se cree que los demócratas están sopesando un paquete de devoluciones fiscales, gasto y distribución de los ingresos en línea con lo sugerido más abajo. Bueno, deberían hacerlo –tenemos que considerar un programa más general financiado por el gobierno que ponga más íénfasis en las inversiones a largo plazo–.
Si el gobierno quiere estimular la economía, debería comenzar ampliando las inversiones. Los senadores Christopher Dodd y Chuck Hagel han presentado un proyecto de ley para la creación de un banco con infraestructura nacional, que proporcionaría asistencia al Estado y a los gobiernos locales para aumentar la inversión en infraestructuras. Con una base inicial de capital de 60.000 millones de dólares y la capacidad de asegurar a los bonos del estado y a los gobiernos locales, ofrecer subvenciones especializadas y concretas y emitir sus propios bonos a entre 30 y 50 años, el banco podría proporcionar con facilidad otros 250.000 dólares de capital para invertir en infraestructuras locales durante cinco años.
Al mismo tiempo, el gobierno federal podría iniciar un programa de distribución de ingresos por valor de otros 250.000 millones de dólares para que el Estado y los gobiernos locales mantengan el nivel de los servicios. Otra opción podría ser la de destinar parte de esta suma a financiar una tregua fiscal parcial a la Seguridad Social para la patronal, con el objetivo de mantener la creación de empleo.
En el frente financiero, La propuesta del Tesoro para rescatar a Fannie Mae y a Freddie Mac es un buen comienzo. Pero tenemos que estar preparados para dar nuevos pasos en caso de ser necesario. Una opción sería la de determinar condiciones sobre las que el Tesoro crearía certificados que se cambiarían por activos hipotecarios hasta un porcentaje predeterminado, junto con un calendario para devolver de nuevo estos certificados. Esto proporcionaría a los bancos un respiro mientras se estabilizase el mercado inmobiliario.
La omnipresente falta de confianza en nuestra economía y nuestro gobierno es una amenaza tan seria como un deterioro de los balances de nuestro sector financiero. Además, un sistema financiero estable es tan importante para el crecimiento económico como cualquier estímulo fiscal, de igual modo que la confianza en la demanda global es igual de relevante para el sistema financiero como la integridad de los balances. Pero deberíamos aprender de nuestros errores. La revocación del Acta Glass-Steagall, junto con el dinero barato y la tolerancia de riesgos cada vez mayores, llevaron a esta situación. El uso desenfrenado de la venta a corto plazo puede destruir valor y ser contraria al crecimiento y la inversión. La especulación puede influir en la subida de los precios de las materias primas y, en ese caso, se corre el riego de sufrir más daños si estalla la burbuja de las materias primas.
Las elecciones presidenciales no deberían hacer que dejemos de afrontar estos problemas. Habría que considerar un convincente programa bipartidista de estímulos fiscales, de restauración financiera y de control de reguladores. Un programa así podría ayudarnos a evitar la peor recesión en casi 30 años.