Realia no quiere apurar el plazo de cuatro meses, hasta el 30 de septiembre, acordado con sus bancos acreedores para buscar un acuerdo de refinanciación. El objetivo ahora es alcanzar un horizonte mucho más amplio, de hasta tres años, para comprobar las posibilidades de remontar la actual crisis del ladrillo. En caso contrario, la inmobiliaria cedería como garantía todo su negocio patrimonial a las entidades de críédito, incluyendo tambiíén los activos de su filial francesa, la SIIC de París.
La compañía presidida por Ignacio Bayón celebra este próximo miíércoles su Junta General de Accionistas con la esperanza de obtener un respiro que le permita mirar al futuro de una forma realmente desahogada. La inmobiliaria ultima a marchas forzadas un pacto con el sindicato bancario encabezado por la Sareb orientado a resolver todas sus penurias financieras de un plumazo, integrando en un mismo esquema de refinanciación la deuda síénior de 847 millones de euros más otros 150 millones de deuda subordinada.
La operación que se dibuja sería la cuarta prórroga que los bancos conceden a Realia desde que en 2009 la empresa enarboló la ‘bandera blanca’ de su rendición financiera ante las inclemencias de un mercado que todavía continúa estancado. El pasado mes de mayo la compañía obtuvo un pequeño voto de confianza que dejaba para septiembre el examen final de sus cuentas. Sin embargo, los acreedores han entendido que los grandes problemas requieren grandes soluciones y tratan de buscar una solución de mayor calado que evite la eníésima suspensión de pagos a la vuelta de un otoño que se presume muy caliente para todo el sistema financiero español.
La aparición en escena del banco malo constituido por Sareb, con su doble condición de accionista y acreedor de Realia, constituye en estos momentos un punto de apoyo para la refinanciación. La entidad que preside Belíén Romana ha heredado de Bankia el liderazgo del sindicato bancario, con una deuda de 440 millones de euros, que es casi la mitad de todo el pasivo en juego. Nobleza obliga, porque la misión de Sareb consiste precisamente en apurar los recursos en busca de una reconversión del sector inmobiliario, lo que se da de bruces con cualquier procedimiento concursal que genere provisiones adicionales a los bancos.
Los otros cuatro grandes acreedores financieros, como son el Banco Sabadell (120 millones de deuda), Santander (100), BBVA (85) y La Caixa (50), saben tambiíén que la suerte de Realia está echada desde el punto de vista accionarial. Los dos socios de referencia de la inmobiliaria tienen cuestiones bastante más graves de las que preocuparse. FCC necesita ajustar su posición de balance y la de su principal accionista, Esther Koplowitz, sobre todo despuíés de la reciente suspensión de pagos de su filial austriaca Alpine. Bankia, por su parte, es un libro abierto con una clara estrategia de desinversiones que vienen dadas en su propio plan de saneamiento y reestructuración.
Fruta madura en manos de los bancos
A poco que la crisis se prolongue sin una expectativa clara de recuperación, Realia terminará cayendo como fruta madura en los brazos de sus acreedores. Pero antes de que eso ocurra, lo que ahora se ventila es la conveniencia de dar una última oportunidad a la compañía bajo la hipoteca de toda la actividad patrimonial del grupo. Si a la vuelta de tres años la inmobiliaria no puede hacer frente a sus compromisos de pago, los bancos pasarán a hacerse con la totalidad de Realia Patrimonio, que controla casi el 60% de la SIIC de París.
Según la última información trimestral hecha pública por la compañía, más del 90% de los ingresos y la totalidad del margen bruto de Realia proceden precisamente del negocio patrimonial. Además, el 51% de toda la facturación por alquileres proviene de la filial francesa. La inmobiliaria ha experimentado entre enero y marzo una evolución negativa en todas sus variables económicas, con una caída del ebitda del 14% respecto al mismo periodo del año anterior. El resultado neto atribuible fue negativo en 10,7 millones de euros, más del doble del padecido en el primer trimestre de 2012.
El aplazamiento a medio plazo de la deuda convierte a Realia en una de las pocas antiguas empresas cotizadas del ladrillo que es capaz de superar la espada de Damocles de una inminente suspensión de pagos. Sin embargo, el destino de la compañía será el mismo o muy parecido al que han seguido sus pares si es que finalmente los bancos terminan quedándose con la parte mollar de toda la actividad inmobiliaria.