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Autor Tema: Abenomics  (Leído 169 veces)

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Abenomics
« en: Junio 25, 2013, 11:10:33 am »
Por…. Xavier Sala i Martí­n

Japón está saliendo de la recesión en la que entró en 1990… o al menos eso dicen los analistas cuando ven que, por fin, el PIB Japoníés durante el primer trimestre de 2013 fue de 3,8%. Un número espectacular si lo comparamos con el crecimiento negativo de la Unión Europea o las paupíérrimas tasas de la propia economí­a japonesa durante los últimos 23 años.

¿Quíé ha pasado en Japón? Pues que su primer ministro ha implementado un nuevo “plan de crecimiento” que ha dado como resultado, una depreciación del yen de un 20%, una subida del Nikkei del 70% y, como he dicho, un crecimiento del PIB del 3,8% durante el último trimestre. El íéxito de esa polí­tica económica ha hecho que haya sido bautizada como “abenomics” en honor del primer ministro Shinzo Abe, como si fuera un nuevo tipo de economí­a.

¿En quíé consiste el “abenomics”? Aunque parezca un nuevo tipo de economí­a o un nuevo tipo de polí­tica o teorí­a económica, el “abenomics” consiste en una expansión agresiva de la masa monetaria y un aumento brutal del ya monstruoso díéficit fiscal del estado. Es decir, el Banco de Japón se dedica a imprimir ingentes cantidades de yenes y los utiliza para comprar activos, principalmente bonos del estado japoníés. ¡Si! Todo el mundo sabe (y el gobierno japoníés el primero) que imprimir dinero provoca inflación. Pero la economí­a japonesa ha experimentado deflación (caí­das de precios) en los últimos años por lo que, para ellos, eso no es un problema. Además, los japoneses piensan que, al estar los tipos de interíés nominales cercanos a cero, un aumento de la inflación hace que los tipos reales pasen a ser negativos (con lo cual abaratan el críédito a las empresas e incentivan así­ la inversión privada). Y al aumentar la cantidad o la oferta de yenes en circulación, el precio o cotización del yen baja en relación al de otras monedas como el euro, el dólar o las de todos los paí­ses emergentes. Al abaratar la moneda japonesa, tambiíén se abaratan los productos japoneses y eso hace que la gente de todo el mundo que está decidiendo entre comprar, por ejemplo, coches japoneses o coches alemanes, se decante por los primeros. Las exportaciones niponas aumentan a costa de perjudicar a las alemanas (y las del resto del mundo) y, con ello, tambiíén lo hace su producto interior bruto.

En cuanto a la polí­tica fiscal expansiva, el ministro Abe ha decidido no preocuparse por el yamonstruoso díéficit fiscal japoníés que se espera que llegue al 11,5% del PIB este año. Eso contrasta con la “austeridad” que Europa intenta imporner a España a pesar de que, al final, el díéficit español no es mucho más bajo que el japoníés! Si bien la expansión monetaria es una novedad en japón, la expansión fiscal no es nueva. Japón ha pavimentado el paí­s entero cuatro veces desde que empezó la crisis y eso no solo no ha funcionado sino que ha generado la deuda pública más grande del mundo y la más alta que ha visto el hombre en el planeta tierra (u cualquier otro planeta “for that matter”). ¿Cómo planea pagar Abe toda esa deuda? El plan es pagarla a travíés de los impuestos: el impuesto inflacionario que va a resultar de la expansión de la masa monetaria y de un nuevo impuesto de consumo (una especie de IVA) que entrará en vigor en 2014.

Ese previsible aumento de impuestos hace que muchos japoneses tengan miedo, mucho miedo, de lo que pueda pasar el año que viene. La previsión del aumento del impuesto del consumo el año que viene hace que muchos japoneses estíén adelantando la compra de bienes duraderos (coches, electrodomíésticos, viviendas, etc) con lo que el aumento del consumo ahora se verá contrarrestado por una reducción en 2014. Y todos los japoneses recuerdan lo que pasó en 1997 cuando el gobierno, pensando que la crisis de 1990 ya estaba llegando a su fin, aumentó imprudentemente el consumo y provocó una recaí­da que ha durado hasta hoy.

El presunto íéxito del “abenomics” ha hecho que muchos economistas pidan que los gobiernos de Europa y Estados Unidos hagan lo mismo. Es decir, que abandonen las polí­ticas restrictivas de austeridad y que se embarquen en polí­ticas expansivas de impresión masiva de dinero.

El problema con la expansión monetaria es doble. Primero, todos los economistas del mundo (clásicos, keynesianos, lunáticos, minesotos, etc) están de acuerdo en que la polí­tica monetaria solamente tiene efectos a corto plazo. Las diferencias teóricas a parecen a corto plazo ya que las distintas escuelas tienen distintas visiones sobre si los precios se pueden ajustar rápidamente a corto plazo. Los keynesianos dicen que no, los clásicos y los minesotos que sí­ (los lunáticos dicen una cosa distinta cada dí­a, por eso son lunáticos). Pero todos estamos de acuerdo en que no hay ninguna razón por la que, a la larga, los precios se ajusten por lo que a medio y largo plazo los efectos de la expansión monetaria desaparecen. Ningún loco propone la polí­tica monetaria inflacionista como motor del crecimiento económico a largo plazo. En este sentido, que “abenomics” haya funcionado un trimestre o que acabe funcionando un año, no quiere decir que acabará funcionando siempre.

Segundo, por más que funcione en un paí­s (en este caso Japón), no puede funcionar si todos los paí­ses hacen lo mismo al mismo tiempo. Volvamos a ver por quíé ha funcionado “abenomics”: al imprimer yen, se abarata esa moneda EN RELACION A LAS DEMíS y, con ello, los productos que se compran con esa moneda EN RELACIí“N A LAS DEMíS. Eso hace que la gente compre coches japoneses EN SUBSTITUCIí“N DE COCHES ALEMANES. Si Europa se enzarza en hacer lo mismo que japón, el euro bajará y retornará a su posición original por lo que ni el yen será más barato que el euro ni viceversa, por lo que ni japoneses ni europeos conseguirán aumentar sus exportaciones netas y, por ende su PIB. Si los americanos y los emergentes hacen los mismo, acabaremos en una situación en la que todos los paí­ses del mundo imprimen dinero pero ninguno consigue abaratar su moneda en relación a las demás por lo que ninguno consigue exportar más o aumentar su PIB. Lo único que consiguen todos es aumentar su inflación.

Dicho de otro modo, “abenomics” solo funciona porque, de alguna manera, consigue “robar exportaciones” a los competidores. Es lo que los economistas llamamos, “polí­ticas de crecimiento a base de empobrecer a los vecinos” (“beggar thy neighbor”). Lógicamente, si el vecino se enfada y hace la misma polí­tica de “empobrecernos a nosotros”, ellos recuperan lo perdido y lo recuperan a base de quitárnoslo a nosotros. El resultado final es que nadie consigue sus objetivos.

Conclusión, “abenomics” es un nombre bonito para una polí­tica que puede funcionar en un paí­s durante un periodo de tiempo. No una polí­tica que funcione siempre y en todas partes.

Nos vemos en el foro de bolsa!