Por… Carlos Parodi
El 26 de diciembre de 2012 asumió el cargo de primer ministro en Japón, Shinzo Abe, quien dos semanas despuíés puso en marcha una serie de medidas para reactivar la economía japonesa luego de dos díécadas de estancamiento. El conjunto de medidas se conoce como “Abenomicsâ€. ¿Encontró la receta que tambiíén serviría para la eurozona?
¿En quíé consiste Abenomics? Se trata de un programa de estímulo económico que implica inyectar a la economía yenes por un valor equivalente a 78 mil millones de euros, a travíés de políticas fiscales expansivas. En otras palabras, aumentar el gasto público para aumentar la producción del país. Como consecuencia en el primer trimestre de 2013, el PBI aumentó 3.8%, el yen se depreció frente al dólar 20% y la bolsa de valores subió 70%. Sin embargo, el aumento en el gasto público abre aún más la brecha fiscal (exceso de gasto público sobre ingresos), pues se calcula un díéficit fiscal equivalente a 11.5% del PBI para este año (compárenlo con el caso peruano, que presenta un superávit fiscal). En paralelo el mayor gasto es financiado con mayor emisión, es decir, una política monetaria expansiva. El banco de Japón emite billetes y compra bonos del gobierno con lo cual “le presta†dinero para que lo inyecte como mayor gasto público. Abe ha dispuesto una meta inflacionaria de 2% anual.
¿Es una receta nueva? Parece que no lo es; reactivar una economía a travíés de un mayor gasto público financiado con emisión es una idea muy antigua. Se usó durante la Gran Depresión de 1929 en los Estados Unidos y en varios países de Amíérica Latina en la díécada de los ochenta. Inclusive la ha usado Estados Unidos desde 2009 en tres oportunidades.
Japón viene de años de deflación (caída en los precios), por lo que, al menos en el corto plazo, no generará un problema de inflación; más aún, la política monetaria se denomina expansiva pues el punto de partida es una deflación. Como las tasas de interíés nominales son casi cero, pasar de deflación a una inflación pequeña, convertirá a las tasas de interíés reales en negativas, lo que incentivará aún más el consumo y la inversión. La depreciación o aumento en el tipo de cambio fomenta las exportaciones japonesas. En tíérminos de la demanda agregada, el programa eleva consumo, inversión y exportaciones. Hasta ahí todo bien; tanto que algunos la denominan, la “apuesta por el crecimientoâ€.
¿Es sostenible o luego de un tiempo los resultados serán peores que los iniciales? En primer lugar, Abe piensa pagar la deuda con mayores impuestos futuros, en particular una elevación del impuesto al valor agregado (el equivalente a nuestro IGV) en 2014. El anuncio del aumento del IVA en 2014 ha originado que los japoneses compren hoy bienes duraderos para pagar menos mañana.
En segundo lugar, las expansiones monetarias tienen efectos en el corto plazo sobre la actividad productiva, pero no en el largo plazo. Y ahí aparecen las dudas. A lo largo de la historia los programas sostenidos en una expansión del gasto público financiado con emisión han tenido efectos de corto, pero no de largo plazo; no habría problema si no pasara nada a largo plazo, pero las consecuencias en el ajuste posterior, entre las que destacan la casi segura inflación generada, por lo general regresan al país al mismo punto inicial. Entonces, abenomics podrá mostrar resultados en el corto plazo pero luego, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Ciertamente la eurozona no puede aplicarlo, a menos que lo haga el Banco Central Europeo (BCE), pues los países no tienen política monetaria propia, sino que “su†banco central es el BCE, quien para tomar una decisión como la comentada tendría que tener el visto bueno de todos sus miembros, entre ellos, Alemania, algo casi imposible de lograr. Es tiempo de imaginar salidas sostenibles.
Suerte en sus vidas…