Por... Luis Beatón
La aprobación de una reforma de las leyes migratorias en Estados Unidos, luego de varios años de debates y aproximaciones, enfrenta ahora un sombrío panorama ante la negativa de los republicanos para favorecer una vía a la ciudadanía de un estimado de 11 millones de indocumentados residentes en el país.
El presidente Barack Obama, quien incluyó el cambio de la ley como una de las prioridades de su segundo mandato, dijo recientemente que la modificación propuesta por los senadores y que se niegan a considerar los representantes en la Cámara baja, solo tendrá sentido si incluye una vía a la ciudadanía para estas personas.
En declaraciones a las cadenas televisivas en español Univisión y Telemundo en Dallas (Texas), Denver (Colorado), Los íngeles (California), y el área de Nueva York y Nueva Jersey, Obama, además de destacar los beneficios económicos, alertó sobre los peligros que enfrenta la modificación de las leyes migratorias.
No creo que tenga sentido aprobar un cambio que no incluya una vía a la ciudadanía, como proponen algunos republicanos, porque el sistema migratorio lleva roto un tiempo y no sirve a nuestra economía, aseveró el mandatario.
La iniciativa S.744, acogida por el Senado el 27 de junio, es apoyada por Obama e incluye, entre otros puntos, la legalización y eventual ciudadanía de los indocumentados, el reforzamiento de la seguridad fronteriza y medidas para el control de futuros flujos migratorios.
Pero esto no es aceptado por el ala más conservadora de los republicanos, que insisten en calificar el camino a la ciudadanía como una amnistía y se niegan a considerar la propuesta.
La inmigración es un problema con necesidad de ser arreglado legislativamente, subrayó Obama, quien no quiso especular sobre quíé pasará si la reforma fracasa y solo apuntó que, en ese caso, probablemente no usaría su autoridad ejecutiva para legalizar a los indocumentados.
A favor de la modificación de las regulaciones acentuó que durante su mandato se destinaron recursos sin precedentes para fortalecer la seguridad en la frontera con Míéxico y que el número de indocumentados que cruzan a Estados Unidos disminuyó considerablemente durante los últimos años.
Pese a los esfuerzos del Senado y el respaldo de la mayoría de los electores, según muestran las encuestas, el camino se torna más difícil para los que apoyan la regularización de los inmigrantes sin papeles.
En ese sentido, y tal vez para animar a ese sector, el presidente estima aunque no cree que la reforma estíé aprobada antes del receso legislativo de agosto, como era su meta inicial, si pudiera estar lista en el otoño.
Ese asunto sin embargo enfrenta serios desacuerdos entre los republicanos. Unos conservadores la apoyan y otros la critican haciendo más difícil alcanzar un acuerdo.
En este estira y encoje destaca el representante republicano Paul Ryan, el excompañero de fórmula presidencial de Mitt Romney en 2012.
Ryan, presidente de la Comisión Presupuestaria de la Cámara de Representantes y mencionado con frecuencia entre los posibles aspirantes republicanos a la presidencia en el 2016, se decanta a favor de hallar la manera de que sean reconocidos 11 millones de inmigrantes que residen en Estados Unidos sin autorización legal.
El parlamentario, con impecables credenciales conservadoras, pudiera ser un eslabón de mucha utilidad para convencer a sus colegas de la necesidad de aprobar la modificación de la ley, lo cual considera una necesidad para asegurar la seguridad económica y nacional.
El político, que representa al estado de Wisconsin, marcha por el mismo carril que otros poderosos grupos que favorecen una nueva norma migratoria: la iglesia católica y el sector empresarial.
En estos intentos pudiera ayudar si una coalición bipartidista de siete legisladores de la Cámara logra presentar una iniciativa, la cual, al igual que la del Senado aborde el proceso de manera integral y no fragmentado como quieren importantes figuras de esa parte del Congreso.
En esto puede influir el receso legislativo que se inicia en agosto y daría un mes para que los interesados midan en sus distritos las reacciones a favor o en contra de aprobar una ley abarcadora.
Esto daría más tiempo, estiman analistas, al presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, para trabajar con los miembros de ese foro sobre la necesidad de arreglar un sistema que la mayoría considera roto y el problema de quienes están en el país de manera indocumentada.
Boehner ha insistido enfáticamente que la Cámara no votará el proyecto de ley integral, el cual contó con el apoyo bipartidista en el Senado.
Sin embargo, los desacuerdos pueden generar acuerdos. En ese sentido, Boehner expresó el deseo de seguir adelante con una medida impulsada por líder de la mayoría Eric Cantor (R-Virginia), que ayudaría a los hijos de inmigrantes indocumentados traídos al país cuando eran menores de edad.
No es una mala idea aunque su aprobación rompería la estrategia de la mayoría de los demócratas y de algunos republicanos, de aprobar un plan abarcador de todos los problemas.
Para alcanzar ese objetivo figuras demócratas y republicanas del Senado, apoyadas por el sector empresarial, hacen campaña en el país dirigidas a convencer a sus colegas de la Cámara de Representantes.
Los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham, junto al demócrata Charles Schumer, se reunieron con directivos de los gigantes tecnológicos Microsoft, Google e Intel, y los grupos pro reforma para discutir una campaña a fin de atraer el apoyo de más de 100 republicanos de la Cámara.
Estas acciones tratarán de voltear las opiniones del liderazgo republicano de la Cámara, que considera que casi todos los republicanos se oponen al proyecto de ley del Senado.
Si en el mes de receso del Congreso, quienes impulsan el arreglo del sistema migratorio logran que las bases republicanas cambien la posición de sus representantes a la Cámara, probablemente ocurra el milagro y Obama pueda tener en su mesa una propuesta para cambiar las leyes en ese sector.
De no ocurrir esto, las elecciones de medio tíérmino de 2014 servirán de termómetro para medir cuánto peso tuvo el tema entre los votantes y hasta quíé punto eso influyó en que los republicanos avanzaran en el camino para no retornar a corto plazo a la Casa Blanca.