Aunque solo hizo alusión a cambios en el mercado (condiciones desfavorables), la minera canadiense Braeval Minning anunció su retiro del país, específicamente de la Serranía de San Lucas, en donde fue secuestrado por el Eln uno de sus principales ejecutivos, Gernot Wober.
En principio, y según puede derivarse de informaciones entregadas por el diario Wall Street Journal, se debe pensar que son razones de mercado las que presionaron que la multinacional cerrara sus exploraciones en el país. Pero es inevitable preguntarse ¿quíé tanto pesó la presión criminal del Eln que había condicionado la liberación de Wober a la renuncia de la empresa a los títulos mineros que la habilitaban para la explotación de oro en el país? Y, ¿quíé tanto la amenaza futura de más plagios o de extorsiones llevó a la compañía a considerar no viables ni provechosas sus actividades en Colombia?
Es vergonzoso que la presencia de multinacionales que generan empleo, que proveen tecnología y pagan impuestos termine por desmoronarse debido a las conductas criminales de grupos armados ilegales que posan de defensores de los recursos naturales, pero lo único que buscan es el pago de rescates y extorsiones que desestimulan la inversión extranjera en el país, al tiempo que se alimentan las arcas de organizaciones empeñadas en ejercer violencia.