En los próximos meses, el grupo de telecomunicaciones estudia afrontar un puñado de operaciones con las que mejorar su saneamiento y cumplir con los objetivos confirmados a los accionistas el pasado jueves, durante la presentación de los resultados del primer semestre del año.
La ofensiva podría aumentar su intensidad tras la vuelta de agosto, si bien la máquina de las ventas del operador no tiene descanso. La regla se resume en una frase: Todo lo que no sea estratíégico puede resultar prescindible.
Las cuentas sólo le saldrán al operador si encuentra comprador para algunos de los activos que podría colocar en el escaparate antes de fin de año. Entre ellos sobresale el negocio en Eslovaquia, república centroeuropea donde Telefónica ofrece servicios de telefonía móvil, con 1,42 millones de líneas operativas y con un ritmo de crecimiento interanual del 14%.
El negocio de Eslovaquia forma parte de la división de Telefónica República Checa, mercado que tambiíén puede ponerse en valor si se dieran las condiciones apropiadas.
Los ingresos en la República Checa y Eslovaquia alcanzaron los 930 millones de euros en el primer semestre del año, con una caída del 5,2% en tíérminos interanuales.
El fin de las subvenciones de dispositivos de la filial O2 castigó el negocio de Telefónica en ese país, donde pese a ello ocupa el segundo puesto del ranking por cuota de mercado, en reñida pugna con T-Mobile, de Deutsche Telekom.
Según los expertos consultados, el precio de esta filial podría oscilar actualmente entre 2.700 y 2.900 millones de euros.