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Autor Tema: Extraño suceso en la base aíérea de Torrejón  (Leído 1475 veces)

Scientia

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Extraño suceso en la base aíérea de Torrejón
« en: Agosto 21, 2008, 08:02:51 pm »
Extraño suceso en la base aíérea de Torrejón

 Relatado por uno de sus protagonistas:

 

Ocurrió en la base aíérea de Torrejón donde la guardia solí­a hacer ronda pasando por delante de un hospital abandonado por los
americanos que allí­ se encuentra. Una noche, en una de esas rondas, mi compañero y yo junto con un perro policí­a de la guardia patrullábamos en Patrol por delante, y vimos que se encontraban encendidas las luces de los servicios de la planta
de abajo del hospital, cosa rara, pues sabí­amos que allí­ no habí­a luz.

Pensamos que quizá la hubiesen conectado para realizar algunas obras o algo, así­ que no le dimos importancia y fuimos a apagar los interruptores del cuarto de baño, con bastante respeto, ya que el lugar daba bastante miedo en sí­ y además conocí­amos varias historias del sitio.

Allí­ pudimos comprobar que el resto de las luces no funcionaban, sólo las del baño, lo cual nos extrañó bastante pues si habí­an
conectado la luz del edificio deberí­an funcionar todas, así­ que la apagamos rápidamente y seguimos la patrulla.

Posteriormente, sobre las dos de la madrugada, pasamos de nuevo, y volvimos a ver luces prendidas, esta vez en una de las
habitaciones de la segunda planta, pero esta vez por miedo decidimos no apagarlas y seguir como si nada.

Media hora despuíés las luces estaban apagadas, a lo que pensamos que podí­a ser un niño de los chalets militares que habí­a al lado, el que estaba jugando en el hospital con las luces, a lo que decidimos volver al hospital, ya que allí­ no podia haber nadie.

No habí­amos salido del Patrol cuando se enciende otra luz de la segunda planta y nuestra teorí­a quedó reforzada.
Buscamos por todo el hospital y no vimos a nadie, así­ que apagamos las luces, pero cuando cuando í­bamos por el pasillo principal del segundo piso buscando la salida una luz de una habitación por la que acabábamos de estar, se enciende de
repente.

Mi compañero me mira y sin decirnos nada nos dirigimos a la habitación cautelosos para ver quíé ha pasado. En ese momento
la tensión es muy grande, y el lugar y los ruidos del sitio no ayudan precisamente, pero la curiosidad nos puede más que el miedo.

Yo voy delante, y mi compañero tres metros detrás con el perro, pero unos diez metros antes de llegar a la habitación suena
un timbre: Es el ruido del ascensor que se pone en marcha, lo que me aterroriza pues el ascensor tampoco ha funcionado desde
que se quedó el hospital vací­o.

En ese momento, mi compañero está justo delante de la puerta del ascensor, y despuíés de mirarnos fijamente mi compañero se queda mirando a la puerta.
Dos segundos despuíés la puerta se abre, yo no puedo ver lo que habí­a dentro del ascensor, pero mi compañero sí­, y lo que sí­
puedo ver es su cara de terror. El perro enseguida se suelta de mi compañero paralizado y se va gimiendo con el rabo entre
las patas.

Son sólo unos tres segundos pero yo sólo puedo mirar a mi compañero, hasta que le llamo:
- Carlos.
í‰ste no contesta:
- Carlos ¿quíé pasa?

Yo no me muevo, y mi compañero sólo mira al ascensor, sin reaccionar. El ascensor se cierra entonces, y Carlos
sigue mirando la puerta durante un segundo, despuíés me mira y puedo ver cómo una lágrima recorre su mejilla mientras aún mantiene esa expresion de miedo.

Ahora soy yo el que no puede reaccionar, en ese momento mi compañero se gira rápido, llama al perro como si se acabase
de dar cuenta de que se habí­a ido. Al ver que íéste no está sale corriendo a buscarle.

Esta escena sólo fue de escasos treinta segundos desde que se oye el timbre, pero lo recuerdo como si fuese una hora entera.

Yo salgo detrás de Carlos, pero me pierdo en el hospital. Al salir poco depuíés le veo llorando sentado en el suelo con la cabeza entre las piernas al lado del Patrol.
- ¿Quíé ha pasado? -Le pregunto.
- Vámonos de aquí­, por favor -me dice. Miro al perro que está junto a íél tumbado, llorando.
- Sí­, nos vamos -le digo.

Cogimos el Patrol y seguimos patrullando, la ronda no fue igual, mi compañero no me hablo más ese dí­a, estaba en otro sitio,
ido totalmente. El nunca volvió a ser el mismo, y nunca conseguí­ que me dijese quíé vio en el ascensor del hospital.

Carlos se suicido tres meses despuíés y a mí­ nadie me creyó, a pesar de que todos mis compañeros veí­an a un Carlos diferente
desde aquella noche."