Por… Juan Jovaníé
La persistencia del proceso inflacionario, que a junio del presente año se manifestó en una tasa anual de crecimiento de los precios al consumidor de 4.2% y de 6.4% en el caso de los alimentos, ha llevado a que diversos sectores sociales intenten una explicación de este fenómeno. Estas, como en cualquier otro caso, pueden ser relativamente ciertas o, por el contrario, inadecuadas, lo que en este último caso puede darse por simple equivocación o por la presencia de formas ideológicas, que facilitan la defensa de determinados intereses particulares.
Un artículo publicado recientemente en la sección económica del diario La Prensa bajo el título “Alza de precios no se detiene†sostiene que el proceso inflacionario actual es producto del propio crecimiento económico, llegando a citar como autoridad en la materia a un directivo del Colegio de Economistas, quien habría afirmado que: “cuando se experimentan niveles importantes en el crecimiento económico los efectos son negativos porque trae consigo igualmente un crecimiento de la inflación, algo que se ha comprobado históricamenteâ€. Se trata, en todo caso, de una hipótesis que debe contrastarse con la realidad. Para este fin no basta, desde luego, que se presente, como lo hace el artículo en referencia, una gráfica con escaso poder demostrativo.
En efecto, manejando los instrumentos estadísticos apropiados para estudiar la posible relación existente entre la inflación y el crecimiento económico durante el periodo de intenso crecimiento de la economía panameña, se obtienen algunos resultados de interíés. Si se utiliza como referencia el periodo 2004 – 2012, encontramos un coeficiente de determinación de apenas el 0.35, lo que significaría que la hipótesis propuesta por el artículo bajo análisis sería incapaz de explicar el 65% de las variaciones ocurridas en la tasa de crecimiento de los precios al consumidor. Además, con los datos reales existentes, no es posible probar, al nivel de significación tradicional que utilizan los economistas, que el impacto de la tasa de crecimiento de la economía sobre la inflación no es nulo.
La hipótesis del artículo bajo análisis resulta, entonces, inapropiada, pese a que el artículo de La Prensa insiste en que los datos evidencian la teoría de los especialistas de que a mayor crecimiento mayor es la inflación. Al parecer, existe aquí una aplicación errada de la teoría del crecimiento Harrod, de acuerdo con la cual la inflación surgiría de manera inevitable cuando la tasa observada de crecimiento económico sobrepasa a la tasa natural de crecimiento (la suma de la tasa del porcentaje de expansión de la fuerza laboral y la correspondiente a la productividad del trabajo). Esta es la conocida hipótesis del recalentamiento.
Se trata de una tesis que centra la explicación de la inflación en el incremento de los salarios. Quienes esgrimen este tipo de explicación en Panamá cometen dos errores conceptuales.
El primero se refiere al hecho de que la explicación solo es plenamente válida en una economía cerrada, mientras que la economía panameña es abierta, de manera que una buena parte del crecimiento de la demanda proveniente de la expansión económica se atiende vía el crecimiento de las importaciones. Si bien es cierto que la hipótesis podría sostenerse para los llamados no transables, lo cierto es que la inflación se ha centrado en los bienes transables, susceptibles de ser importados.
El segundo error de estos analistas es que difícilmente se puede explicar la inflación con base en la expansión salarial. Esto se evidencia si, por ejemplo, se tiene en cuenta que el salario real medio en Panamá se elevó entre 2004 y 2011 en tan solo 3.2%, mientras que la productividad del trabajo lo hizo en 41.3%. Además se debe tener en cuenta que la participación de las remuneraciones de los asalariados en el producto interno bruto se redujo del 34.7% en 2004 a 29.8% en el año 2011.
La inflación proviene de otras fuentes, entre las que se pueden citar los altos márgenes de ganancias que mantienen los comerciantes especuladores, principalmente en el caso de los alimentos. Cualquier explicación que excluya este hecho y que, además, trate de ubicar la causa de la inflación en las aspiraciones salariales de los empleados, si bien puede ser de agrado para los sectores dominantes, dista mucho de facilitar una compresión real y científica de los fenómenos inflacionarios que aquejan al país. La solución no está en la represión salarial. Por el contrario, hace falta control de precios, lucha contra la especulación, una política de apoyo y protección a los productores agropecuarios, así como un incremento general de salarios.
Suerte en sus vidas…