El anuncio de la Reserva Federal del pasado junio de retirar de forma paulatina su programa de estímulos ha abierto una profunda grieta en la dinámica de los mercados internacionales, acostumbrados ya a la liquidez constante que fluía desde la Fed y que ha alimentado las subidas bursátiles durante crudos años de crisis económica. El efecto beneficioso de la Reserva Federal –que realiza compras mensuales de bonos y activos hipotecarios por 85.000 millones de dólares desde septiembre de 2012– ha tenido la virtud, además de propiciar los ríécord históricos de Wall Street, de rebajar de forma notable el coste de financiación de la economía de Estados Unidos –el treasury marcó mínimos del 1,38% en julio de 2012, frente a niveles de entre el 4% y 5% previos a la crisis– y de dirigir toda una marea de liquidez inversora hacia los mercados emergentes.
Han sido los grandes beneficiarios de un flujo de capitales que animó a los inversores a acudir a estos mercados en busca de mayores rentabilidades, frente al mínimo rendimiento de la deuda considerada más segura. Y es este mecanismo puesto en marcha por la Fed el que desde el mes de junio ha comenzado a darse la vuelta, con especial impacto en los mercados emergentes.
“Cuando comenzó a hablarse de la retirada de la relajación cuantitativa vimos que la India e Indonesia eran los dos países asiáticos con mayor riesgo de sufrir fugas de capitales extranjerosâ€, señala Manish Bhatia, gestor de fondos de renta variable india de Schroders. De hecho, la rupia india ha llegado a depreciarse esta semana al nivel sin precedentes de las 65 unidades por dólar. La Bolsa de Yakarta ha descendido esta semana un 9,56% y la rupia indonesia se ha depreciado más allá de las 11.000 unidades por dólar estadounidense, cuando se cotizaba a 9.730 el pasado 1 de mayo. El gobierno indonesio ya avanzó este viernes que tomará medidas para activar la economía y retener la inversión.
En Brasil, el Banco Central ha anunciado el lanzamiento de un programa para intervenir en los mercados de divisas mediante la inyección de hasta 60.000 millones de dólares (unos 45.000 millones de euros) en lo que resta de 2013, despuíés de que el real se haya devaluado más de un 15% respecto al dólar este año, hasta situarse en sus niveles más bajos frente al billete verde en cuatro años. Países como India, Indonesia o Turquía –la lira turca se ha depreciado estos días a niveles de 1981–, con fuertes desequilibrios en su balanza por cuenta corriente y muy dependientes de la financiación externa son los más vulnerables ante la nueva política de la Reserva Federal.
Ante este entorno de elevada volatilidad, Barclays apunta que la inversión en países emergentes deberá ser más diversificada y menos apalancada, al tiempo que descarta que la actual situación sea el anticipo de otras crisis vividas en el pasado en los mercados emergentes. Como consecuencia de la venta de activos que propiciará la retirada de liquidez de la Fed, Barclays prevíé que el bono estadounidense se estabilizará a niveles más saludables, de entre el 2% y 2,5%, “mientras que otras fuentes de liquidez permanecerán abiertas durante largo tiempo, lo que no forzará a los inversores a retirarse de los países emergentesâ€.
Para Schroders, “la volatilidad seguirá haciendo acto de presencia†y más allá de la tutela de la Fed, la firma mantiene su “compromiso con el crecimiento de los fundamentales a largo plazo de la regiónâ€.
Efectos inmediatos en EE UU
La noticia de la retirada de estímulos de la Reserva Federal ha comenzado a modificar el mapa de la inversión a nivel internacional. Y no solo en los países emergentes, el eslabón más vulnerable de la cadena montada por Bernanke, sino en el propio mercado estadounidense. La perspectiva de que la Fed ya no estará ahí para comprar deuda –ahora bonos por 45.000 millones de dólares cada mes, más otros 40.000 millones mensuales en títulos hipotecarios–, ha elevado la rentabilidad del bono a 10 años desde el 1,6% de mayo al 2,8% actual. Y estas ventas se han contagiado tambiíén a la Bolsa, poniendo en jaque los máximos de Wall Street.
En el mes de junio, en el que los inversores encajaron el primer golpe de la decisión de la Fed, las compras de activos de renta variable por parte de inversores extranjeros arrojaron un saldo negativo de 26.800 millones de dólares, la mayor salida en tíérminos netos desde agosto de 2007, cuando comenzó la crisis de las hipotecas subprime, según datos recogidos por Nomura. Y en la renta fija, junio se saldó con una salida de inversión privada en bonos soberanos de 39.000 millones de dólares, frente a las entradas de 20.000 millones que aún se daban en diciembre.
La previsión de los analistas es que la Fed podría anunciar un primer recorte de estímulos en septiembre, que se ampliaría en diciembre hasta finalizar del todo a mitad de 2014.
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