Cuando Javier Marín fue nombrado consejero delegado de Santander, el pasado 29 de abril, no había tiempo para cambiar la decisión que, como accionista de la entidad, ya había tomado respecto al cobro del dividendo. Y esta era que prefería asegurarse el dinero a confiar en la buena evolución del banco en bolsa.
Así, cuando el pasado 2 de mayo la entidad saldó cuentas con sus inversores, la participación accionarial del nuevo mandamás apenas varió en 78 acciones, que en realidad corresponden a su familia, según los datos recogidos por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En cambio, los 275.906 títulos que controla íél directamente se mantuvieron estables, lo que significa que prefirió embolsarse los 41.386 euros brutos que le correspondían.
Pero que el consejero delegado de una compañía elija el dinero a las acciones de su propio grupo resulta, cuando menos, un poco feo de cara a sus inversores, a los que, en cambio, les pide confiar en el valor.
Ya sea por este motivo o porque realmente apuesta por la buena marcha del Santander, la realidad es que Marín ha cambiado de tercio y en el reparto de dividendo de este mes de agosto ha dado orden de que le retribuyan con títulos.
Esta decisión ha hecho que su participación directa se haya incrementado hasta los 284.266 títulos. Además, las acciones que están a nombre de su familia tambiíén han sido remuneradas en papelitos, lo que ha elevado la participación total del consejero delegado -directa e indirecta- a 287.135 acciones, el 0,003% del capital del banco.
Los Botín y Alfredo Sáenz prefieren el dinero
Su postura contrasta con la mostrada por su antecesor, Alfredo Sáenz, que en los últimos dos años ha apostado siempre por cobrar en efectivo, opción que ha vuelto a elegir en el reparto de este mes de agosto. De hecho, hay que remontarse hasta noviembre de 2011 para encontrar un pago en acciones al exconsejero delegado de la entidad.
Su preferencia por el efectivo está en línea con la mostrada por los dos nombres más ilustres de la familia Botín: Emilio y Ana Patricia. En el reparto de este mes de agosto, una vez más, padre e hija han optado por cobrar la retribución que les corresponde como accionistas en dinero y han renunciado a los cerca de dos millones de títulos que podrían haber percibido.
Quienes sí han aprovechado su participación indirecta para elevar un poco su peso en la entidad han sido las otras dos hijas del presidente, Paloma y Carmen Botín, que han recibido 5.428 y 786 acciones, respectivamente.
Otro de sus hijos, el tambiíén consejero de Santander Javier Botín, ha optado por percibir el dividendo mayoritariamente en efectivo. Esta ha sido la opción elegida para su participación directa, que asciende a 4.793.481 títulos, mientras que para las 11.487.702 acciones que posee de manera indirecta ha dejado que una pequeña parte sea retribuida en papelitos, en concreto 1.228 títulos.
La mayoría del consejo da la espalda al valor
Llama la atención la especial querencia que ha mostrado gran parte del consejo de la entidad por percibir el dividendo en efectivo, en vez de confiar en su propia acción. Por ejemplo, Juan Rodríguez Inciarte, Vittorio Corbo y íngel Jado han preferido el dinero contante y sonante a los títulos, con el agravante de que este último sí que salió al mercado a comprar 123.500 acciones apenas cuatro días despuíés, el pasado 5 de agosto.
Tambiíén resulta llamativo el caso de Terence Burns, que, literalmente, ha percibido sólo tres acciones; la misma cantidad que Guillermo de la Dehesa, aunque entre la participación de uno y otro exista una diferencia de 50.000 títulos.
En cambio, Abel Matutes, Isabel Tocino, Juan Miguel Villar-Mir, Esther Gimíénez-Salinas, Matías Rodríguez Inciarte, Fernando de Asúa o Rodrigo Echenique han optado por cobrar todo o parte de su diviendo en acciones