El anuncio de preconcurso que Pescanova comunicó el pasado 1 de marzo fue sólo la antesala de todo lo que se avecinaba sobre la compañía pesquera. Desde entonces, Pescanova se ha convertido en una caja de sorpresas desagradables para sus accionistas, el sector, la economía gallega y la imagen de España, ya que el grupo es una multinacional con presencia en los cinco continentes. El punto de partida para el nuevo órgano de administración que resulte elegido por la junta de accionistas del día 12 no puede ser más desolador. El nuevo capitán de Pescanova tendrá que llevar las riendas de la empresa una vez superado el concurso, cuando Deloitte concluya su etapa de administrador. En su informe concursal ha destapado un díéficit patrimonial en la pesquera de 1.600 millones de euros y una deuda de 3.600 millones. Restaurar la confianza í‰sta será la principal tarea del nuevo consejo de administración. El demoledor informe forense de KMPG puso negro sobre blanco las irregularidades financieras y contables de la compañía bajo el mando de ManuelFernández de Sousa. La forensic detalló desde el uso de sociedades instrumentales dentro y fuera de España para conseguir financiación mediante ventas ficticias, hasta participaciones en filiales en el exterior todavía sin aclarar, pasando por opacas ramificaciones en paraísos fiscales. El resultado es que ni los beneficios ni las ventas declaradas al menos en los tres últimos años se corresponden con la realidad. Apoyo de la banca Las entidades financieras son las principales acreedoras de Pescanova. Entre ellas están desde el Sabadell o el Popular, a Novagalicia Banco o BNP, íésta última con una deuda de 62 millones de euros. Aunque el administrador concursal logró un críédito urgente de 56 millones de euros, la banca internacional se descolgó del acuerdo. Los bancos nacionales se han visto obligados a provisionar el críédito conPescanova y asumen que, si se apuesta por la continuidad de la compañía y no por su liquidación, la quita rondará el 75%. Además, es muy probable que tengan que capitalizar parte de la deuda, por lo que se convertirían en accionistas de la pesquera. Por eso, el nuevo equipo tiene que generar la suficiente confianza como para que los bancos apuesten por ella y eviten su liquidación.