LLUíS PELLICER - Barcelona - 25/08/2008
No hace mucho, algunos ayuntamientos llegaron a poner coto a su imparable expansión en el casco histórico de las ciudades. Ahora, la crisis del ladrillo ha dejado un reguero de locales vacíos. En sólo seis meses, las diez mayores firmas de intermediación inmobiliaria han cerrado más de la mitad de sus oficinas. El parón en la venta de viviendas ha obligado a dos franquicias a presentar concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos) y otras dos cadenas han tenido que colgar el cartel de se vende. Alguna, simplemente, deja España.
A finales del año pasado, nueve de las 10 primeras enseñas inmobiliarias que operaban en España tenían más de 100 oficinas, de acuerdo con la consultora especializada en franquicias Tormo & Asociados. Hoy sólo tres se pueden permitir ese lujo, según los datos de las propias compañías. En conjunto, las diez primeras empresas han pasado de 3.001 establecimientos a sólo 1.434. Menos de la mitad.
Muchas de estas firmas nacieron y crecieron al margen de las asociaciones de agentes de la propiedad inmobiliaria desde que el Gobierno liberalizara el sector en 2000. "Hay un cierre brutal de chiringuitos inmobiliarios. Ya advertíamos que para vender un piso se necesita formación. Y se pide más cualificación a un vendedor de lechugas, que necesita el carníé de manipulador de alimentos, que a un agente inmobiliario", sostiene el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (Coapi), Santiago Baena.
A. G., de 32 años, abrió una franquicia en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) con una gran firma inmobiliaria cuyo nombre no quiere revelar. "Trabajaba con ellos, y me dijeron que tenía talento y que podía sacar una buena tacada cada mes", explica. Pidió un críédito para la inversión inicial, de unos 40.000 euros y, además, cada mes pagaba por la marca y la publicidad. "No lo volvería a hacer. Tenía que ir asaltando a vecinos en sus casas para ver si las querían vender", comenta.
En íépoca de vacas gordas, el negocio inmobiliario daba para mucho. "Si un propietario pedía por su vivienda unos 180.000 euros era bastante normal que terminara vendiíéndose por más de 230.000, porque había varias comisiones de intermediación. Yo me quedaba una parte, otra iba para el de la franquicia financiera, y luego había las comisiones comerciales para la marca... Añade las escrituras, la apertura del críédito, el IVA... De locos", sostiene este intermediario.
Coapi insiste en que la crisis depura a miles de intermediarios que aterrizaron al sector atraídos por la "comisión fácil". El colegio estima, además, que si el año pasado quedaban 60.000 agencias, ahora fácilmente pueden quedar unas 30.000. "Llegaron muchas marcas y franquicias con estrategias muy agresivas que contribuyeron a que los precios se dispararan", confirma Baena.
Pero estas empresas, que crecieron vertiginosamente, han sufrido un severo revíés. La mayor sigue siendo Tecnocasa, que en pleno boom superó las 1.000 tiendas. Hoy, según su página corporativa, se ha quedado en 415. Otras dos de las mayores firmas, la catalana Expofincas y la andaluza MC Inmobiliaria, han solicitado el concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos). Expofincas, fundada por Josíé Antonio Galdeano, presentó el concurso tras acumular una deuda de 10 millones de euros con la banca que no logró refinanciar.
Otras dos grandes, Fincas Corral y Don Piso, han sido puestas en venta. La empresa que presidía Calixto Corral fue vendida ya este mes a un inversor catalán, Josep Xicola, que dice querer comprar otras dos firmas más y alcanzar los 2.000 establecimientos en España. Don Piso, propiedad de la inmobiliaria catalana Habitat, decidió cerrar sus 140 oficinas propias, aunque finalmente conservará unas 20, y puso a la venta la marca.
De la mala salud de la intermediación en España da fe la huida de la mayor empresa de intermediación del mundo. Coldwell Banker decidió en julio echar el cierre en España, cuando apenas dos años antes había aterrizado con el objetivo de llegar a tener 300 tiendas, sin descartar la compra de una red inmobiliaria como Don Piso. "Despuíés de la crisis quedarán sólo dos o tres empresas que tengan más de 100 establecimientos. Y deberán tener en cuenta que nunca volverán a vender lo que despacharon entre 1998 y 2005", sostiene Gonzalo Bernardos, director del Máster en Asesoría y Consultoría Inmobiliaria de la Universidad de Barcelona.
Bernardos añade que, para ser viables, las agencias tienen que ampliar el negocio a la tasación de pisos, el alquiler, la administración de fincas o a la constitución de comunidades de bienes o propietarios. Baena coincide, y añade que "sería deseable" que estuvieran sujetos a un código deontológico y a ciertas normas. "¡Quíé menos que eso! Hay unos mínimos exigibles, como su identificación, que no tenga antecedentes por delitos contra el patrimonio, que tenga un seguro de responsabilidad civil y al menos una oficina abierta al público...", remacha. Algunas normas autonómicas empiezan a exigirlo. Cuando entren en vigor, sostienen los agentes de propiedad inmobiliaria, caerán muchos chiringuitos más.