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Autor Tema: Mentalidad de contador...  (Leído 258 veces)

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Mentalidad de contador...
« en: Septiembre 14, 2013, 09:59:32 am »
Por...  Alberto Benegas Lynch (h)

 


Con la mejor buena voluntad, en paí­ses en los que se han entronizado dictaduras electas (lo que tanto temí­a Jefferson al consignar en 1782 que “Un despotismo electo no es el gobierno por el que luchamos”), hay quienes siguen enfocando las crí­ticas como si no hubiera habido un cambio radical de paradigma. Así­ continúan hablando de las cuentas del balance de pagos, del incremento de la base monetaria, la caí­da de reservas o de ratios con el producto bruto cuando en verdad a los adoradores modernos del Leviatán todo eso les resulta absolutamente irrelevante. Pregúntenle a los Castro opinión sobre esos guarismos en Cuba y responderá que no saben de quíé se está hablando. A los sátrapas les interesa acumular poder y riqueza, para lo cual necesitan expandir la invasión a las autonomí­as individuales a galope tendido. Y pueden llevar a cabo sus cometidos siniestros merced a desconocimiento de las bases de la sociedad abierta por parte de los gobernados.

En otros tíérminos, la mentalidad de contador recitando números y coyunturas no cambia nada. A los candidatos a Stalin o Hitler de este planeta no se los frena con cuadros estadí­sticos sino con fundamentos que hacen retroceder a los aparatos estatales desbocados. La serie estadí­stica es siempre el resultado de la mentalidad que prevalece. No se pueden invertir las prioridades. No es que deba abandonarse por completo las cifras, es una cuestión de íénfasis y de posición relativa. Al centrar la atención exclusivamente en la coyuntura la concentración está en los remos olvidándose por completo del bote. De este modo se bajan peldaños diariamente mientras no se comprenda los nexos causales de la declinación, para lo cual debe dedicarse tiempo, esfuerzo y recursos a la educación en los principios de la libertad en áreas económicas, filosóficas, históricas y jurí­dicas.

No tengo nada contra los contadores (salvo cuando se hacen decir “doctor” que por más que estíé respaldado en una inaudita disposición argentina es moralmente usurpación de tí­tulo), son sumamente importantes para confeccionar balances y para auditar pero en los últimos tiempos se ha extendido la función de “expertos fiscales” actividad que mermarí­a en grado sumo y se liberarí­a energí­a creativa si la estructura tributaria fuera razonable en lugar de la siempre cambiante maraña impositiva. De todos modos, como se ha consignado, la mentalidad de contador llevando las cuentas de la macroeconomí­a no contribuye a revertir los problemas que precisamente se originan en la colosal incomprensión de temas de fondo. En su lugar, sugiero, por ejemplo, se debatan temas tales como la naturaleza del gravamen progresivo, la irrelevancia del balance comercial “desfavorable”, la incompatibilidad de la igualdad de oportunidades con la igualdad ante la ley, los efectos de la redistribución de ingresos especialmente para los más pobres, la mal llamada “responsabilidad social del empresario”, el rol pernicioso de la banca central, la democracia plebiscitaria y antidemocrática y tantos otros asuntos en los que se ponen en evidencia los sustentos de un sistema republicano. Como queda dicho, en nuestra metáfora, esto serí­a prestar atención al bote y no solo atender la condición de los remos.

La mencionada mentalidad de contador es como si estuviera navegando en la superficie sin tener en cuenta las corrientes, los vientos ni las enormes rocas que acechan en las profundidades. Si se prestara atención a estas amenazas habrí­a posibilidad de corregir el rumbo y evitar averí­as de gran calibre. De nada sirve que la embarcación estíé muy bien pintada y reluciente si el naufragio es inexorable. Es un poco como bailar en la cubierta del Titanic mientras estaba enfrentado al iceberg.

Sin duda que la corrupción que remite a algo en descomposición, algo podrido, algo que destila hedor en grado creciente. Es algo detestable en cualquier nivel, pero cuando se lleva a cabo con los dineros públicos naturalmente genera un rechazo que llega a la repugnancia superlativa. Pero eso no justifica que el tema exclusivo consista en la corrupción, como si un gobierno totalitario que no robara estuviera exento de crí­tica.

Esto último es lo que parece sucede en la mayor parte de los casos: gobiernos que aplastan las libertades, se los critica solo por su corrupción administrativa. Establecen absurdos controles de precios con lo que indefectiblemente generan desabastecimientos colosales que luego endosan a los comerciantes, pretenden una mordaza a los periodistas independientes con lo que se tiende solo a permitir la mentirosa voz oficial, estatizan empresas con lo que se reciben píésimos servicios y se acumulan píérdidas astronómicas, se introducen fíérreas disposiciones laborales que no permiten el sindicalismo libre y producen desempleo, pretenden alquimias en el mercado cambiario y cierran la economí­a retrotrayíéndola a la íépoca de las cavernas, avanzan sobre la Justicia con la idea de contar con una adicta a los caprichos del gobernante, incrementan impuestos para poder seguir con el festival estatista y así­ sucesivamente.

Como no se presta la debida atención a la necesaria educación para la libertad, se observa un peligroso defasaje en los debates públicos en la prensa oral y escrita en los que la llamada oposición navega en la superficie con crí­ticas de forma pero lamentablemente en gran media comparten el fondo de las polí­ticas que provienen de quienes teóricamente están en el bando opuesto. Tocqueville ha dicho que “los pueblos creen que aman la libertad cuando odian al amo”; sin los fundamentos adecuados este camino desemboca invariablemente en la sustitución de un amo por otro.

Es que como tambiíén nos dice Tocqueville “El hombre que le pide a la libertad más que ella misma, ha nacido para ser esclavo”. Sin libertad se pierde la condición humana. Tal como he recordado en otra oportunidad, el tema lleva la memoria a un cuento de Andersen en el que un fulano entregó su libertad a cambio de gran cantidad de oro, pero ¿de que le sirve lo crematí­stico si no puede decidir nada respecto a su vida?

En el tema que abordamos hay una operación pinza de proporciones mayúsculas por parte del espí­ritu totalitario: por una parte, se sigue a pie juntillas la receta gramsciana en cuanto a penetrar en los ámbitos educativos con ideas colectivistas y, por otra, en el nivel público, corren el eje de los debates a la periferia ya que los contendientes no tienen plafón (y muchas veces tampoco el conocimiento) como para encarar temas de fondo.

Los divulgadores de la coyuntura y las series estadí­sticas pueden tener la mejor de las intenciones pero en esta materia lo importante son los resultados y no los deseos por más puros que íéstos sean. Desafortunadamente se ha perdido la noción del valor de las faenas educativas para tratar temas como los que hemos ejemplificado a vuelapluma en esta nota, los cuales, una vez entendidos y compartidos, se traducirí­an en una coyuntura más favorable.

Pongamos otro ejemplo de interpretación errada que no se la suele enfrentar. Se trata de la habitual concepción de la riqueza como encajada en un proceso de suma cero (es decir, lo que gana uno es porque otro lo pierde). De allí­ es que se arremete contra los relativamente más ricos sin percatarse que la riqueza no es un fenómeno estático sino dinámico de creación de valor y que en toda transacción voluntaria ambas partes ganan. Cuando mencionamos la dinámica de la creación de riqueza subrayamos que se trata del incremento de valor, puesto que como indicó Lavoisier en el universo “nada se pierde, todo se transforma” (no aumenta la materia/energí­a ni se consume), lo cual puede ejemplificarse en el contexto del hilo argumental que venimos sosteniendo con la telefoní­a: los aparatos viejos demandaban más materia que los celulares modernos pero íéstos ofrecen mayores servicios.

Todas estas preocupaciones se basan principalmente (aunque no exclusivamente) en lo que viene ocurriendo hoy en paí­ses como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Argentina donde los debates públicos son en general lamentables aún reconociendo los muy valerosos esfuerzos de muchos de los que dicen se oponen a los atropellos de los gobiernos, pero que a nuestro juicio no solo eluden los asuntos de fondo sino que en no pocas circunstancias le conceden al Leviatán lo que estiman son “beneficios” de las polí­ticas de quienes están en funciones. En privado, muchos de estos opositores admiten el punto pero alegan que no pueden articular un discurso distinto porque la gente no lo aceptarí­a…y esto es así­, precisamente porque las tareas educativas que apuntan a romper las cadenas (y no simplemente alargar la cadena) no cuentan con el suficiente respaldo moral y financiero para lograr sus cometidos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...