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Autor Tema: Del Pino, March y Koplowitz deciden mover ficha en la ruleta de Acerinox  (Leído 180 veces)

Eguzki

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Pocos valores pueden presumir de tener en su accionariado a tres de los apellidos más importantes de la nobleza empresarial española. March, Koplowitz y Del Pino sellaron a fuego su destino hace casi siete años, en diciembre de 2006, cuando la familia dueña de Ferrovial se unió a sus todaví­a socios en la apuesta por Acerinox

El uso del 'todaví­a' no es circunstancial, sino el reflejo del sentimiento del mercado, ya que son muchos los analistas que, tras la operación del pasado martes, ven a Casa Grande de Cartagena en posición de salida.

Ese dí­a, el brazo inversor de la familia Del Pino se deshizo del 1,9% de Acerinox por 39,94 millones, una operación aplaudida por los analistas ya que, como señala Cíésar Sánchez, responsable de Small & Medium Cap en Ahorro Corporación, “están desinvirtiendo a precios muy buenos, ya que prácticamente lo están haciendo al precio de cotización”.

A pesar de haberse tratado de una colocación acelerada, apenas necesitó un descuento del 1,2%. Sin embargo, si se compara con los cerca de 22 euros por acción que pagó Casa Grande de Cartagena en diciembre de 2006, cuando entró en el valor con la compra de un 5%, se comprueba que Casa Grande de Cartagena ha vendido con enormes minusvalí­as.

Desde BPI, este movimiento se interpreta como una reorganización del portfolio de los dueños de Ferrovial, que hace siete años ya entraron en el valor por un motivo similar, ya que reorganizaron su patrimonio personal y empresarial, y empezaron a adquirir participaciones del 5%, atraí­dos por las bonificaciones fiscales ligadas a la compra de este porcentaje en compañí­as cotizadas.

March, gana; Koplowitz, pierde

Si las ventas entre las familias nobles de Acerinox se limitasen a los Del Pino, quizás no llamarí­a tanto la atención su venta del pasado martes, y el argumento de BPI serí­a más que suficiente. Pero sus socios tambiíén han movido ficha en las últimas semanas. En concreto, durante los meses de verano, o dicho de otro modo, desde los mí­nimos que marcó el Ibex a finales de junio.

La familia March, primer accionista de Acerinox con un 24% del capital, ha vendido 788.960 acciones en diferentes operaciones entre agosto y septiembre. Pero, a cambio, en julio, cuando el tí­tulo estaba de capa caí­da, compró 863.419 tí­tulos.

La gran diferencia entre un movimiento y otro es que mientras que las adquisiciones se realizaron en torno a los 7 euros, las ventas las ha llevado a cabo a un importe aproximado de 8,2 euros, lo que significa que la insigne saga de financieros ha logrado con esta operativa unas ganancias de 425.539 euros.

Alicia Koplowitz tambiíén ha aprovechado el verano para operar con el valor, aunque con resultados muy diferentes a los conseguidos por su socio balear. Y es que, a travíés de dos consejeros –í“scar Fanjul y Diego Prado- que han actuado en nombre de la sociedad Feynman, propiedad de la empresaria, íésta ha realizado compras y ventas que le han reportado píérdidas.

El ejemplo más llamativo se remonta al 21 junio, uno de los peores momentos de la acción en el año, cuando Feynman Capital adquirió un millón de tí­tulos a un precio de 7,21 euros por acción. Apenas cinco dí­as despuíés, el 26 de junio, vendió otro millón de acciones a 7,06 euros.

“No creo que sean preocupantes estos movimientos, más bien parecen responder al deseo de hacer minusvalí­as por motivos fiscales”, señala una fuente del sector. Su opinión es refrendada por Cíésar Sánchez, quien descarta que tanto Koplowitz como, sobre todo, la familia March salgan del valor en el corto plazo.

Los cortos están al acecho

Y en este juego de estrategias, hay una clara, y muy negativa para el valor, en las posiciones cortas, que están en máximos históricos. Y es que, desde el pasado mes de febrero, los bajistas no han parado de apostar por la caí­da de Acerinox y controlan ya el 6,9% de las acciones.

Este dardo envenenado puede responder al complejo ejercicio que está viviendo Acerinox, en particular, y todo el sector, en particular. "Hay un exceso de capacidad, un entorno de precios muy bajos, que no permite ser optimistas a corto plazo, y el único catalizador que se vislumbra es la venta de un planta de Outokumpu en Europa, que si se cierra con un asiático, supondrí­a mantener el exceso de capacidad y, además, se meterí­a al enemigo en casa", explica Sánchez.

A pesar de estas incertidumbres, el valor ha conseguido esta semana entrar en positivo en el año y la decisión de la Reserva Federal estadounidense de mantener los estí­mulos juega en su favor. Además, y el consenso de analistas recopilado por Bloomberg mantiene su precio objetivo en 8,53 euros, apenas un 1,42% más de los 8,41 euros en que cerró el viernes. Entre los expertos, el 48% recomienda comprar, el 28% mantener y el 24% vender.