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Autor Tema: El problema de que a la gente le gusten cosas diferentes…  (Leído 189 veces)

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El problema de que a la gente le gusten cosas diferentes…
« en: Octubre 30, 2013, 07:48:44 pm »
Por… Cristina López G.



Eso de que cada uno de nosotros seamos únicos e irrepetibles, con la dignidad y autopropiedad que eso conlleva, es verdaderamente un problema. No lo serí­a si no viviíéramos en un mundo compuesto por recursos escasos, por los que cada quien debe competir para conseguir que se usen para los fines que quiere y no para fines alternativos, según el gusto del vecino. El mercado ayuda a resolver este problema de la mejor manera. El mercado no es ningún mantra filosófico, ni un fin en sí­ mismo, es simplemente el nombre que se le da al conjunto de intercambios voluntarios de mutuo beneficio que permite, dentro de las limitaciones del mundo con recursos escasos en el que vivimos, que cada quien consiga lo que le gusta.

El acadíémico jurí­dico Trevor Burrus simplifica este concepto de manera acertada al decir que los derechos de propiedad y el intercambio que deriva de los mismos, sirven justamente para evitar que la solución para que cada quien consiga lo que le gusta termine en la imposición a travíés de la fuerza. Lo malo es que hay gente que tiene un problema con que a la gente le gusten cosas diferentes y con la manera como los derechos de propiedad (sobre los bienes y sobre nosotros mismos) nos permiten disfrutar de nuestros diferentes gustos.

A algunas personas les molesta que algunos quieran criar a sus hijos con ciertas creencias. A otros, les estorba que haya personas que ingieran ciertas sustancias. Para no arriesgar el cuerpo imponiíéndose a travíés de la fuerza fí­sica, estas personas decidieron hacer uso de la polí­tica. Con lograr que el cincuenta por ciento más uno estíé de acuerdo, pueden conseguir que la fuerza del Estado se vuelque contra aquellos a quienes les gusten cosas diferentes. La polí­tica rompe la premisa de los derechos de propiedad de que los demás respeten lo propio mientras nosotros respetamos lo ajeno. La premisa se convierte en “quien conquiste la polí­tica puede irrespetar lo que quiera”: valores, culturas, tradiciones, ¡lo que sea! Es por eso que algunos buscan conquistar la polí­tica a como díé lugar, porque desde ahí­ pueden irrespetar los gustos ajenos sin los lí­mites que les imponí­a antes la igualdad. Pueden desde ahí­ callar a quienes opinan de manera que no les gusta, quitarles lo suyo a quienes lo usen de maneras que no les complacen para usarlo diferente, y a travíés de impuestos y mecanismos de fuerza, sustituir la convivencia respetuosa y tolerante con la imposición y la prohibición.

Y por eso no se puede ser indiferentes. Si queremos impedir que la democracia se vuelva una licencia para el ejercicio de la tiraní­a, la única manera de combatir a estos intolerantes empoderados es jugar tambiíén el juego polí­tico y empujar para que se limite el poder y se fortalezcan los derechos de propiedad para todos. Los derechos de propiedad, de los que tienen mucho y de los que tienen poco, pues la propiedad no se ejerce sólo sobre las cosas sino sobre uno mismo: las ideas, opiniones, y valores. Sólo garantizar verdaderamente los derechos de propiedad (en el sentido amplio) permite la convivencia pací­fica de gustos diferentes.

Suerte en sus vidas…


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...