Reuters
PARIS.- Los esfuerzos de los miembros más díébiles de la zona euro por superar la recesión más larga de su historia moderna están siendo obstaculizados por la gigantesca deuda que arrastran desde antes de la crisis financiera del 2009.
Italia, Grecia, Irlanda y Portugal tienen una deuda pública que excede con creces la producción económica anual y arriesgan una "díécada perdida" similar a la japonesa, con un crecimiento cada vez menor y un elevado desempleo, a medida que toman duras medidas para salir de las dificultades.
El promedio de la proporción de deuda sobre el Producto Interno Bruto en la unión monetaria de 17 países se mantiene en un 95 por ciento, menor que en Estados Unidos y mucho más pequeña que Japón, pero peligrosamente alta para sociedades envejecidas que no pueden imprimir ni devaluar individualmente su moneda.
El discurso oficial de la Unión Europea (UE) es que cada país rescatado debe encargarse de su propio descalabro y sanarse sin alivio de deuda o mutualización, a excepción quizás de Grecia, que hace tiempo fue declarado un caso especial.
"Como Margaret Thatcher solía decir: No hay otra Alternativa", dijo Graham Bishop, consultor económico.
La disciplina fiscal y las reformas a favor del mercado para liberalizar los contratos de trabajo, romper el poder de negociación de salarios de los sindicatos comerciales y recortar los programas de bienestar social y las pensiones son el único camino a la salvación, argumentó.
Sin embargo, otros economistas - y una pequeña minoría de funcionarios de la UE que no quiere alejarse públicamente de la línea ortodoxa - dicen que la receta es política y socialmente insostenible y que Europa tendrá que considerar alguna forma de alivio de deuda más amplio, quizás mediante el Banco Central Europeo (BCE).
"Idealmente la zona euro combinaría una política presupuestaria simíétrica con monetización de deuda de parte del BCE", escribió el economista belga Paul De Grauwe del London School of Economics en un ensayo para el Centro para la Reforma Europea.
Bajo esa política, países de bajo díéficit como Alemania con espacio para maniobrar tendrían un presupuesto más amplio para equilibrar recortes al gasto en estados de la periferia, mientras que el banco central compraría y retiraría bonos de países más díébiles.
Ninguna de esas opciones es posible, dado el temor de Alemania a la inflación y la vehemente resistencia a lo largo del norte de Europa a cualquier medida que sea percibida como compartir la carga de deuda de otros países del euro.
De Grauwe dijo que la alternativa era que países como Grecia y Portugal cesen tarde o temprano el pago de sus deudas, ya que los políticos en esas naciones no aceptarán verse obligados a transferir recursos por años a los adinerados acreedores del norte.
Sin embargo, el incumplimiento de pagos se mantiene como un tabú en la zona euro, incluso despuíés de que Grecia impuso píérdidas a sus tenedores privados de bonos el 2012.
Moratoria
Otros dos economistas que analizaron las opciones en un documento publicado en agosto por el sitio web económico VoxEU concluyeron que la única opción realista y efectiva sería que esos países cesen los pagos y vendan deuda monetizada al BCE.
Tras argumentar que la crisis de deuda de Europa seguía empeorando pese a señales de mejoría, Charles Wyplosz, profesor de economía internacional del Graduate Institute en Ginebra, y Pierre Paris, presidente ejecutivo del Banque Paris Bertrand Sturdza, dijeron que ello representaría "enterrar la deuda para siempre".
Bajo su estrategia, el BCE compraría hasta 1.2 billones de euros en bonos de los países más endeudados y los canjearía por un príéstamo perpetuo libre de interíés que no sería saldado a menos que el banco sea liquidado, lo que eliminaría de forma efectiva la deuda.
En algunas ocasiones, ese tipo de medidas han generado una escalada en la inflación, pero los autores argumentan que sería improbable que eso ocurra ahora, ya que los mercados crediticios están tan díébiles que los aumentos a la base monetaria no expandirían el dinero en circulación.
Su plan iría mucho más allá de la actual política del BCE de ofrecer comprar bonos de pronto vencimiento a estados que soliciten un príéstamo de precaución al fondo de rescate de la zona euro y acepten una austeridad fuertemente supervisada por la UE y el Fondo Monetario Internacional.
Los autores examinan otras vías para reducir la deuda, como grandes superávits presupuestarios, liquidación de activos públicos, píérdidas a las tenencias de bonos de acreedores o condonación de deuda de parte de gobiernos acreedores.
Incluso juntas, las opciones serían insuficientes, políticamente inaceptables o simplemente cambiarían la carga a bancos díébiles y "países condonadores" como Alemania, con lo que su razón de deuda subiría a casi un 110 por ciento, dicen.
Historiadores que han estudiado episodios anteriores de deuda muy elevada en los últimos tres siglos dicen que la inflación, la devaluación, el crecimiento económico o la moratoria selectiva usualmente han reducido la carga sin generar grandes problemas.