El Grupo Prisa está a punto de cerrar su eníésima refinanciación y evitar la quiebra. Claro que este acuerdo no es uno más. Es probablemente el más doloroso que ha afrontado la compañía, con heridas incluso en su amor propio. Y es que la continuidad de la compañía implicará dar entrada en el accionariado a 16 fondos distressed (tambiíén conocidos como 'buitre' u oportunistas), que se han hecho con deuda de la sociedad con un importante descuento y que han impuesto su ley para dar el visto bueno a la reestructuración. Desde el día uno, la operación se presenta como un autíéntico pelotazo para ellos.
No en vano, el pacto para lograr el plácet a la refinanciación implica la entrega a los fondos de warrants convertibles en hasta 372,6 millones de acciones, el 17% de la firma, a un precio de ejecución de 0,2672 euros. Si se tiene en cuenta que la cotización cerraba el viernes a casi 0,36 euros, una compraventa inmediata reportaría a las firmas de inversión un beneficio instantáneo. "No lo van a hacer porque el premio gordo está en esperar. Prisa tiene activos magníficos para vender y tiempo para hacerlo con calma. Garantizada su supervivencia, lo lógico es que su cotización vaya al alza", explican fuentes del sector. La entrega de esas opciones sobre acciones se pondrá en marcha una vez se aprueba en junta extraordinaria de accionistas, el 10 de diciembre, y se concederán cinco años para el canje.
Además, no es sólo que el 17% que los Silver Point o Centerbridge comprarán por 100 millones de euros pueda ser una bicoca a medio plazo. Para apuntar la viabilidad de la empresa, estos fondos distressed facilitarán a Prisa una línea de financiación por importe de 353 millones de euros, un montante que se sumará a los más de 3.200 millones de agujero que ya soporta la editora de El País y que les reportará a esos inversores institucionales rentabilidades vía intereses en ningún caso inferiores a los dos dígitos. No en vano, el nuevo coste medio total estimado de la deuda es de Euribor más 342 puntos básicos, cuando hasta ahora se movía en torno a un diferencial de 260, un negocio redondo.
En lo positivo y gracias a la transacción, Prisa ganará entre cinco y seis años de margen para pagar sus deudas y, como avanzó este diario, se le concederán tres años para vender activos, un aspecto clave en tanto evitará que tenga que deshacerse de Digital+ a precio de derribo o vender su 17,3% en Mediaset a la carrera, cuando los analistas coinciden en su margen alcista en bolsa. Además, se garantiza que próximos acuerdos entre sus accionistas no precisen de la unanimidad, al vincular los contratos a la legislación británica, una medida que le concede flexibilidad de cara al futuro.
La amenaza de quiebra
Según explica Prisa en información remitida a la CNMV, la compra de deuda por parte de estos fondos ha puesto a la compañía en un brete a la hora de refinanciar, ya que sus intereses no se compadecen con los de los bancos tradicionales. “Tienen una visión diferente sobre la rentabilidad de la deuda y su horizonte temporalâ€, expone la firma de Juan Luis Cebrián, añadiendo que su “estrategia inversora no está necesariamente conectada con la marcha de la sociedad, lo que, en conexión con la necesidad de unanimidad, les otorga un poder de bloqueo altamente efectivoâ€. Para logar su aprobación, Prisa ha tenido que comprometer los citados warrants canjeables por el 17% de la compañía.
“Tal comisión y su eventual conversión en acciones de la sociedad supone una práctica habitual en este tipo de procesos, en los que entidades como los inversores institucionales que acceden a refinanciar su deuda (…) aspiran a participar tambiíén en la esperada recuperación de su valorâ€, justifica la sociedad. No había otra que pagar el peaje despuíés de que la banca diera su visto bueno a las condiciones de refinanciación en el mes de junio. Las reticencias a aceptar ese pacto por parte de los fondos 'buitre' obligaban a Prisa a cortejarlos y acceder a una compensación adicional, ya que la continuidad de la compañía corría peligro si se reabría desde el principio toda la negociación.
“Habría supuesto un retraso adicional y una incertidumbre importantes en la consecución de un acuerdo aceptable para los dos tipos de entidades acreedoras. Todo esto habría supuesto un alto riesgo para la continuidad de la sociedad, máxime teniendo en cuenta la situación de liquidez que atravesaba en el momento del acuerdoâ€, confiesa sin ambages. La empresa considera que el pacto “constituye una solución satisfactoria para la situación financiera de Prisa, considerando el entorno financiero y de mercado en el que opera la sociedadâ€.
Eso sí, la operación supondrá una importante dilución para los actuales accionistas, con la familia Polanco a la cabeza. Claro que el sentimiento para los fundadores no es nuevo. No en vano, en junio de 2012 ya se pactó la entrada en el accionariado durante el ejercicio 2014 de la crí¨me del establishment nacional, con Santander, Telefónica y La Caixa como principales exponentes. Con el acuerdo anunciado el viernes, la fotografía del capital volverá a distorsionarse a medio plazo. Del mismo modo, la nueva línea de críédito de 353 millones de euros se une a la de 80 millones pactada con los bancos acreedores hace apenas un mes. Todo despuíés de que Telefónica ya hiciera efectivos bonos convertibles por un montante de 100. Una necesidad recurrente de fondos que refuerza la idea de la propietaria de la Cadena SER como una autíéntica máquina de quemar dinero.
Tres son las firmas que mayor peso tendrán en el accionariado de la aún dueña de Digital+ si ejecutan los warrants: Silver Point (26,39 millones), Monarch Master Funding 2 (24,43 millones) y CCP Credit Acquisition Holdings Luxco (14,63 millones). Hasta los 16 que son de la partida tambiíén entran en liza Knighthead, Centerbridge o Burlington Loan Management o BlueBay, entre otros. Los Cebrián & Co. gestionarán ahora una sociedad donde firmas oportunistas y otras con meros intereses financieros son ya multitud. Primero fueron los hedge funds amparados en el paraguas de la americana Liberty Acquisition Holdings Corp. Ahora son una plíéyade de fondos buitre sin interíés alguno por la gestión y cuyo principal objetivo a medio plazo es hacer caja. Tal vez no sea lo que merezca una compañía que presume de ser, en palabras de Cebrián, una “institución importante para la sociedad españolaâ€.