Por... JOHN-THOR DAHLBURG
Estados Unidos y la Unión Europea intentaron superar el lunes una racha de difíciles relaciones diplomáticas y reanudaron las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio que incrementaría la que es ya la mayor relación comercial del mundo.
Los negociadores estadounidenses y los de la UE dijeron que un acuerdo crearía empleo y fomentaría el crecimiento de las dos economías, que representan casi la mitad del comercio global pero que aún no se han recuperado de lleno de la recesión. El volumen comercial en bienes y servicios entre ambas economías totalizó el año pasado 800.000 millones de euros (1,08 billones de dólares).
Sin embargo, las negociaciones transcurren entre cierta irritación europea por las denuncias de espionaje electrónico por parte de Estados Unidos a ciudadanos de la UE, incluyendo la canciller alemana íngela Merkel. El lunes, los verdes en el Parlamento Europeo fueron el último grupo político en pedir la congelación de las negociaciones comerciales.
Los temores en torno a las negociaciones aumentaron la semana pasada cuando un tribunal belga acusó al máximo representante comercial de la UE de fraude fiscal. La vocera de la Comisión Europea, Pía Ahrenkilde Hansen, dijo el lunes a los reporteros que los problemas legales de Karel De Gucht "no tendrán impacto alguno" en las conversaciones.
Tanto los funcionarios europeos como estadounidenses dijeron que los beneficios de la propuesta Alianza Transatlántica de Comercio e Inversiones son demasiado importantes como para permitir que otros asuntos la pongan en peligro. Durante la semana de negociaciones en Bruselas, retrasada debido al cierre parcial del gobierno estadounidense, se discutirá en torno a servicios, inversiones, energía y materias primas así como temas de regulación.
Un acuerdo podría incluir la reducción de tarifas arancelarias, pero los negociadores dijeron que el mayor beneficio, tanto para empresas como consumidores, podrían emanar de la reducción de las trabas burocráticas que con frecuencia dificultan la compra-venta entre ambos continentes.
Un estudio europeo descubrió que las normas reguladoras y burocráticas al otro lado del Ocíéano Atlántico pueden aumentar entre un 10% y un 20% el precio del producto importado, como un automóvil. El acuerdo posibilitaría que un vehículo considerado seguro para su venta en Europa fuera vendido en Estados unidos, y viceversa, sin pruebas adicionales o adaptaciones.
Según el estudio copatrocinado por el Consejo Atlántico, un centro de estudios con sede en Washington, el acuerdo podría crear 750.000 empleos en Estados Unidos. La Comisión Europea calcula que inyectaría 120.000 millones de euros (161.000 millones de dólares) al año en la economía de las 28 naciones de la UE, además de ayudar en la creación de centenares de miles de empleos.