Despuíés de bajar los tipos de interíés al mínimo histórico del 0,25%, la capacidad del BCE de maniobra monetaria queda bastante reducida, por lo que contempla la posibilidad de utilizar, a modo de nueva munición, compras de activos a los bancos que ayuden a hacer circular el dinero y tipos negativos de depósito, de forma que los bancos deberían abonar una penalización por guardar su dinero en esta institución. Concretamente, el BCE baraja rebajar 10 puntos básicos hasta el 0,10%.
Pero el Bundesbank alemán no está dispuesto a pasar por ese aro."Imprimir dinero no es la forma de salir de la crisis de la zona euro", dijo ayer respecto a las compras de activos el presidente del banco central alemán, Jens Weidmann, rechazando tajantemente esa posibilidad.
Los argumentos de Weidmann son tanto de oportunidad como de concepto. Para empezar, advierte que no es el momento de empezar a lanzar mensajes sobre más medidas de flexibilización. "El Consejo acaba de relajar la política monetaria aún más, no creo que sea razonable anunciar inmediatamente el inicio de la siguiente ronda", explica al semanario alemán Die Zeit.
Rechaza imprimir dinero para salir de la crisis
Considera además que aumentar el dinero en circulación a base de imprenta sirve solamente para meter la basura debajo de la alfombra, no para solucionar el problema. "Hemos bajado los tipos de interíés y estamos ofreciendo liquidez ilimitada. Pero no hay manera fácil y rápida de salir de esta crisis", advierte, insistiendo en que "la impresora de dinero definitivamente no es la forma de resolverlo" y vaticinando que "todavía pasarán años hasta que se eliminen las causas de la crisis", por lo que sugiere que hay que mantener todavía en la reserva las medidas extremas.
Contrariamente a esta opinión, otros miembros del consejo del BCE creen que es necesario que la población de los países más afectados perciba una mejora palpable y especialmente consideran inaplazable la reducción del paro en economías como la española. Así lo sugirió el presidente del BCE, Mario Draghi, tras la última reunión del consejo. Tambiíén la semana pasada se expresó en este sentido el miembro del comitíé ejecutivo del BCE, Peter Praet, que defendió la compra de activos por parte del BCE como posible vía para acercar la inflación a su meta de poco menos del 2%, despuíés de que la inflación cayese al 0,7% en octubre.
El vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, reconoció el pasado martes que esa posible medida ya ha sido discutida por el consejo, pero aseguró que se trata solamente de una discusión teórica, ya que no se había realizado ningún trabajo de planificación tíécnica. La posición personal de Constancio al respecto es que "todo es posible", dando a entender que a pesar de la oposición alemana podría terminar llevándose a cabo.
Weidmann, sin embargo, trabaja tratando de hacer girar al Consejo hacia una política más estricta y que vaya encaminada, no tanto a apaciguar social o psicológicamente a los países que más están sufriendo las consecuencias de la crisis, sino a la erradicación de las causas, para así terminar de raíz con los problemas que llevan años aquejando gravemente al euro. "Tíécnicamente no estamos definitivamente al final de nuestras posibilidades. Pero la pregunta es: ¿quíé es razonable? El debate sobre medidas adicionales se aleja de las causas reales de la crisis", previene.
Lo que Weidmann trata de imponer es una apuesta por la definitiva mejora de la competitividad de las economías del área euro. "La prolongada crisis de la zona euro se basa en una falta de competitividad en algunos países miembros, elevada deuda pública y sistemas bancarios con problemas", diagnostica, recordando que, a su entender, "sólo la política puede resolver estos problemas, el Banco Central Europeo no puede".