Por... Max Murillo Mendoza
Los países que transitaron del subdesarrollo al desarrollo, transitaron conforme a condiciones históricas muy concretas. Que despuíés fueron avaladas por sus poblaciones, con otras condiciones sociales tambiíén casi ideales. Cierto que a estos aspectos puede tambiíén añadirse voluntades espirituales, que hacen a las características de las poblaciones y sus historias. Estoy en Corea del Sur, país desarrollado y con perspectivas de desarrollo entusiastas, como descubriendo la pólvora del santo grial que es la respuesta mágica a los problemas estructurales de las sociedades. Los indicadores son los mismos de los otros países desarrollados, los más antiguos y los que más experiencia tienen: Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Los países Bajos, Suecia y los otros nórdicos por el norte. Es decir, los lenguajes son los mismos: producto interno bruto, crecimiento del PIB, hasta el infinito, calidad de vida respecto a los estándares de salud y educación y todos esos lenguajes que tienen que ver con el desarrollo, bruto y fino. Corea del Sur, pasa de ser un país receptor a benefactor de ayuda, de dinero en concreto. Y sus esfuerzos son enormes, con sus entusiasmos nuevos de ser cooperantes y desarrolladores, allá donde la miseria es sinónimo de desesperanza.
Es verdad que esos estándares son sinónimo de desarrollo y progreso. Esta sociedad coreana del sur está enamorada de su desarrollo: sus calles lleno de mercados y comercio agresivo, sus letreros enormes de tiendas y comercio, el orgullo de sus fábricas más prósperas y de exportación: Samsung, Kia, Hyundai, que además son los coches obligados del mercado interno coreano. Es decir, tienen que presentar competitivamente al mundo. Todos hablan de la educación en Corea, de sus competitivos centros educativos. En algún grado se ve en sus resultados, pasaron en poco tiempo del subdesarrollo al desarrollo, dejando incluso el lastre de la guerra de Corea a principios de los años 50 del anterior siglo. Hoy Corea del Sur es una muestra de sus procesos sociales y económicos, con resultados agresivos en su desarrollo y progreso. Sin embargo, sabemos ya de los problemas ocasionados precisamente por el desarrollo: contaminación ambiental, calentamiento global, destrucción de la naturaleza, desequilibrios sociales, paradójicamente, y que el crecimiento poblacional de los pobres y las periferias del mundo es tres veces más que el desarrollo. Es decir, la pobreza crece más rápidamente que el desarrollo y su destrucción ambiental.
Pues no síé si los coreanos tienen esos estudios del desarrollo, supongo que sí. Sus centros acadíémicos de prestigio tienen que tener esa literatura. Y esas profundas reflexiones sobre el desarrollo y sus consecuencias. De mi parte me viene esas incertidumbres de estos modelos del desarrollo, y que sus recetas tienen que ser exportados a todas partes del mundo. Pero tampoco, por ahora, tenemos respuestas sino sólo conjeturas de otros tipos de “desarrolloâ€, o anti desarrollo, como se viene diciendo en algunos centros acadíémicos del norte. En todo caso, es nomás muy poderoso y tentador y popular lo que se dice y lo que dice, en sus espejitos brillantes, el desarrollo. Es tentador. Quizás tambiíén prometedor cuando se trata de economía. Los subdesarrollados tienen esas tentaciones de parecerse a estos países. Las industrias y las industrializaciones son definitivamente tentadoras, y muy concretas como reales. En fin. Es un imán muy fuerte de atracción.
De todos modos, debemos seguir los sentidos comunes de nuestros pueblos. Sus urgentes necesidades y prioridades, muchas veces no son o no coinciden con las teorías, con los líderes de sus pueblos, porque la pobreza golpea demasiado fuerte y es indigna por donde se lo vea. En esas urgencias, los resultados son los que mandan, son los promotores de las verdades. Es cierto. En Corea la pobreza y las guerras han sido demasiado extremas, como ahora son extremas sus soluciones: desarrollo y progreso. Pues hay demasiada tela por cortar, los procesos sociales son distintos de una realidad a otra. Las copias siempre son peligrosas, los remedos ya vemos, como en Bolivia, no sirven de nada. Quizás la heterodoxia como forma de ver y pensar, nos den más luces en estos complejísimos problemas del desarrollo. Algunas cosas de Corea podrían servirnos: educación, adaptación de tecnologías nuevas a nuestras realidades, para resolver la pobreza, y otras recomendaciones que valgan la pena escuchar y estudiar.
Suerte en sus vidas...