Por... í“scar Tomasi
Con los niveles de consumo por los suelos debido a la grave crisis económica, la moda de los descuentos y las promociones arrasa en los supermercados de Portugal y ha llevado a cambiar de política a empresas reacias a este tipo de recursos.
Talones, tarjetas de fidelización, rebajas del 50 % o dos por el precio de uno. Los lineales de las principales cadenas de distribución portuguesas están copados desde hace meses por carteles que anuncian descuentos en un intento por seguir atrayendo clientes y no perder cuota de mercado respecto a la competencia.
En declaraciones a Efe, la directora general de la Asociación Portuguesa de Empresas de Distribución, Ana Isabel Trigo Morais, confirmó esta tendencia y reconoció que por la recesión y el aumento del paro a las compañías del sector "no les ha quedado otra opción" que sumarse para compensar el descenso del consumo.
Según un documento recientemente divulgado por el Tesoro, las compras de las familias se redujeron en el país más de un 9 % en los últimos cinco años -lo que equivale a cerca de 15.000 millones de euros-, muy por encima de la contracción de su economía, que fue del 5,7 %.
El consumo privado supone en Portugal el 67 % de su PIB, según estadísticas oficiales, y es de esta forma su principal componente.
El desplome del gasto de las familias lusas en comparación con la destrucción de su economía es, de hecho, superior al registrado en los otros dos países rescatados por la UE y el Fondo Monetario Internacional: Irlanda y Grecia.
En este contexto, "el precio se ha convertido en el criterio decisivo a la hora de realizar las compras, muy por encima del resto", según la representante de las empresas de distribución.
Ejemplo de este cambio "obligado" es la cadena Pingo Doce, una de las más importantes del país. De presumir de su estrategia de "precios bajos todo el año" ha pasado a apostar por importantes descuentos que altera cada semana.
Suya fue la iniciativa más osada de todas las puestas en marcha en los supermercados al ofrecer el 1 de mayo de 2012 una rebaja del 50 % para todos aquellos clientes con compras superiores a los 100 euros.
El caos generado en sus centros y el hecho de coincidir con la celebración del Día del Trabajo le valió severas críticas, además de un perjuicio económico que cuantificó en diez millones de euros.
Sin embargo, sus impulsores se mostraron satisfechos por el impacto en tíérminos de publicidad y repitieron este año con un descuento igual, aunque sólo para la carne.
Alejada de este tipo de promociones se mantenía la española El Corte Inglíés -presente en Lisboa y Oporto-, que cultivaba una imagen de calidad y precio en sus supermercados superior a la media, pero desde hace meses lo compagina con el envío de folletos con descuentos quincenales que pueden utilizarse en compras posteriores.
Mayor tradición en este tipo de políticas tienen tanto el grupo Dia -que opera en Portugal a travíés de la enseña Minipreí§o- como Continente, que utilizan su tarjeta de fidelización para estimular el consumo.
Continente, por ejemplo, ha lanzado promociones novedosas a travíés de alianzas estratíégicas con empresas de otros sectores, facilitando rebajas significativas por presentar el recibo de la luz o "regalando" hasta 2.000 euros en compras para aquellos que adquiriesen un vehículo de una conocida marca japonesa.
Esta moda de los descuentos cuenta con el respaldo de portugueses como Joaquina Inácio, jubilada, quien asegura a Efe que actualmente "hay muchas más promociones que antes".
"Pero aunque los productos estíén baratos, no es suficiente, la pensión no da para nada", se lamenta mientras camina, despacio, con el carrito de la compra en una mano y una muleta en la otra.
Que mira detenidamente los descuentos por sus problemas para llegar a fin de mes, como muchos de sus compatriotas, lo demuestra su conocimiento sobre el precio de un producto básico como el azúcar.
"Aquí en el supermercado está a 99 cíéntimos y en la tienda de al lado de mi casa a 1,10 euros. Por eso prefiero comprarlo aquí, aunque estíé mucho más lejos", explica.