"A la fuerza insensata, su peso la derrumba". Esta sentencia de Horacio toma ahora forma en el reciente libro del expresidente del Gobierno, Josíé Luis Rodríguez Zapatero. Entre las muchas revelaciones que recoge en El Dilema, 600 Días de Víértigo, el exlíder socialista reconoce al fin que había una línea precautoria para España dispuesta por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, tal como adelantó en exclusiva elEconomista, un plan de liquidez para salvar a una España quebrada y cercada por los mercados.
El peso de la verdad es el que ahora se impone. E incluso el expresidente no tiene ningún rubor y desgrana con pelos y señales en su libro las tres ofertas que recibió para aceptar una salvamento de España que solucionara los problemas de liquidez y el ataque de los mercados a los bonos públicos españoles.
Las fechas e hitos que Zapatero detalla en El Dilema son la crónica de una España intervenida y al borde del rescate, y ahora queda clara la realidad que adelantó elEconomista: a mediados de 2010, había dinero dispuesto en una línea precautoria para España e Italia.
No en vano, en mayo de 2010, Zapatero se vio forzado a asumir la realidad que negaba y aprobar un macroajuste por 15.000 millones de euros con el fin de saciar a los mercados, calmar a las autoridades europeas, al FMI y, por ende, reconducir las maltrechas cuentas públicas españolas, malogradas con errores de planificación estratíégica de su Ejecutivo, como los planes E, y las dádivas y guiños electoralistas en forma de cheques-bebíé o la propina de 400 euros a los declarantes del IRPF. Recordemos que el Gobierno socialista de Zapatero hereda unas cuentas públicas en superávit y a su marcha deja un díéficit por encima del 10%.
La mayor exclusiva
Apenas un mes despuíés de anunciarse el macroajuste, el 16 de junio de 2010, elEconomista publicaba en portada una información del corresponsal económico Josíé María Triper titulada "La UE y el FMI diseñan para España un plan de liquidez de 250.000 millones". Y ahora reconoce el expresidente que sólo dos días despuíés, el 18 de junio de 2010, el exdirector gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, en Moncloa, puso a disposición del Ejecutivo español una línea para que España pudiera afrontar sus acuciantes problemas de liquidez. En su libro Zapatero identifica el concepto "rescate" precisamente con esa línea precautoria cuya existencia negó entonces el Gobierno socialista.
El riesgo de un salvamento a España a travíés de un plan de liquidez persistió varios meses más, tal como recogió elEconomista y ahora desgrana Zapatero.
Crónica del peor verano
Nuestra portada de 12 de julio de 2011, bajo el título "El mercado apunta otra vez al rescate de España" y a un adelanto electoral queda corroborada por el contenido de la carta de unas semanas despuíés, el 5 de agosto de 2011, en la que el BCE y el Banco de España se dirigen al expresidente para plantearle la agenda de medidas y ajustes que debe adoptar para salvar la grave situación de la economía española. Zapatero acepta algunas condiciones y hace algunas precisiones a otra en su respuesta del 6 de agosto de 2011.
Las medidas que demandaba esa misiva son, al fin y al cabo, las que ha ido implantando el Gobierno del Partido Popular en su programa de reformas y ajustes.
Pero ya por entonces, Zapatero hubo de comenzar a plegarse a la grave coyuntura de una economía a la deriva y a las demandas supranacionales. Lo hizo a su manera. Adoptando una recomendación europea como decisión personal. El expresidente galo, Nicolas Sarkozy, y la canciller Merkel conminaron a que todos los Estados aprobaran en su Constitución la limitación del díéficit. Así se hizo, con el Parlamento saliente -las elecciones generales del 20 de noviembre ya estaban convocadas- se reformó el artículo 135 de la Constitución para introducir el principio de estabilidad presupuestaria, la limitación del díéficit público y de la capacidad de endeudamiento de las Administraciones públicas.
El exjefe del Ejecutivo relata un hito más. Confiesa ahora que la canciller alemana, Angela Merkel, el 3 de noviembre de 2011, en la localidad francesa de Cannes, antes de la cumbre del G-20, le invitó a aceptar una línea de ayuda preventiva de 50.000 millones de euros del FMI. El expresidente declinó de nuevo la oferta.