Por... Remei Calabuig
El azote de la crisis ha dejado en Grecia a tres millones de personas bajo el umbral de la pobreza. Pese a todo, la solidaridad no ha muerto y son muchas las iniciativas sociales que nacen día a día, tales como Sjedía, una revista de la calle, que además de dar trabajo, pretende dar esperanza.
Sjedía nació en febrero de este año de la mano de Chris Alefantis, un joven periodista griego, criado en Australia, que se embarcó en el reto de dirigir una publicación con el único fin de ofrecer una ayuda digna al creciente número de personas -más del 27 %- que está sin trabajo en Grecia.
En una entrevista con Efe, Alefantis explica que Sjedía es una revista con un "enfoque positivo", que busca aportar soluciones y no tratar únicamente temas relacionados con la exclusión social. "Queremos ser un magacín con buen humor, y sobre todo, con independencia editorial", asegura.
Curiosamente, Sjedía surgió a partir de un equipo de fútbol de personas sin hogar, que Alefantis dirigía y que en 2007 participó por primera vez en la Copa Mundial de Personas sin Hogar.
Al ver que muchos de los equipos iban patrocinados por revistas de la calle, decidió lanzar el proyecto en Grecia, donde la crisis daba sus primeros coletazos.
Ayudados por la red internacional de periódicos de la calle consiguieron los recursos tecnológicos y la Fundación Niarchos les proporcionó el capital necesario para costear durante un año la revista -5.600 euros que cuesta imprimir los 14.000 ejemplares mensuales-.
"Pretendemos que en verano del próximo año el proyecto camine solo, a partir de patrocinadores, publicidad, suscripciones y ventas, porque no queremos depender de nadie", dice el director.
Desde el inicio, el objetivo era claro: crear un producto de calidad, hecho por periodistas profesionales que perciben una cantidad simbólica (entre 50 y 60 euros al mes) y dirigido a cumplir un fin social pues, como declara Alefantis, "el gran desafío empieza cuando la revista se imprime".
El último miíércoles de cada mes un nuevo número de Sjedía aterriza en las calles de Atenas para proporcionar a los vendedores la oportunidad de salir, por ellos mismos, de su situación.
Como su traducción en español indica, Sjedía es la "balsa" a la que se agarran 140 hombres y mujeres, de entre 20 y 60 años, que cada día salen a la calle cargados con su mayor capital, los ejemplares de la revista.
El vendedor se queda la mitad de los 3 euros que cuesta cada ejemplar. Con todo, si se vende una media de 100 revistas al mes, se sacan 150 euros, lo justo para poder comer.
Es fácil reconocerlos, ya que lucen un buen aspecto, visten el chaleco rojo con el nombre de la revista y se sitúan en las salidas de metro y en los puntos cíéntricos de la ciudad.
Lambros es uno de los vendedores griegos que, a sus 52 años, ha sufrido la embestida de la crisis en repetidas ocasiones. "Es la tercera vez que me agarra el Fondo Monetario Internacional; la primera fue en Brasil, la segunda en Argentina y ahora acá, en Grecia".
Este tíécnico en veterinaria, habla 5 idiomas -entre ellos el español-, trabajó durante 15 años en una cadena hotelera hasta que cerró y se quedó sin empleo y sin casa.
En la actualidad, Lambros vive en un albergue pagado por el Estado y se dedica a vender la revista. "Estoy feliz porque con lo que gano puedo comprarme un cafíé o un suvlaki y no tengo necesidad de robar ni de pedir. Es un trabajo limpio y honesto", afirma el vendedor.
Todos los vendedores tienen una característica común. Son personas de clase media, "víctimas de la crisis financiera", afirma el director, "que hace dos o tres años tenían una casa y un trabajo y ahora se han quedado sin nada".
Este hecho, junto con la calidad de sus contenidos, es lo que diferencia a Sjedía del resto de periódicos de la calle, asegura Alefantis, pues en muchas de las publicaciones de países del norte de Europa no se cuida tanto la calidad periodística y sus vendedores son personas que viven en la marginación por problemas de drogodependencia.
En una de las salidas del metro de Panepistimio, en el centro de la capital griega, está Alíéxandros, quien tras trabajar catorce años en una gran empresa, lleva dos años y medio en el paro, de modo que Sjedía es el único medio por el que logra un "pequeño ingreso" al mes.
Por el momento, Alíéxandros vive de alquiler, pero su situación es complicada. "Ahora mismo no vivo en la calle, pero quiíén sabe por cuanto tiempo más, porque debo tres mensualidades", afirma a Efe este vendedor de 43 años.
En su corto periodo de vida Sjedía ha impulsado otra iniciativa social con grandes resultados, el "cafíé perimeni" o "cafíé pendiente", una práctica que existe en otros países como España, Italia o Argentina y que consiste en dejar pagado un cafíé para que se lo tome una persona que no puede permitírselo.
Pero, sin duda, el mayor logro de Sjedía es haber conseguido que cuatro de sus vendedores se hayan mudado a un apartamento de alquiler y proporcionar a muchas más una forma digna de ganarse la vida
