Por... Josíé Ignacio Gallardo
En este país cada día que pasa la brecha entre quienes gobiernan y quienes son gobernados se sigue haciendo más grande. Ya resulta inocultable para muchos el divorcio que existe entre las autoridades mexicanas y la ciudadanía, ya que unos caminan en un sentido y los otros en el contrario.
Son demasiados los aspectos en los cuales no existe la más mínima concordancia entre lo que la ciudadanía desea y necesita y lo que a final de cuentas las autoridades terminan realizando. Pero donde más se nota esta falta de armonía es en el asunto de los sueldos y prestaciones de los burócratas de este país en comparación con los sueldos de la mayoría de los ciudadanos.
Ya que mientras una gran cantidad de mexicanos carece de empleo o no goza de un trabajo bien remunerado, las autoridades mexicanas de los tres niveles de Gobierno disfrutan de salarios y prestaciones que no están acordes con las circunstancias que vive el país, pero sobre todo con las que se viven en esta frontera.
Tan sólo el anuncio de las cifras que se manejan de los aguinaldos que recibirán muchas de las autoridades resultó ser un gran insulto para un país con preocupantes niveles de pobreza que no han podido ser abatidos eficazmente por los gobiernos de ningún partido político.
Enormes sueldos y aguinaldos para los burócratas mientras el número de pobres crece día con día sin que nadie lo pueda detener.
No es posible que en esta nación el gobernador del Banco de Míéxico se lleve a su casa en este diciembre casi 900 mil pesos tan sólo por concepto de aguinaldo. Es injusto e incongruente que se otorguen estos sueldos y prestaciones cuando existen muchos mexicanos y cada vez más juarenses que comen con menos de 10 pesos al día. Resulta indignante que a los funcionarios se les díé este trato preferencial cuando hay tantas carencias a lo largo y ancho de la República Mexicana.
Tampoco hay que perder de vista que los sueldos de senadores, diputados, alcaldes, gobernadores, dirigentes de partidos políticos y secretarios de Estado son desproporcionados en relación a los resultados que presentan a quienes pagan sus abultados salarios. Pero no sólo es un enorme gasto en nómina y prestaciones el que provocan los representantes populares, además los gobernantes y legisladores generan muchos otros gastos innecesarios que impactan severamente las finanzas del país.
Es obvio que evitando todo ese dispendio, producto de enormes gastos superfluos, sumado a una burocracia que crece cada vez más y que devora valiosos recursos, bien podrían se podrían cubrir tantas carencias ciudadanas. Tenemos, por ejemplo, el caso de las más de 40 escuelas que carecen de gas para los calentones para enfrentar el crudo invierno. No hay dinero, dicen las autoridades.
Sin embargo, recientemente se informa de las liquidaciones para los consejeros del IFE, o de los recursos que se destinan al personal de apoyo para los ex presidentes y claro para eso sí hubo dinero y mucho. Si hay recursos pero se destinan a áreas no prioritarias. Tan sólo en cuestión de eventos que se realizan para inauguraciones y arranques de obra pública es un dineral lo que se gasta en renta de sillas, de carpas, sonido o para el desplazamiento de asistentes a los eventos.
Los viajes de las autoridades, que por cierto son cada vez más frecuentes, tambiíén son muy costosos, así como las opíparas comidas de los políticos que salen excesivamente caras para los ciudadanos. Ese dinero, que bien se podría destinar a las escuelas para que puedan adquirir gas para enfrentar el frío en estas íépocas o para adquirir aires acondicionados durante la temporada de calor, los políticos prefieren gastárselo de otra manera.
Sigue sin llegar la justicia social y la solidaridad para los más desprotegidos, se carece de sensibilidad y compromiso de las autoridades. Por lo pronto, para muchos niños será muy difícil que puedan asimilar el conocimiento impartido en las aulas fronterizas cuando el frío y el estómago vacío lo impiden. Recursos sí hay, sólo que hay que reorientar el gasto, de lo contrario no habrá dinero que alcance.