Oscar Sumar
¿í‰xito de la comida...?
¿Tiene más relación con la innovación de algunos chefs o con la tradición culinaria, pasada de generación en generación o de maestros a alumnos? Probablemente, no apareceríamos en los rankings de comida si no fuera por algunos de nuestros innovadores chefs, pero ellos nunca hubieran existido si no fuera porque parten de la base de una tradición culinaria bien forjada. Existe un "como se hacen las cosas" que los antecede. Esta tradición, descansa en la idea de la copia y la repetición, más que en la innovación. Así, los invito a valorar la importancia de la imitación, en un momento en que la idea de la innovación parece ser el nuevo Dios de muchos empresarios, acadíémicos y hasta algunos políticos.
Tal como ha mencionado Andrew Hill "Si el atractivo de un destino se midiera por la cantidad de mapas que pretenden llevarnos a íél, la innovación es el Taj Mahal del mundo empresarial" (versión en inglíés, aquí). Sin embargo, muy pocas veces se pone en duda si es realmente la innovación -u otra cosa- la que debería llevar al crecimiento del país. Hace poco me topíé con un interesante artículo de Ricardo Haussmann -Director del Centro de Desarrollo Internacional, en Harvard- que, de alguna manera, me ha hecho reafirmar las dudas que tengo acerca de la importancia de la innovación para el crecimiento de un país.
Haussmann se pregunta "¿Cómo es que hoy las familias más urbanizadas, más pequeñas y más instruidas de países emergentes son mucho menos productivas que sus homólogas de hace medio siglo en los países industrializados? ¿Por quíé no pueden los países emergentes reproducir niveles de productividad que se lograron antaño en países ricos cuando tenían peores indicadores sociales y tecnologías mucho más antiguas?".
Uno pensaría quizá nos falta más acceso a tecnología o fuentes de financiamiento. Sin embargo, para Haussmann "La clave de este enigma es el conocimiento tácito. Para producir se necesita 'saber' hacerlo y esos conocimientos están, en gran medida, latentes: no están disponibles en los libros, sino almacenados en el cerebro de quienes los utilizan".
Así, las "recetas de la abuela" que -la mayoría de veces- solo están en la cabeza de las abuelas; existen no solo en el ámbito culinario, sino en cualquier otra industria. La manera de hacer determinados productos o prestar determinados servicios es algo que se aprende haciendo, en la cancha, y que no puede ser enseñado a travíés de libros o el Internet. Tendemos a pensar que el acceso a Internet cerrará la brecha a la información entre los países pobres y ricos, pero íésta podría ser una idea demasiado optimista.
De acuerdo a Haussmann, la clave sigue estando en las personas y el conocimiento almacenado en sus cerebros. Como íél mismo menciona, el corolario de esto es que necesitamos traer a los cerebros, no a las ideas. ¿Cómo se logra esto? Crear incentivos a la inversión extranjera y relajar las normas sobre inmigración, serían dos buenos lugares para empezar.
Necesitamos saber cómo se hacen las cosas para luego pensar en innovar. Ambos factores son importantes para lograr la excelencia, pero es importante no perder de vista el orden de los factores que -en este caso- sí altera el producto.