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Autor Tema: KRUGMAN: En economí­a, lo viejo vuelve a ser lo Nuevo...  (Leído 118 veces)

OCIN

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KRUGMAN: En economí­a, lo viejo vuelve a ser lo Nuevo...
« en: Diciembre 17, 2013, 08:12:01 am »
Reuters
 
 
 
Mike Konczal, de The Washington Post, recientemente estableció un punto muy bueno sobre cómo enseñamos economí­a. Sugiere que deberí­amos volver a la forma en que lo hací­a el economista Paul Samuelson en 1948, cuando escribió la primera versión de su famoso libro de texto; macroeconomí­a primero, y despuíés micro. Esto, según explica el Sr. Konczal, darí­a a los estudiantes una mejor perspectiva de la realidad, pese que eventualmente se cubrirí­a el mismo material.
 
Agregarí­a que los motivos detrás del ordenamiento del Sr. Samuelson se aplican igual de bien ahora que en ese entonces. El Sr. Samuelson escribió cuando el recuerdo de la Gran Depresión aún estaba fresco; los estudiantes querí­an saber cómo podí­a pasar algo así­. ¿Cómo logró que se tomaran en serio esa cosa de la perfección de los mercados luego de todo lo que acababa de pasar? Enseñándoles primero que las polí­ticas monetaria y fiscal podrí­an usarse para garantizar el pleno empleo.
 
Seis años despuíés de la Gran Recesión y de la no tan grandiosa recuperación, todo esto parece nuevo otra vez. Pero hay algunos problemas graves con la solución del Sr. Konczal; parte de lo que el Sr. Samuelson hizo en 1948 no puede reproducirse ahora.
 
Lo que el Sr. Samuelson aportó a la economí­a de hecho fue una doble dosis de innovación; macroeconomí­a keynesiana más una nueva orientación hacia los modelos matemáticos. En ese entonces ambas iban de la mano, y se reforzaban mutuamente: el íéxito aparente de la macro keynesiana, orientada a modelos, derrotó a los institucionalistas. Actualmente, los economistas más profundamente comprometidos con ver el mundo a travíés de una neblina de ecuaciones tambiíén suelen ser profundamente hostiles con cualquier tipo de macroeconomí­a que pueda lograr que tenga sentido la crisis reciente.
 
Tambiíén, en ese entonces Keynes era nuevo e innovador. Actualmente, hay generaciones de economistas criados con la creencia de que la macro keynesiana está equivocada; no saben de quíé se trata, de hecho, pero es lo que les enseñan.
Finalmente, si se quiere justificar a la microeconomí­a con la aseveración de que la polí­tica gubernamental garantizará más o menos pleno empleo, ¿exactamente quíé cosa del mundo actual inspirarí­a a alguien a creerlo?
Entonces, el Sr. Konczal tiene razón respecto a quíé es lo que deberí­amos estar haciendo. Pero no va a suceder.
 

El problema con la economí­a son los economistas.
Principalmente eso es lo que Simon Wren Lewis sostuvo en una publicación reciente en Internet donde defendió a la economí­a convencional. Y en gran parte coincido.
 
Es profundamente injusto culpar a la economí­a de libros de texto por la crisis o por la deficiente respuesta ante la crisis. La maní­a por la desregulación financiera, por ejemplo, no fue producto de un análisis económico estándar; de hecho, iba en contra del modelo canónico de las crisis bancarias, que sugerí­a un rol crucial de las garantí­as gubernamentales para evitar pánicos autocumplidos y la necesidad de regulación para controlar el riesgo moral que crearí­an tales garantí­as. Es cierto que pocos economistas siguieron el auge de la banca sombra que esquivó las salvaguardas tradicionales, pero fue un problema de vigilancia, no una mala teorí­a.
La teorí­a de los mercados eficientes discutiblemente merece más culpa por el fracaso de demasiados economistas para reconocer la burbuja de viviendas, pero la economí­a de libros de texto siempre presentó esa teorí­a como punto de referencia, no como verdad revelada.
 
En lo que respecta a la respuesta a la crisis, lo notable ha sido la determinación de los hacedores de polí­tica para hacer lo contrario de lo que la macroeconomí­a de libros de texto decí­a que debí­an estar haciendo. Recortar el gasto cuando las tasas de interíés son de cero, apresurarse sobre cualquier excusa para elevar las tasas; estas polí­ticas no tienen nada que ver con aplicar economí­a ortodoxa. De hecho, lo increí­ble ha sido ver la proliferación de modelos reciíén inventados para justificar que hayamos hecho lo contrario de lo que dice Economí­a para Principiantes.

El problema, por supuesto, es que no sólo fue un caso de polí­ticos designados tercos o ignorantes que pasaron por alto el conocimiento económico: muchos economistas prestigiosos tambiíén se mostraron demasiado ansiosos por dar la espalda a la macroeconomí­a estándar, incluso cuando estaba funcionando muy bien, debido a sus inclinaciones polí­ticas.
Y eso, creo, dice que hay algo mal en la estructura de la profesión de economí­a. Al parecer no necesitamos tanto una ciencia económica distinta como necesitamos economistas diferentes.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...