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Autor Tema:    LA REALIDAD PROGRAMADA  3  (Leído 736 veces)

Scientia

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   LA REALIDAD PROGRAMADA  3
« en: Enero 11, 2014, 09:52:52 pm »
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LA REALIDAD PROGRAMADA   2


Somos los jugadores dentro del juego de la matriz y podemos escoger modificar sus reglas o bien dejar el juego por completo, siempre y cuando estemos conscientes de nuestras habilidades y no tengamos restricciones impuestas a la hora de utilizarlas.

Al igual que dios, tambiíén tenemos la capacidad de crear otros seres que son menores que nosotros mismos en cuanto a poder y función.

Los seres de tercer orden son lo que comúnmente se conocen como “formas de pensamiento”, proyecciones de nuestra propia consciencia que existen como entidades semi-autónomas en densidades superiores tales como los planos etíéreo y astral. Las “formas de pensamiento” son limitadas en razón de que dependen de nuestras energí­as espirituales para continuar existiendo.

Así­ como nosotros derivamos nuestras energí­as espirituales principalmente del creador, las formas de pensamiento dependen de nosotros para su sustento.

Existen formas de pensamiento menores que creamos diariamente mediante la combinación de visualización y emoción, como por ejemplo cuando soñamos despiertos en algo agradable o cuando proyectamos nuestros miedos y temores en forma de fantasí­as atemorizantes.

Durante tales procesos, la energí­a emocional dentro de nosotros es irradiada hacia el plano etíéreo que interpenetra todo nuestro universo, para ser luego moldeada por medio de nuestra habilidad de visualización.

La energí­a emocional es el equivalente en las densidades superiores de la energí­a fí­sica, capaz de alterar de manera directa las probabilidades de los acontecimientos. Así­ pues, se puede describir de manera bastante acertada a las formas de pensamiento como campos morfogíénicos moldeados e individualizados.

Campo morfogíénico es el campo emitido por seres vivientes que actúan a travíés de mecanismos cuánticos para inclinar hacia un resultado particular, acorde con las preferencias del ser consciente que lo genera, lo que de otra manera serí­a un sistema aleatorio.

A menudo, tales formas de pensamiento menores tienen muy poco propósito y consciencia autónoma, por lo que rápidamente se disipan a medida que nos olvidamos de ellas.

Otras veces, sin embargo, y muy en especial durante situaciones en las que se generan fuertes emociones negativas tales como el miedo y el terror, tiene lugar una extrema irradiación de energí­a emocional que es moldeada por medio de visualización para convertirse en una forma de pensamiento mayor, imbuida de un fragmento de la consciencia del creador perdido durante el trauma.

Un ejemplo de esto es el fenómeno de embrujamiento de lugares que fueran escenario de incidentes violentos.

Los pensamientos obsesivos que acosan a individuos e incluso a naciones enteras, son otro ejemplo.

A diferencia de las formas de pensamiento menores, las mayores parecieran tener una mente independiente. Tales entes todaví­a seguirán dependiendo de su creador como fuente de energí­a emocional y sustento, pero a diferencia de las formas de pensamiento menores, poseen un mecanismo de supervivencia, que sugiere en alguna medida una capacidad de raciocinio, que les impele a buscar esa energí­a.

Otra diferencia entre las formas de pensamiento menores y mayores es que las primeras son básicamente etíéreas, mientras que las segundas incluyen componentes astrales como resultado de su incrementada complejidad. 

En íépocas antiguas, el arte de generar conscientemente formas de pensamiento con la finalidad de “crear o modificar la realidad” o, según el concepto que se ha descrito anteriormente, modificar las probabilidades, era bien conocido. Los rituales cargados de fuertes emociones, tales como los que se pueden encontrar en prácticas religiosas, tribales o paganas, eran míétodos relativamente sencillos para la generación de poderosos seres de tercer orden.

Todaví­a hoy en dí­a, el empleo de formas de pensamiento para hacer las veces de autómatas etíéreos es una práctica común en muchos cí­rculos ocultos.

La mayorí­a de las formas de pensamiento, no obstante, han sido generadas inconscientemente a partir del sufrimiento de billones de seres de segundo orden a lo largo de las eras. Este sufrimiento es un derivado y en algunos casos la meta real de la matriz del planeta diseñada para ayudarnos a lidiar con los conflictos que surgen de la condición de libre albedrí­o.

Pero el sufrimiento tení­a un propósito definido dentro de la antigua matriz planetaria:
ayudarnos a ganar en sabidurí­a y posibilitar nuestra evolución.
Desafortunadamente, la combinación entre la generación intencional y no intencional de seres de tercer orden ha desembocado en una agregación masiva de tales entidades en una jerarquí­a definida, situada en losplanos etíéreo y astral.

Puesto que las entidades de tercer orden son no solamente inferiores a las de segundo orden, sino que además muchas de ellas nacen de las emociones negativas de estas últimas, los rasgos dominantes de su mentalidad son el deseo de dominación, la envidia, la negatividad, y la necesidad de absorber energí­as emocionales oscuras.

Buena parte de aquello que conocemos como la jerarquí­a demoní­aca inferior tiene su origen en nuestra propia generación de entes de tercer orden. Los demonios existen, y esta afirmación no se fundamenta en dogmas bí­blicos, sino en ciencia metafí­sica.

La jerarquí­a demoní­aca consiste básicamente en dos tipos diferentes de seres:
seres de segundo orden que han escogido transitar el camino oscuro en pleno ejercicio de su libre albedrí­o
seres de tercer orden intrí­nsecamente oscuros por cuanto fueron creados a partir de nuestras emociones negativas
La validez del mal es inequí­voca:
existe porque el presente universo se rige por la directiva fundamental del Libre Albedrí­o.
El libre albedrí­o implica la posibilidad de escoger el camino del mal.

El libre albedrí­o es la condición fundamental de nuestra realidad, misma que ha sido generada por el creador como un mecanismo para la cristalización de este potencial. Sin la condición de libre albedrí­o, dios ya estarí­a autorealizado y completo y no habrí­a ninguna razón para que existiera la presente realidad.
« Última modificación: Enero 11, 2014, 10:01:25 pm por Scientia »



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Re:    LA REALIDAD PROGRAMADA  3
« Respuesta #1 en: Enero 11, 2014, 09:59:50 pm »
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   LA REALIDAD PROGRAMADA  3

El libre albedrí­o es la condición fundamental de nuestra realidad, misma que ha sido generada por el creador como un mecanismo para la cristalización de este potencial. Sin la condición de libre albedrí­o, dios ya estarí­a autorealizado y completo y no habrí­a ninguna razón para que existiera la presente realidad.

En razón de que la realidad se manifiesta aquí­ y ahora, y por cuanto sabemos por observación que aún estamos evolucionando espiritual y fí­sicamente, indicando que la experiencia y la creación son el propósito de la vida y que dios aun no está completamente autorealizado, es evidente que poseemos libre albedrí­o, y que como consecuencia de esto, el mal existe.

¿Cuál es la finalidad de la jerarquí­a demoní­aca supramundana, cuando sus miembros saben que son seres de tercer orden?

Se trata de criaturas celosas, envidiosas inclusive de nuestro limitado poder para crear y modificar la realidad, e imbuidos de un sentimiento de odio hacia la fuente originaria a la que anhelan subyugar y remplazar. Su meta no es la de eliminarnos, porque somos su fuente de energí­a, sino más bien esclavizarnos y someternos a un continuo y agonizante sufrimiento emocional.

Esperan convertirse en nuestros amos espirituales a travíés del parasitismo espiritual.
¿Cuál es la mejor manera de establecer este parasitismo espiritual? Aquí­ es donde interviene la nueva matriz.

Recordemos que el propósito de la matriz original era el dotarnos de la suficiente inercia como para poder llegar a una valoración adecuada de nuestra capacidad de libre albedrí­o y nuestros poderes. Nos permitirí­a alcanzar la gloria a travíés de superar el sufrimiento.

Las matrices son las responsables por la manera en que vemos la realidad, y por las reglas fí­sicas y metafí­sicas por las cuales vivimos nuestras vidas. Son un poderoso simulador en todo el sentido de la palabra.

¿Quíé sucederí­a si una nueva matriz es insertada o superpuesta con el propósito de entorpecer nuestra evolución y facilitar la de los seres de tercer orden? ¿Podrí­a ser acaso que la nueva matriz, en lugar de ser una escuela como la anterior, sea más bien una especie de granja?

Ese parece ser el caso.

Sí­, la matriz original diseñada para la acumulación de sabidurí­a aún existe, pero un nuevo programa ha sido cargado encima de la antigua subestructura para operar con una finalidad diferente. La nueva matriz es un mecanismo altamente eficiente, diseñado para drenar un máximo de energí­a emocional de los seres atrapados dentro de ella mediante la creación constante de infortunios y melodramas.

Su poder autocorrectivo puede evidenciarse al observar la serie de desafortunadas sincronicidades que surgen en su vida cuando intenta sacudirse su influencia permisiva de encima. La nueva matriz tambiíén se vuelve evidente cuando usted se detiene a observar el comportamiento irracional de la gente en su entorno que ha sido emocionalmente manipulada para generar más energí­a negativa.

No obstante, el caso no es tan sencillo.

La matriz no es la única cosa que ha sido secuestrada o alterada. Nuestra estructura geníética tambiíén ha sido alterada como consecuencia de las acciones de los seres de tercer grado, si bien esto ha sido conseguido de una manera indirecta. Veamos, los seres de tercer grado no tienen el poder de violar nuestro libre albedrí­o de manera directa, así­ como los seres de primer orden no tienen el poder de subyugar a dios.

Las formas de pensamiento, no obstante sí­ pueden interferir en nuestras vidas de manera indirecta. Por ejemplo, ellas pueden enviarnos ráfagas de energí­a emocional para nublar nuestro discernimiento y hacer que cometamos errores de juicio. Pueden acosarnos, infestarnos como una plaga, tentarnos, pero no pueden matarnos directamente.

Solamente los seres de segundo orden pueden hacer esto último.

Así­ que, ¿quíé harí­amos si nos damos cuenta de que pueden tentar a un ser de segundo orden para que lleve a cabo un crimen en contra de otro ser de segundo orden? Esa es justamente la manera en que consiguen sus cometidos.

Por ejemplo, sabemos por ciertos reportes de las facciones draconianas (aliení­gena reptiliano) que si bien estas son responsables de miles de mutilaciones cada año, así­ como de otros incontables horrores, estos aliení­genas en realidad se encuentran poseí­dos o manipulados por demonios astrales.

Inclusive los seres humanos, desde los asesinos en serie hasta los maridos abusadores de sus esposas, son en alguna medida ví­ctimas de las oscuras manipulaciones de incontables seres demoní­acos. Cualquiera que conozca la historia oculta de Adolfo Hitler puede dar fe de esto.

Los grupos cristianos que están actualmente clamando a los cuatro vientos que los visitantes aliení­genas son en realidad demonios, tienen parcialmente la razón. La jerarquí­a de la conspiración aliení­gena se extiende en dirección vertical hasta los reinos metafí­sicos y astrales, donde residen las formas de pensamiento oscuras.

Por lógica inferimos que, efectivamente, Lucifer existe. Entre los seres de segundo orden se incluyen no solamente seres humanos, sino tambiíén muchas razas aliení­genas, incluyendo a la raza draconiana.

De tal manera, estas razas tambiíén son susceptibles a la manipulación demoní­aca. Entonces Lucifer y sus subordinados son, en tíérminos generales, astrales en cuanto a su composición, pero en su capacidad de poseer y manipular a los seres fí­sicos está el origen de nuestras experiencias negativas en manos de aliení­genas de orientación negativa, tales como los “grises” y las facciones draconianas.

Como seres de segundo orden, somos en realidad gigantes espirituales comparados con los seres de tercer orden. Pero como se aprende cuando se practica el judo, la manera de tumbar a un oponente más grande consiste en utilizar la inercia de su propio peso en contra suya. Todas las debilidades derivadas de la sobrevaloración de nuestro ego, tales como nuestra adicción al poder, las emociones y la supervivencia a cualquier costa, forman la mayor parte de nuestro peso muerto.

Debido a disposiciones geníéticas, estamos siempre dispuestos a matar para no ser heridos o muertos, de la misma manera que estamos siempre dispuestos a sacrificar el bien de otros por nuestro propio beneficio.

Así­ entonces los seres de tercer orden astutamente explotan estas entre otras debilidades nuestras con la finalidad de parapetar los muros de nuestra prisión virtual.

A pesar de los míétodos circunvalatorios e indirectos que se ven forzados a emplear, los seres de tercer orden han hecho un excelente trabajo para domesticarnos y subyugarnos. Han engañado a ciertos humanos y aliení­genas y los han convencido de vender a sus propias razas para que se conviertan en virtuales esclavos espirituales.

La desactivación de segmentos enteros de nuestro ADN por obra de las facciones aliení­genas negativas acaecida en íépocas inmemoriales, dio al traste con algunas de las capacidades originales de sincronización completa con la red energíética global, convirtiíéndonos en discapacitados en la arena de lo oculto, espiritualmente sordos, ciegos y mudos.

La mayorí­a de nosotros ni siquiera pueda ver una salida de nuestro predicamento, y nos sentimos desprovistos de la escalera que nos permitirí­a salvar el muro con tal de que tuviíéramos suficiente fuerza como para levantar nuestra cabeza.

Si en la pelí­cula The Matrix los humanos son colocados dentro de cámaras hermíéticas antes de ser conectados al programa de realidad virtual, en tiempos remotos nuestra estructura geníética fue alterada para poder conseguir el mismo grado de inmovilización. Hemos sido drogados en un estado de sumisión y conectados a una matriz falsificada de realidad virtual, diseñada con el propósito de mantenernos aplacados y sujetos al mecanismo de extracción de nuestra energí­a emocional por acción de toda suerte de psicodramas virtuales.

Esta energí­a es extraí­da por los seres de tercer orden para su propio consumo.