Codere se la juega otra vez. Con la diferencia de que el vencimiento que afronta este miíércoles puede ser de jaque mate. La compañía dueña de bingos y máquinas recreativas tiene que pagar el cupón a los titulares de una emisión de bonos de 760 millones, obligación para que la que no tiene caja disponible. El incumplimiento podría acelerar el proceso de ejecución de las garantías, por lo que la empresa pasaría a manos de los bonistas.
El grupo controlado a día de hoy por la familia Martínez-Sampedro tiene que desembolsar 31 millones de euros en concepto de intereses del 76% del volumen total de deuda que arrastra. Pero como le pasó recientemente con una línea especial de liquidez concedida por varios hedge funds, no tiene dinero suficiente para hacer frente a este pago.
El match ball del credito senior facilitado por GSO Capital Partners, Blackstone Group y Canyon Partners el pasado verano lo resolvió la semana pasada, al conseguir que estos fondos buitres le extendieran la fecha de amortización de los 127,1 millones prestados hasta el 6 de febrero. Una fecha que puede alargarse hasta el 15 de junio si Codere cumple “ciertas condiciones ligadas a alcanzar un plan de reestructuración que sea aceptado por el 50% de los titulares de los bonos y que sea implementable antes del 15 de abril de 2014â€.
Pero los inversores que le compraron los bonos no están siendo tan amables despuíés de comprobar como la compañía no les ha hecho una propuesta lo suficientemente sería desde que el pasado 15 de diciembre venciese la primera fecha de pago. Aquel día, Codere se acogió a lo que se llama un periodo de gracia o prórroga para diferir el abono del cupón hasta el 15 de enero. Desde aquel día, la empresa no ha hecho un planteamiento de refinanciación que haya convencido a los hedge funds.
Ante esta tesitura, la situación puede resolverse de tres maneras. La primera es que los Martínez-Sampedro aún presenten un plan de reestructuración que sea creíble. La segunda es que se produzca el impago o default y, en consecuencia, los titulares de los bonos aceleren la ejecución de las garantías, por lo que pasarían a ser los dueños directos de la compañía. La tercera y menos probable es que las dos partes se den más tiempo para negociar sin pedir nada a cambio.
Pese a la complejidad de la encrucijada, Codere ya tiene experiencia en superar momentos muy difíciles. Porque esta situación ya la vivió el verano pasado, cuando el 15 de agosto se produjo el primer impago selectivo. La compañía volvió a activar la cláusula de gracia y consiguió el 15 de septiembre pagar los intereses gracias a la línea de críédito especial que le concedieron GSO, Blackstone y Canyon. El desembolso se hizo dos días despuíés de la fecha límite para que estos prestamistas pudieran cobrar el seguro de impago o Credit Default Swap (CDS), operación de ingeniera con la que ganaron cerca de 400 millones de euros.
Ahora apenas hay ya CDS sobre Codere por lo que conseguir otro triple salto mortal como el del pasado mes de septiembre se presenta difícil. La propuesta que han hecho los bonistas y los fondos buitres es canjear la deuda por el 85% del capital del grupo, cuyo 15% restante quedaría en manos de los Martínez-Sampedro para que continuaran como gestores. Para cubrirse de posibles demandas contra los consejeros, la compañía ha solicitado ya el preconcurso de acreedores, que vence a principios de abril.
La familia se enfrenta tambiíén a su propio via crucis. Adeudan cerca de 500 millones de euros de un príéstamo tipo PIK (payument in kind) concedido en 2007 por Credit Suisse y que ahora detentan numerosos fondos distress que tambiíén quieren hacer su agosto.