Por… Alberto Benegas Lynch (h)
Hay mucha bibliografía sobre el concepto de progreso, pero el ensayo del profesor Nutter es de especial interíés. Un trabajo publicado por Liberty Fund titulado “Economic Welfare and Welfare Economics†incluido una recopilación de varios otros de sus escritos en el libro Political Economy and Freedom editada por la mencionada Fundación, en 1983.
Warren Nutter fue condiscípulo de James Buchanan en la Universidad de Chicago donde obtuvo su doctorado en economía. Posteriormente fue profesor en la Universidad de Yale y finalmente en la Universidad de Virginia donde dirigió el Departamento de Economía.
En el ensayo de referencia, el autor se lamenta por el hecho de que la expresión progreso se utilice muy poco entre los economistas para reemplazarla por desarrollo “que significa más de lo mismoâ€. Un tumor se desarrolla, sin embargo el progreso alude a un futuro abierto. Por eso es que los planificadores de vidas y haciendas del prójimo reiteran el uso de la palabra desarrollo y pretenden planificar las “variables†conocidas, en cambio eluden el tíérmino progreso ya que, por definición, no es posible planificar lo que no se sabe en que consiste.
Estas reflexiones no se circunscriben a lo semántico, sino que se refieren a conceptos clave. El progreso no se limita al crecimiento de lo existente sino a la aparición de fenómenos nuevos imposibles de preveer. Por ese motivo es que los burócratas internacionales y los megalómanos locales no previeron los adelantos mas relevantes de la humanidad, mucho más ajustados han sido los pronósticos de los escritores de ciencia ficción que las ampulosas Comisiones de “expertos†(recuerdo el magnífico título de un libro de íngel Prieto: Organismos internacionales, expertos y otras plagas de este siglo).
Progreso remite a un proceso en evolución basado en las preferencias de la gente en el mercado abierto. Implica un proceso competitivo en el que el conocimiento está disperso y fraccionado entre millones de personas, coordinado por el sistema de precios. En este sentido repito el ejemplo que utiliza John Stossel para ilustrar lo dicho. Nos invita a pensar en un trozo de carne envuelto en celofán en la góndola del supermercado a partir de lo cual sugiere que imaginemos el largo y complejo proceso en regresión. Los agrimensores, los alambrados con todos los proveedores y empresas en sentido horizontal y vertical y los postes con las talas y los extensos períodos para la plantación y crecimiento de la arboleda. La maquinaria para la siembra directa, los fertilizantes y plaguicidas. Las cosechadoras, las pasturas, el ganado, los molinos y las aguadas, la contratación de peones, los caballos, montura y riendas todo en el contexto de miles y miles de arreglos contractuales. Nadie en el spot está pensando en el mencionado trozo de carne, ni en el celofán ni en el supermercado, están concentrados en sus faenas específicas, sin embargo el producto finalmente está al alcance de los consumidores finales.
Este proceso se debe a los mercados libres, pero cuando irrumpen los planificadores de los aparatos estatales bajo el pretexto que “no puede dejarse el asunto a la anarquía del mercado†todo se distorsiona y aparecen los faltantes y los desajustes. Los planificadores del desarrollo no pueden concebir el progreso.
No solo eso ocurre con el consabido estatismo, sino que en la media de las intervenciones, como queda dicho, los precios no reflejan las estructuras valorativas con lo que se convierten en números carentes de significado, razón por la cual se dificulta la contabilidad, la evaluación de proyectos y el cálculo económico en general. Esto naturalmente consume capital con lo que los salarios e ingresos en tíérminos reales se reducen.
Suerte en sus vidas…