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El presidente estadounidense, Barack Obama, prepara su discurso sobre el Estado de la Unión en medio de agudas políémicas sobre espionaje, la guerra en Afganistán, el incierto curso económico de la nación y el marcado obstruccionismo de la oposición republicana.
La víspera, el mandatario cumplió su sexto aniversario en la Casa Blanca, periodo insuficiente para concretar sus múltiples promesas electorales que despertaron la ilusiones de millones de ciudadanos dentro de Estados Unidos y en todo el mundo y quienes ahora advierten la ausencia del "cambio" que siempre vaticinó.
Previsto para el 28 de enero próximo, el informe anual sobre su gestión ante el Congreso resumirá los últimos 12 meses en los cuales la administración debió enfrentarse a varios estropicios y hasta el cierre parcial del gobierno en octubre, debido a los desencuentros de demócratas y republicanos para consensuar el presupuesto de gasto federal.
La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) intenta emerger de un mayúsculo escándalo destapado en junio luego que uno de sus funcionarios, Edward Snowden, filtrara cientos de miles de documentos que evidenciaron masivos programas de vigilancia de comunicaciones telefónicas y por Internet a millones de personas y líderes mundiales.
Aunque Obama anunció el viernes una directiva con nuevas reglas para la recolección de datos, intentó justificar las actividades de la NSA y otras agencias de espionaje, mientras advirtió que continuará el husmeo de comunicaciones a nivel global.
Si bien informes oficiales sitúan el desempleo en 6,7 por ciento, algo que trasluce cierta recuperación de la principal economía del planeta, el Ejecutivo reconoce que su país está aún lejos de dar por concluida una crisis económica que incluso, pudiera repuntar.
Recientemente Jason Furman, el principal asesor económico de la Casa Blanca, adelantó que en su discurso el jefe de Gobierno insistirá en medidas que impulsen el crecimiento económico y el combate a la desigualdad en el país.
Expertos vaticinan que Obama subrayará la extensión de las ayudas por desempleo para cerca de 1,3 millones de ciudadanos sin trabajo y el aumento del salario mínimo federal de 7,25 a 10 dólares la hora, iniciativas varadas en la Cámara de Representantes por las reticencias de la mayoría republicana.
De igual forma debe abogar por la concreción de la paralizada ley de reforma migratoria para los 11,5 millones de indocumentados que los del partido rojo tambiíén torpedean.
Ante la polarización política en el Capitolio, Obama advirtió que podría pasar por encima del órgano legislativo y hacer uso de sus prerrogativas para imponer su agenda.