New York Times News Service
REIKIAVIK, Islandia.– Un edificio angular de vidrio, en la zona costera de esta ciudad, solía albergar a las oficinas centrales de un gigante de la banca que tenía operaciones en Europa, Norteamíérica y Oriente Próximo.
Ahora, está la sombra de ese gigante, un banquito que realiza transacciones sólo en Islandia y carece de la cultura negociadora y las ambiciones que tenía su predecesor.
La metamorfosis es resultado de uno de los derrumbes bancarios más grandes que haya tenido cualquier país. Ya se disipó el riesgo en el sistema financiero de Islandia, pero tambiíén se redujeron las operaciones bancarias básicas. Prestar a los consumidores y empresas se redujo a una fracción de lo que era antes de la crisis.
“Cambiamos de una situación en la que quien asumiera el mayor riesgo era el empleado del mes, a una situación en la que el que se arriesga menos se convierte en el empleado del mesâ€, explicó Bjarni Benediktsson, el ministro de finanzas islandíés. “Creo que necesitamos encontrar el punto medioâ€.
Islandia es un experimento viviente de lo que puede pasar cuando un país obliga a sus entidades financieras a reducirse en lugar de rescatarlas, como hizo gran parte del mundo durante la crisis financiera mundial.
Los tres principales bancos islandeses se colapsaron en octubre de 2008. Ninguno quebró tan espectacularmente como Kaupthing, el que tenía las oficinas en el edificio de vidrio, junto al mar. En un momento dado, tuvo un balance general cuatro veces el de la producción económica anual de todo el país. En diciembre, se condenó a cuatro ex ejecutivos de Kaupthing a múltiples sentencias en la cárcel.
De la crisis surgieron tres nuevas instituciones, incluido el Banco Arión, sucesor de Kaupthing, que solo tiene los activos locales de las viejas entidades. Tambiíén tienen una mentalidad distinta de la presuntuosa tenacidad que prevalece en otras partes del sector financiero.
“El mandato fue construir un banco nuevo sobre los cimientos del antiguo que se colapsóâ€, señaló Hoskuldur Olafsson, el director ejecutivo del Banco Arión, sentado en su oficina con vista al mar, escasamente decorada. “No se veía bien. No tenía ninguna dirección. Lo que necesitábamos hacer al principio era encontrar algún tipo de dirección hacia dónde dirigirnos con este bancoâ€.
El insólito camino de Islandia se ha presentado como modelo exitoso de lo que puede suceder cuando un país opta por permitir que sus entidades financieras se vayan a pique. El resultado es que los nuevos bancos en Islandia se están perdiendo de los grandes bonos y las oficinas de transacciones arriesgadas que han alimentado el enojo populista en otras partes.
“Somos un banco nuevo con nueva íética empresarial y una forma nueva de hacer las cosasâ€, dijo Steinthor Palsson, el director ejecutivo al que se trajo para manejar el Landsbankinn, el más grande de los bancos nuevos de Islandia. Los ingresos por las transacciones en el Landsbankinn bajaron a 10 por ciento de las que se tenían en 2006.
Sin embargo, sólo se pueden lograr ciertas cosas con una transformación del sistema financiero en un país que enfrenta un largo camino para la recuperación.
Muchas compañías y hogares en Islandia todavía están profundamente endeudadas. Birgir Gudjonsson, un policía de 37 años de edad en Reikiavik, dijo que los bancos habían estado demasiado interesados en reconstruir su negocio y su balance general y no ayudaron lo suficiente a dueños de casas, como íél, que compraron su primera casa justo antes de la crisis. Debido a que muchos críéditos en Islandia están vinculados a la inflación, Gudjonsson debe más de lo que le prestaron inicialmente.
“Hemos estado oyendo, casi semanalmente: 'Oh, miren esto, todo es grandioso’â€, dijo en su casa de dos recámaras, donde vive con su esposa y dos hijas. “Solo tenemos que revisar la cartera para ver la realidadâ€.
Las compañías y los dueños de casas que quieren conseguir más críéditos tambiíén tienen dificultades dado el conservadurismo de los bancos y la falta de acceso a inversionistas extranjeros. En los primeros nueve meses del año pasado, por ejemplo, los críéditos nuevos netos de Landsbankinn otorgados a corporaciones y personas físicas fueron de 0.8 por ciento de lo que fueron en todo 2006.
“No hay salida fácil de esta crisis profundaâ€, notó Benediktsson, el ministro islandíés de finanzas, quien hace poco asumió el cargo, despuíés de unas elecciones que giraron en torno al descontento económico.
Los dirigentes de Islandia no vieron a los rescates como una alternativa cuando asumieron el control de los bancos en octubre de 2008. Los tres bancos más grandes eran 10 veces más grandes que el producto interno bruto del país, en comparación con Estados Unidos, donde los activos de los bancos eran más o menos del mismo tamaño que el PIB anual.
Aun si hubiera querido, Islandia no tenía los recursos para salvar a sus bancos.
Más bien. El gobierno los tomó y separó todos los príéstamos y productos financieros que estaban fuera – la mayoría de los activos – y los metió en un mal banco sin respaldo gubernamental. El gobierno tambiíén hizo que fuera ilegal sacar dinero del país, con lo que detuvo una corrida sobre la moneda local, la corona islandesa.
Aun con estas medidas, la economía se encogió 16 por ciento durante el año siguiente, y la tasa de desempleo se incrementó de dos por ciento a casi 10 por ciento. Los bancos tambiíén trabajaban para reestructurar los príéstamos de compañías y hogares que ya no podían pagarlos. El gobierno aprobó una ley por la cual se tenían que reducir los críéditos a no más de 110 por ciento de la propiedad subyacente, con lo que se ayudó a los dueños de vivienda que habían terminado bajo el agua, aunque no se eliminaron los príéstamos vinculados a la inflación que tienen personas como Gudjonsson.
Landsbankinn fue más lejos y empezó una campaña para reducir la deuda de cualquier compañía u hogar que no pudiera liquidar los príéstamos. Ello presionó a los otros bancos a hacer esfuerzos similares.
Con otra ley se hizo ilegal que los bancos pagaran bonos de más de 25 por ciento del salario base, y, hasta hace poco, ninguno de ellos los pagaba. Sin embargo, íésta ha sido una de las áreas en las que los bancos se han percatado de los límites de la reforma. Despuíés de que bancos de otras partes de Escandinavia se piratearon a algunos empleados donde no hay límites para los bonos, el Banco Arión y el Islandsbank empezaron, hace poco, a ofrecerlos a ejecutivos selectos.
La reestructuración del sector financiero – y las medidas del gobierno para proteger a la moneda – han permitido que el desempleo caiga a 5.6 por ciento y empiece el crecimiento económico.
Muchos economistas, no obstante, dicen que los bancos están demasiado concentrados en el pasado, y no hacen lo suficiente para otorgar críéditos nuevos y construir un negocio para el futuro. Los bancos tambiíén han sido conservadores respecto de continuar reduciendo su fuerza laboral. “Están en una especie de altoâ€, notó Fridrik Mar Baldursson, un especialista en finanzas en la Universidad de Reikiavik. “Hay tanta inercia en el sistemaâ€.