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Autor Tema: Períº: Sobre el reciente aumento de sueldo a los ministros...  (Leído 153 veces)

OCIN

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Períº: Sobre el reciente aumento de sueldo a los ministros...
« en: Febrero 20, 2014, 10:37:18 am »
Por...  Alfredo Bullard



¿Cuánto debe ganar un ministro?

 Esa pregunta no tiene, en abstracto, una respuesta. Si pudiíéramos nombrar a Bill Gates de ministro de Educación, no dudarí­a que pagarle algunos millones al año valdrí­a la pena. Pero si quisieran nombrar al tristemente cíélebre Vásquez Bazán (ministro de Economí­a del primer gobierno de Alan Garcí­a), quien inventó muy suelto de huesos la diferencia entre inflación neta e inflación bruta (sin alusiones personales), disparando la hiperinflación del Perú a un nivel de ríécord mundial, sugerirí­a cobrarle a íél varios millones antes de nombrarlo ministro.

Lo cierto es que pagarle a un ministro 30 mil soles ($10.695) puede ser justo en ocasiones e injusto en otras, por ser demasiado para el personaje de turno o por ser demasiado poco para compensar lo que vale su trabajo.

No soy amigo de montos fijos porque las personas son muy diferentes. Una buena cantidad de personas muy capaces no verán como atractiva la oportunidad de ser ministros y otra buena cantidad, que ni en sus sueños más deseados imaginaban ganar cantidades parecidas, verán en ese monto la oportunidad de su vida.

¿Es cierto que esa remuneración es más atractiva para tentar a personas más capaces? Puede ser. Pero no es una verdad tan evidente.

Es de esperar que, sin perjuicio de la cuota tecnocrática que deba tener un gabinete, la mayorí­a de ministros sean polí­ticos o tíécnicos con vocación polí­tica. La teorí­a del “Public Choice” sugiere que los polí­ticos actúan para maximizar beneficios, solo que los beneficios no son solo monetarios (remuneración económica) sino tambiíén no monetarios (prestigio, reconocimiento y, sobre todo, poder).

Mire la cara de un ministro en el acto de juramentación, con su faja ministerial bien apretada en la cintura y su sonrisa en los labios. La gente le toma fotos, lo admira y lo comenta. Su familia está orgullosa. Saldrá en los periódicos y en la televisión, y sus conocidos más lejanos y ocasionales se llenarán la boca diciendo que es su í­ntimo amigo.

Y al dí­a siguiente descubrirá que habrá una corte de personas (unos más ayayeros que otros) que lo seguirán y harán todo lo posible para estar cerca de íél e influir en sus decisiones. El poder se siente en su trabajo, pero tambiíén en la calle cuando una escolta y una circulina le abren paso entre el resto de los mortales que tendrán que detenerse en las esquinas para darle preferencia.

Si el proceso de nombramiento de ministros sigue siendo, como es de esperarse, un proceso polí­tico, el incremento de la remuneración económica tendrá un efecto marginal si se lo compara con el efecto de la remuneración no monetaria, es decir la maximización de poder, que dicho sea de paso, suele tambiíén aumentar ingresos económicos, en especial si el ministro no tiene muchos escrúpulos.

Quizás aumente un poco la intención de tíécnicos puros a meterse en polí­tica. Pero dudo que haya un cambio significativo.

Más interesante es lo que la remuneración puede hacer para mejorar la gestión ministerial. Si en lugar de tener una remuneración fija los ministros (y muchos otros funcionarios públicos) tienen una base fija y bonos por resultados, el efecto parece más interesante. ¿No le parece una buena idea que el ministro del Interior reciba un bono importante si cumple una meta establecida para la reducción de la delincuencia? ¿Y si el ministro de Economí­a recibiera un bono si el crecimiento del PBI llega a superar el 8%? ¿O que remuneremos con un premio al ministro de Educación si mejora el rendimiento escolar? Obligar a ponerse metas y a fijar remuneraciones en función de resultados parece una herramienta mucho más poderosa que solo subir sueldos por subir sueldos.

Finalmente me parece muy bien pagarle más a la gente si su trabajo realmente lo vale, y pagarle menos al que pasa solo por allí­ para sentir el efecto de la circulina y las sobonerí­as de los ayayeros de turno.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...