CaixaBank se creó oficialmente en mayo de 2011, cuando asumió la actividad financiera de La Caixa. La caja de ahorros presidida por Isidro Fainíé convirtió a Criteria, el holding que agrupaba las participaciones industriales del grupo y que había debutado en Bolsa en octubre de 2007, en una entidad bancaria. El precio de referencia del estreno fue de 5,25 euros por título.
El 1 de julio de 2011 se produjo el reestreno en Bolsa de la antigua Criteria –la nueva CaixaBank–, incluso se hizo el clásico toque de campana. Eso sí, en la puesta de largo no se vendieron acciones a travíés de una Oferta Pública de Venta (OPV) o de Suscripción (OPS), sino bonos necesariamente convertibles en acciones. La Caixa vendió los bonos convertibles en acciones de CaixaBank a un precio de 5,253 euros. Colocó un total de 1.500 millones de euros, con la misión de reforzar sus recursos propios.
Estos bonos suponen, en última instancia, una ampliación de capital. La diferencia es que esta se produce de forma escalonada. La entidad ofreció una rentabilidad anual del 7%, que ha pagado religiosamente, y colocó los convertibles sin ningún problema en su amplia red de oficinas. En total, 327.803 clientes adquirieron el producto.
Unos 25.000 inversores se han bajado del barco desde la fecha de emisión, y ahora quedan 303.000 que casi recuperan el 100% de su dinero gracias a la evolución bursátil de CaixaBank. En todo caso, los dueños de los convertibles han registrado minusvalías latentes durante la mayor parte del tiempo que han tenido los bonos. La acción marcó un mínimo a 1,809 euros en diciembre de 2012 y ayer cerró en 4,683 euros.
El precio de canje de los convertibles se sitúa ahora en 4,97 euros por acción, aunque en un principio se estableció en 5,253 euros. Las ampliaciones de capital liberadas para abonar el scrip dividend han reducido el precio de canje hasta el nivel actual.
La buena noticia es que la escalada en Bolsa de CaixaBank, que sube un 23,6% en lo que va de año, permite a los inversores reducir minusvalías al mínimo.
Eso sí, ante la caída de la acción tras la emisión, CaixaBank tomó en enero del año pasado medidas para dar tiempo a que la cotización se recuperara. Así, amplió el vencimiento de los convertibles al 30 de junio de 2015, cuando en un principio estaba previsto para finales de 2013. La medida ha surtido efecto, pues ahora las píérdidas latentes respecto al precio de canje se han reducido al 5,8%. Si se tienen en cuenta los intereses del 7% anual cobrados desde el 10 de junio, los dueños registran plusvalías. Hay dos posibilidades de salir de los bonos. Primera, vender en el mercado secundario, donde cotizan en el entorno del 96% de su nominal, lo que implicaría unas minusvalías, sin tener en cuenta los intereses, del 4%. Segunda, esperar a la ventana de conversión del próximo junio.
Eso sí, en diciembre de 2012 la mitad de los bonos ya se transformó en acciones de CaixaBank a 5,03 euros. El día 14 de ese mes, cuando los exbonistas recibieron los títulos, CaixaBank cerró a 2,46 euros. De ahí que el importe en circulación de los convertibles se sitúe en 744 millones. Quienes se quedaron los títulos tambiíén recuperan la mayor parte de su inversión inicial, y además han recibido, bien los dividendos, bien las acciones entregadas de forma gratuita.
CaixaBank cuenta con otra emisión de convertibles, entregadas a los preferentistas, con 1.180 millones en circulación. En este caso, el precio de canje es de 3,65 euros, de forma que sus dueños –unos 170.000 inversores– ganan más de un 28%, y a este porcentaje hay que sumar los intereses que han cobrado: un 6,5% anual en los seis primeros meses y un 7% despuíés.