Por… Gustavo Duch Guillot
En los suburbios de Bamako ya no podía comprar comida de tanto que se especuló con ella en las bolsas de valores. Y marchó.
Fue cuando una empresa extranjera, para cultivar rosas para lugares muy lejanos, la expulsó de su tierra etíope, que decidió emprender el viaje.
-Mi padre murió de sida, mi madre murió de sida. Dicen que la enfermedad la trajeron quienes trajeron la perca que ahora se llevan del Lago. No quiero morir como ellos.
La colonia francesa les obligó al cultivo de algodón, pero ahora en Burkina Faso se paga muy mal. Tienen que escapar de la miseria.
Quiere ser pescador, como sus abuelos, aunque en su Ocíéano solo divisa flota europea que paga royalties a un Marruecos invasor.
En Senegal ya no puede vender los pollos que cría, llegan pollos envasados y troceados, a precios invencibles, industriales, subvencionados.
-¿Cómo será vivir sin guerras? í‰l es hijo de la guerra y de la violencia que provocan quienes se lucran con el coltán.
Mandela acabó con el apartheid pero tampoco despuíés pueden disponer de tierras para huertos y ganado. Su ruta es la más larga.
-Cuando intentamos ir a nuestros arrozales para comenzar a sembrar -recordaba- nos encontramos con un guardián de una empresa española que llevaba un arma que nos dijo que tenía órdenes de no dejarnos entrar. í‰l era campesino, de Guinea Bissau.
-¿Cómo dejan -pensaba ella- que sus empresas de Murcia y Almería nos roben la tierra para cultivar melones y sandías? Ella era campesina en Senegal.
-Dicen que lo apoya Bill Gates, el Benevolente, pero su revolución de semillas transgíénicas, aquí en Mozambique, no la puedo pagar. Marcho.
No soportó un día más a los señores de la guerra, ni a la tropa de fragatas que protege a los piratas del atún. Era pescador. Partió desde Somalia.
Buscaba otra vida, otro color, pues el negro del petróleo en Nigeria les ha contaminado los días y las tierras. El azul le tragó.
-El valor de estas tierras es su acceso al agua de riego -dice el gerente de un fondo de inversión con sede en Reino Unido-. Y sus inversiones en Zambia, provoca el íéxodo del que hace catorce.
Tenía un propósito, quería preguntar, ¿por quíé siempre nos roban?
15 injusticias a la deriva a las que les bastaba una rama de árbol, un tronco, pero les lanzaron balas de goma. A matar.
Suerte en sus vidas…