Casi siete años despuíés de iniciarse la actual crisis, la creación de empleo neto dejará de ser un espejismo. Fuentes de Moncloa confirman a elEconomista que el Gobierno trabaja con la perspectiva de que, solo el año que viene, se creen 300.000 empleos netos en nuestro país. A la vez, las mismas fuentes dan por buena la estimación publicada recientemente por la CEOE, en la que los empresarios calculaban que ya en 2014 se generarán 110.000 puestos de trabajo.
Si se confirman tanto los pronósticos oficiales como los de la patronal, España conseguiría crear en dos años algo más de 400.000 puestos de trabajo, y esta cifra supondría recuperar el 13% de los 3 millones de empleos que se han perdido desde el verano del año 2007.
El presidente Mariano Rajoy ya aseguró la semana pasada desde Barcelona que el Producto Interior Bruto (PIB) avanzará al 1,8% el próximo ejercicio, esto es, tres díécimas más que en la última estimación oficial y seis díécimas por encima de la contenida hasta ahora en el cuadro macroeconómico.
Antes, la economía española crecería al 1% este mismo año, tal y como confirmó el ministro de Economía, Luis de Guindos.
Empleo creciendo menos
La importancia de estas cifras es que, de confirmarse finalmente, avalarían la tesis de aquellos economistas que defienden que, con los cambios puestos en marcha en el mercado de trabajo desde el inicio de la crisis, ya no es necesario que la economía crezca al 2% o por encima para poder crear empleo neto. Este extremo supondría un importante cambio estructural para nuestro país.
Servicios de estudios como el del BBVA Research, e incluso el Colegio de Economistas, han defendido abiertamente esta posibilidad. El decano de este organismo en Madrid, Juan Iranzo, estima que esa creación de empleo neto puede aparecer ya con un repunte de la economía de apenas ocho o nuevo díécimas.
Mientras, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) va algo más allá y calcula que el PIB avanzará un 1,2% este año, lo que permitirá generar 155.000 puestos de trabajo.
Por otra parte, la previsión de crecimiento del Ejecutivo para el año que viene coincide con las estimaciones de los empresarios -que sitúan además en el 1,2% la revalorización del Producto Interior Bruto en el actual ejercicio- y es una díécima más optimista que la publicada por la Comisión Europea el pasado mes de febrero.
Ante estas perspectivas, existe un cierto temor, al menos en un sector del Gobierno, a que tocar el IVA, o excederse en la reclasificación de productos que pasarán a estar gravados por el tipo general del 21%, pueda lastrar nuevamente el consumo, ahora que la demanda interna podría comenzar a tirar.
Las citadas fuentes reconocen que otra de las preocupaciones del Ejecutivo tiene que ver con cómo pueda comportarse en adelante la balanza comercial. En primer lugar está el miedo a que, con la recuperación económica, pueda producirse un aumento considerable de las importaciones, que no pueda verse compensado por la actividad del sector exterior, lo que implicaría que España volvería a perder competitividad.
Balanza comercial
Y en segundo lugar, porque al Gobierno de Rajoy le preocupa que realmente no se estíé produciendo un cambio de modelo, y que la mejora de las exportaciones obedezca más a un factor coyuntural -la fuerte caída del consumo en España- que a una mejora de nuestra competitividad frente a los países de nuestro entorno.
Si recordamos, el díéficit de la balanza comercial se redujo un 48% el año pasado, hasta los 15.955 millones de euros, según datos del Ministerio de Economía. Con todo, sigue existiendo debido a la enorme dependencia energíética que aqueja a nuestro país. En 2013 nuestro país exportó por valor de 234.239,8 millones, la cifra más alta que arroja la serie histórica de esta estadística, que se inició en 1971.
El hecho de que el ritmo de crecimiento se acelere y con íél mejoren los datos del mercado laboral supondría un cierto alivio para nuestro país que, de acuerdo con las exigencias de la Comisión Europea y en el marco de su Programa de Estabilidad, debe reducir el agujero de las cuentas públicas desde el entorno del 6,5% al que habría cerrado el año pasado, al 2,8% en 2016.
Esta rebaja del díéficit implica un esfuerzo de ajuste de unos 37.000 millones, que se hará más duro cuanto más elevada sea la tasa de paro, en tanto que habrá que destinar un mayor montante a esta partida en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Otro aspecto muy a tener en cuenta será la futura rebaja fiscal del Ejecutivo que, según Cristóbal Montoro, no subirá impuestos para compensar la bajada del IRPF comprometida.