PABLO PARDO | AGENCIAS
WASHINGTON.- La realidad del libre mercado se impuso el martes por la noche a la ideología del libre mercado. Despuíés de dos días negando cualquier tipo de intervención pública para salvar de la quiebra a AIG, la tercera mayor aseguradora del mundo, el Gobierno de Estados Unidos dio marcha atrás y aceptó que tendrá que intervenir con dinero del contribuyente para evitar el colapso de esa empresa, que amenaza con provocar el mayor cataclismo en el sistema financiero mundial desde el 'crash' de Wall Street de 1929.
Como explicaba el martes una gestora de uno de los mayores bancos de EEUU a EL MUNDO, "sin dinero del Gobierno, AIG está acabada". La fórmula que Washington ha utilizado para salvar a AIG ha sido la concesión, a travíés de la Reserva Federal, de un críédito puente de 85.000 millones de dólares (unos 60.000 millones de euros), que dejaría al Estado el control del 80% de la empresa.
El organismo que funciona como Banco Central de EEUU indicó en un comunicado que el programa de rescate financiero contó con "todo el apoyo" del Departamento del Tesoro. "El príéstamo incluye condiciones y plazos concebidos con el fin de proteger los intereses del Gobierno de EEUU y los contribuyentes", dijo el comunicado.
Según el texto, el objetivo de esta inyección de liquidez es ayudar a que AIG cumpla sus compromisos. "Este príéstamo facilitará el proceso a travíés del cual AIG venderá algunos de sus negocios de forma ordenada con la menor alteración posible de la economía general", añadió.
Esa 'inyección de liquidez' tiene un plazo de 24 meses y los intereses se acumularán sobre el monto de la deuda pendiente a una tasa de Libor a tres meses más 850 puntos básicos, explica el comunicado.
Respaldo de la Casa Blanca
La operación tambiíén tuvo el respaldo del presidente de EEUU, George W. Bush, según manifestó el portavoz de la Casa Blanca, Tony Fratto. "El presidente apoya el acuerdo anunciado por la Reserva Federal", afirmó Fratto. Agregó que "estas medidas se toman con el objetivo de promover la estabilidad en los mercados financieros y limitar el daño a la economía en general".
Los accionistas pierden la mayor parte de su inversión, si bien no es menos cierto que el valor de AIG ha caído un 98,1% desde que explotó la crisis de las hipotecas 'subprime' en julio del año pasado. A cambio, se evita la mayor quiebra de la Historia, ya que AIG tiene unos activos de más de un billón de dólares (700.000 millones de euros), una cifra equivalente al 80% del PIB de España.
El billón de dólares de activos es una de las dos razones que explican la angustia de EEUU con respecto a AIG. La otra tambiíén puede reducirse a una cifra: 307.000 millones de dólares (o 215.000 millones de euros). í‰se es, según la documentación aportada por la aseguradora a los reguladores de Estados Unidos, el monto total de los críéditos que los bancos de todo el mundo –pero, sobre todo, de Europa– tienen asegurados con AIG. Es decir: si la aseguradora quiebra, no indemnizará a los bancos en el caso de que los tomadores de esos críéditos no paguen.
AIG, al borde de la insolvencia
Gracias a esos seguros, los bancos han podido convencer a los reguladores de que el riesgo de esos críéditos es pequeño, porque siempre estará AIG para hacer frente a eventuales impagos. A su vez, eso ha permitido a los bancos conceder más críéditos. La involucración de AIG en esas operaciones es tan grande que, como dijo el lunes Ken Lewis, el presidente del Bank of America, que tras su compra de Merrill Lynch se va a convertir en el mayor banco del mundo, "no conozco ningún gran banco que no tenga una exposición significativa a AIG".
í‰sa es la clave de esta crisis. AIG roza la insolvencia. Y el balance de los grandes bancos de todo el mundo se resiente. Incluso hasta el propietario de la principal oficina en Londres de Lehman Brothers –el gigante de la banca de inversión que quebró el lunes– se había asegurado contra un eventual impago del alquiler con AIG, con lo que ahora corre el riesgo de perder la renta y el seguro.
La exposición de entidades extranjeras da un componente adicional de riesgo político a la crisis. EEUU no ahorra lo suficiente, y necesita captar capitales del resto del mundo. Y el Departamento del Tesoro de ese país sabe que no puede permitirse el lujo de que el resto del mundo pierda la confianza en su sistema financiero. Es algo similar a lo que pasó hace diez días con las agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, que fueron nacionalizadas a un coste para las arcas públicas de al menos 140.000 millones.
En aquella ocasión, no sólo estaba en juego la solvencia del sistema hipotecario de EEUU, sino tambiíén las inversiones llevadas a cabo en bonos de ambas entidades por bancos centrales extranjeros, sobre todo de Asia. Como ha declarado el consultor de Wall Street Barry Ritholtz, "Fannie y Freddie no eran demasiado grandes para caer; eran demasiado chinas para caer".
Esas consideraciones pueden haber llevado al secretario del Tesoro, Hank Paulson, y al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a abandonar su oposición al rescate. Los argumentos para rechazar la aportación de dinero público para AIG eran básicamente dos. Uno, que la aseguradora se ha cavado su propia tumba al invertir en bonos basados en 'hipotecas-basura'. Otro, que los paquetes de rescate corren el riesgo de incentivar las ventas a corto en la Bolsa. Al final, sin embargo, la posibilidad de un cataclismo financiero mundial ha podido más que todas esas teorías y, desde el martes por la noche será el contribuyente de EEUU el que correrá con la factura de los errores de los gestores de AIG.
Fuente:Elmundo.es