Es como cuando la íépoca de bonanza, previa a la crisis, cuando me llamó la comercial de la oficina del banco donde tengo la cuenta. (Uno de los gordos del IBEX).
En aquellos momentos tenía un pequeño capital muerto de risa y sin rentar en la cuenta, y la comercial insistía en que invirtiese en algún tipo de producto en el mercado bursátil, y que en el largo plazo tendría las posibilidades de un buen retorno. (Ahora no recuerdo cual, pero igual quería endilgarme unas preferentes o algo así)
Ante tanta insistencia, y para zafarme de ella, lo único que se me ocurrió fue preguntarle, ¿y usted puede decirme como cerrarán las acciones de su banco el día de hoy? (Subirán o bajarán)
Ella se quedó dudando, sin saber muy bien que contestar, con lo que yo continuíé... mire si usted no sabe que va hacer su propia empresa en un día, ¿porque quiere entonces venderme productos de terceros?
Y aquí acabo la conversación.
Lo que ella no sabía es que mi padre trabajó 50 años en la banca (empezando de botones), y el regalo de despedida fue un reloj chapado de oro, y que las acciones que el banco había vendido a los empleados del banco con el tiempo, y que mi padre confiaba un suplemento para su jubilación, se diluye en nada. Si, estoy hablando de Banesto y Mario Conde, y que precisamente mi padre se jubiló en el año del desastre. Por tanto mi desconfianza hacia estas entidades = 0)