Míéxico ha iniciado una oleada de compras en España. Conscientes del buen momento para invertir en la Península Ibíérica, gracias, sobre todo, a la bajada de los precios, las grandes corporaciones del país quieren aprovechar todas las oportunidades que se presenten y se han decidido a entrar en todo tipo de negocios desde el sector financiero, los transportes, las alimentación o el petrolero.
El próximo mes de junio, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, visitará España y parece que antes de este evento se pretende dar a conocer una serie de operaciones que se han ido produciendo entre ambos países.
Ado ha comprado la empresa de autobuses Avanza; la alimentaria Sigma, propiedad de Alpha, uno de los gigantes industriales mexicanos con presencia en energía y telecomunicaciones, acaba de adquirir Campofrío con la china WH, lanzando una opa sobre el resto y el multimillonario David Martínez ha invertido 312 millones en el Banco Sabadell, haciíéndose con el control en la última ampliación de capital de un 5% de la entidad, a la espera de entrar en el consejo.
Eso, al margen de otras de las familias más influyentes de Monterrey, su ciudad de origen, que tambiíén han acudido a la ampliación, así como la entrada de Gustavo Tomíé, a travíés de Davinci Capital, y inmobiliaria Inmosan en Liberbank.
Perspectivas de rentabilidad
La atracción hacia la banca española de capitales procedentes de magnates aztecas es creciente por su convencimiento en la capacidad de rentabilizar la posición. Los inversores mexicanos vivieron en primera línea la reinvención y resurgimiento de sus propias entidades financieras, heridas de gravedad con crisis tan dramáticas como el efecto Tequila, iniciada en Míéxico en 1994 por la falta de reservas internacionales, que causó una drástica devaluación del peso y tuvo repercusiones mundiales.
El pistoletazo de salida lo dio el grupo Bimbo hace dos años con la compra del negocio de Sara Lee en España y Portugal por 115 millones, una operación que incluía su propia marca, Bimbo, además de Martínez, Ortíz y Silueta.
Son grandes operaciones, con un gran trasfondo detrás. El país que preside Peña Nieto se ha consolidado así como el primer inversor latinoamericano en territorio español. Pero lo más importante es que ha conseguido decantar además de su lado la balanza comercial de una forma clarísima.
Si España ha exportado a Míéxico en los nueve primeros meses del año bienes y servicios por un importe de 2.497 millones de euros, las importaciones se han elevado durante ese mismo periodo a 4.224 millones. Es decir, que la balanza comercial ofrece un saldo favorable para ellos de 1.744 millones, ya que el país azteca se ha convertido además en el principal suministrador de petróleo a España.
De acuerdo con los datos del Icex, el año pasado les compramos en conjunto suministro energíético -fundamentalmente, crudo- por 3.691 millones. A mucha más distancia aparecen ya tecnología industrial (192,1 millones de euros), productos químicos (117,7 millones) y hortofrutícolas (47,1 millones de euros).
Según se explica en el último informe sobre el país elaborado por el Icex, "Míéxico fue el país latinoamericano más afectado por la crisis en 2009, tanto por su dependencia del ciclo económico de Estados Unidos como por factores internos, unido a política fiscal que, con poco margen, no pudo estimular la economía". El bajo coeficiente de ahorro e inversión, junto a un nivel tambiíén mínimo de productividad y falta de estímulos macroeconómicos provocó que el PIB se desplomara ese año un 6,5%, la mayor caída registrada en díécadas.
No obstante, ya desde finales de 2009 y durante todo 2010, el crecimiento de la actividad industrial en Estados Unidos reactivó las exportaciones mexicanas y permitió que el PIB creciera tanto en 2011 como en 2012 un 3,9%. Las previsiones del Gobierno mexicano para este año se sitúan en un rango de entre el 3 y el 4%, lo que para el Icex supone que "la recuperación económica se ha consolidado". A sus empresas no les falta así capacidad de maniobra.
En toda esta oleada de inversiones se mantiene, no obstante, el intento de asalto a Repsol que fracasó y que ahora se ha convertido en el principal punto de fricción. La próxima visita de Peña Nieto debe servir para calmar los ánimos y para encontrar soluciones negociadas. Entre tanto, el Gobierno mexicano amenaza con vender el 9 por ciento de Repsol como presión para tratar de arrancarles un mejor acuerdo.