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Autor Tema: El fin del pan con tomate...  (Leído 244 veces)

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El fin del pan con tomate...
« en: Mayo 23, 2014, 07:36:50 pm »
Por...  Gustavo Duch Guillot 


La historia de los dos camiones que chocaron de frente en una autopista francesa la relató el campesino y filósofo Pierre Rabhi extrañado como quedó al conocer el contenido de las mercancí­as que quedaron desparramadas. El camión que viajaba de Almerí­a a Holanda transportaba tomates y el que viajaba de Holanda a Barcelona transportaba…tomates.
 
La retomo porque a mi entender ilustra muy bien la preocupación a la que aquí­ me voy a referir: si no reaccionamos, en breve, Catalunya no producirá tomates.
 
Aunque la producción de tomates representa el 20% del total de la producción de hortalizas en Catalunya, con 52.000 toneladas al año, desde el año 2005 hasta el 2012 la producción de tomates ha descendido un 40%. En concreto, y como se explica detalladamente en el informe ‘La Ruta del Tomate’ del Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y de la Revista Soberaní­a Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, elaborado por Mónica Vargas y Olivier Chantry, en 2012 se produjeron 32.000 toneladas menos que en 2005.
 
Un dato ha sido central para entender el porquíé las y los campesinos catalanes están dejando de cultivar tomates. Entre junio y septiembre, que es la temporada de producción local de tomates y cuando existe mayor demanda, sus tomates en Mercabarna no se venden, pues enormes camiones, como los que refiere Pierre, ofrecen tomates a 30 cíéntimos el kilo, un precio por el que a los payeses de aquí­, dicen, no les sale a cuenta producir.
 
La primera hipótesis te hace mirar hacia Almerí­a y sus cultivos bajo plástico o, últimamente, hacia Marruecos, donde se están instalando en grandes fincas, agroindustrias de capital español para replicar el modelo de invernadero en lugares donde la mano de obra es más barata. Sin embargo, es una hipótesis errónea, ya que, gracias a sus condiciones climáticas, estas producciones cubren la demanda de tomates ‘fuera de temporada’ y no hay una competencia directa con la producción catalana.
 
La mirada hay que ponerla a más de 1.500 kilómetros de distancia pero enfocando hacia el norte. En pleno verano, cuando lo razonable es consumir el tomate que se está produciendo en nuestro territorio, el mercado está siendo inundado por la producción de tomates de Holanda.
 
Seguro que, como a mí­, les sorprende que el paí­s de los tulipanes, donde el clima no es tan propicio para la agricultura como el nuestro, pueda estar desplazando la producción catalana. ¿Cómo consiguen precios tan baratos? ¿Y el transporte? ¿Hay subvenciones que distorsionan y hacen posible este dumping? ¿Tienen variedades más productivas?
 
Aunque ciertamente sus variedades se despreocupan del sabor para priorizar que puedan resistir largos transportes y muchos dí­as en las estanterí­as de los supermercados; aunque los cultivos los tienen tan mecanizados y automatizados que casi no hay mano de obra y el empresario agrí­cola controla la producción desde un telíéfono móvil, el elemento más relevante de este disparate alimentario no lo tenemos que buscar fuera, está a pocos kilómetros, en las instalaciones de Mercabarna en la Zona Franca.
 
Lo hemos explicado en otras ocasiones, la globalización alimentaria se acompaña de una brutal concentración de poder de muy pocas corporaciones en cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria. Así­ por ejemplo, son muy pocas las empresas que controlan el mercado de las semillas, son muy pocas las que controlan la geníética animal, son muy pocas las grandes cadenas que han acaparado toda la venta a la población y, fí­jense, son muy pocas las que hacen de intermediarias entre productores y minoristas.
 
Los intermediarios o mayoristas, con sus paradas en el Borne y posteriormente en Mercabarna, y que históricamente han sido señalados por apropiarse de los mejores márgenes agrarios, es tambiíén, actualmente, un segmento concentrado en pocas manos. En Mercabarna, las 439 paradas, antes individuales, ahora se las reparten 149 empresas y 11 cooperativas agrí­colas y, entre ellas, sólo 20 controlan más de un tercio del total. Es decir, hablamos de pocos mayoristas que distribuyen tal cantidad de mercancí­a que su rentabilidad depende de operaciones de gran cantidad de gíénero, de un único proveedor, homogíéneo y con capacidad de entrega rápida, que les permita reducir los costes de compra, almacenamiento y transporte. Y eso es lo que les ofrece Holanda a diferencia de tener que adquirir tomates de múltiples fincas del colindante Parc Agrari o del Maresme.
 
El informe referido guarda una cita reveladora del Director General de Mercabarna que en 2006 ya declaraba que “gracias a las economí­as de escala, es más barato transportar en barco manzanas desde Singapur, que desde Barcelona a Granollers”
 
Si no queremos renunciar al buen sabor de una pan elaborado con harinas de nuestros campos y unos tomates cultivados en nuestros huertos, manteniendo así­ un territorio agrí­cola sano y vivo, es el momento de ignorar economí­as de escala que conducen directamente hacia un profundo pozo.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...