Por… ROCíO ARANGO GIRALDO
Desde 2001 han aparecido productos, servicios y relacionamientos, que buscan solucionar problemas sociales y ambientales a travíés de formas innovadoras. Sin abandonar la idea de ser sostenibles y rentables.
Según el libro La Economía del Propósito, de Aaron Hurst, aunque actualmente todas las formas de negocio que usan mejorar la vida de millones de personas, no son una masa representativa en el producto interno bruto, este tipo de actividades económicas de rápido crecimiento serán en 20 años la tercera economía más importante en Estados Unidos, comparable con las actuales industrias de tecnologías de información.
La Economía del Propósito se ha hecho manifiesta de múltiples formas. Una de ellas es la inversión social y ambiental de impacto que según la internacional JP Morgan alcanzó en 2013 un monto aproximado de 9 billones de dólares. Los tres parámetros de la inversión de impacto están en sintonía con el impacto de la propia empresa ante una necesidad social o ambiental, posibilidades de retorno de la inversión y el panorama de sostenibilidad de la empresa.
Tambiíén se habla del trabajo colaborativo que incluye a la comunidad objetivo, además de resaltar el concepto de ciencia ciudadana.
Otra de las formas propias de la Economía del Propósito, son bancos de tiempo. Ellos nacieron en los Estados Unidos y España en la íépoca de los 80"s, como lugares donde profesionales y gente del común podían intercambiar su tiempo en actividades en las cuales otros necesitaran de su ayuda. Actualmente en España funcionan unos 60, con una media de unos 200 usuarios en cada uno, e implican unas 12.000 personas en todo el país.
Según el índice de filantropía global en su edición de 2012, la inversión de capital privado creció a $575 mil millones en 2010, con un aumento de $455 millones del año anterior. El 82 % de los recursos donados por personas naturales, fueron recaudados a travíés de donaciones anónimas en internet. Este tipo de organizaciones que a nivel global se dedican al microfinanciamiento y la donación anónima a travíés de la red, hacen parte de la Economía del Propósito.
La próxima fase de nuestro desarrollo económico como ciudad innovadora debe contener las formas y las actividades económicas propias de la Economía del Propósito. Nuestras políticas de emprendimiento deben de ser flexibles hacia este tipo de actividades lucrativas con impacto social y económico.