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Autor Tema: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky  (Leído 1117 veces)

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Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« en: Mayo 28, 2014, 07:26:08 pm »
Las enseñanzas de Doña Magdalena

 LAS ENSEí‘ANZAS DE DOí‘A MAGDALENA

Alejandro Jodorowsky


http://mateafdrina.blogspot.com.es/p/las-ensenanzas-de-dona-magdalena.html



DOí‘A MAGDALENA Y ALEJANDRO JODOROWSKY. PRIMERAS LECCIONES.
Dada la inmensa fama que adquirió Castaneda publicando las enseñanzas de don Juan, guardíé unos 40 años esas cintas, no queriendo pasar por un imitador del cíélebre escritor. Ahora que nuevos medios de comunicación nos prestan sus servicios he aprovechado para transcribir algunas de esas cintas, sin ningún deseo de explotarlas comercialmente en libros. Sólo las iríé publicando aquí­, tal cual las registríé, esperando que le sirvan a quien quiera desarrollar su conciencia. No hay propiedad privada. Son enseñanzas que les pertenecen a todos. Puedes copiarlas cuantas veces quieras. Y si esas meditaciones te sirven, no me lo agradezcas a mí­ sino a ese santo ser que incineró su individualidad para convertirse en mensajera del Ser Esencial que habita en lo profundo de ti mism@.


En 1980 el grupo surrealista me invitó a pasear con su maestro Andres Breton por las playas de Niza. Diez reverentes artistas, yo entre ellos, seguí­an al gran poeta que caminaba con los pies desnudos por la costa llena de guijarros, observándolos con atención extrema. De vez en cuando, lanzando una exclamación de placer, recogí­a una de esas piedras y nos la mostraba. Sus discí­pulos la examinaban extasiados, luego la guardaban en un saco de cuero negro. Breton habí­a decretado que las únicas esculturas merecedoras de ser exhibidas en museos eran las humildes piedras. Este extraño paseo me reveló la importancia de las piedras. Eran nuestros antepasados. En el mineral se encuentra encerrada la conciencia. ¿Y quíé es la conciencia sino el sueño de la materia? Piedra y sueño: dos facetas de la energí­a mágica que impregna lo existente…
 Que este corto texto sirva de prólogo a una revelación que me decido a hacer a propósito de la energí­a mágica que impregna lo existente. La curandera doña Magdalena, a la que tuve la ocasión de conocer en Míéxico, me confió muchas de sus enseñanzas en relación con los masajes iniciáticos. En uno de nuestros encuentros, llevíé oculta una pequeña grabadora. Doña Magdalena me habí­a prometido revelarme el poder mágico de mis manos… Registríé todo lo que ella me dijo. He transcrito su enseñanzas, tal como ella las dijo, sin cambiar nada, sin mejorar el estilo, sin eliminar las naturales repeticiones de palabras cuando se usa el lenguaje hablado… No síé cómo este texto será recibido. Aconsejo que cuando doña Magdalena hable de los dedos, tú que estás leyendo esto, los estires, tratando de sentir a travíés de ellos lo que la santa mujer indica.
” Deja posar las manos de manera delicada. Estiran los pulgares y haz un cí­rculo; es el cí­rculo vital que va hacia el exterior. Se hace como si se esculpiera una bola con los pulgares y se saca toda la fuerza por los mismos. Y subes hacia arriba y vuelves hacia ti, y tienes todo el espacio en tus pulgares. Hacia adelante. Más extendidos… más fuerte…
Esto te da la fuerza. Ahora con los dedos pequeños, fortifica, apoya…
Ahora afirmamos nuestro oro y nuestro cuerpo, nuestro lugar. Mi lugar es pequeño pero está ahí­. Y yo me pongo ahí­. Estos son los dedos pequeños en plena posesión de la materia, en plena energí­a.
Vamos a jugar ahora con el intelecto. Conectamos el í­ndice con la tierra y señalamos a cada persona; eso está prohibido pero lo hacemos. Me abro y siento que abro mi intelecto hacia el mundo, que subo hacia el cielo del intelecto.
Utiliza ahora la imaginación. Vuelvo, y comienzo a producir viento, aire, cada vez más fuerte. Soplar. Lanzo la tempestad, grande. Más lejos, más lejos, a millares de kilómetros.
Ahora vamos a hacer la fuerza del corazón con el dedo del medio. Este dedo ha sido identificado como el dedo sexual, sucio, que insulta, etc, pero para nosotros es el dedo fuerte del corazón. Se hace lo mismo, se abre lo máximo posible, una proyección que es más larga que en el í­ndice. Y ahora, pon un poco de viento, y aquí­ una llama, y vamos a hacer un fuego cada vez más grande hasta incendiar la galaxia e incendiarlo todo. Vamos lentamente agrandando el pequeño fuego. Despuíés baja el í­ndice y continua con el otro en llamas, para provocar el incendio. Es el fuego purificador del amor, se purifica todo lo que está polucionado, la tierra, los otros. Incendiar el universo, hacer crecer las estrellas. Y ahora calmar el fuego.
No se si te das cuenta de que estamos construyendo unas manos de potencia. Es así­ como construimos la mano: yo le doy la potencia a estos dedos. Son manos de mago, manos de poder.
Ahora vamos al dedo del sexo, que es un dedo generador, dulce, en la tradición el sexo es utilizado por el dedo más suave. Es el agua, pero el agua generadora, agua del ocíéano, agua de los rí­os. Es la energí­a sexual del cosmos, la kundalini, prana, todo eso, pero es algo dulce, no agresivo. Y va a producir y producir y de ti va a manar ese agua azul de la Estrella del Tarot. Es agua que tu repartes, agua generatriz, agua bendita, y la pones en toda la materia, en todas las emociones, en todos los pensamientos. Que purifica, que limpia, que se acumula, que brota. Siente la potencia de la reproducción, de la creatividad, del alimento espiritual.
Mira ahora este pulgar tan potente de vida, al que se une este pequeño dedo tan cuadrado. Haces así­ y ves que puedes hacer un ángulo recto. Porque son tan fuertes y están bien apoyados estos dedos; y despuíés añades entre estos dos dedos, el dedo de la materia, el pequeño, y el dedo de la consciencia, el pulgar. Añades el huracán que has hecho, y añades ese fuego, y añades ese agua dulce y así­ se unen los tres principios, con esta base que lo sostiene todo. Forma y consciencia. Y mueves tus manos, tratando de comprender todo eso al mismo tiempo. Y tus manos lo sienten así­.
Y comienza a sentir que el dorso de tu mano está conectado directamente con el pasado y que todo el pasado está ahí­ para impulsar tu mano hacia adelante. En el dorso de tu mano está el pasado positivo de toda la humanidad. Te empuja la mano hacia la acción, te propone un camino, pero un camino muy puro. Vas a sentir tus dedos y el dorso de tu mano con todo el pasado de los seres que han vivido, que han desaparecido pero que están aquí­. Todos esos seres beníéficos para tu acción en el mundo. Y pones la mano al servicio de Buda, de Cristo, de la Virgen Marí­a, de los profetas que están detrás tuyo, en el pasado, ayudándote. Ellos te ayudan todos, y tu vas a mover tu mano obedeciendo al impulso hacia la realización. El pasado te empuja hacia la realización desde el dorso de la mano y desde los dedos tan diferentes. Tienes ayuda en el pasado, el pasado es tuyo, todo el pasado es tu pasado. Y tu pasado te empuja. Todo te sucedió a ti.
Y ahora te concentras en la palma de tu mano, y sientes que con la palma de tu mano te conectas al futuro. Y que el futuro te tira, que todos los seres que van a nacer te tiran. Detrás de ti hay millones de budas que han desaparecido que te miran la espalda, en la misma posición. Y frente a ti hay millones de budas que te llaman y que te tiran de las manos hacia la perfección. Mirado por el pasado y atraí­do por el futuro. Y tus manos están completamente en el presente. Y donde vayas, llevas el presente. Llevas la sustancia, la consciencia. Y esta consciencia que llevas es amada por todos los seres beníéficos del pasado y por todos los seres beníéficos del futuro. Todos están en tus manos, guiando tus manos.”


(2). INVOCANDO A DIOS.

Así­ me habló y enseñó doña Magdalena:
“La mano se apoya sobre el dedo meñique para escribir, este corresponde a la materia corporal. El dedo anular corresponde al agua, creatividad, sexo. El dedo del medio corresponde al fuego, a la vida emocional……. y el í­ndice al intelecto, a la cabeza. Tenemos….. el cuerpo, el sexo, el pecho, la cabeza.
Despuíés que se ha aprendido a comunicar bien con esas cuatro partes, cuando funciona todo perfecto, puedes comunicarte con cada uno de tus dedos, gracias al pulgar que es la consciencia, no es el intelecto. Es como una nueva dimensión del pensamiento. Normalmente tenemos estas cuatro partes que están separadas por nuestra educación, el cuerpo va por un lado, el sexo por otro, la cabeza por otro, la emoción por otro. Cuando se llega al quinto estado, se une eso, es la unión de sí­, a partir de ahí­, se comienza a conocer. En estos dedos están unidas la vida y la muerte.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Entonces, tu mano izquierda va a significar el universo, lo que se recibe, la parte receptiva, que toma la materia. Y con este quinto estado se entra en el universo. Confianza completa.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
La mano derecha completa, eso significa el dios activo, la actividad completa, que entra en el universo para hacerlo vivir. Esta es la mano derecha, el mundo de los dioses, el mundo de los seres verdaderamente vivos.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Ahora, cuando se comunica la cabeza con la tierra, positivo y negativo, la parte positiva y negativa del agua, del sexo… la parte positiva y negativa del corazón… la parte positiva y negativa del intelecto… nuestro consciente positivo y negativo, el universo y la divinidad, se llega al íéxtasis. Es la perfección, todo está unido, se hace la unidad total.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Todo esto que te hago escuchar y hacer es para enseñar a otras personas, para formar a las personas que puedan despuíés aplicar esto. Mi fin es enseñarte lentamente, calmamente y profundamente, para que puedas enseñar a los otros. Si hacen esto, tendrán un mundo en las manos. Yo me he comunicado con el Dios de mis entrañas, para que íél me guiase, si no, no hubiera comprendido nada. Hay que dejarse ir y en un momento la comprensión viene.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Concíéntrate en las manos, entra bien en las manos, en el mundo de las manos. Ahora, la una contiene a la otra. Relaja el í­ndice, relaja el dedo del medio, relaja el anular, relaja el meñique, relaja los pulgares. Quita el polvo de tus manos, tí­ralo, tí­ralo todo, vací­a la cabeza, vací­a tu pecho, tu sexo, vací­a tu cuerpo. Con esta mano, tomas el fluido de tu pecho, todo lo que es dolor, inútil, gris, y lo quemas en la llama, deja entrar la claridad de la llama dentro de tí­. Todo lo que es oscuro, en los hechos realizados y no realizados, lo quemas en la llama y te purificas. Y tú purificas toda la vibración de tu cuerpo y dejas entrar la luz de la llama en tí­, absorbes la llama hacia la cabeza, purificas el cuerpo, absorbes hacia tu pecho, hacia tu sexo, hacia todo tu cuerpo.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Comienza con las manos a hacer movimientos circulares, de ofrenda. Con tus manos, tomas y ofreces. Ahí­ te conviertes en poderoso. Tomas y tomas todo, la energí­a, tomas y despuíés lo ofreces: dar, dar. Va hacia lo alto cuando lo haces, cada vez más claros, cada vez más hacia la luz, cada vez más en contacto con las fuerzas celestes. Levanta las manos y tocas lo alto, hay transparencia y pureza. Y despuíés desciendes hacia lo oscuro con tus manos, y vas a tocar la tierra, las fuerzas que están ocultas, las fuerzas que están en el suelo. Te agarras con tus manos al suelo y tomas tu sitio con tus manos en el suelo, si no tomas tu sitio en el suelo, no puedes elevarte hacia lo alto. Entonces tocas el suelo, y despuíés despegas las manos, siempre en unión con el suelo, sin perder jamás, a medida que te elevas, la relación con el suelo. Siempre sintiendo la relación con lo bajo, cuando elevas las manos. Y eres poderoso porque puedes comunicarte con lo bajo y subir más alto, más alto. Más estás en contacto con lo bajo y más te elevas, continúa en contacto con el suelo, y vuelves hacia el suelo, bien consciente. Trata de sentirlo, bien en contacto. Y vuelves a tu fuente, porque tocas a los otros. Es muy bello. Vas a tocar como un músico, vas a jugar con las alturas, y a medida que pones las manos, improvisas y lo sientes, sientes el contacto. Eso es salir de sí­. Las manos hacia lo alto están en contacto con el cielo. No hacemos jamás el contacto con el cielo y tú tienes el cielo en tus manos y desciendes y todaví­a el contacto está ahí­.
Y esta que parece una posición completamente terrestre, es una unión con el cielo superior, puedes decir “Nuestro Padre”, y puedes decir “Nuestra Madre” y puedes pedir a Diosa-Dios, a la potencia superior con tus manos. “De lo más profundo de mí­, yo te llamo, incluso por tierra estoy en comunicación contigo, y yo me elevo hacia ti”. Jamás abandones la comunicación con lo alto. No abandones la comunicación con lo alto, todo el tiempo se puede comunicar, sin cesar. Entonces, toma de lo alto, toma la fuerza de Dios, tira hacia ti, lo que no te han dado, tú lo tomas, tomas de la tierra si no te han dado, toma para ti todo lo que necesitas, y ahora, tú recibes y a medida que bajas las manos, recibes más y más y más de arriba en tus manos. Y tú recibes tambiíén la tierra.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
AHora vas hacia el futuro que está en tí­, tocas con la palma de tus manos el futuro, el futuro está ahí­, es infinito. Y vas hacia ti y estás siempre unido al infinito. El infinito significa la conciencia del universo. Más allá de tu muerte tú llegas. Y tus manos están en el pecho, y estás completamente unido con el futuro de la humanidad, más lejos de la muerte. Estíén donde estíén, tus manos están unidas con la acción del futuro. Y tomas el futuro y lo das al presente. Todo lo que tú serás, tú lo eres. Si serás conciencia cósmica, eres consciencia cósmica, si serás Dios, eres Dios, si serás infinito si serás cosmos, ya eres cosmos , ya eres infinito, eres universo, galaxias. Y tú todo eso puedes dar.
Ahora te unes con el pasado. Sientes la fuerza de todo lo que ha existido, todo lo que ha estado vivo. No hay lí­mites. Hay el nacimiento y el universo. Estamos todos unidos y se puede tomar. Tomo de la tierra, toma del cielo, y de tu cabeza, de tu pecho, de tu sexo. Y da. Dalo todo.
Ahora conoce tus manos. Cada vez que mueves tus manos conectas tus manos a tu imaginación, en la energí­a, sientes los colores, la luz como la cola de un cometa. Imagina, mueve las manos con los colores y las luces, trabaja. Si no sientes el color deja un trazo negro o gris, pero deja venir el color. Debe salir por la punta de los dedos, manar, los dedos hacia lo alto, deja salir la luz. Vuelve las palmas de tus manos hacia el suelo y deja caer el agua bendita de tus dedos, agua de color, nutritiva, como un níéctar que gotea de tus dedos. Y dale a tus manos la delicadeza de un ser transparente. Haz movimientos con tus dedos de una delicadeza extrema, todo aquello que tu alma puede concebir de delicado. Son tus manos las que hacen mover tus brazos. Ofrece, estas manos delicadas, perfumadas, transparentes, dulces, haz una ofrenda de tus manos. Imagina que hay una divinidad, y que el único regalo que puedes darle son tus manos. Imagina un ser que tú amas, que tú adoras, y no tienes nada que ofrecer excepto tus manos. Es tu ofrenda. He aquí­ tus manos. Son delicadas pero tienen una fuerza inconmensurable, porque pueden ofrecer un regalo delicado y fuerte al mismo tiempo, dulzura y pasión, luz, transparencia y solidez. Imagina que tus manos son las más bellas de la creación, acepta la belleza en ti, tus manos son bellas y puras y fuertes y equilibradas.
Y en la palma de tus manos, sientes la comunicación con la tierra, con el cielo, con el futuro, con el pasado. Piensa que tus manos son el centro del universo, todo gira alrededor de la belleza de tus manos, los ángeles, mirí­adas de ángeles, seres de luz, la divinidad Madre-Padre.
Con esas manos puedes controlar toda la tierra, porque la tierra te ama. Cuida la tierra con tus manos. Tus manos están sostenidas por toda la fuerza de la tierra, ella te sostiene, luego ella te ama. Con esas manos alimenta el fuego, para que no se apague, porque el fuego te ama, y se convierte en tu amigo. Y deja salir ahora de tus manos llamas, porque el fuego te ama. Y en el dorso de tu mano, siente la potencia de los manantiales, porque las fuentes te aman y tú puedes controlar el agua. Y ahora pon tus manos en el aire, en el espacio, puedes penetrar en todos los misterios, en todo lo que es inmaterial. Puedes atravesar el universo con tus manos, en la dirección que tú quieras. Todo es amigable hacia tus manos, tus manos son las novias del universo.
Invoca al Dios de tus entrañas, niño querido.
Siente bien la diferencia ahora entre la mano izquierda y la mano derecha. Y ahora, tomas la mano derecha y la mano izquierda y haces un lazo, es la paz entre tu derecha y tu izquierda, las pones juntas, y las acaricias. Os tocáis y os reconocíéis, manos y conocíéis la amistad y la colaboración, y las manos trabajan juntas, ellas se comprenden, colaboran. Cuando una es actividad, la otra recibe, no hay duda en la colaboración de tus manos, ellas se conocen y se aceptan, sin necesidad de ponerse de acuerdo, un movimiento repercusiona en la otra, compenetración total. Como Dios y el universo, como el amado y el amante, como la hija y la madre, como el hijo y el padre, ellas son hermanas. Eres tú mismo, que colabora contigo mismo, es la amistad.

(3). UNE TUS MANOS COMO SI  REZARAS.
Esa tarde, antes de enseñarme una nueva posición de manos para volverlas mágicas, Doña Magdalena me dijo: “Esto que te voy a enseñar puede parecerte muy simple, pero como todas las cosas sagradas es igual a la tinta de un pulpo… El animal lanza su tinta y el ocíéano cambia: lo han inseminado. La mancha misteriosa, a travíés de los años, los siglos, se va expandiendo hasta abarcar toda el agua. Ahora y para siempre el ocíéano es tinta de pulpo… ¿Comprendes? El pulpo ya no tiene razón de ser, cumplió su misión, desaparece… La otra vez intentaste fotografiarme, te lo prohibí­. Hoy síé que estás grabando mi voz en ese aparatito… No quiero que nada personal quede de mí­ en este mundo. Mi persona no interesa. Lo que te enseño, que es para todos, eso es lo que interesa. Olvida mi cara, escribe lo que te voy a decir y luego quema esas cintas, que mi voz se borre tambiíén. No soy persona, soy la tinta del pulpo.”
Ahora junta tus dos manos a la altura de tu pecho, como si rezaras. Pero no pienses que rezas ni que saludas ni que agradeces. Concíéntrate en el Dios-Diosa de tus entrañas, y siente que tus manos están juntas. Ahora imagina que tienes miel en los oí­dos y escucha:
Hay que trabajar con el concepto de Dios-Diosa, si no se hace, no se progresa. Cuando se es un templo, es porque Dios-Diosa lo habita, cuando se es una casa, se la consagra a Dios-Diosa, cuando se limpia el cuerpo, se le limpia para recibir a Dios-Diosa. Hace falta que a tus manos vengan las entidades angíélicas y Dios-Diosa. Es esa el agua que llega a la perfección, es el agua bendita, Dios-Diosa bebe en ese agua bendita, porque ese agua es Dios-Diosa el mismo , por lo tanto, puede beber de sí­ mismo, de eso que tú le das, que corresponde a la naturaleza divina. Es un agua del que no tienes que avergonzarte, no debes tener vergí¼enza de la divinidad. Es una ofrenda, y la ofrenda debe ser digna de la divinidad. Cuando regalas una flor, no llevas una flor cualquiera, sino que aportas la mejor flor que encuentras, das lo mejor de ti. Esto es digno de la divinidad interior, no importa si tienes la fe o si no crees, lo importante es estar concentrado, el pensar que lo que tú das es digno de un Dios. Para que el agua sea digna de Dios-Diosa, hace falta que aquello la produzca. La sangre que tú tienes en tus manos es la sangre de Cristo.
Como nuestra vida, nuestra sociedad, no es perfecta, aquello que deberí­a estar unido está desunido, tenemos la desunión en nuestra vida; hemos sentido la desunión del padre y de la madre, incluso si han vivido juntos no han estado unidos, ha habido desunión entre los hermanos, desunión entre el sexo y el cuerpo, entre el cuerpo y el alma. Hemos vivido la desunión, la desunión sentimental, la desunión de lugar, las desuniones que llegan del exterior, la que nos producen y que nos desunen interiormente. Por eso no se pueden juntar bien las dos manos, porque hay desunión interior entre la izquierda y la derecha.
Esta posición de manos es muy simple, es el primer templo que une el cuerpo, el corazón, el sexo y la mente, y despuíés se une la quintaesencia. Se pone la palma junto a la otra palma, el í­ndice junto al otro indice, y así­ los otros dedos, el semejante junto al semejante, y entonces las palmas. Apriíétales. Siente que apresas la oscuridad, la oscuridad, más aún, más profundo, negro, negro, tinta, nada, y en el centro la unión, se llega al Dios-Diosa, a la adoración.
Es un gesto de adoración, pero no se puede llegar a la adoración si no se tiene la unión completa de su derecha y su izquierda, las dos manos caen en total unión, es la unión de todo lo que esta desunido en nosotros, nuestra hembra y nuestro macho, nuestra mente se une con el corazón, con el sexo, con el cuerpo. Es la sinceridad perfecta, vida interior y al mismo tiempo, promesa de la adoración. Cuando se habla de adoración se va a percibir esa unión, y hay que estrecharla bien porque es una cosa preciosa. Solamente uniíéndose en uno mismo se puede recibir al otro, si no se está unido en sí­ mismo no se puede uno unir al otro.
Es la unión del cuerpo y del espí­ritu, porque no tenemos un cuerpo y un espí­ritu, sino una unión de los dos. Es la unión de este mundo y del otro mundo, porque hay otro mundo, un mundo invisible que es todo lo que no se ve pero que existe. Es la unión del mundo antes de la vida y despuíés de la vida, se vive en los dos mundos al mismo tiempo. Se une lo que se conoce y lo que no se conoce (porque Dios-Diosa no se puede conocer), se une lo humano y lo divino, es la unión completa de todo lo que se es y lo que no se conoce. Se esta unido, se crea la unidad en sí­.
Hay una acción que se enriquece, porque la mente, el sexo, lo emocional y el cuerpo se enriquecen, todo se enriquece. Con la aceptación viene la riqueza, con la riqueza viene la alegrí­a, el corazón late entre las manos y no se puede matar esa unión, solamente se puede destruir lo que esta separado, lo que esta unido es indestructible. Las manifestaciones separadas se pueden destruir porque son díébiles, pero cuando se tiene la unidad en sí­ no te pueden destruir, tienes una defensa completa, que no es una defensa sino una unidad perfecta.
Aprieta bien las palmas unas con otras para expresar el deseo de unión, de contemplación interior. Pero ¿que significa y porque se dice adoración? Porque se comienza a comprender que la unión que hay no es superior, que hay un estado superior; cuando hay una unión se comprende que hay un nivel superior, por lo tanto se le adora y se acepta este nivel superior del ser, que es el nivel de la colaboración, de la contemplación interior, de la unión perfecta. En íél tienes todas las posibilidades, nada en ti lucha contra nada, es una colaboración completa: tu mente, tu emocional, tu sexo, tu cuerpo, van a colaborar en tu salud, no van a estropearla; tu emocional no va a estropear tu salud ni tu vida económica; tu búsqueda económica no va a estropear tu vida emocional; tu mente no va a dañar tu cuerpo; tu cuerpo va a aprender las ordenes de tu mente; el mundo invisible no va a molestar el mundo visible y viceversa, el espí­ritu no va a molestar a la materia, la materia no va a molestar al espí­ritu. Es una aceptación perfecta y desde que se llega a la unidad, esta unidad es aceptada por la divinidad.
Hay que hacer la unidad y en ese momento, es la unidad con la divinidad. Se puede adorar, y cuando se descubre el secreto de esta posición te puedes dirigir al dios interior del otro, porque puedes ver al otro en su unidad, puedes ver la unidad del otro. Es lo que enseña la unidad, y a partir de ese momento nunca te vas a dirigir al otro pensando solo en su cabeza, o en su carácter o en su emocionalidad o pensando solo en su cuerpo, en su sexualidad, en ese momento puedes adorar al otro en su totalidad y en su divinidad.
Es importante, es crucial esta posición de manos, hay que cerrar bien las manos con fervor. Ahora inclina tus manos juntas hacia delante, hacia los otros. Porque vas hacia la humanidad ante todo, y vas hacia la elaboración de la unidad.
Por esa posición, haces contigo mismo un contrato de unidad, ya no habrá ningún aspecto de ti que vayas a desdeñar, no te pones a pensar nada más que en lo que reclama tu atención, el intelecto, yo lo pienso, el emocional, yo lo pienso, mi cuerpo yo lo tomo en cuenta, mi realización la tomo en cuenta. Trabaja sin conflictos contigo mismo en la realización de tu unidad y la realización de tu unidad es la adoración de la unidad, el reconocimiento de la unidad del mundo y de los otros seres sociales. Dejas de luchar contra ti mismo en cualquier nivel, dejas de estar en conflicto contra ti mismo, tu espí­ritu no se revuelve contra tu cuerpo, tu cuerpo no se revuelve contra tu espí­ritu, aceptas tu cuerpo, aceptas tu espí­ritu. No quieres ser otro, el otro no es la solución, la solución es tu unidad. Tu te recreas en tu unidad, porque cuando no tienes la unidad estás fragmentado, estás mutilado.
Un dedo y el otro están en una posición de colaboración, todo colabora, una mano colabora con la otra, un dedo con el otro; ahí­ se entra en esa frase del evangelio: “Ayúdate tú mismo y Dios te ayudará”. Hay adoración de la unidad del otro, es decir, tú reconoces el valor del otro, hay revelación, eso te revela tu valor, tú vas a reconocerte y tú vas a reconocer al otro, tú en tu unidad, íél en su unidad, se trata de igualdad a igualdad en las relaciones, de relaciones en la perfección. Es la adoración del otro, porque si se hace bien, se experimenta un gran placer con el otro, en ese momento no tienes nada que pedir al otro, ni tienes nada que destruir, es la relación humana en su más alta perfección. La perfección de las dos dimensiones, por que hay lo alto y lo bajo, detrás y delante, la izquierda y la derecha, el centro y la superficie, y la luz y la sombra.



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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #1 en: Mayo 28, 2014, 07:27:36 pm »
(4). APRENDE DE TI MISMO. YO TE DOY LOS MEDIOS.
La santa curandera me dijo: “Sigamos convirtiendo tus manos animales en manos mágicas, conscientes. Siíéntate con el tronco muy derecho, en esa silla. Pon la mano izquierda, extendida y con la palma hacia el cielo, apoyada en tu vientre, a cuatro centí­metros debajo del ombligo, levemente replegada, como si sostuvieras una esfera invisible de pura energí­a. Ahora alza el brazo y pon la mano derecha, vertical, con los dedos estirados y la palma hacia mí­, a la altura de tu hombro, como si quisieras decirme “¡Alto ahí­, detente!”. Imagina ahora que yo soy un tigre loco que quiere atacarte, que te mira gruñendo con odio y preparando todos sus músculos y colmillos para dar hacia ti el salto asesino. Ahora piensa que tú tienes un par de orejas tres veces más grandes que su tamaño normal y escucha con toda conciencia lo que voy a decir:
“Hijo querido del alma, la toma de conciencia no significa nada si no hay realización inmediata. La toma de conciencia que no es seguida de una acción, se va. ¿Cual es el resultado de este estado enfermo? Hacer grandes tomas de conciencia y no realizar nada. Así­, tú te privas de avanzar. ¿Y por que no avanzas? Porque estás todaví­a en tus caprichos infantiles, no has crecido, no te han tomado en consideración. Aprendes una cosa y no la pones en ejecución. Concepción es igual ejecución; sin ejecución no hay perfección.
El beneficio que se le hace a alguien es conducirlo a aprender de sí­ mismo. Yo te doy los medios. Tal como si fuera una receta, luego tú tienes que aprender a cocinarla.
La mano horizontal en tu vientre, es el arco iris. “Yo recojo en mí­ mismo la energí­a. “Mí­ mismo” es un tesoro… La mano vertical es lanzar. ¿Lanzar quíé? Te lo voy a decir, hijo querido del alma. La magia se consigue con una paciencia que es la constante supresión de la impaciencia.
“Yo recojo en mí­ mismo la energí­a”. Si recibes una agresión, esta agresión es amor, si alguien te quiere invadir es porque te valoriza; es por eso por lo que te dejas invadir, porque hay una forma de amor en la invasión, de una cierta manera escoges que te invadan; incluso en una violación hay deseo; si en tu vida nunca te han amado y llega alguien que te invade, que quiere entrar en tu núcleo, en algún modo tú te sientes halagado, es decir que en alguna parte tú has escogido esa invasión. El tigre loco ha elegido atacar al Dios-Diosa que reina en tus entrañas. ¿Por que esa fiera ha elegido atacar a lo sagrado que llevas en ti? Es una fiera, no sabe quíé ataca, sólo sabe que tiene hambre y que tú eres un buen alimento. En la agresión que veo que acarreas hacia tus padres, hay amor, porque no has sido amado por ellos como tú querí­as. Entonces, detienes al tigre, “¡Alto ahí­!” Detienes a tu rencor, a tu odio, a tu sufrimiento. Recoges la fuerza del tigre, la purificas en amor y la retienes en ti. Miras al tigre, a tu enemigo, y le deseas su realización. Porque con su realización va a entrar en comunicación contigo mismo. Tú le deseas que se realice, luego deseas que te invada. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo lo purificas?
Conviertes tu mano vertical en un espejo. “¡Mí­rate tigre, mira tu monstruosidad, avergí¼íénzate, pacifí­cate, no tengas miedo de verte a ti mismo, cesa de criticarte, no te juzgues, entríégate, confí­a.” Haz que tu mano vertical se encienda, imagí­nala convertida en una hoguera. Aterra al tigre. Comprende hijo querido del alma que ese tigre eres tú, y que tambiíén eres tú su domador. Atíérralo, síé firme, haz que te obedezca, haz que sienta su odio como un repugnante excremento… Ahora convierte tu mano de fuego en una puerta de agua. Dile al tigre loco: “Ven, fiera mí­a, atraviesa esta dulce puerta de agua, y desciende a la fuente, ven a beber aquí­ al Dios-Diosa. Beberás de mi mano extendida” Siente que absorbes en tu mano vertical a todo el tigre loco, que ahora, manso, se confunde con tu alma. Haz descender lentamente esa mano vertical hacia la mano que tienes extendida cerca de tu ombligo. Con el indice de la mano derecha apoyado en el pulgar, indica hacia la palma de la mano izquierda a la que sientes como el ojo de una vertiente de agua amorosa que no cesa de manar. Le digo a mi mano derecha, a mi mente reseca, “¡Instrúyete, bebe de la intuición!”. Y así­ comienzas tu instrucción, siendo maestro de ti mismo. Que empieza por el intelecto, seguido por el sexo, despuíés por el corazón, y por las necesidades corporales. Es el comienzo de la perfección. Dí­ a ti mismo: “Ven a verme e instrúyete. Yo tengo agua para darte.”.
Y este agua es infinita. Esta mano horizontal es la fuente de la vida eterna, es la base de la catedral de tu alma. Es todo el tiempo, es siempre, es algo que se está creando, es la creación continua, contiene la sangre de Cristo, es el amor, una fuente, un tesoro. La fuente está llena y da, y da y más da, y más tiene. Y ¿por quíé se llena? Porque se le vací­a, se limpia, es la fuente más limpia del mundo. Está tan vací­a y tan limpia que se llena de la fuerza universal. “Ven a beber de mi fuerza. Llena tu cuerpo, tu espí­ritu, todo tu ser”… Entonces tiendes tu mano izquierda, horizontal, hacia mí­, hacia el mundo, hacia el infinito y no sólo das sino que ofreces en una sagrada espera. Y vienen hacia ti los pájaros del cielo, los animales de la tierra, los ángeles que pueblan el cosmos, todos vienen para beber allí­. Tu pones el alimento: todo lo que tienes para dar. ¡No te disminuyas, eres capaz! Pon todo lo que tienes para dar, la ternura que tienes para dar, la energí­a para dar, la enseñanza para dar, la ternura para dar. Medita sobre lo que tienes para dar. Sobre lo que tienes en esa mano para dar a los otros, a todos los seres del mundo, a todos los seres conscientes, a todos los viejos del mundo, a todos los adolescentes, a todas los niños del mundo y tambiíén a todos los muertos y tambiíén a todos los que nacerán. Bondad, energí­a, construcción, arte… ¿que tienes para dar? Entonces buscas tu agua bendita para que la gente venga a bendecirse en ese agua, es el agua del corazón la que llevas. Es así­ que para llegar a la perfección, tú te pones a estudiar. El tigre para dejar ser tigre y convertirse en ángel, necesita una sagrada disciplina. Ahora, te pongo a la instrucción. La instrucción es beber del agua infinita del mundo, de mi agua, de mi vino.
Concíéntrate en tu indice unido al pulgar para formar un cí­rculo. Primero vas hacia la perfección con el intelecto, enseñas al otro y al mismo tiempo aprendes de ti mismo. Eso es aprender. Tienes la capacidad de enseñar unida a la capacidad de recibir enseñanza.
Ahora une el dedo medio de la mano derecha con su pulgar para formar un cí­rculo. Cuando se pone la mano así­, hay el concepto de consolación. Consolación, porque el tigre loco que hemos detenido, tiene necesidad de una consolación. Hay que dársela. Y la consolación es dar la seguridad, reasegurarlo y conducirlo por la nueva ví­a. “Yo te deseo la realización de tus deseos. Si quieres beber de mi agua bebe de mi agua, pero no de las ilusiones que te haces”. Y entonces la instrucción comienza. En la vida cotidiana a veces hay que hacer eso. Reconducir el deseo del otro. O la agresión del otro. Y se hace así­, “Te deseo que tú te realices”. Y eso es una gran conmiseración y una gran consolación para el otro. La noción que pasas al otro, cuando íél bebe de tu mano, lo fundamental, es que la persona será consolada, no será abandonada. Si te pones en la ley de Dios-Diosa, que es pedir para ti, no invadir, sino pedir para ti, es decir, progresar en el mundo, tu no serás abandonado, mientras bebas del agua bendita no serás abandonado. Es lo que un niño te pide, que no lo abandones hasta el momento en que íél quiera irse a hacer su vida. Hay que decirle al niño, “Voy a darte esto, voy a instruirte, no a abandonarte” porque es terrible un niño abandonado, porque es terrible que tu ego ilusorio abandone a tu alma.
Toda instrucción debe ser comprendida, sentida, y despuíés absorbida. Es como conducir un coche, se comienza con el cerebro, despuíés se pasa al corazón, despuíés al sexo, y despuíés ya es algo mecánico. Cada mutación mágica requiere un tiempo, todo requiere su tiempo.
Todos estos movimientos de los dedos, vienen tambiíén del movimiento de contar. El pulgar ha sido utilizado para contar, para enumerar, este gesto viene de la memoria de la raza humana que ha contado y enumerado. Y luego realizado.
Une tu anular al pulgar y sin miedo entra en tus deseos sexuales y fabrica con ellos todo tipo de cosas, mariposas, águilas, árboles, piedras preciosas. Une tu anular con tu dedo meñique y entra en la satisfacción de tener ese cuerpo que tienes, tal cual es. Te voy a dejar aquí­ sentado muchas horas, solo en la oscuridad, para que con disciplina total, metas tu alma en cada una de tus cíélulas y las ames. Luego mete tu alma en cada uno de tus miembros, en cada una de tus ví­sceras. Convierte al tigre loco en una feroz alegrí­a de vivir. Sólo embriagado de alegrí­a de vivir podrás extender tus manos mágicas, abarcar todo el mundo y sanarlo.
 (5). AHORA OLVIDA TODO LO QUE HAS APRENDIDO.
 Esta vez la santa curandera me dijo:
“Das vueltas y vueltas de tras de tu cola, como un perro loco. Ya es hora de que entres en tu misterio. Te voy a ensenar a meditar”
Repite profundamente “Yo te llamo, oh mi Dios-Diosa, yo te llamo, y de la oscuridad, yo te llevo hacia mí­." La fuerza del alma es activa, absorbe el cielo, eso es lo que hizo la Virgen Marí­a, ella absorbió el cielo. La cabeza empuja al espí­ritu hacia lo alto, porque ella quiere acceder a la espiritualidad. Es la cabeza, es la plegaria que va hacia el cielo. Yo ruego a Dios-Diosa y subo hacia Dios-Diosa, y ello me guia hacia el cielo. Es nuestro inconsciente el que comprende, no es la cabeza, porque es el inconsciente el que puede comprenderlo.


Ahora olvida todo lo que has aprendido. Ciíérrate como un candado. Que toda tu fuerza estíé dentro de tu mente, toda es para ti, todo está comprimido, toda la sustancia de tu inteligencia. Esto es tu inteligencia pura, sostenida por todo tu cuerpo. Eleva ahora tu inteligencia hacia lo alto. Y entonces esta inteligencia te aclara la cabeza, ella elimina las palabras de tu cabeza, las ideas que te dan vueltas, las ensoñaciones. Y te hacen concentrarte en un solo punto, la voluntad está ahí­.
¡Zas! ¡Estas harto de tu fatiga! ¡Zas! Tú te lo dices a ti mismo. Entonces, cuando tienes tu fuerza reunida en un solo punto, se acabó la fatiga. Delante de Dios, no hay cansancio, delante del trabajo personal, del trabajo espiritual, nada de fatiga. No es tu inteligencia la que debe esforzarse, es todo tu ser el que inunda tu inteligencia. Nada de fatiga. Espí­ritu claro y sutil.
¿Habíéis comprendido ? Espí­ritu claro y sutil. Claro, esclarecer, estas aquí­ para aclarar. Completamente claro, tienes la fuerza del pensamiento clarificado. Nadie va a convencerte de sus ideas, nadie, porque tú estas en paz con tu intelecto, y nadie va a venir a perturbarte con sus ruidos del mental, con su algarabí­a intelectual. Cortar. Fuerza. Nada de intelectual aquí­. Es meditación antes del combate. Es así­ cómo el espí­ritu del otro no te impresiona, porque tú estas en un templo, estas con Dios-Diosa, con tu pura inteligencia. Todo puede convertirse en energí­a, pero tu intelecto está ahí­, y Dios-Diosa entra en tu intelecto. Se acabaron las dudas, todo es claro. Claro y preciso. Todas tus tormentas emocionales no están ahí­, tu espí­ritu no está amarrado a tus preocupaciones materiales,
Ni tu espí­ritu ni tu inteligencia están amarrados por tus búsquedas emocionales. Es pura inteligencia, puro Dios-Diosa. Dios-Diosa puro está ahí­ en tu cabeza, y todo el resto está controlado. Cuando estas con Dios-Diosa, estas con Dios-Diosa. Cuando estas en relación con alguien, estas en relación con alguien, cada cosa en su lugar. Cuando estas trabajando por dinero, estas trabajando por dinero. Pero aquí­, tú trabajas con Dios-Diosa, cada cosa está en su lugar. Cuando esas en competición emocional, estas en competición emocional, pero no ahora, estas trabajando con Dios-Diosa. Si tienes preocupaciones económicas, preocupaciones de salud, pon cada cosa en su lugar. Y cuando estas trabajando para Dios-Diosa, nada de preocupaciones económicas ni de salud. Pura inteligencia divina. En ese momento, tu cerebro es esclarecido, todo está dominado, todas las energí­as. Se acabaron tus problemas con tu novia, con tu papá o tu mamá, en este momento tú trabajas con Dios-Diosa y el problema se acabó. Cada cosa en su lugar.
Y en la punta de tus dedos, hay una luz que dirige sus rayos, más fuertes que el sol, hacia todo el universo. Es como el sí­mbolo que aparece en la iglesia, el cáliz. En la punta de tus dedos, tienes los rayos del cáliz, y tu sostienes entre un dedo y el otro, una inmensa y fina hostia que no debes romper. Y tus manos replegadas tienen la fuerza del altar, la plegaria, la hostia que sumerges es el cáliz. Pura inteligencia. No lo olvides, porque es claro y preciso como eso.
Antes, lo emocional en tu cabeza te molestaba con la competición, los celos, la comparación, el deseo de apropiación, por toda esa clase de cosas emocionales que se meten en la cabeza.
Ahora que se ha pacificado el corazón, vamos a permitir que entre en el intelecto de una sola forma. Porque en el intelecto, lo emocional solamente puede entrar en forma de amor. Es la única manera que dejamos que entre lo emocional a la cabeza. Y es la única forma en que lo emocional ayuda al intelecto. Cuando se ama con el intelecto, cuando el amor entra en el intelecto, se piensa mejor. Cuando los celos entran en el intelecto, o la cólera, o el odio, o el rencor, se piensa mal.
A partir de este momento, te acostumbras a pensar con amor. Luego si piensas con amor, dejas de criticar; puedes evaluar, decir que alguien tiene un bajo nivel intelectual, pero eso no es una crí­tica, es una evaluación, y es un deseo de ayuda. Cuando pones amor en tu pensamiento, tui pensamiento se convierte en útil, El pensamiento es amable, está lleno de amor, y se realiza. Por lo tanto, yo pienso bien de ti. Veo tus debilidades, pero no te critico, no pienso mal, pienso en ti con amor. Lo cual no me impide que en el trabajo pueda haber una debilidad, pero porque pienso con amor de ti, me permito decirte que no te abandones a la pereza, por tu bien, es un pensamiento amoroso.
Se ha hecho un puente, el corazón es un puente, y todo el intelecto se asume en la receptividad emocional. No hacemos ya un trabajo intelectual, dejamos al corazón hablar. El corazón recibe todo el intelecto. El intelecto se sumerge en el corazón. Pero puede hacerlo, porque está claro, y porque solo tiene una idea: la idea divina. Aceptar el intelecto en el corazón, es aceptar la idea de Dios-Diosa en el corazón. Es el paso para aceptar la divinidad en el corazón, es la claridad y la luz que son absorbidas por el corazón. Es un momento de recogimiento increí­ble, porque el corazón sostiene al intelecto. Para hacer eso, el intelecto tiene que volverse humilde y plegarse. Si el intelecto no es humilde, no se hace esto. Porque debe verdaderamente hundirse y tejerse con el corazón.
Primero el intelecto aprendió a amar. Aquí­, el corazón aprende a pensar. Luego ya no es un salvaje, el corazón, ya no galopa más en el odio, en los celos, en la competición, en la posesión. Ahora el corazón está lleno de la pureza divina, está lleno de luz. Está en absoluta y total contemplación. Es lo que se llama el estado de gracia.
Cuando el intelecto estaba coronado, era el estado de iluminación. Cuando se aprende a amar con el intelecto, nos iluminamos. Cuando el corazón absorbe lo espiritual completamente, cuando el mental absorbe, entra en el estado de gracia, porque está lleno de la divinidad. El espí­ritu desciende hacia el corazón, y lo llena. He aquí­ lao que tenemos ahora, tenemos el corazón repleto.
El corazón está en la base, la vida se derrama. La vida se derrama, el sexo se derrama, el cuerpo se derrama, brilla. Este corazón está en estado de gracia, porque es un corazón lleno, es la base para los otros centros. Es de ahí­ que tu tomas tu fuerza vital, es de ahí­ de donde tomas tu fuerza sexual, de donde tomas tu fuerza corporal, de tu corazón repleto. Paz.
Ahora el sexo entra en tu corazón. Y hace la maravilla. ¡Que emoción artí­stica se siente cuando se comprende esto! Una pura maravilla. Estado de íéxtasis, porque eso es el íéxtasis. Cuando el sexo entra en el corazón, el sexo se hace íéxtasis, cuando el yo está en estado de íéxtasis, se tiene el sexo en el corazón, el sexo entra en el corazón, es nuestra fuerza, la aceptación en nuestro corazón de la fuerza sexual, se la diviniza, se la santifica.
Y hay que comprender que la anterior meditación es la más difí­cil, la del intelecto en el corazón, pero una vez que se ha hecho esto, entonces la meditación la del sexo en el corazón es más fácil, porque el corazón ha sido abierto por el intelecto, colmado por el intelecto. Ahora la entrada de la fuerza sexual es más fácil. Eso hace que nos convirtamos en templo, y eso da una sensación maravillosa, porque se tiene una obra de arte tan pura como un diamante.
Cuando el sexo entra en el corazón, se llena de amor, y es en ese momento cuando se puede hablar de hacer el amor, es ahí­ cuando se hace, no antes. Se hace el amor con la divinidad, o con el otro. Le doy mi creatividad a mi Dios-Diosa interior, ello vive en mi corazón, yo he puesto todo en mi corazón. Donde no hay corazón, yo no puedo andar. Dios-Diosa me libre del ser humano sin corazón, del ser humano que no ha hecho su trabajo, que no ha clarificado su emocional; Dios me libre del ser sexual sucio, que no ha clarificado con el amor su sexualidad; Dios me libre del intelecto sucio, que no ha clarificado con el amor la luz.
Aquí­, tú estas en paz con las dos fuerzas más misteriosas, la fuerza emocional y la fuerza sexual, y entre dos fuerzas muy claras, que son la fuerza corporal y la fuerza intelectual. Ahora, estas completamente concentrado en la unión del Aire extremo y la Tierra extrema, el Agua y el Fuego se han unido. La unión del agua y del fuego se realiza aquí­. Es la unión del corazón y del sexo, estas dos energí­as son tu centro. Es el agua que quema, es la llama húmeda. Y tenemos los dos pilares claros, que son el intelecto liberado y el cuerpo liberado.

Esto significa que tú estas vací­o en el intelecto, vací­o en el corazón, vací­o en el sexo. Eso significa que te hes vaciado, es decir, que estas completamente receptivo. Es que te has vaciado y aceptas el mundo. Y cuando te vací­as, la única cosa que puede entrar es la divinidad. El soplo divino. Revitalizar, limpiar, proteger y luego compartir.

(6). ENCUENTRA CAMINOS EN EL AIRE.

(La santa curandera, para seguir mostrándome lo que era sentir la magia de mis manos, me hizo agitar los brazos con delicadeza.)
Quiero que con tus manos, abras como un velo. Tus manos en el aire pueden abrir velos, y quiero que encuentres caminos en el aire. Puedes sentir que penetras en el aire, abrir caminos donde tus manos se pasean. Hay lugares en el aire que tus manos van a sentir. Siente este lado de la mano, como si quisieras acariciar. La delicadeza es esencial para la fuerza. Siente ahora tus uñas, todas. Siente ahora la palma, como es energí­a, como es delicadeza. Te pido que acaricies el aire como si fuera un volumen, y que allí­ dibujes, que toques. Delante de tí­ hay una forma, encuíéntrala, una forma abstracta o realista, que te corresponde, crea una escultura. Siente los bordes de tus manos, el de este lado y el de este otro. Y siente entre los dedos. Siente todo eso.
Mantíén tus manos así­, y por un esfuerzo de consciencia resiente la materia, el peso de tus manos, que son cada vez más pesadas. Es el peso de tu vida, es el peso de tu ser, es el peso de tu pensamiento, es el peso de tus sentimientos, es el peso de tus deseos, es el peso de tu cuerpo. Siente la solidez, son muy sólidas tus manos, son lo más importante de tu cuerpo. Siente si ellas están limpias o están sucias, si se sienten culpables o no culpables. Analiza tus manos a la luz de tus actos. Vive la inocencia de tus manos, y si hay culpabilidad, tu la eliminas. Ahora son manos lavadas, ahora son inocentes, están meditando, tú no tienes nada que esconder.
Y lentamente, levanta el peso de tus manos, haz que tus manos se vuelvan dulces, ligeras, espirituales, transparentes. Todo tu cuerpo va a sostener tus manos. Busca en tus manos la juventud, busca la ingenuidad infantil. Y ve más lejos, aprende a mover tus manos con la pequeñez de un niño. Pon tus manos sobre el pecho, porque vas a convertirte en un feto. Los dedos van a desaparecer, tienes una mano pequeñí­sima, estás en el agua maternal y siente “Yo voy a hacer nacer mis manos, voy a hacer crecer las palmas, y despuíés voy a hacer crecer en cada una mis cuatro dedos y mis pulgares” Y así­ asistes al movimiento celular de tus manos y así­ vas a parir tus manos nuevas.
Ahora relaja las manos, vuíélvelas blandas, muy blandas, abandona la voluntad. La mano forma como un pequeño bol, como una cucharilla. Los dedos se tocan los unos a los otros, pero no hay tensión. Una cuchara debe estar vací­a, como la luna debe estar vací­a para recibir la luz. Esta mano está vací­a, es un instrumento de recepción. Yo la pongo aquí­ en el vientre, la apoyo en mi pelvis. La mano cae, casi a la altura del sexo, tranquila, ella cae por su propio peso. Es una mano de recepción.
Esto es tomar la ví­a, el camino, y cuando se toma el camino ya no se deja. Esa mano no se distraerá. ¿que es lo que recibes en esa mano receptiva? Recibes la materia con que el bol está formado, porque no se puede recibir si el bol está lleno de agujeros. Para hacer un receptáculo de tu mano, tu mano va a simbolizar toda la materia, toda la tierra, y ella va a absorberla directamente de un punto que se encuentra entre tu sexo y tu ano. Absorbe por ese punto toda la energí­a de los pies, pone toda la energí­a del esqueleto. Todo tu cuerpo es un instrumento de recepción. Tus manos van a ser como un acumulador de toda la energí­a que comunican tus pies. Si mueves tu pies, tambiíén vas a mover tus manos, de una forma o de otra, luego la fuente del movimiento de tus manos está en tus pies. Entonces, pones tu mano ahí­ y sientes que tus pies te dan completamente el sostíén, que son la raí­z de tu mano. Siente eso.
Y despuíés, subes por tus tobillos, hasta las rodillas, y por tus muslos y tus nalgas, tu sexo, hasta la cintura. Y toda esa fuerza, tu la pones en tu mano. Te has comunicado con toda la parte de abajo de tu cuerpo. Para hacerlo, es bueno mantener la columna vertebral bien recta si se puede, si no, te puedes apoyar contra la pared.
Ahora subes por la columna vertebral, tomas la fuerza de los brazos, de tu pecho, de tu cuello, de tu cabeza, y sientes la fuerza de la respiración, y te das cuenta de que estas respirando. Te dices “Yo respiro. Tomo toda la energí­a de mi cuerpo en mi mano, tomo los latidos del corazón, la fuerza de mi hí­gado, la fuerza de mis riñones, de mi páncreas, de mis intestinos. "Imagina esto, niño querido del alma, despuíés eso se hará en tu inconsciente, lentamente.


En el antiguo Egipto cuando hací­an una momia se le sacaban todos los órganos y los poní­an en un vaso. En esa mano está el vaso que contiene todos tus órganos. Eso significa un cuerpo vací­o. Cuando estas en la ví­a, tu cuerpo se vací­a de toda posesión. Ya no es tu cuerpo, es un cuerpo. Que entre todas las reencarnaciones es solo un vehí­culo que debe estar exento de toda posesión. Tú dejas vivir a tus pies su propia vida, dejas vivir a tus piernas su propia vida, dejas vivir a tu sexo su propia vida, dejas vivir a tu pecho, dejas vivir a tus brazos, dejas vivir a tu cuello, dejas vivir a tu cabeza su propia vida. Cabeza, mente, cerebro, todo eso no te pertenece a ti.

Ahora, querido de mi corazón, repite conmigo: “Por este gesto mágico, yo reconozco que mi materia pertenece a la materia, que mi cuerpo es un vehí­culo al que yo no me engancho. Por este movimiento, pierdo mi cara, por este movimiento pierdo mi forma, por este movimiento, pierdo mi sexo y mi edad, por este movimiento pierdo toda etiqueta. Yo soy una piedra entre las piedras, y formo parte de la tierra. Por esta mano, comienzo a comunicarme con todo mi cuerpo, y mi cuerpo va a comunicarse con toda la materia de la tierra. Aquí­, tengo la energí­a de las rocas, aquí­ tengo la energí­a de las montañas. Por este gesto, me convierto en una montaña, eterna, fuerte, sin yo aparente.”
Así­ es mi pequeño, que vas a lo más profundo. Una montaña se comunica con toda la corteza de la tierra, una montaña se comunica con todo el centro de gravedad, con todas las profundidades, con el planeta entero. Por ese gesto, te conviertes en el planeta entero, en la materia del planeta entero, y eres tan sólido como el planeta.
Te mantienes como una montaña. Ningún pensamiento incontrolado va a hacer que te muevas, ningún sentimiento incontrolado va a hacer que te mueva, ningún deseo incontrolado podrá moverte, ninguna fatiga podrá moverte, ninguna angustia podrá moverte, ninguna amenaza podrá moverte. Te entregas a tu ser fí­sico y te conviertes en una montaña. Te conviertes en todas las montañas, y tambiíén, cuando te comunicas con la materia, te conviertes en la materia del universo entero. Te comunicas con todos los átomos, con todos los minerales, tienes la fuerza del oro, de la plata, del cobre, del plomo. Reconoces por esa mano la infinita fuerza de tu cuerpo. Y tu ego yo se convierte en algo demasiado pequeño para este monumento inmenso que es tu cuerpo.
Ahora vas a decirte:

“La recepción esta abierta, porque cuando me he convertido en una montaña, cuando me he convertido en la materia del planeta entero, es cuando puedo recibir por fin, en este recipiente, el total; porque el recipiente está hecho, es sólido, está al mismo tiempo constituido y vaciado de mi yo. Y dejo venir la energí­a de la reproducción, abro la puerta de mi sexo que es una energí­a de eternidad, una energí­a divina, que yo recibo en esta mano. Me comunico con mi sexo y con la energí­a divina que mantiene el presente. Dejo venir la energí­a creativa de todo ser vivo. A travíés de la energí­a sexual, acumulo el agua poderosa de la sexualidad que no tiene nada que ver con mis deseos personales. Es la energí­a de todos los seres que están conmigo, hablo de la energí­a de todos los seres que están vivos, hablo de la energí­a de todos los animales, de la energí­a de todas las plantas, de la energí­a de todos los planetas, de la energí­a del sol, de la energí­a de las raí­ces, de la energí­a de las semillas, de la energí­a de los capullos, de la energí­a de las flores, de la energí­a de los insectos, de la energí­a de la lluvia, de la energí­a de todos los ocíéanos. En esta mano, en esta montaña, tengo  la energí­a creativa total..Y absorbo la vida En esta mano está la posibilidad de la vida total. Toda la reproducción, las estrellas que van a nacer, los cometas, la danza del cosmos, me dan la potencia en esta mano. y dejo caer la fuerza de un punto que está sobre mi ombligo, la fuerza de mi fuego, y en ese momento, el agua que he recogido empieza a llamear., se convierte en una energí­a que circula por todo mi cuerpo y por toda la tierra y por toda la vida. Y yo participo en ese fuego completamente purificador, y estoy aquí­, con este fuego que brilla, con la solidez de las montañas, y voy a recibir el calor inmenso de mi pecho, que va a proyectarse hacia todos los puntos del espacio. Este sol, esta luz, esta llama, este calor están en mi pecho. Siento que mi pecho se abre, porque tiene una raí­z en esta mano, y no tiene miedo de disolverse. Lo que tengo en esta mano, en esta montaña que llamea, es el universo completo. Comienzo a sentir toda la luz que yo llevo, infinita, llena de energí­a y de calor, transparente, sólida, y la tengo en mi mano. Todo el brillo de mi mente que sobrepasa las nubes y entra en lo profundo, en la oscuridad, y mi mano va más lejos todaví­a, porque ella va a encontrar la consciencia, transparente, cósmica, universal. Es mi mano la que tiene a consciencia, y esta consciencia es el producto del puro amor, total, de la creación, que emerge como la vida, de lo no-manifestado, del vací­o, del maravilloso vací­o, y todo eso llega a mi mano. Tengo esta mano como el fundamento total de mi ser cósmico, y solamente cuando tengo en esta mano la energí­a total, es cuando puedo estirar esta otra mano, la derecha, ya actuar sobre la tierra."
Comprende lo que digo. Un ser que pone esa mano ahí­, ha tocado su perineo, su fuerza, su solidez, su sexo, su energí­a, su llama interior, su purificación, su fuego. Y despuíés se ha abierto en su pecho, se ha abierto hacia su calor, hacia su luz, hacia su consciencia, hacia el amor, que no es un amor que tú tienes para ti, sino un amor cósmico, la benevolencia del Universo. Despuíés, este ser se ha abierto al vací­o, a lo no-manifestado..


Te miro a ti, niño querido del alma, miro esta montaña que ha vencido su angustia, su forma, su cara, su pedido, su dispersión. Es una montaña que es como la manifestación de la naturaleza, llena de amor. Con esta posición el cuerpo se convierte en un don, en un regalo a la humanidad y en un regalo al mundo. Es el grado más alto de la humanidad. Se tiene al fin su propio ser. Se afirma ser un bol lleno.
Este es un gesto que tradicionalmente significa “aplastar una montaña”. Es tan fuerte, tan concentrado de decisión, de energí­a, que puede hacer caer una montaña. Mira la fuerza que tienes en esta posición, cuando no tienes miedos. No tienes miedo de ser quemado por el fuego, el fuego no te quema. No tienes miedo de ser sepultado por la tierra, la tierra no te toca. No tienes miedo de ser ahogado por el agua, el agua no te ahoga. No tienes miedo de ser dispersado por el viento, el viento no te dispersa. No tienes miedo de ser invisible porque la invisibilidad no te quita la consciencia. No tienes miedo del amor, porque el amor se convierte en ti. No tienes miedo de la vida, porque la vida eres tú. No tienes miedo de lo no-manifiesto, de lo misterioso, porque el misterio eres tú. Aplastas todo lo que viene de lo bajo, todas las amenazas que vienen del pasado, todas las cosas que no se han realizado, de los sufrimientos, de las pesadillas, del infantilismo. Tú los paras.
Vamos, dime lo que te prometes:
“El materialismo, yo lo paro, porque íél no va a sepultar mi consciencia, ni mi amor, ni mi sexualidad, yo paro el materialismo y no tengo miedo de lo material, no se me amenaza con el dinero. Mi creatividad puede parar la angustia económica. No se me amenaza con lugares podridos, donde no se puede respirar. Yo paro el miedo de todo lo que es subterráneo, paro el miedo a mi inconsciente; pongo la mano ahí­, y estoy conquistando todos esos demonios, porque me he dado cuenta con la fuerza que tengo, de que los demonios son la manifestación de mi yo. Eso no es sino yo, porque yo soy todo. Entonces, pacifico esos demonios y los voy a someter a mi servicio. Pongo una antena hacia la tierra, y con la fuerza que tengo, los pacifico. Y soy tan fuerte que obtengo la victoria, los paro y los canalizo. Los canalizo hacia este canal de fuerza, de luz, de amor que yo soy, y en lugar de destruirme, me alimentan.”
Comienzas a tomar el alimento de la tierra. Medita sobre eso. A partir de tus angustias, angustias económicas, de creación, profesionales, de enfermedad, de fatiga, todo tipo de angustias. Se pueden parar por la fuerza de este trabajo que has hecho hoy, se paran y se ponen a tu servicio.
Cuando haces eso, despiertas las fuerzas positivas de la tierra ¿quíé es despertar las fuerzas positivas de la tierra? Es transformar todo lo que es negativo en alimento de todo lo que es positivo. No se le elimina, se le transforma. Porque todo eres tú. Es lo que yo llamo subyugar. Porque todo lo que es negativo debe darte su energí­a y convertirse en una parte de ti. Tú danzas con tu enemigo. ¿Y cómo se puede transformar? Por el conocimiento de los puntos centrales de tu columna. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete, esas son las puertas.
Debe que sentir entre el sexo y el ano tus sensaciones, y despuíés, a la altura de la pelvis, buscar un punto en el que sientas toda tu fuerza sexual que te atraviesa. Y dos o tres dedos sobre el ombligo, siente verdaderamente toda la fuerza de tu centro de gravedad. En el pecho debes sentir que toda la caja torácica se abre con calor. Aquí­, es el nacimiento de la raí­z del lenguaje, es la purificación y la comunicación. Y aquí­, hacia el centro del cerebro, hacia la glándula pineal, a partir de ahí­, el cerebro debe llenarse de luz. Y todo eso debe partir como un canal que va del ano a la cabeza y va hacia la comunicación universal y cósmica. No hay ningún misterio, no son más que sensaciones.
Los cuerpos no son mexicanos ni hindúes, ni chinos, ni franceses, ni negros, ni judí­os. El cuerpo es un cuerpo humano, que tiene su sabidurí­a. Y cada uno de nosotros lleva su sabidurí­a. Entonces por la sabidurí­a, por la sensación, por el movimiento de energí­a que se hace, se puede pasar el conocimiento a la tierra. Como una montaña. Y entonces te vuelves calma. Cálmate. Deja de permití­rtelo todo. Por esta posición, yo no me permito nada. Soy un eje. Paro los sentimientos infantiles, los fantasmas, las cóleras, los miedos, las angustias, las penas, las culpabilizaciones, las injusticias, la crí­tica. Yo paro, yo tomo mi fuerza, yo me convierto en lo que soy. Y estiro mi mano hacia lo bajo y lo controlo, pero lo controlo por la sabidurí­a. Doy el conocimiento por la sabidurí­a.

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #2 en: Mayo 28, 2014, 07:28:49 pm »
(7). EL AMOR PURIFICA.
Abre tus manos lo más que puedas. Ahora imagina que tus manos son un rí­o, que hay un rí­o sagrado que brota de tus manos. Deja que el mismo rí­o salga de lo alto de tu cabeza, como una fuente, es una fuente luminosa, como un arco iris.
Ahora, deja salir de tu corazón al mismo tiempo un rí­o de llamas, un rí­o de fuego que no quema, un fuego de amor.
Ahora, siente entre tu sexo y tu ano una energí­a fuerte, que es la fuente del agua que brota de tus manos, del fuego de tu pecho y de la luz de tu cabeza. Siente esa fuente.
Y sobre todo, ama tu cuerpo como un bol de oro y plata que sostiene todo eso. Tu materia sostiene todo eso. La energí­a que recibes por el sexo es la energí­a divina y la dejas deslizarse. Aligíérate, vuíélvete ligero, tu cabeza se vuelve ligera, y tu pecho, tu vientre, tus manos. Deja la pesadez, todo es ligero, delicado, transparente. Tranquilidad, la vida transcurre en paz, vas en un barco por el rí­o de la vida. Despierta la confianza. Con las manos abiertas entríégate a la vida, no te opongas a nada de lo que pase. Siente inmensas tus manos, como sin lí­mites. Tú no eres ni su dueño ni tu dueño. Díéjate poseer por la fuerza de la vida, porque esa fuerza va a preservarte de todo, ella es la salud y la de todas las personas que te se acerquen. Es la energí­a con la que nosotros trabajamos. Piensa: “Yo tengo la fuerza. Yo soy capaz de hacer frente a no importa quíé problema, sin demolerme. Yo puedo curarme y yo puedo curar. Yo soy un ser que es como un bol de medicina que se derrama en el mundo y mi medicina es la vida. Yo puedo curar porque me he curado o me estoy curando. Las personas que se me acercan vienen a tomar la medicina ¿y que es esta medicina? Se tú mismo, yo te acepto como el ser esencial que eres”.
Es una revelación maravillosa, cuando se descubre que para avanzar un ser debe asumirse. Eres tu propio guí­a. Es tu Dios-Diosa interior el que habla. Si te mantienes, nadie en el mundo va a poder contigo. A partir de este punto, tú puedes cambiar tu vida, hacer lo que quieras. Eres fiel a tu trabajo, al lugar donde estás. Detienes el querer parecer delante del otro, dejas de comprar al otro, de dejarte llevar. Piensa:
“Cuando hago esto, la fuerza entra en mí­, porque soy capaz de hacerme nacer y de hacerme morir. Tomo mi vida en mis manos. Soy capaz de prosperar, soy capaz de abrir mi camino, soy capaz de pelear, pero no tengo necesidad. Es una actitud de paz y de posesión total. Yo creo en lo que hago, creo completamente en mí­ mismo, me otorgo confianza. Y tengo fuerza para reponerme si caigo en la debilidad. Todo debe pasar, me mantengo, realizado. Puedo vencer los vicios. Puedo vencer las ideas negativas, que son peores que el alcohol y la droga. Puedo vencer los sentimientos agresivos, los sentimientos de dependencia. Puedo vencer los deseos mal colocados, puedo vencer la enfermedad, puedo vencer la pobreza. Puedo vencer la muerte, porque puedo atravesarla. Voy a llegar a la inmortalidad necesaria, porque me identifico con la vida. Cuando abro totalmente mis manos, sostengo en ellas a todo el universo. He puesto el universo en mis manos, a toda la Humanidad en mis manos. Con estas manos puedo conducir al tiempo y a todo lo que contiene el tiempo hacia su santo futuro.”
Ahora vas a investigar en tu vida como esta actitud hubiera sido necesaria en los momentos de debilidad. Por esta posición que es mágica, las debilidades son vencidas, si lo haces bien la debilidad pasa. Encuentras tu y tu fuerza.
Pon la mano derecha totalmente abierta hacia tu corazón, y es tu corazón el que tienes en la mano, y tu corazón se va a convertir en el centro del mundo. Desde ese centro, a cada palpitar enví­a un amor que llena al universo entero.
Ahora pon la mano derecha totalmente abierta sobre el ombligo, en el vientre, y desde ahí­ te dices “Yo tomo posesión de mí­ mismo y de mi sitio, me confundo con el centro vital y me transformo en íél.”
Ahora frota tus manos totalmente abiertas sobre todo tu cuerpo mientras dices:
Limpio las larvas que están pegadas a mí­, voy a purificar mi cuerpo. Todo lo que sea pesado, todo lo que sea opaco, todo eso lo limpio. Purifico mis ojos de las imágenes que los han ensuciado. Purifico mis todas las palabras, las que he dicho, las que estoy diciendo, las que diríé. Gracias a estas manos mágicas, totalmente abiertas, mi cuerpo se vuelve sagrado.”
No soy yo quien ha inventado esto, los monjes aztecas lo hací­an hace cinco mil años. Este estado de purificación de uno mismo es una vieja ceremonia mágica que existe.
Ahora, con tus dos manos totalmente abiertas tomas la cabeza. E imagina que limpias todas tus ideas, a borrarlas de la cabeza. Y despuíés pon las manos totalmente abiertas en el aire y piensa que el mundo es tu cuerpo. Frota el aire pensando que limpias tus sentimientos, y tus deseos. Que limpias todos los caminos por donde irás. Y cuando has terminado esto, limpia alrededor de ti el mundo donde vives y limpia tus conocidos. Limpia a todo el mundo. Imagina que salen llamas de ti que lavan el mundo. A tu alrededor tuyo hay entidades que están danzando. Es la alegrí­a, son los espí­ritus de la tierra, del agua, del aire y del fuego, todos los espí­ritus del mundo que danzan alrededor tuyo. Es la casa de la alegrí­a. Piensa que en torno a ti hay estallidos de energí­a, Cuando has hecho limpieza, la energí­a estalla en torno, girando como pequeños planetas. ¡Quíé placer! Trabaja sobre eso. Es tu aura la que estalla en burbujas de energí­a y sobre las llamas con las que limpias el mundo. Imagina eso y la sensación es maravillosa.
Ahora vamos a trabajar con el aura. En todos los ejercicios que vamos a hacer hay un aura que es necesario imaginar a nuestro alrededor. En la expresión de ese estado de espí­ritu, de consciencia, hay que abrir la persona, no limitarnos a la superficie de la piel.
Ahora vamos a abrirnos, a ser más grande que nuestra piel. El aura todo el mundo la tiene, pero es inconsciente. Hay que fabricársela de la misma manera que hay que fabricarse un alma. Yo nunca hablo de auras o de cosas parecidas, porque a la gente le gusta mucho mentirse a sí­ misma y dicen que ven el aura pero no es verdad. Yo trabajo en la honestidad. No digo que sea verdad o falsedad, digo que hace falta utilizarlo y el imaginario puede hacerlo. Que sea verdad o no, eso no nos interesa, lo que nos interesa es el concepto y poder sentir esa sensación.
Es importante ahora que juntes tus dos manos totalmente abiertas. La una a la otra, como sosteniendo una hoja de seda muy fina. Más finos somos en nuestro contacto y más fino se vuelve nuestro espí­ritu. Más brutal es el contacto y más brutal es el espí­ritu.
Ahora te voy a pedir que vivas tu ser superior, no minimizarte. Todos tenemos un Dios-Diosa interior, todos somos sacerdotes. Tenemos un yo en el ego inferior, y tenemos un ego superior que es un yo superior. Te pido que sin ninguna vergí¼enza te conviertas en sagrado. Y la gente va a venir a rezar delante de ti. Acepta el rol de un ser sagrado, sin delirios de grandeza. Si alguien viene a rezar y hacerte una ofrenda, la ofrenda no es para tu ego inferior, es para el ego superior, que te une a todos.
Entonces pon tus manos totalmente abiertas con el dorso apoyado en tu pecho y la palma hacia el mundo.. Sabes que desde tus manos que están en tu pecho, salen rayos dorados, como un cáliz que se abre hacia todas las direcciones del espacio. Acepta tu divinidad. Tu divinidad la tienes en ese vací­o que está en tus manos. Identifica ese vací­o. Es el vací­o que nos une a todos. Todos somos el mismo ser, el mismo ser divino. Cada uno de nosotros es la divinidad. Para que la divinidad exista tu debes aceptar tu divinidad. Tú juegas un importante papel en el Ser divino. Te concentras para sentir que depende de ti perder la minimización y aceptarte como ser divino. Medita así­:
“Yo soy la divinidad, yo soy el ser consciente, yo soy el ser evolucionado, completamente. No tengo que buscar nada, yo lo soy todo, soy un ser completo. Tengo todo para dar ahora. En este vací­o que tengo aquí­ y en este rayo dorado, me proyecto en el mundo. Y encuentro a todos los santos que están en el mundo. Cristo y Marí­a están aquí­, nunca partieron de este planeta. Buda está aquí­ en este planeta. Hay fuerzas divinas que están conmigo, y me comunico con todos esos soles humanos. Formamos un templo con millones y millones y millones de seres vivos, todos los seres que han aceptado ser un ser viviente en el pasado y en el futuro, están conmigo en este momento. Mi fuerza es inconmensurable, mi calma es como un ocíéano. Estoy entre el tiempo y el espacio, aquí­ y ahora. En el vací­o total. Estoy unido absolutamente a todo. Estoy en la cima de la montaña, en la cima de la perfección. Me acepto como ser sagrado y porque me acepto, me convierto automáticamente en Maestro. Voy a enseñar a los otros seres humanos a llegar a su divinidad. ”
“He despertado el sol que llevo en mi pecho. Estiro la columna vertebral con gran placer, me estiro como una cobra que sale de la caja. Porque tengo el derecho de respirar, tengo el derecho de tomar mi sitio. A mi alrededor hay un templo, yo soy el centro de un templo. Expando la luz en todas las direcciones del espacio. Proyecto la divinidad de mi intelecto, proyecto la divinidad de mi emocional, proyecto la divinidad de mi sexual. Soy delicado con mis manos, mis manos son tan delicadas, rozan como una pequeña pluma, no hacen ningún esfuerzo. Todos los seres son mis niños, mis enfermos, y yo voy a hacer crecer a esos seres, voy a curar a esos seres. Todos los seres conscientes, plantas, animales, seres humanos, son mis hijos y son mis hijas y yo voy a hacerlos evolucionar, hasta que ellos lleguen a ser sagrados.”
Todos los santos y santas están aquí­. Cuando un ser llega a la perfección no se va de este mundo, esa es la maravilla, porque íél quiere estar aquí­ para ayudar a los otros. Cuando te conectas con tu divinidad, te conectas con todas esas fuerzas benevolentes. Están todos aquí­, estamos todos juntos. Ellos están para ayudarnos, a nuestro servicio.
Te purificas por el amor, si no amas no te purificas. He descubierto en este gesto, que si yo no me amaba no podí­a hacer la llama y no podí­a purificar. Amar es unirse, comunicarse, dar. La purificación del mundo viene por el amor. Cuando amas el mundo, cuando amas a alguien lo purificas. Es un gesto de amor. Trata de hacer un gesto de don. Y deja venir a los que amas a ti. Si no amas a nadie, díéjate venir ti mismo. Haz venir a las plantas, a los animales, a los seres amados, y vas a ver que a medida que esos seres se presentan, eliminas las crí­ticas y los purificas.
IMPOSICIí“N DE MANOS, LA TRANSMISIí“N DE INFORMACIí“N POR EL CONTACTO FíSICO
 Durante mucho tiempo, influido por las enseñanzas de la curandera mexicana doña Magdalena, busquíé la manera de transmitir conocimiento espiritual a travíés del contacto fí­sico. El pensamiento no es esencialmente vocablos. La palabra no es la cosa. Los contenidos infinitos del espí­ritu necesitan una manera inefable de ser comunicados. Esto se logra mediante la imposición de manos. En los Evangelios podemos leer que el Cristo se comunicaba tambiíén de esta manera. He aquí­ algunas notas que describen experiencias que he realizado:
1.- Toca a alguien como si fuera tu bebíé, tu niño. Ese es el secreto de la imposición de manos. Si tú le eres antipático, no importa: la persona te rechazará con sus manos. Ama esas manos que te rechazan y comienza tu trabajo masajeándolas a ellas, y con amor de madre-padre, milí­metro por milí­metro, con delicadeza extrema y atención, avanzar hacia el corazón del otro.
Con delicadeza y atención total disuelve todas las mí­nimas contracciones músculo por músculo. Da apoyo seguro a cada miembro, que nunca otro miembro tenga la impresión que se descuida una parte suya por mí­nima que parezca ser. El que masajea así­ debe respirar con calma profunda. Debe estar al servicio, sin distracción alguna. Debe ser un receptáculo vací­o, una al parecer infinita y eterna compañí­a, pero no invasora sino discreta, compañí­a presta a hacerse invisible al menor momento de rechazo.
Esta primera imposición de manos sobre el cuerpo, es la primera piedra del templo de todo contacto humano. Sin esta actitud no puede haber verdadero contacto. Y este contacto verdadero sólo puede lograrse en estado de santidad. El que impone las manos se ha olvidado a sí­ mismo. El ego se ha replegado hasta hacerse invisible y quien toca no es más que una conciencia al servicio del cosmos.
Si se acepta el concepto de Dios Interior, es Dios quien toca al otro a travíés de un cuerpo pleno amor. Si no damos las manos a nuestro Dios, ellas no pueden tocar verdaderamente. El ego no toca. Si la madre no es divina, no es madre.
2.- Conduce al otro a vivir completamente la conciencia de sus pies. Hazlo entrar de más en más profundo en sus plantas, Háblale a los pies, llama a la persona de viva voz hacia sus pies, usándolos como especie de micrófonos. Fortalece el talón para que no retroceda ante la vida. Estira los dedos hacia el infinito. Llena esos pies de ternura para que liberen al niño prisionero en ellos.
3.- Mantra para el periníé, raí­z energíética entre el sexo y el ano: mientras empujas con el puño en ese sitio, el paciente debe rugir: “¡Basta! ¡Aquí­ yo soy! “.
4.- Debes, con este masaje en la raí­z hacer comprender al paciente que absorbe la fuerza que viene de sus pies, de la tierra. Luego hazlo absorber su árbol genealógico, centrando ahí­ a toda su familia. El periníé es un centro que absorbe la negatividad familiar y la transforma para abrirse hacia el mundo. Ese chakra, llamado Muladhara, como una flor cósmica se abre a la energí­a luminosa del cosmos.
5.- Masajea de la cintura para abajo hasta los pies, sólo la parte animal, haciendo vivir la parte caballo del centauro para darle luego su poder espiritual.
6.- En un grupo se puede hacer masajes colectivos. Ejemplo: dos personas masajean el pecho al mismo tiempo que otras dos masajean la espalda.
7.- Masaje del padre-madre:
Un hombre y una mujer, poniíéndose de acuerdo en plena receptividad, masajean al paciente haciíéndole sentir que su cuerpo no es el campo de batalla de sus padres sino el lugar sagrado donde las cuatro manos se complementan.
-El placer de pensar 69
(9). UNA LECCIí“N SOBRE LA RESPIRACIí“N.

Esta lección que doña Magdalena me dio no se refiere a las manos, sino a la respiración. No síé si los lectores de este texto se darán cuenta de quíé manera doña Magdalena me hizo unir el desarrollo de mi conciencia al simple actor de respirar con sus inspiraciones y expiraciones. Transcribiríé las palabras de la santa tal cual ella las pronunció, sin intervenir  con mi intelecto para aclarar cosas que deben permanecer oscuras. Doña Magdalena no hablaba a mi razón, se dirigí­a directamente a mi inconsciente. Yo no comprendí­a sus palabras y ejercicios sino que los absorbí­a e incorporaba de inmediato a mi vida.
“Esto, hijo querido del alma,  tiene dos partes: el Principio de Divergencia hacia la Manifestación y la Convergencia hacia el Principio. Vamos a ver verdaderamente la victoria sobre nosotros mismos, vamos a converger hacia nuestro punto central de energí­a. Volver hacia nuestro principio, hacia nuestra fuente de vida, hacia nuestro Dios-Diosa interior, hacia nuestra propia energí­a, hacia nuestra propia raí­z. Veremos la victoria sobre el intelecto, sobre lo emocional, sobre lo sexual y sobre el cuerpo. La victoria sobre la angustia, sobre la depresión, sobre la no comprensión. A volver hacia sí­. Es muy, muy profundo.
En el camino de la manifestación hacia el mundo, esto tiene como flores, raí­ces que dan tallos, ramas y lentamente florecen y se agrandan. Bendición sobre el mundo. Entrada total en la mar infinita, entrada total en el mundo. Y despuíés, cerramos y vamos completamente hacia la inmensa potencia de nuestra reducción. Más pequeño me hago y despuíés más grande me manifiesto, y más grande puedo manifestarme y puedo llenar el mundo, la vida, el universo, la creación, todos los seres humanos. Lleno el pasado con mi presencia, lleno el presente y el futuro.
Acuíérdate que al principio solo era el Verbo. Al comienzo era el Verbo, y el Verbo era Dios-Diosa y el Verbo estaba en Dios-Diosa. Luego voy al principio. Llego al punto único, el punto del Verbo, y me abro hacia el presente. Entonces me engrandezco hacia la manifestación, hacia la Conciencia. Despuíés la Conciencia se abre y llena toda la vida presente.   Y luego va más lejos y realiza su acción hacia el pasado,  y hacia el futuro y salva la raza humana completa y el universo completo. Y se encuentra en el centro del universo estando de nuevo unido con Madre-Padre. Y cuando hace eso de nuevo, va a volver a sí­ y al Verbo original. Es ese el movimiento.
Respiramos con la letra A. La primera letra sagrada.
Dios-Diosa se manifiesta en el mundo y despuíés Dios-Diosa inspira el mundo y vuelve a su fuente: manifestación. ¡Quíé maravilla! ¡Manifestarse hacia las estrellas, hacia el sol, realizar su vida y volver de nuevo a su verbo original!
Cuando inspires, ve hasta cuando eras un feto, hasta el momento en que el espermatozoide se unió al óvulo. Y despuíés sacas, llena tu vida de potencia hasta hoy, hasta tu vejez, hasta las diez mil vidas que tendrás.
Ve profundamente hacia tu naturaleza í­ntima, hacia el mí­nimo, el punto de potencia. Despuíés lo haces explotar, abriendo la boca. Ya no puedes abrir más la boca de grande que es. Deja que el volumen se haga todo solo, cada momento hay más volumen, sin forzarlo, cada vez más fuerte.
Ahora la implosión hacia Dios-Diosa, hacia la fuerza, y ve a crear ahora el universo. Hacia el amor primero, es una bola de amor, un punto de amor. La A de amor, y despuíés explota.
Cuando hago esto estoy tomando el cielo y  poniíéndolo en mí­.
Lo que acabamos de hacer es magní­fico. Es una pequeña maravilla que puede cambiar tu vida si lo haces bien. Se llama “Eso”- Tu eres eso, eso eres tú, es tu Dios-Diosa interior, es el todo poderoso residiendo en ti.
Si no se es como una madre uno mismo y como un niño pequeño, no se puede progresar. Luego eres la mamá que canta a su niñito, tú. Esto se utiliza para proteger a los bebíés en el vientre de la madre. Y tú eres un bebíé en el vientre de tí­ mismo y vas a protegerte. Es el espí­ritu de protección de sí­ y de la ternura hacia sí­. No forzarse, no criticarse demasiado duramente, no destruirse. Protección. Estamos aquí­ para construirnos en la vida, no para destruirnos. Nos hace falta ternura hacia nosotros mismos. Calma, cálmate mi niño, duerme mi niño.
Ahora la protección se convierte en una lámpara. Tenemos nuestra vida como ofrenda, esto es la lámpara y se convierte en una ofrenda. Y con el fuego purificador de la lámpara vamos a construirnos un aura. Vamos a hacerlo con el fuego y nuestro cuerpo va a proyectar un aura. Vamos a construir un cuerpo protector, porque se hace ofrenda de sí­. Cuando se penetra en la vida, con toda su locura y su materialismo, hay que crearse un campo protector de purificación. Somos una lámpara que se enciende y hace la llama espiritual sobre la materia. Se ha unido el espí­ritu y la materia. Y vamos a crear un escudo alrededor nuestro.
Con esta delicadeza debemos aprender a tratar a las otras personas con las que entramos en comunicación. Esa es la delicadeza de la relación humana.
Y ahora para terminar vamos a hacer algo más energíético, para defendernos de todos los demonios que van a asaltarnos desde el interior de nosotros y desde el exterior. Apartarlos. Se acabó esta idiotez que tengo en mí­, esta fatiga que yo fuerzo, se acabó mi soledad, se acabó el no trabajar, se acabó todo el resto.
Grita ahora “¡¡Basta!!” 
Se libera mi mente de aquí­, paro de llenarme de palabras, cierro, desciendo, silencio, abro la conciencia, no me esfuerzo, recibo,  cierro, mantengo, abro y vuelvo a mí­, a como soy ahora en medio de la ciudad, corazón del movimiento, corazón de todos los seres vivientes.
Lo repito completo.
Esto te ha ayudado mucho, mucho, mucho, a ordenar tu mente, porque no admites ningún pensamiento demás.”

Scientia

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #3 en: Mayo 28, 2014, 07:30:00 pm »
(10) APRENDER A MIRAR.
Uno de los primeros pasos en la iniciación espiritual es el de aprender a ver. Ese es el rol que tienen los 56 arcanos menores del Tarot de Marsella. Uno de los libros de Castañeda se llama “Ver”… Comenzaríé con una historia:
“Toda la familia está reunida en una cena. De pronto el hijo mayor anuncia que va a casarse con la vecina de en frente. Cada familiar tiene algo que decirle. El padre: “¡Pero su familia no le ha dejado ni un centavo de herencia!”. La madre: “¡Y ella no ha sido capaz de economizar nada!”. El hermano menor: “¿Cómo te puede interesar? ¡No conoce nada de fútbol!”. La hermana: “¡Nunca he visto una mujer tan ridí­cula!”. El tí­o: “Una tonta, lo único que hace es leer novelitas de amor!”. La tí­a: “¡Se viste con un mal gusto atroz!”. La abuela: “¡Lo poco que tiene lo gasta todo en maquillajes!”. El abuelo: “¡Sus senos son falsos!”… Entonces el hijo mayor responde: “Cierto, todo eso es verdad, pero ella tiene una enorme ventaja sobre nosotros”. La familia exclama: “¿Una ventaja? ¿La cual?” Y íél les dice: “¡Ella no tiene familia!”.
Cuando vamos a crear una pareja, nos cae encima la mirada de nuestra familia. Esa mirada nos afecta. No podemos entablar una relación con el otro como la deseamos mientras no nos liberemos de la mirada del clan. Si vemos el mundo a travíés de la mirada de nuestra madre, no vemos el mundo: somos el canal a travíés del cual nuestra madre ve al mundo. Igualmente, si vemos el mundo a travíés de la mirada de nuestro padre, no podemos ver al mundo y todas las acciones que hacemos no nos corresponden. Esto es rudo, pero tenemos que darnos cuenta. Estamos desde pequeños poseí­dos por la mirada de los familiares. Mirada que se transmite de un inconsciente a otro. A veces miramos como lo harí­a una tí­a, o un hermano o un abuelo muerto. En medio de una relación amorosa, no podemos impedirnos de hablar de nuestra madre o nuestro padre. O hablamos sin cesar de un hermano o una hermana. Ahogamos a nuestra pareja con habladurí­as acerca de los problemas familiares. Pero, ¿cuál es nuestra autíéntica mirada? No digo que hay que cortar con la familia, digo solamente que hay que colocar sus ojos en su sitio. Los ojos de nuestra madre en las órbitas de nuestra madre, los ojos de nuestro padre en sus propias órbitas, todos los ojos en su verdadero sitio, y nuestros ojos en nuestras propias órbitas. Debemos separarnos de la mirada de los otros para recuperar la nuestra, porque si vemos al mundo con la mirada de los otros no vemos a los otros, vemos el mundo que ellos están viendo. ¿Cómo aprender a mirar, entonces?
La escucha debe receptiva, pero la mirada debe ser activa. El principal defecto de la escucha es la sordera, no escucharse más que a sí­ mismo. El principal defecto de la mirada es ser agresiva, lo que significa no saber ver.
Hay varias formas de mirar. Una de ellas es la mirada “material”. Esta mirada sólo ve en el otro lo que íéste tiene de valor material. “Si le robo sus anteojos, puedo venderlo en tantos billetes”. “Tiene equis años, es muy viej@, muy joven” “Sus cabellos son teñidos, sucios, largos, cortos, mal peinados”. “Sus manos son grandes, chicas, finas, rugosas” “Tiene senos así­, asá. Culo así­, asá”. “Está bien vestid@, mal vestid@”… Vemos a las personas sólo por su aspecto corporal, por su raza, por su forma. Es la mirada del comerciante que todo el tiempo se está diciendo: “Esta persona vale tanto”. Mirada que en el fondo juzga cuánto dinero vale el otro… La mirada mágica no critica con desprecio, sólo constata con amor.
Hay la mirada “exclusivamente sexual”. Esa mirada convierte a cada persona en objeto de deseo o repulsión. “Este, esta, me es simpáti@, me es antipátic@”. Convierte al otro en extranjero, en cosa, siendo incapaz de ver al ser que habita en ese cuerpo. Para liberarse de esta mirada que anula a la magia, debemos preguntarnos en cada momento: “¿Cómo estoy mirando? ¿De dónde parte mi mirada? ¿Quíé edad tiene mi mirada: mis ojos en este momento son los mí­o o los del niño que fui? ¿Estoy imitando la mirada de otro? ¿De quiíén? ¿El motor de mis miradas es mi interíés material, mi interíés sexual? ¿Tienen corazón mis miradas?
Mirar con amor es difí­cil porque en todo amor hay tambiíén odio. Cada idea, cada sentimiento, cada luz, tiene su sombra. Si lanzo una mirada de amor posesivo, va con ella el rencor de no ser capaz de poseer al ser amado por completo. Poseerlo por completo significarí­a poder darle la muerte. Tendrí­amos que mirar no con un amor humano, sino con un amor divino. , que es una mirada que no damos nosotros mismos, sino que se da a travíés de nosotros, proveniente de la conciencia que crea al cosmos… La mirada intelectual tambiíén es antimágica, porque consiste en un juicio mental del otro, un juicio por esencia negativo. El intelecto quiere serlo todo, y todo lo que no es íél o como íél, le parece digno de ser condenado.
La mirada mágica debe unir cuatro puentes, el mental, el emocional, el sexual y el material, a la fuerza universal que da vida a todo. Se conecta la mirada, vuelta impersonal, a la conciencia divina. Solamente a travíés de lo impersonal logramos mirar con la fuerza del amor que todo lo construye. Se dice que los monjes iluminados, (bodhisatvas) bendicen todo lo que ven… Tú puedes hacer este ejercicio: durante todo el dí­a, bendice lo que veas, sean seres vivientes o cosas. Cuando se logra transformar la mirada en bendición constante se llega a la mirada mágica. Esta mirada dice: “Cuando te miro no te poseo, no te critico, no te juzgo, no voy a pedirte nada ni a darte nada, sólo me comunico contigo. ¿Tienes necesidad de mí­? ¡Aquí­ yo no estoy, pero sí­ está el Ser esencial!” No hay nada personal en esta mirada. El que mira y el mirado se comunican de alma a alma.
Si de esta manera miras a la gente que conoces o aquellas con las que te debes relacionar, tu vida cambiará. Ve a tu hogar y mira a todos los objetos con los cuales convives, mira todos los recuerdos que encierran, mira a todos tus familiares, y por sobre todo, mira la mirada que tienen, y constata hasta que punto sus ojos ven y cuáles son sus lí­mites… Ponte en su lugar, trata de comprenderlos y aceptar que sufren. Cualquier tipo de mirada que no sea mágica, nos sumerge en el sufrimiento… No te preocupes si descubres en sus miradas sentimientos agresivos. Si te has liberado del ego artificial, sabrás transformar las agresiones en manifestaciones de amor.
Hay miradas que son muros que encierran a las mentes en calabozos. Cuando tu mirada se abre, otorga a los prisioneros una luz de libertad
 (11) UNA MANO ES LA LíMPARA, LA OTRA LA LLAMA.
 Durante la siguiente meditación, la santa curandera me hizo tomar diferentes posiciones con las manos. Yo las hací­a, sumido en una especie de trance. Por lo cual no recuerdo cuáles fueron estas posiciones, muy semejantes a mudras. Me queda la sensación de que eran gestos simples, tal como una mano empuñada o bien una mano estirada colocada ante mí­ como un espejo para ver como mis dedos se inclinaban haciíéndome una reverencia.)
Hijo querido del alma, una mano es la lámpara, la otra la llama.
Tenemos la mano derecha que es la mano de la consciencia divina. Se utiliza la mano derecha para simbolizar todo lo que es divinidad, consciencia, luz. Y se utiliza la izquierda para simbolizar todo lo que es inconsciente, oscuridad, fuerza divina en la materia, encarnación, manifestación. Es lo no manifestado que va a manifestarse aquí­. Aquí­ está el rayo y aquí­ la matriz. El mundo de los dioses y el mundo de los seres humanos.
Vamos a dejar la mano derecha y vamos a trabajar con la mano izquierda. Vamos a hacer la promesa.
Los dedos se inclinan hacia mí­, eso quiere decir que el pasado y el futuro, que el intelecto es decir el aire, que lo emocional es decir el fuego, que lo sexual es decir el agua, que lo corporal y material es decir la tierra, todos ellos se inclinan y hacen un puente solido de materia.
Y cuando haces esto, sostienes tu vida, y no la sueltas. Es decir que sostienes lo oscuro de ti, sostienes tu materia, tu vida, tu salud, tu prosperidad económica, tu lugar, tu oficio, tu acción social. Sostienes tu energí­a sexual, la conduces como tú quieres, entregas tu pasión como tú quieres. Y tambiíén tienes aquí­ tu energí­a emocional, tu llamada emocional, las emociones que quieres cultivar. Se manifiestan como tú quieres, sin cegarte nunca. Y ese querer lo ofreces a la consciencia.
Y verdaderamente la consciencia te tiene, completamente, firmemente, con toda tu voluntad. Y cuando tienes la mano así­, te dices: “Todo mi ser es unidad, es compacto; yo estoy encarnado, compacto, sin debilidades, sin perezas, sin ninguna duda. Sólidamente. Concretamente. Objetivamente. Me sostengo aquí­. No tengo miedo de mi lado oscuro, no tengo miedo de mi inconsciente. Asumo mis pasiones, asumo mis deseos, asumo mis sentimientos, asumo mis ideas, asumo mi vida, mi cuerpo, lo sostengo”.
Y más hago esto y más me fortifico. Me fortifico en el lado oscuro. Es un punto cerrado que se llama la promesa. Está el vací­o interior. Lentamente, porque la mano ha estado comprimida, se va abriendo, sin forzarla. Te vuelves consciente y con esos dedos haces un regalo. Con el í­ndice, dibujas para la eternidad. En la oscuridad de tu inconsciente, el cí­rculo es el sol, dibuja la luminosidad del sol en la palma de esa mano oscura, para que comprenda que debe seguir despierta en sus sueños, lúcida. Eso va a inscribirse tu inconsciente.
Y de nuevo la cierras y ahora es una mano iniciada. Contiene el verbo y se convierte en sagrada.
Y esta otra mano, abierta, es completamente lo contrario. Entre esta mano cerrada y esta mano abierta tienes todos los gestos de la humanidad.
Es la mano derecha abierta, luminosa, absolutamente contraria a la otra, es positiva y abierta, no es la mano que golpea, es la mano que da, una mano de poder. Siente la diferencia entre los dos gestos. La mano abierta es la luminosidad, es la benevolencia. Tengo el poder de curar, el poder de domar. Prometo:
“Yo prometo al mundo de la encarnación, al mundo de la materia, al universo encarnado, fuego, creación, prometo que estaríé siempre aquí­. Que seríé benevolente con las partes oscuras de mi ser, con mi inconsciente, con los deseos que están en la oscuridad, rechazados. En tanto que consciente, en tanto que ser positivo, te prometo que velaríé por tu equilibrio. Que nunca tú, como fuerza oscura vas a tomar el poder porque yo estaríé siempre ahí­. Que nunca tú, como punto de fuerza, vas a negar esta consciencia, este organismo, porque yo estaríé siempre ahí­ para equilibrarte. Donde estíé la fuerza yo estaríé. Siempre. Yo te prometo que te voy a equilibrar”.
Esta mano dice eso. En la acción. Pero la otra mano, la empuñada, tambiíén hace una promesa:
“Cuando tú brilles, yo estaríé ahí­ para defenderte de la tentación. Estaríé ahí­ para impedirte toda debilidad, porque si yo no estuviera ahí­, tu excesiva bondad serí­a devorada, y se perderí­a sin forma. Luego yo, en tanto que universo, te prometo que estaríé siempre ahí­ para recibirte. Porque si yo no estoy para recibirte te perderí­as en la nada de ti mismo. Yo, en tanto que inconsciente oscuro, estaríé siempre ahí­ para equilibrarte. Vamos a trabajar los dos juntos. El mundo no es solamente luz y buenos sentimientos. Yo estoy para equilibrarte, para darte la fuerza y la raí­z de la que tienes necesidad. Vamos a trabajar juntos.”
Y la mano abierta le contesta:
“Y yo prometo tambiíén al mundo, en tanto que luz, que estaríé siempre ahí­. Con el amor, con mis pilares del amor y tus pilares de la severidad. Con mis pilares de la energí­a y tus pilares de la forma. Con mis pilares de la luz y tus pilares de la oscuridad. Estaríé siempre ahí­. Yo lo prometo”.
Esta es la promesa se ha hecho. Y ahora que la promesa se ha hecho, me pongo como materia, como pedestal, como punto de apoyo. Porque síé que tú estás ahí­ como beneficioso, yo puedo estar aquí­. “Sin ti, oh luz, oh Dios-Diosa interior, oh consciencia, yo no podrí­a posarme. Pero aquí­ me poso, he escogido un lugar en mí­, yo me acepto, yo estoy aquí­. Y estoy aquí­ delante de ti, oh divinidad, estoy aquí­ como un pedestal. Y si tú estás ahí­, yo, porque quiero que la obra se haga, me coloco como lámpara de aceite sobre ti, y se hace la lámpara.
Este aceite es lo esencial de mi mismo, que pongo sobre tu realidad. Me confí­o a tu realidad, oh intelecto, me vací­o de pensamientos inútiles. Dejo venir el aceite de mi pensamiento, mi pensamiento verdadero que viene directamente de la fuente divina. Dejo de buscar un intelecto que no me corresponde, dejo de buscar intelectualmente las palabras. Me apoyo en ti, oh realidad, te tengo confianza, tú me sostienes, luego vací­o mi cabeza para que las palabras divinas puedan salir de esta lámpara.
Y oh, pedestal, me vací­o de los sentimientos inútiles, todos esos sentimientos que arrastro, se los doy al viento, se los doy al fuego, se los doy al agua, se los doy a la tierra. Me deshago de todos los sentimientos inútiles. Me deshago de la memoria. Me vací­o, porque tengo confianza en ti, me reposo en ti. Y surge el aceite perfumado de mis sentimientos, yo ofrezco el aceite perfumado de mis sentimientos. Estoy bien apoyado, he encontrado mi lugar en ti.
Y me vací­o de todo deseo inútil, de todo deseo exacerbado por el mundo actual, por la publicidad, por lo que queremos, por lo que nos dicen, por lo que se vende. Me deshago de todos los deseos inútiles. Me vací­o y voy a poner en mi sexo el aceite perfumado de los deseos verdaderos, tal como son. Y lo acepto y lo ofrezco a la divinidad.
Ofrezco mi intelecto, ofrezco mi corazón, ofrezco mis sentimientos, ofrezco mi sexo, mi energí­a sexual, de la forma más pura. Y tambiíén oh lámpara, pongo en ti la limpieza de mis acciones corporales, de mis concepciones sobre el dinero, sobre el lugar, la plaza, y la codicia de los objetos, la codicia del dinero inútil, la codicia de las relaciones sociales, la codicia de lo que no me corresponde. Me vací­o de todo eso, y dejo venir el aceite perfumado del verdadero dinero, de la verdadera plaza divina, de la verdadera sociedad humana divina, del oficio verdadero que vendrá hacia mí­. Avanzo con confianza y ofrezco todo eso en esta lámpara de aceite.
Ofrezco tambiíén mi consciencia. Estoy aquí­ en plena confianza. Me he convertido en una ofrenda. Y cada vez que yo pienso, hago la ofrenda de pensar en el mundo y mis pensamientos son perfumados. Y cada vez que tengo sentimientos hago una ofrenda y mis sentimientos son perfumados. Y cada vez que deseo hago una ofrenda y mis deseos son perfumados. Y cada vez que actúo mi acción es una ofrenda, y cada vez que yo creo la consciencia en mí­, creo una ofrenda.
¿Pero será aceptada mi ofrenda? Yo no me angustio por eso. Ya es una realización convertirse en ofrenda. Cuando la llama venga, yo la sentiríé. ¿Podríé encender la lámpara? ¿Será aceptado el aceite? Si yo acepto el aceite, el aceite es aceptado. Si no tengo dudas, si tengo la fe. ¿Y tengo la fe? ¡Sí­! Tengo la fe y enciendo la lámpara.
Estiro mis dedos. Pongo toda la fuerza de la luz en la fuerza de la oscuridad. Y va a actuar sobre el mundo. Empujo mi llama consciente hacia la oscuridad de mi inconsciente. Y allí­ ilumina el mundo, ilumina la noche de los tiempos, en medio del pasado y del futuro. En medio del universo esta lámpara existe y brilla. Yo me convierto en una lámpara encendida.
¿Quieres separar el fuego de su pedestal? Yo estoy unido. no hay separación. Esto es la realización, la fuerza y la energí­a. Y esto significa que la materia, embebida de espí­ritu divino hace volver a la divinidad a lo que ha siempre sido. La consciencia desciende hacia la encarnación, la encarnación lanza la consciencia. Eso viene de Dios-Diosa y eso vuelve a Dios-Diosa
Es una maravilla ¿comprendes? Es un regalo que nuestros ancestros nos han dejado. Medita sobre esto para captarlo profundamente. Y cuando hayas terminado comuní¬calo a las otras personas
(12). UNIDOS AL INFINITO.
(La santa curandera me hace abrir lo más que pueda los brazos y concentrarme en mis manos abiertas).
Hijo querido del alma, tu mano izquierda y tu mano derecha están ahora separadas. Imagina que tu mano izquierda contiene las energí­as terrestres que, aisladas, giran alrededor si sí­ mismas, oscuras, separadas de la divinidad. Imagina que tu mano derecha contiene la energí­a divina separada de la encarnación. Dos inmensas soledades… Ahora viene la historia de amor…
Una mano va a llamar a la otra. La izquierda, Virgen Marí­a, llama para que Dios-Diosa venga. Y Dios-Diosa, la mano derecha, llega lentamente, atraí­da como por un encantamiento magní­fico, hacia una dulzura sublime; y obedece a la llamada, y continúa a obedecer a la llamada. Y atraemos con la izquierda hacia nosotros el futuro. Y atraemos la divinidad. Y por un entrecruce de los diez dedos, se unen los complementarios. Y entre estos diez dedos, en el vientre que forman las palmas de tus manos, está un punto de luz, que es el Cristo, el pequeño punto de consciencia que hemos creado aquí­. Porque lo hemos atraí­do por nuestra plegaria.
La mano izquierda dice: “Ven a mí­, oh mi Dios-Diosa, yo te espero, yo me ofrezco, estoy aquí­, estoy preparada. He hecho mi trabajo, he hecho mi ofrenda. Ven, estoy llorando por ti, sin ti yo no vivo, sin ti me siento como ahogada. Ven, tú eres mi oxí­geno, tú eres mi vida. Ven, ven, insemí­name, hazme creadora, hazme dar. Sin ti yo no soy nada, no existo, soy una forma vací­a. Llíéname, llega a mí­. Sí­, ahora estamos unidos para la eternidad. Siento como te acercas, como te unes a mí­. Yo te llamo, encuíéntrame, búscame. Haz tu trabajo, haz tu búsqueda. Yo te espero. Tengo confianza en ti. Se que harás un esfuerzo. Perfeccióname. Ven, ven, yo estoy aquí­.”
La mano derecha responde: “Tienes que comprender que cuando me llamas, yo voy hacia ti. Siempre voy hacia ti. En todo momento. Desde la creación del universo hasta el fin del universo, en cada instante estaríé yendo hacia ti, voy hacia ti. Como un rí­o que no se detiene nunca. Y sin parar tú vienes hacia mí­, y tú me buscas. Y yo te llamo. Y tú escuchas la llamada. Y vienes hacia mí­. Y nos encontramos. En todo momento.”
En todo momento, llama a las fuerzas divinas hacia ese vientre. Y las fuerzas divinas vienen. Y en todo momento subes tus energí­as por la columna vertebral al mismo tiempo que las energí­as que bajan del cosmos y entran por la cima de tu cráneo, las energí­as son recibidas entre tus dos manos entrelazadas. Y en todo momento nos llamamos los dos, tú y yo. Nos llamamos y nos atraemos uno hacia el otro. Y nos reunimos en el centro. Porque de la misma manera que tú quieres venir hacia mí­, yo quiero ir hacia ti. Y ese es el misterio de la creación.
Esto es tan bello, increí­ble. Entonces yo tengo entre las manos el tesoro de las dimensiones del espacio. Producimos por nuestra unión el infinito. El centro, esa consciencia, ese punto de luz. Y nosotros somos las ruedas de la carreta. Y cuando unimos lo bajo y lo alto, el cielo y la tierra, consciente e inconsciente, producimos la luz y la tenemos aquí­, en nuestro corazón. Siente los latidos de tu corazón entre las palmas de tus manos. Es una lámpara, con un punto de luz infinita que es nuestra consciencia. Fuerte e infinita, nuestra luz está aquí­. Y tenemos nuestro tesoro, nuestro punto de consciencia que une el cielo y la tierra. Sin este punto de consciencia, sin este niño Jesús, no hay unión entre la Virgen Marí­a y Dios-Diosa. Es la consciencia que viene a unirlo todo. Y nosotros la tenemos aquí­. Es el vací­o esencial que está entre estos diez dedos, ese punto de contacto. Es una lámpara que ilumina el universo. Y te pido de imaginar cada vez más pequeña y concentrada la luz que tienes entre los dedos. Cada vez más concentrada y más fuerte. Y que imagines el aura cada vez más grande y la prolongas alrededor. Y a medida que concentras la luz, el aura es cada vez más grande. Es decir que vas a tener una lámpara que va a iluminar el universo, si trabajas bien.
Visualiza completamente una fuente de luz que lanza sus rayos entre tus dedos. Tienes esta luz. Y con la inspiración, el aura se agranda y con la expiración el aura disminuye y se guarda concentrada en el punto. Y tienes la sensación de que tus manos son el centro de tu ser. Y de nuevo trabajas. Y pones tu punto ahí­, en la base de tu columna vertebral pones un punto de luz, y cuando inspiras, esa luz sube y cuando expiras, desciende y llega a la base.
Y ahora, esto es lo más maravilloso, tu luz es una lámpara que vas a alimentar. Entonces cuando inspiras, tu llama es frí­a, helada, y cuando expiras se vuelve muy caliente. Y tu cuerpo tambiíén.
¿Quíé dice la tradición de esto? Esto es la unión de la sabidurí­a y de la materia. Y dejas entrar la sabidurí­a en tu vida. Y no te abandonas a tu niño interior, que hace tonterí­as. Dejas entrar la sabidurí­a, pones el sol entre tus diez dedos. Un pequeño sol que tiene la fuerza de un gran sol. Es una plegaria que hace girar el mundo.
Con este gesto comienzas a crecer tú mismo, y si expandes el gesto tus dedos se expanden en todo el universo. Pero teniíéndolos así­ tienes la sensación que tú los haces crecer. Y despuíés se vuelven más pequeño que un átomo.
Estás bien en tu cuerpo. Estás bien en tu espí­ritu. Este punto de consciencia que tienes, es el punto de consciencia que te mueve y que te habita. Este punto de consciencia ilumina el mundo. En tu ser llevas un punto de consciencia que tiene la fuerza de diez mil soles. Si entras en la oscuridad con íél, serás invulnerable a la oscuridad. í‰l no se ahoga, atraviesa el fuego, atraviesa la tormenta, atraviesa la muerte. Puede atravesarlo todo. Y es tu punto de consciencia.
Ahora di lo que te digo: “Yo soy ese punto de consciencia, yo no soy más que eso, no otra cosa. Y en ese momento soy muy fuerte, porque puedo tener consciencia de este cuerpo en el que estoy, de esta humanidad en la que estoy, de esta materia en la que estoy, de las ideas en las que yo habito pero que no son mí­as. Yo soy el centro del cerebro y las ideas giran alrededor como elfos. Y estoy en el centro de mi corazón, y mis sentimientos no soy yo, todos giran alrededor de mí­, como ondina. Y estoy en el centro de mi sexo, y mis deseos giran alrededor de mí­, como salamandras. Y yo estoy en el centro de mi cuerpo. Y mis necesidades giran alrededor de mí­ como salamandras… Desde ahora los seres elementales está a mi servicio”
(13). EL BOL DE MEDICINA.

(Doña Magdalena hace muchos años que abandonó su cuerpo. Como lo he contado en mi libro “El Maestro y las Magas”, esta santa curandera me vio todos los dí­as durante un corto perí­odo de tiempo, menos de un mes, y luego desapareció sin dejar rastro. Fue muy clara conmigo: me transmitió conocimientos para que yo más tarde los comunicara al mayor número de personas. En esos años yo ya era bastante famoso en Míéxico. Mi pelí­cula “Fando y Lis” habí­a causado el escándalo más grande del cine mexicano y mi pelí­cula “El Topo” estaba triunfando en Nueva York. La santa curandera, igual que otros curanderos que luego conocí­, como Pachita, Carlos Said o Marí­a Sabina, amaban con un cariño profundo a su paí­s y se sabí­an depositarios de un arte de sanar milenario. Todos ellos me contactaron porque intuí­an que mis obras serí­an leí­das o vistas en muchos otros paí­ses. Ellos sentí­an que el mundo iba a padecer una peligrosa crisis y por todos los medios trataban de sembrar la sabidurí­a de sus antepasados mexicanos para producir la mutación espiritual necesaria en los seres humanos y así­ atajar la gran catástrofe. Eran sembradores de consciencia… Con este fin Doña Magdalena me permitió grabar algunas de sus enseñanzas. Lo hice con un aparato comprado de ocasión, de muy baja calidad. Al desaparecer de un dí­a para otro mi Maestra, guardíé las cintas, sin escucharlas. Por un milagroso azar, encontríé a una curandera masajista, Soledad (tambiíén ya ha muerto) que habí­a sido discí­pula de doña Magdalena. Entre las cosas que hasta hoy me he resistido a contar es que Soledad me mostró unos apuntes tomados en un grupo formado por “El Nagual” es decir Carlos Castaneda. En ellos se decí­a que doña Magdalena fue Maestra de Don Juan… Yo, que siempre he creí­do que don Juan es un personaje inventado por Castaneda en el cual resume todo lo que aprendió con diferentes curanderos mexicanos, tuve dificultad en creer esto… Cesíé de hablar de Doña Magdalena porque temí­ que se pensara que por oportunismo yo estaba tratando de aprovecharme del íéxito de Castaneda para mis fines… Pasaron los años. Comencíé a colaborar en Plano Creativo… De pronto me dije: “Voy a escuchar estas grabaciones. No tengo ninguna intención de explotar estos conocimientos en forma de un libro, corregidos por mí­. Las transcribiríé tal cual, con sus repeticiones y oscuridades comunes en un lenguaje hablado”. Y así­ lo he hecho. Se encontrarán estos textos únicamente en Plano Creativo*, y son para todo el mundo. Es decir todos tienen derecho, si les son útiles, a reproducirlos, emplearlos, enseñarlos. Deseo con toda el alma que esto se haga en forma gratuita y que nadie utilice la sabidurí­a de doña Magdalena para comerciar… Pocas cintas me quedan por investigar. Probablemente esta sea la última. En dos dí­as más trataríé de descifrar otras y comunicaríé aquí­ si la calidad del material me lo permite o no… La meditación que van a leer hoy se hace con un solo gesto: se coloca la palma extendida de la mano derecha a la altura del ombligo y sobre ella se coloca la mano izquierda empuñada alrededor de su dedo pulgar. El pulgar se presiona fuertemente hasta que uno se imagina que es el punto central, luminoso, de nuestra conciencia, la “lámpara”. Doña Magdalena me habla en primera persona describiendo lo que ella siente, para que yo la imite).
Con este punto de consciencia yo soy invulnerable. Soy la voluntad misma de la consciencia, nada puede disolverme. Es la fuerza total, es el tesoro total ese punto de consciencia. Yo soy lo que soy.
Y ahora escucha bien. Vamos a llegar al acto supremo. Esto puede cambiar tu vida, si lo comprendes bien.
Yo, punto de consciencia que atraviesa la muerte, que atraviesa el vací­o, yo, me convierto en ofrenda y me disuelvo por mi propia voluntad. Acabo con el yo; atravieso la muerte y me disuelvo con alegrí­a en el ocíéano, en un ocíéano de luz, de goce, en mi instante supremo. Atravieso la agoní­a y la muerte en el instante supremo. Dejo la lucha por conservar la consciencia. Atravieso el dolor, atravieso la agoní­a, atravieso la muerte. Y cuando la he atravesado y he vencido, soy pura consciencia que se ofrece. “Y seríé lo que tú oh Dios-Diosa quieras, no lo que yo quisiera”. Confianza total, confianza absoluta.
Luego yo he creado mi consciencia y la llevo como una ofrenda. Este grano de luz va a alimentar la divinidad del dios colectivo. Me disuelvo en la colectividad del universo. Seríé como el desconocido que se convierte en llama, y me entrego a la vida, al ser humano como un sí­mbolo, me vuelvo anónima en Dios. Pero para volverme anónima he debido recorrer el gran camino de tener la protección, tener la lámpara, tener la llama y encerrar la llama en el más pequeño punto de manifestación. Y cuando he entregado el punto más pequeño de manifestación, tengo confianza. Yo he creado a la divinidad y la tomo como una matriz.
Cierra tus dedos apretando tu pulgar. En este momento lo celeste está en tu vientre y la materia está en tu mente, tomando de la divinidad alrededor de ella. Toda la materia ha subido completamente hacia la divinidad ahora, y se da completamente a la luz. Y íésta es la posición suprema. Se hace descender el fuego del espí­ritu hacia abajo, y se hace subir la materia hacia arriba.
Es bueno ¿verdad? Este ejercicio puede ser útil para ayudar a las personas que están a punto de morir. Es un ejercicio para hacer a las personas, hay que decirle como soltar: los pies, las piernas, los recuerdos, las emociones, los pensamientos. “Y ahora siente que eres consciencia pura” y cuando la persona se siente en estado de consciencia pura “Eres pura luz, un punto de luz”; y despuíés dices “Suelta la luz”, y la persona puede morir. Es el camino.
Y tambiíén sirve para nosotros, para aprender cómo hacer morir el ego. Reproduce esto hasta que llegues a soltar. Excavamos en sentimientos que el ser humano no tiene todaví­a. Esto es lo suprahumano. Más nosotros podemos imitarlo por lo menos, y el fin es imitarlo para acercarse. Nos acercamos a la perfección.
Imagina que estás en medio de una noche negra. Suelta tu punto de consciencia, lánzate al vací­o, atraviesa el universo como un espí­ritu. Entonces vence el miedo y suelta tu punto de consciencia. Ya eres el cosmos sin lí­mites.
Estos son sentimientos que un ser humano no tiene, pero se pueden tener en los sueños, y es completamente formidable poder vivirlos al menos en el sueño. Esto nos da una fuerza increí­ble, de cara a un mundo que no se propone semejantes ideas. Es para fortificarse. Los frutos van a venir más tarde, seguro. Hay que tener confianza. La matriz, el cuerpo, la materia, remonta hacia el espí­ritu y entra en el conocimiento. El ego va hacia el gran yo y lo busca. El ego deja de huir, deja de hacer ruido como una cigarra que no hace su trabajo. Y esa mano izquierda va hacia el conocimiento. El ser humano, sacrificando su última definición acepta la presencia divina en íél mismo. He ahí­ el gesto.
Este gesto suprime la oscuridad de la sombra espiritual, porque la pequeña luz, que luchamos por tratar de mantener, es la oscuridad. Y la sombra a la que nos lanzamos, es la luz. Lo que se llama la gran luz de la consciencia es la gran oscuridad y lo que se llama el vací­o es la gran luz. Nos entregamos a la verdad, porque donde hay consciencia de algo hay mentira. Ya no se capta intelectualmente más, se vive. Y se tiene en la matriz la verdad que ilumina todo. Y la captamos como luz.
Con esta posición tengo el poder de destruir las pasiones negativas del mundo y mis pasiones negativas. Si tengo deseos de suicidarme, acabo con ello, porque tengo mi eje; si tengo ganas de destruirme, acabo con ello, si tengo ganas de burlarme de lo que amo, o si no quiero hacer lo que tengo que hacer, todo eso yo lo paro. Detengo las trampas del mundo y me pongo a ser lo que yo soy, un ser de luz. He aquí­ el camino de la perfección. Cuando elimino ese punto de consciencia personal, me convierto en un espejo, un espejo del mundo. Como Cristo era un espejo, y cuando alguno se acercaba a Cristo se veí­a a íél mismo. Si en esta posición alguien se acerca a mí­, la persona se verá a ella misma, porque yo soy un espejo del mundo. Dejo de ver el mundo según mis propias proyecciones y me convierto en espejo del mundo tal como es. Las cosas como son. En la paz que tienen. Sin mi ego todo está en paz.
Y con esta posición, descubro la naturaleza idíéntica de todas las cosas. Porque todas las cosas, toda la materia está alrededor del eje divino. Todo es Dios-Diosa. Es la unidad total la que yo descubro con esta posición. Todo soy yo y yo soy todo. El mundo soy yo y yo soy el mundo. Interior y exterior son la misma cosa. Descubro la unidad total en la que estoy. Y todo es claro y perspicaz porque se ve la totalidad.
Llegar a abandonar la luz es lo último. La luz es la última trampa. Soy capaz de soltar. Disolverme en el ocíéano. Ya no hay nada más. Es difí­cil para mí­ y para todo el mundo. Es el fin del ego. Ahí­ se le deja. Pero es reconfortante saber que eso existe y puede hacerse.
Cuando se comienza a encontrar que esto es bello, es que se ha captado la verdad. Si captas la belleza tienes lo verdadero. Porque lo bello es el aura de la verdad. Si es bello, es verdadero.
Esta es una respiración que va de tres en tres. Es formidable. Se inspira en tres tiempos, se retiene en doce tiempos, y despuíés se expira en seis, dos veces tres. Y así­, y así­. Tres, doce, seis.
Y las palabras dicen: “Yo soy tuyo. Tengo confianza en ti. Yo soy tuyo. Tengo confianza en ti. Yo soy tuyo. Tengo confianza en ti. Yo soy tuyo.” Y así­ y así­.
Se hace según el ritmo del corazón, tres latidos del corazón, doce y seis, y se pone la frase en el corazón. A ver cómo puedes hacerlo. Te estoy pasando un regalo inconmensurable, es verdaderamente el regalo de la fe. Lo que es bueno es unir la respiración y las palabras.
La mano izquierda empuñada así­ y la mano derecha sosteniíéndola estirada así­. Esto se llama el bol de medicina. Se tiene una medicina para uno y para dar al mundo. Cuando estoy así­, tengo mi bol de medicina. Es fundamental.
Se dice “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” pero ¿quíé nombre? No hay vida espiritual si no nombráis a vuestro Dios. Si no tienes un nombre para santificar en ti a Dios-Diosa, tú no tienes vida espiritual. El nombre de Dios-Diosa si te lo inventas tú mismo será algo muy díébil, porque no tendrá tradición, no tendrá raí­ces. Si tomas un Dios-Diosa de la tradición y estás en contra de la tradición, eso será difí­cil para ti. Si vienes de dos tradiciones te será difí­cil de escoger, es una gran dificultad. Pero debes dar el paso de encontrar en la tradición que te corresponde, el nombre del Dios-Diosa que te corresponde.
Y el bol de medicina es el nombre de Dios-Diosa.
Si Dios-Diosa no tiene nombre para ti, tiene un nombre de todas formas. El fin de este ejercicio es que te pongas ahí­, hasta que el nombre aparezca en tu bol de medicina. Hace falta que tú lo nombres, no basta decir simplemente Dios-Diosa. Hace falta que descubras humildemente como vas a llamarlo, para que puedas santificar el nombre.
Es la enseñanza más antigua. Si no tienes un nombre para santificar, no tienes nada en la vida espiritual. He aquí­ tu trabajo, he aquí­ tu bol de medicina. Y cuando lo tienes, lo llenas de una fuerza inconmensurable, porque todo va como un prisma, como un diamante. Todo el trabajo está ahí­, todo tu ser. Tú te das la medicina y se la das a los otros. En secreto, porque es tu secreto, es un nombre que no debes jamás pronunciar para los otros. Es tu secreto y debes honorarlo en ti mismo.
Y cuando lo tienes, elevas tu columna vertebral como una cobra, te conviertes en una cobra que se eleva de su cesta. Al fin has encontrado tu centro. Santificado sea tu nombre, y es esa tu medicina y es lo que te cura. Busca profundamente. Es un trabajo fundamental. Si no se hace la prueba no se consigue. Es así­ como los viejos sabios de la humanidad obraron para inventar esto que ahora aprendemos. Es exactamente así­, lo descubrieron buscando y buscando. Y cuando encontraban una forma que les gustaba era la alegrí­a
Total, los gritos de alegrí­a.

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #4 en: Mayo 28, 2014, 07:31:38 pm »
(14). INSPIRA, EXPIRA.
 La santa curandera, mirándome fijamente, me hace concentrar en mi respiración. Durante unos minutos, que me parecen horas, me repite: “Inspiración, expiración” acompasando su ritmo respiratorio al mí­o. Habiendo llegado a este ritmo semejante, me ordena: “Hijo querido del alma, fija sin pestañear tu ojo izquierdo en mi ojo izquierdo y sigue respirando igual”. Así­ lo hago. Al cabo de corto tiempo, como si fuera un espejo, el rostro de doña Magdalena se borra y en su lugar aparece mi rostro. Entonces ella comienza a hablar sin interrupción. Pero siento que soy yo el que dice sus palabras.)
Expirar hacia la Manifestación, inspirar hacia el Principio. Inspirar: Vamos a la victoria sobre nosotros mismos, vamos a converger hacia nuestro punto central de energí­a. Volver hacia nuestra fuente de vida, hacia nuestro Dios-Diosa interior, hacia nuestra propia energí­a, hacia nuestra propia raí­z. Victoria sobre el intelecto, sobre lo emocional, sobre lo sexual y sobre el cuerpo. Victoria sobre la angustia, sobre la depresión, sobre la no comprensión. Volver hacia sí­. Expirar: Crecer hacia el mundo. Crecer, crecer, expandir la mente como una flor que lentamente se agranda. Bendición sobre el mundo. Entrada total en el mundo. Inspirar: Disminuir. Concentrarse, concentrarse, cerrar. Vamos hacia la inmensa potencia de nuestra reducción. Más pequeña me hago y despuíés más grande me manifiesto, y más grande puedo manifestarme y puedo llenar el mundo, la vida, el universo, la creación, todos los seres humanos. Lleno el pasado con mi presencia, lleno el presente y el futuro. Expirar: Dios se manifiesta en el mundo. Inspirar: Dios vuelve a su fuente. Expirar: manifestación. ¡Quíé maravilla! manifestarse hacia las estrellas, hacia el sol, realizar su vida. Inspirar: volver de nuevo a su verbo original. Cuando inspires, ve hasta cuando eras un feto, hasta el momento en que el espermatozoide se unió al óvulo. Y despuíés expiras, naces, llenas tu vida de potencia hasta hoy, hasta tu vejez, hasta las diez mil vidas que tendrás. Ve profundamente hacia tu naturaleza í­ntima, hacia el mí­nimo, el punto de potencia. Despuíés lo haces explotar, abriendo la boca. Ya no puedes abrir más la boca de grande que es. Deja que el volumen se haga todo solo, cada momento hay más volumen, sin forzarlo, cada vez más fuerte. Ahora la implosión hacia Dios, hacia la fuerza, y ahora ve a crear ahora el universo. Hacia el amor primero, es una bola de amor, un punto de amor. Y despuíés explota. Inspirar: Cuando hago esto estoy tomando el cielo y poniíéndolo en mí­. Tú eres eso, eso eres tú, es tu Dios-Diosa interior, es el todo poderoso residiendo en ti. Inspirar: Si no se es como una madre uno mismo y como un niño pequeño, no se puede progresar. Luego eres la mamá que canta a su niñito, tú. Y tú eres un bebíé en el vientre de ti mismo y vas a protegerte. Es el espí­ritu de protección de sí­ y de la ternura hacia sí­. No forzarse, no criticarse demasiado duramente, no destruirse. Protección. Estamos aquí­ para construirnos en la vida, no para destruirnos. Nos hace falta ternura hacia nosotros mismos. Calma, cálmate mi niño, duerme mi niño. Expirar: Ahora la protección se convierte en una lámpara. Tenemos nuestra vida como ofrenda, esto es la lámpara y se convierte en una ofrenda. Y con el fuego purificador de la lámpara vamos a construirnos un aura. Vamos a hacerlo con el fuego y nuestro cuerpo va a proyectar un aura. Vamos a construir un cuerpo protector, porque se hace ofrenda de sí­. Cuando se penetra en la vida, con toda su locura y su materialismo, hay que crearse un campo protector de purificación. Somos una lámpara que se enciende y hace la llama espiritual sobre la materia. Se ha unido el espí­ritu y la materia. Y vamos a crear un escudo alrededor nuestro para defendernos de todos los demonios que van a asaltarnos desde el interior de nosotros y desde el exterior. Apartarlos. Se acabó esta idiotez que tengo en mí­, esta fatiga que yo fuerzo, se acabó mi soledad, se acabó el no trabajar,  se
acabó todo el resto. ¡¡Basta!!

(15). CUANDO MEDITAS, TE CONVIERTES EN TODO.

Si haces lo que voy a decir, serás muy fuerte. Te voy a explicar lo que significa silencio, porque la gente piensa que hacer el silencio significa quedarse callado, pero hacer el silencio significa no tener ningún ruido dentro de la cabeza, ninguna palabra. Hay que pensar en no pensar. Estás quieto y vigilas los pensamientos. En cuanto hay un pensamiento, lo cortas y no lo dejas continuar. El pensamiento viene y tú lo cortas; y si viene otro pensamiento tambiíén lo cortas. Cortas todo pensamiento. Todo lo que puedes hacer es “Yo pienso en no pensar”. Ese es el silencio. Sacar las palabras de tu cabeza.
Si puedes hacer eso te vuelves muy fuerte. Desde que viene un pensamiento, en lugar de continuarlo, lo cortas por la mitad y lo paras.
Si vas por un rí­o en una barca, y ves que una barca vací­a, arrastrada por la corriente, viene contra ti, no por eso te enfadas, simplemente frenas la barca vací­a. Pero si vas por el mismo rí­o y viene contra ti una barca con alguien dentro, te enfadas y lo insultas. Si fuíéramos por la vida sintiíéndonos una barca vací­a, nadie nos tratarí­a de agredir, nadie nos verí­a, podrí­amos atravesar la vida muy fácilmente.
Esto es como una barca vací­a. Tu cabeza está en silencio y tiene un conductor vací­o. Fácil de decir, inmensamente difí­cil de hacer. En esta posición vivir o morir es la misma cosa. Triunfar o fracasar es la misma cosa. Tener o no tener es la misma cosa. Ser o no ser es la misma cosa. Estás vací­o.
A veces vienen personas a estudiar conmigo para domar el ego, para desembarazarse del ego, y durante horas no hacen sino pelearse para que se les respete el ego. Mientras quieras algo de mí­, no estás vací­o. Mientras tengas miedo de mí­, no estás vací­o. Mientras tengas un sentimiento hacia mí­, no estás vací­o.
Continuamos con una posición de manos que es para dejar de engañarse a sí­ mismo.
Una mano sobre la otra, el pulgar toca al dedo pequeño, el otro pulgar toca al dedo pequeño. La izquierda está abajo. La mano está plana, no como si fuera una cucharilla. Nos aplanamos y dejamos de engañarnos a nosotros mismos. Eso es la sabidurí­a. La sabidurí­a es no contarse mentiras. La sabidurí­a es deshacerse del vací­o negativo, de los postulados negativos. Se vive en su verdad. Nosotros tenemos, todos, una verdad a la que hay que consultar.
Te pones en esta posición y aceptas las leyes que hay en ti, y te dices “¿es que yo quiero esto de mí­ o no? ¿Cuál es mi verdad? Estoy a punto de hacer trampas conmigo mismo. Si he fracasado, he fracasado. Si he triunfado, he triunfado. Si tengo, tengo, si no tengo, no tengo. Si amo, amo y si no amo no amo. Soy claro conmigo mismo. Dejo de vivir cosas que verdaderamente no vivo. Es plano, es neto, es preciso.
Esto se convierte en una base, una realidad, donde yo toco mi nivel, mi suelo. Veo mis lí­mites, yo soy así­. Tengo que llegar a mi verdad. Saber si estoy todo el tiempo buscando o queriendo parecer en lugar de ser lo que soy. O si todo el tiempo trato de ser lo que el otro es. O si todo el tiempo trato de ser lo que el otro no es. Si vivo por comparación, por reacción, por imitación, por negación, por robo, por usurpación, por mentiras, por imaginación. Si vivo sin ser lo que yo digo que soy o lo que yo creo que soy.
Esto me devuelve exactamente a lo que soy, muy claramente: lo que soy. He aquí­ la posición.
Es bella esta posición porque es tan plana, tan tranquilizadora. Un no busca ser nada más que lo que es. “No busques ser un Buda, busca ser lo que tú eres”. Encontrarse uno con sus lí­mites, pero no en una falsa maldad o una falsa negatividad. En el fondo no somos eso, en el fondo somos algo muy plano, muy real, como un animal, el animal humano. Piensa ¿quíé es lo que es verdad en lo que eres? ¿Estás viviendo o estás engañándote? Esta posición te pone a ras con tu verdad.
Estoy hablando tal como yo soy, no siendo hipócrita. Porque estamos entrando en cosas que han sido secretas durante siglos y hay que desenterrarlas.
Te voy a vender mis zapatos, pero quiero que dances con ellos. Porque soy una persona que hace zapatos de arte, luego cuando vendo mis zapatos quiero que sirvan para danzar, para utilizarlos.
Al comienzo se debe luchar para parar los pensamientos, porque hay que crear un hábito. Cuando se conoce y se para el pensamiento ¿quíé es lo que viene? viene que entonces conoces el proceso de pensar. Aparece la detención del pensamiento y despuíés aparece un mundo inmenso, un ser que vive naturalmente en el dominio de lo mental. Y ahí­ ves aparecer torrentes de lagartos y formas geomíétricas y todo el acontecer cósmico del pensamiento. Lo ves aparecer pero no te agarras a ello.
Pero no puedes acceder a ese estado si no has logrado detener el pensamiento y si no has luchado. Primero se lucha, luego nos soltamos, porque cuando se ha aprendido a detener se sabe que el proceso no se detiene, el proceso cósmico… del ser humano. La alucinación es un universo en evolución. No te identificas con ello, pero lo ves evolucionar.
Cuando se para el pensamiento no es el vací­o lo que viene, es el todo lleno lo que viene.
No hay los pensamientos que vienen; pensamos así­ porque nos han educado de esa manera, pero cuando se paran los pensamientos, viene la estructura. Es como si pararas con la mano un coche, y detrás están todos los naví­os cósmicos que llegan por millones. Paras el coche pero no las naves cósmicas. Y estoy hablando de experiencias verdaderas.
El ser esencial no piensa, íél es el pensamiento. El ser esencial es el fenómeno en sí­. No hay pensamiento, hay recepción, hay acción constante, nada de reflexión. El no tiene necesidad de comunicarse, íél es la comunicación. El es el mundo. El es la totalidad. El es el presente total. Es el tiempo, el presente total universal, aquí­ y ahora, completo. Es eso el ser esencial. El no nos pertenece, nada nos pertenece desde el punto de vista esencial. Y esto es muy duro, porque exige el don de sí­, hay que entregarse a algo, entregarse al instante.
Y ahí­ toda la angustia desaparece, toda idea de la muerte desaparece. La muerte es el pasado, no existe la muerte, existe la transformación. Yo soy una manifestación del ser esencial, tú eres otra manifestación del ser esencial, pero todos somos la misma cosa. Si tú desapareces o si yo desaparezco eso no tiene ninguna importancia. El ser esencial estará aquí­, eso solo querrá decir que una forma del ser esencial ha desaparecido, pero íél está.
En el estado del ser esencial si ves brotar una planta, te ves brotar tú. Si ves pasar un coche, te ves pasar tú. Si ves el sol brillando, te ves brillar tú. Si ves un pájaro volando, tú te ves volar. Al mismo tiempo vuelas y estás seco y eres lluvia, en el mismo momento. Ese es el estado que se llama la iluminación. Es una disolución, pero conservando la consciencia, porque tú te estás viendo. No hay partida, los santos no se van, y es una gran alegrí­a.
Meditar no es pensar, meditar es ser, meditar es vivir.
Cuando meditas, te conviertes en cuerpo, te conviertes en plata, te conviertes en energí­a. Te transformas en todo: en ti, en la habitación, en el sol. Me identifico con todo, entro en todo, y ahí­ es cuando puedo darle a cada ser la medicina que le corresponde, de acuerdo con su enfermedad respectiva. Puedo crear un corazón benevolente, pero con su lenguaje, con su forma, según sus necesidad. Porque soy capaz de desaparecer yo misma, puedo identificarme con toda forma. Esto me da esa capacidad.
Reconozco que todos los seres son nobles, que todos los seres son sabios, que todos los seres son divinos. Entro en cada ser y me adapto a cada ser. Me adapto al mundo y así­ puedo encontrar la comunicación necesaria para pasar la medicina que el ser necesita, la ayuda que el ser pide en su mundo.
Si entramos en el otro, nos identificamos con el otro. Yo puedo metamorfosearme en el otro y comprenderlo. He aquí­ la posición. He aquí­ este sello. He aquí­ la cualidad que hay que desarrollar para llegar a la felicidad. Transformarse en todos los seres, es así­ como llego a la felicidad. Ser capaz de disolverme y de transformarme en todos los seres.
Piensa un solo instante en una persona que estíé aquí­. Piensa en cómo te sentirí­as si fueras esa persona. Y ahora, hijo querido del alma, trata de ver en quíé persona te sentirí­as bien o en cual te sentirí­as mal.
Mira a todos los otros como si fueran transformaciones de ti mismo. Trata de imaginar. Y en tu interior trata a cada uno como te tratas a ti mismo. Dale las mismas oportunidades que te das a ti mismo.
Piensa que todas las personas son tus hijos y tus hijas. Esto es la facultad de transformarse en todas las cosas. Si yo no me transformo en la persona con la que vivo, con la que hablo, con la que actúo, no podrí­a hacer nada con ella. Porque no existirí­a el lazo y no la comprenderí­a. Cuando planto una planta en mi jardí­n, si no la cuido, es a mí­ a quien no cuido.
(16). CALMO AL MONSTRUO.
Hijo querido del alma, la condición primera para poder seguir alguna cosa es la fidelidad, y si no eres fiel ¿quiíén puede amarte? En un momento dado, el deseo se calma. Hay que ser fiel, fiel a lo que tienes, no hay que traicionar.
Cuando apoyo mis manos en el suelo, muestro la tierra y veo las cosas positivas de la tierra, porque en la tierra hay muchas cosas. Y muestro que es aquí­ en la tierra y en la realidad donde tengo que trabajar. Que no tengo que evadirme de la realidad, porque por vivir en las ciudades la gente se evade de la realidad y vive en la mente. Y es aquí­ donde debes realizarte. Es la fidelidad al aquí­ y luego fidelidad a tu presente. ¿Quieres saber cómo es la fidelidad al presente? Es muy simple.
Te pones de rodillas, apoyas tu frente en el suelo, sientes que debajo de ella está el planeta y te dices muy sinceramente “¿Cómo me siento en este momento?” Haces un examen de tu vida y todo lo que no sientas en paz, en la alegrí­a de vivir, son las cosas que hay que buscar. Busca como te sientes, fidelidad a ti mismo aquí­, porque todo lo que soy lo soy aquí­. ¿Quíé sensación tengo de mí­, que es lo que pasa conmigo? Deja hablar a tu espí­ritu.
La primera cosa, cuando una persona viene a pedirte un masaje, es preguntarle ¿cómo te sientes aquí­? Se sincero, honesto, claro. Es aquí­ cuando se solucionan tus problemas. La fatiga no existe, solo hay fatiga cuando haces una cosa que no amas. Tienes que encontrar el sitio, en ti y fuera de ti, al que serás fiel. Busca la certeza. Cuando tienes la certeza lo tienes todo. Tú eres la solución de ti mismo, tú tienes todas las respuestas. ¿Quíé te dirí­a tu Dios-Diosa interior?
Es que en la cabeza hay monstruos. Dios-Diosa interior para los monstruos, las fuerzas negativas, las calma por su conocimiento. Todo ese miedo que hay lo calma. El miedo a la locura, a ser dominado de repente por deseos que no convienen, los calma.
Apoya con firmeza la palma de tu mano derecha en el suelo. Empuja como si tu mano fuera la tapa poderosa de un pozo. Imagina que estás reprimiendo el surgimiento de una gran montaña. Calmo al monstruo. Esa montaña negativa va a surgir y tú la sujetas y le impides manifestarse. Luego piensa en todos los seres santos que han muerto y han sido enterrados en esa tierra y absórbelos. Porque hay seres que han trabajado para la humanidad y ese trabajo de los otros cuenta para nosotros. Debemos absorberlo como una fuerza en nosotros. Todos los seres benevolentes que han existido están aquí­. Esta enseñanza es el producto de miles y miles de seres que la han repetido para nosotros. Tenemos que reconocer el pasado como una fuerza para encontrar nuestra realización.
Piensa que tu alma está llena de esos santos seres. Si lo sientes de verdad, promete entonces que la tierra va a convertirse en un jardí­n. Calma la negatividad de la tierra y vuíélvela positiva. Promete que cuando vivas en un lugar lo convertirás en un jardí­n, harás la tierra díé lo mejor de sí­ misma. Esto de hacer que la tierra se convierta en un jardí­n, en lo emocional significa que si por tu transparente voluntad calmas los monstruos que tienes en la mente, tus angustias y tus miedos, tu cabeza se va a convertir en un jardí­n.
Ahora imagí­nate enterrado en la tierra como una enorme semilla. ¡Crece, echa raí­ces, ramas, hojas, flores frutos, multiplí­cate, conviíértete en un bosque! Esa angustia, transformada, te da lo mejor de si misma, te da la felicidad.
Así­ tú calmas a los monstruos del inconsciente. Tu inconsciente no es ya tu enemigo, se convierte en tu amigo y te da la prosperidad y la felicidad.
(17). ABRO EL CORAZí“N.
 Las personas que te impiden ser tú mismo en tu familia son tu prisión; las partes de tu ego que te impiden ser tu ser eterno son prisiones. Convertirse en matriz y despuíés ser lo que se es, a pesar de todo y todos, es la necesidad esencial.
Ahora, sabiendo que en ti vive nuestro Dios-Diosa, vas a ser su hijo. Aquel que escucha al interior y al exterior… y que es todo al mismo tiempo.
El hijo es el padre y la madre al mismo tiempo. Es el andrógino. Y vas hacia el interior y hacia el exterior, hacia la acción y tocas la unidad de tu ser. No estás en el interior, no estás en el exterior, estás en el interior y en el exterior, estás en todas partes. Si trabajas bien esto, vas a sentir una sensación muy energíética.
Estás en comunicación con la profunda materia. Te sientes un ser cósmico. Todo lo que pasa en tu interior, lo lanzas al exterior, tiene repercusión en el exterior. Si una idea llega a tu espí­ritu, esta idea llega enseguida al mundo. No hay ninguna diferencia entre la acción que haces en el interior de ti y el resultado y el hecho que se produce, en ti y en el mundo, puesto que tienes una unión. Todo lo que pasa en el mundo llega a ti. Estás conectado con todas las acciones del mundo. Todo lo que llega, en el pasado, en el futuro y en el presente, está conectado contigo. Eres un ser cósmico conectado. Y todo lo que pasa en tu interior es completamente exterior y eso puede mover las galaxias. Los seres que han tenido una significación en la humanidad pueden crear manchas en el sol. Las manchas en el sol van a cambiar el tiempo y la actitud de los seres humanos. La humanidad es esencial para la vida del planeta, la vida del planeta es esencial para el sistema solar, el sistema solar es esencial para la vida de la galaxia. Cuando un ser humano viene a cambiar la humanidad, es ayudado por el sol, porque no hay diferencia entre íél, el sistema solar y todos los astros. Cuando un ser llega a la perfección, cuando una luz llega a la raza humana, esa luz cambia el desarrollo de la consciencia universal. Luego nosotros podemos muy bien, si progresamos, actuar sobre el sistema solar.
Acepta la unión con los astros. No solo las estrellas actúan sobre nosotros sino que nosotros actuamos sobre las estrellas. Y eso va y viene. Tu puedes actuar sobre las estrellas. Todo cambio humano se hace en grupo. Si un grupo empieza a trabajar, cambia el sistema humano, luego cambia el sistema galáctico.
Estás actuando en el interior de tí­, y al mismo tiempo estás actuando en el exterior de ti. En este momento ya no estás totalmente solo, estás en unión completa con el cosmos y la divinidad, porque estás en el interior de ti y en el exterior al mismo tiempo. Tus acciones no son sólo para ti. Has vencido todo egoí­smo. Los más antiguos sabios de la humanidad han trabajado con esta meditación. Esta meditación es milenaria.
Siente bien tu cuerpo. Estás al mismo tiempo al exterior de íél y al interior de íél. Y el exterior es activo y el interior es receptivo. Ahora cambia. El exterior es receptivo y el interior activo. Ninguna diferencia entre tu cuerpo y el cuerpo de los otros y el cuerpo de mundo. No hay ninguna diferencia.
No hay ninguna diferencia entre tu sexualidad y la sexualidad del mundo. Tu sexualidad interior es la sexualidad de las plantas, de los minerales, de los animales, de las entidades celestes e invisibles, de las fuerzas que se mueven y que conducen la vida en el universo, en el cosmos. Tu sexualidad no es solamente tuya. Cuando transformas tu sexualidad interior, transformas tambiíén la creatividad exterior. Comenzar a crear significa comenzar a crear en el universo. Toda creación, toda fuerza universal llega a mi creatividad tambiíén, no hay diferencia. Eso se llama la sexualidad cósmica.
Tus sentimientos son los sentimientos de toda la humanidad y de todo el universo. Tu dolor es el dolor de los otros, y tu alegrí­a es tambiíén la alegrí­a de los otros, el amor de Dios-Diosa es tambiíén de los otros, el amor del universo es tambiíén de los otros. No hay sentimiento personal, no hay posesión.
Tus ideas son las ideas de los otros, del universo. Todo lo que dices ha sido creado por el universo. Nada es tuyo, salvo los errores. Si hay un error es una mala comprensión de la ley universal. Si quieres la luz, quiíérela para los otros. Si así­ lo haces, todo lo que los otros encuentran es para ti, el genio de los otros es tu genio, los descubrimientos de los otros son tus descubrimientos.
Aprendo a admirar y a aceptar el valor del otro, porque el valor del otro es tu valor. Y aprende a admirar y a aceptar tus valores. Comprendes lo que es la totalidad. Estás unido totalmente a todo. Todo está unido a ti, tú estás unido a todo. El universo eres tú. Llevas en ti el pasado y el futuro de la humanidad. Es la unión. Se acabó la separación. Es el andrógino el que termina con la separación.
Tu centro está vací­o y todo tú irradias hacia el exterior. Irradias hacia el mundo, y recibes del mundo. Es tu vací­o lo que atrae todas las fuerzas del exterior hacia ti. Es una petición formidable. Pides a la tierra, pides al agua, pides al fuego, pides al aire, pides a la bendita consciencia universal, la absorbes hacia ti. Te unes a la tierra para poder recibirla: sientes que tu cuerpo se abre como una flor y te unes con todos los cuerpos que existen. Y despuíés te unes con todos los pensamientos del exterior, con todas las consciencias que están al exterior.
Cuando pides, estás en la luna negra, porque tu interior es negro y la luz está al exterior, y tú la recibes. Y eso es porque antes te has vaciado. Cuando la matriz se vací­a, recibe todas las fuerzas del exterior. Ahora respira profundo, como si absorbieras al cosmos entero. Te sientes lleno. Eres la luna llena. Tienes un tesoro interior que va a expandirse por el mundo.
Siente bien tu materia como una cosa pura, la materia de tu cuerpo, de tu sangre, de tus huesos, de tus ví­sceras, de tus cabellos, de tus pensamientos, de tus deseos. Todo está en pureza. Ofreces al mundo una materia pura.
Deja entrar en tu cuerpo un aire puro, respira puramente. Siente que los latidos de tu corazón son puros, que tu carne no es el producto del pecado. Es un producto puro aceptado por Dios-Diosa y por la vida. Ni siquiera tus excrementos son sucios, no hay nada de sucio en tu cuerpo.
Estás vací­o de crí­tica, de malos pensamientos, de sentimientos negativos, de deseos destructivos, de acciones negativas. Pero este vací­o es rico y contiene todas las posibilidades de crecimiento. Estás lleno de posibilidades que se van a abrir. Eres un ser en potencia, rico. Y ahora ve si reconoces tu riqueza interior. Mira si eres un ser vací­o sin riquezas o si eres un ser rico que puede dar. Tienes mucho para dar.
No se sabe todaví­a lo que se va a dar ni cómo, pero se tiene la posibilidad del don en nosotros. Vas a dar. Y dando vas a crecer.
La única manera que tienes de dar es a travíés del amor, a travíés del corazón, a travíés de lo emocional. Es el primer paso a franquear. ¡Abro la flor de tu corazón! Haz una entrega al mundo sincera, clara, sin disimulos, ningún misterio, nada está escondido, todo está abierto. Es pureza. Una vez que no escondes nada, el agua, la vida, vienen a ti puras. Y puedes ofrecer de beber a los otros seres. Recibes toda la pureza, toda el agua, pero enseguida la das. Puedes ofrecer y eso hace que seas bendecido. Es el agua bendita lo que recibes, por tu santa acción.
¿Y cuál es tu acción? Hijo querido del alma, repite estas palabras conmigo: “Mi carne, yo la acepto, me vací­o de pasiones, acepto toda la creatividad que hay en mí­ sin finalidad, abro mi corazón, a travíés de la apertura del corazón me abro a la luz de la pureza, me expongo completamente desnudo, sin defensas, y por el hecho de que dejo de defenderme, recibo lo más puro de mí­ mismo. Y puedo ayudar, comunicarlo. Reconozco la vida y agradezco.”
(18). ENCUENTRA LO MEJOR DE TI.
 Haciíéndome sentir mis manos, la santa curandera me habló así­:
Hijo querido del alma, te pido que imagines que eres completamente positivo, ningún sentimiento decadente, deprimente, sino todo lo contrario, todos tus sentimientos son luminosos y de una inmensa bondad. Esa es la finalidad de esta meditación: encontrar lo mejor de ti.
Imagina que eres persona que ha muerto. Deja pasar cinco minutos sin pensar ni sentir ni desea nada. Sin moverte.
Ahora eres un feto. Todo en ti está en germen. Ahora poco a poco, vas a nacer. Si no aceptas que moriste y que vuelves a nacer no puedes hacer el don.
Eres como un reciíén nacido, quieres crecer e ir hacia la vida. Este nuevo nacimiento quiere decir que despuíés de tu muerte hay una vida eterna, una continuidad. Es recoger la energí­a profunda de ti mismo, una energí­a positiva. Están com-ple-ta-men-te activo. Te sientes pulgares como una bomba atómica, tan potentes eres, En ti está la energí­a del universo y la retienes, completamente. Tienes toda la energí­a posible. Y estás preparado para recibirlo todo. Une lo que es positivo y lo que es negativo. Están aquí­, en ti, profundamente en tu centro. Para poder actuar hace falta que te centres hacia ti mismo, aceptar que tu nada es todo potencia.
Es la potencia de una matriz total. Te tienes. Te cierras al mundo para crearte. Hay momentos de dar y hay momentos de hacerse. Te aceptas como una persona que ha nacido. Serás tu madre, y serás tu padre. Expresas la voluntad total de hacerte nacer y te aceptas como materia primera, absolutamente y totalmente. Abandonas toda crí­tica sobre ti mismo y no hay nada que no puedas aceptar de ti. Tienes la luz, tienes la vida. Tu más grande tesoro es tu vida. Ese pájaro que está cantando ahora, canta a la vida. La vida canta.
Entonces reconoces tu vida, es tu tesoro. De este ser cerrado va a nacer un gran templo. No has actuado todaví­a en el mundo, estás actuando sobre ti, lo que estás haciendo es re-co-no-cer-te. Di en voz alta:
“Yo soy una tierra fíértil. Sea lo que sea lo que voy a sembrar en mí­ crecerá. No tengo miedo de la oscuridad, porque la oscuridad es mi base. Es de la oscuridad de donde voy a nacer, luego acepto esta oscuridad. Acepto esta soledad en la que estoy porque es una soledad rodeada de universo. Yo soy el centro del universo. Estoy gestándome, con toda la fuerza, toda la voluntad, toda la salud, toda la po-si-bi-li-dad. Si yo no me reconozco, no puedo hacerme y no puedo hacer, no puedo dar. Hasta que no me haya dado a mí­ mismo no puedo dar a los otros. Entonces voy a darme. Me encierro sobre mí­ mismo y me doy la existencia. Todo lo que me han negado, yo me lo doy. Si me han negado el sitio, yo me doy mi sitio. Si me han negado la vida, yo me doy la vida. Si me han negado la prosperidad, yo me doy la prosperidad. Si me han negado la potencia creativa, yo me doy la potencia creativa, y me doy la capacidad de amar, y la inteligencia y el valor, yo me doy todas las posibilidades de un ser humano. Me reconozco a mí­ mismo. Yo soy un ser que será ayudado porque yo me ayudo, que será realizado porque yo me realizo, en este momento. Soy un ser que tendrá la vida, porque acepto la vida. Yo voy a ser lo que debo ser, tal como soy. Soy la programación de un ser esencial.”
“Y ahora, que estoy demasiado lleno de mi fuerza, en este momento que soy lo que soy, entonces puedo dar. Todo lo que he obtenido para mí­, puedo darlo. Ofrezco, estoy ofreciendo a toda la humanidad, a la humanidad viviente. Estoy ofreciendo la vida a todos los seres conscientes, a todos los seres vivos, a todos los seres que han existido, porque yo soy la continuación de su trabajo. Estoy ofreciíéndome a todos los seres que vendrán, porque es para ellos para los que trabajo. Yo sostengo el calor del mundo en mis manos. He aprendido a dar servicio. Dar servicio al otro, al mundo, a la divinidad. Cuando la fuerza universal quiere emplearme, yo doy servicio. En los momentos crí­ticos, cuando hay crisis, estoy ahí­ para dar servicio. Yo ayudo, doy la limosna, ofrezco todo lo que soy.”
Ahora, hijo querido del alma, imagí­nate que eres un ser sagrado, imagí­nate que el mundo te pide. Observa lo que puedes ofrecer y lo que retienes. En tu imaginación no retengas nada, en esta posición debes dar todo. Más se te pide y más tú das. Tu capacidad de dar es infinita porque transmites la vida universal. Recibes y das. Estás aquí­ para dar, para prestar servicio. No tienes nada para ti. Ofreces tu ego, ofreces tu vieja personalidad que siempre has arrastrado, ofreces tus viejos lí­mites, todo lo que puede definirte, tu personalidad. En tu ofrenda te vuelves anónimo, eres un ser esencial. Un gato es todos los gatos, un hombre es todos los hombres, una mujer es todas las mujeres. Detrás de ti y delante de ti están todos los hombres y mujeres de la humanidad, los que han existido y los que existirán. Tú colmas el deseo de los otros.
Y te llevo más lejos, porque te ofrezco la verdad ¿quíé verdad te ofrezco? Mi verdad es una mano vací­a. Te enseño que estás vací­o. Estás vaciado de deseos, de los deseos que van a coagular tu ego, que te van a identificar, que te van a someter a la enfermedad, a la miseria, a la vejez y a la muerte.
Con las manos vací­as, tú darás y darás y darás hasta que todos los seres lleguen a la consciencia. Estás trayendo la consciencia al mundo. Enseñas el espejo de la consciencia. Enseñas todo el espacio, el infinito y la eternidad. Y la punta de tus dedos son luces. En tus manos hay níéctar de frutas que caen hacia la tierra. Y tú nutres el cielo y la tierra.
Imagino tu cuerpo iluminado como una luz, y le das esa luz a todo el mundo. Con tus manos transmites el amor del mundo, la consciencia del mundo, la energí­a del mundo. Vas a curar toda enfermedad, a prestar servicio. Estás curando el mundo porque tú mismo te has curado. Ayudas a mejorar la pobreza del mundo, elevas el nivel de la gente, y como eres una luz, llamas a todos los seres que se han perdido, los llamas hacia ti.
Observa cuánto puedes hacer, hasta donde puedes ir. Ahora estás dando, no pidiendo. Tu espí­ritu ¿cuánto puede dar? Ahora hay algo que va a pasar en el interior de ti, algo que se va a hacer. Recí­belo sin pensar. Haz circular esas energí­as. No tengas miedo de tu poder creativo, ni de tu poder de amar, o tu poder de pensar, o de vivir. Hace falta centrarse en sí­ mismo. Siente que te centras en ti mismo, con placer. Centrarse es tocar la felicidad, tocar su alegrí­a de vivir, valorizarse como un tesoro del universo, como una creación divina, como un ser que se ha encontrado a sí­ mismo. Acepto lo que yo eres.
Y detiene el miedo de los otros, calmas, porque estás centrado en ti. El mundo se detiene y se calma. Si te atacan es porque tienen miedo, entonces tu calmas el miedo. Cuando la tristeza llega a ti, la disuelves en tu alegrí­a. Detención. Bendición. Trata de detener todo lo que te molesta, las relaciones emocionales, un jefe que te molesta, algún familiar nocivo, las pequeñas cosas, los miedos, las angustias, una sociedad que te molesta, un mundo que te molesta. Detener. Es una posición implacable. Di con toda autoridad: “Yo estoy aquí­ para calmar el mundo”.
Pero se dulce, no creas que detener es volverse severo, amí­gate contigo mismo, deja tu alegrí­a venir, se flexible. Vas a mirar con mucha benevolencia al otro. Vas a dejar que todo lo que es constructivo en ti se haga, pero vas a parar todo lo que tú destruyes, toda la negatividad que te impide realizarte. Serás padre y madre de los otros y los guiarás hacia la luz, cesando de criticarlos. Los elevas, le das la posibilidad de que sea eso que concibes como la perfección. Y al mismo tiempo que los detienes, les dices: “Está seguro de ti mismo, no dudes jamás de ti mismo, todo lo que quieras tú puedes hacerlo, deja de dudar”.
Y yo te pido, hijo querido del alma, que te decidas a estar seguro de ti mismo, a no dudar jamás de lo que has sabido elegir, a hacer lo que estás haciendo empleando la totalidad de tu energí­a. Apoya tu oreja en mi corazón.. ¿Quíé te dicen mis latidos?
(En el estado de trance en que yo estaba, cuando apoyíé una oreja en el pecho de doña Magdalena y oí­ los latidos de su corazón, sentí­ muy claramente que ese ritmo me decí­a: “Ve profundamente hacia lo que quieres hacer, escoge tu ví­a, tú puedes”)

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #5 en: Mayo 28, 2014, 07:33:29 pm »
(19). UNA NUEVA CONCIENCIA.
Hoy vamos a hacer ejercicios que tienen una fuerza mágica. Trabajarás sobre ti para adquirir fuerza y para adquirir una nueva conciencia.
Frótate bien las manos, dedo por dedo, eso hace bien, eso da la salud. Ahora abre bien las manos, es como abrir tu vida, abre más todaví­a, más. Deja que entre esa energí­a en el pecho, en la boca, la nariz, en los ojos, en la frente. Imagina que abres tu aura, y llega a la energí­a de tu vientre y de tu sexo.
Ahora imagina que tus manos son un rí­o, que hay un rí­o sagrado que brota de tus manos. Deja que el mismo rí­o salga de lo alto de tu cabeza, como una fuente, es una fuente luminosa, como un arco iris.
Ahora, deja salir de tu corazón al mismo tiempo un rí­o de llamas, un rí­o de fuego que no quema, un fuego de amor.
Ahora, siente entre tu sexo y tu ano una energí­a fuerte, que es la fuente del agua que brota de tus manos, del fuego de tu pecho y de la luz de tu cabeza. Siente esa fuente.
Y sobre todo, ama tu cuerpo como un bol de oro y plata que sostiene todo eso. Tu materia sostiene todo eso. La energí­a que recibes por el sexo es la energí­a divina y la dejas deslizarse. Aligíérate, vuíélvete ligero, tu cabeza se vuelve ligera, y tu pecho, tu vientre, tus manos. Deja la pesadez, todo es ligero, delicado, transparente. Tranquilidad, la vida transcurre en paz, vas en un barco por el rí­o de la vida. Despierta la confianza. Entríégate a la vida, no te opongas a nada de lo que pase. Y mueve tus manos como si acariciaras el horizonte, el cielo, la tierra entera, como si acariciaras al aire. Tú no eres tu dueño. Díéjate poseer por la fuerza de la vida, porque esa fuerza va a preservarte de todo, ella es la salud y la de todas las personas que te se acerquen. Repite conmigo, hijo querido del alma: “Yo tengo la fuerza. Yo soy capaz de hacer frente a no importa quíé problema, sin demolerme. Yo puedo curarme y yo puedo curar. Yo soy un ser que es como un bol de medicina que se derrama en el mundo y mi medicina es la vida. Yo puedo curar porque me estoy curando. Las personas que se me acercan vienen a tomar la medicina ¿y que es esta medicina? Soy yo mismo, me acepto como el ser esencial que soy, soy dueño de mí­ mismo y me asumo.”
Es una revelación maravillosa, cuando se descubre que para avanzar un ser debe asumirse. “Yo soy mí­o, soy mi guí­a”. Es tu Dios-Diosa interior el que habla. Si te mantienes, nadie en el mundo va a poder contigo. A partir de este punto, tú puedes cambiar tu vida, hacer lo que quieras. Por este juramento eres fiel a tu trabajo, al lugar donde estás. Por este juramento, detienes el querer parecer delante del otro, dejas de comprar al otro, de dejarte llevar. Cuando dices esto, la fuerza entra en mí­, porque eres capaz de hacerte nacer y de hacerte morir. Tomas tu vida en tus manos. Eres capaz de prosperar, eres capaz de abrir tu camino. Eres un guerrero sagrado capaz de combatir, pelear, pero no tienes necesidad de eso. Es un juramento de paz y de posesión total. Crees en lo que haces, crees completamente en ti mismo, te otorgas confianza. Y tienes fuerza para reponerte si caes en la debilidad… Repite conmigo, hijo querido del alma: “Todo debe pasar, me mantengo, realizado. Puedo vencer los vicios. Puedo vencer las ideas negativas, que son peores que el alcohol y la droga. Puedo vencer los sentimientos agresivos, los sentimientos de dependencia. Puedo vencer los deseos mal colocados, puedo vencer la enfermedad, puedo vencer la pobreza. Limpio las larvas que se acerquen a mi cuerpo, las cosas que están pegadas a mí­, purifico mi cuerpo. Todo lo que sea pesado, todo lo que sea opaco, todo eso lo limpio. Purifico mis ojos de las imágenes que los han ensuciado. Purifico mis oí­dos de todos los ruidos y las palabras que los han ensuciado, que han ensuciado mi alma. Limpio mi lengua de todo lo que se ha dicho de inútil. Purifico las palabras. Venzo a la muerte porque me identifico con la vida. Sostengo todo el universo en mis manos. He puesto el universo en mis manos y tomo un trozo del universo y lo sostengo. Tengo el mundo en mis manos, y a partir de estas manos yo puedo conducirlo y hacerlo girar.”
Pon tus manos hacia tu pecho, sobre tu corazón, y es tu corazón el que tienes en las manos, y tu corazón se va a convertir en el centro del mundo. Repite conmigo, hijo querido del alma: “Yo tomo posesión de mí­ mismo, me confundo con el centro vital y me transformo en íél.”
Imagina que una luz divina salen de ti y lava el mundo. A tu alrededor hay seres que están danzando. Es la alegrí­a, son los espí­ritus de la materia, del agua y del fuego, todos los espí­ritus del mundo que danzan alrededor tuyo. Eres el templo de la alegrí­a. Piensa que en torno a ti hay estallidos de energí­a. Abre tu persona, no te limites a la superficie de tu piel. Crece. Eres mucho más grande que tu piel. Vive tu yo superior. Te pido que sin ninguna vergí¼enza te conviertas en un ser sagrado.
Desde tus manos que están en tu pecho, sobre tu corazón, salen rayos dorados, como un cáliz que se abre hacia todas las direcciones del espacio. Acepta tu divinidad. Todos somos el mismo ser, el mismo ser divino. Cada uno de nosotros es la divinidad. Para que la divinidad exista tú debes aceptar tu divinidad. Repite conmigo, hijo querido del alma: “Yo soy la divinidad, yo soy el ser consciente, yo soy el ser evolucionado, completamente. No tengo que buscar nada, yo lo soy todo, soy un ser completo. Tengo todo para dar ahora. En este rayo dorado, me proyecto en el mundo. Y encuentro a todos los Dios-Diosas que están en el mundo. Cristo está aquí­, Marí­a está aquí­, Buda está aquí­, Quetzalcoatl está aquí­. Y yo me comunico con todos esos soles. Formamos un templo con millones y millones y millones de seres vivos, todos los seres que han aceptado ser un ser de luz en el pasado y en el futuro, están conmigo en este momento. Mi fuerza es inconmensurable, mi calma es como un ocíéano. Estoy entre el tiempo y el espacio, en el vací­o total. Estoy unido absolutamente a todo. Estoy en la cima de la montaña, en la cima de la perfección. Me acepto como ser sagrado y porque me acepto, me convierto en Maestro. Voy a enseñar a los otros seres humanos a llegar a su divinidad.”
“He despertado el sol que llevo en mi pecho. Estiro la columna vertebral con gran placer, me estiro como una cobra que sale de la caja. Porque tengo el derecho de respirar, tengo el derecho de tomar mi sitio. Yo soy el centro de un templo. Expando la luz en todas las direcciones del espacio. Proyecto la divinidad de mi mente, proyecto la divinidad de mi corazón, proyecto la divinidad de mi sexo. Mis manos son delicadas, rozan como una pequeña pluma, no hacen ningún esfuerzo. Todos los seres son mis niños, mis enfermos, y yo voy a hacer crecer a esos seres, voy a curar a esos seres. Todos los seres conscientes, plantas, animales, seres humanos, son mis hijos y son mis hijas y yo voy a hacerlos evolucionar, hasta que ellos lleguen a ser sagrados.”
Cuando un ser llega a la perfección no se va de este mundo, esa es la maravilla, porque íél quiere estar aquí­ para ayudar a los otros. Cuando te conectas con tu divinidad, te conectas con todas esas fuerzas benevolentes. Están todos aquí­, estamos todos juntos. Ellos están para ayudarnos, a nuestro servicio.
Desde ahora tienes que habituarte a pensar que tu mirada purifica. Generalmente la gente mira para ensuciar al otro, porque son crí­ticos. He visto muy pocas personas que miren al otro para purificarlo, para ver su Dios-Diosa interior y pasarle la llama divina. Y es eso lo que tenemos necesidad de hacer y de sentir. Tú puedes purificar. Cuando me escuches con los oí­dos no critiques mi voz, de tal manera que cuando yo hable escuches un sonido puro, porque tú lo purificas. Hay que aprender a purificar el ruido, y la música que se escucha. Y lo que se dice, porque las palabras generalmente son impuras. Tú puedes purificar todo lo que ves, todo lo que respiras, todas las intenciones mentales, emocionales, sexuales de los otros. Lo purificas por la llama que rodea a tu templo.
Si no amas a los otros, no te purificas. Amar es unirse, comunicarse, dar. La purificación del mundo viene por el amor. Cuando amas el mundo, cuando amas a alguien lo purificas. Es un gesto de amor. Trata de hacer un gesto de don. Y deja venir a los que amas. Haz venir a las plantas, a los animales, a los seres amados, y vas a ver que a medida que esos seres se presentan, eliminas las crí­ticas de esas personas y las purificas. Si no amas a nadie, díéjate venir a ti mismo. Ama por fin a ese tu corazón que tanto te ama.
(20). CARIDAD CON EL OTRO.
No podemos ser perfectos si nuestra conciencia no ha despertado a captar la totalidad, a vivir en la totalidad del cosmos, es la Conciencia Cósmica. Ella permite creer, aceptar en nosotros el Dios-Diosa interior, la vida interior. Saber que podemos obtener el conocimiento por nosotros mismos, la sabidurí­a por nosotros mismos, la divinidad en nosotros mismos.
Aprieta las manos abiertas contra tu pecho, bien apretadas, y poco a poco, muy despacio las sueltas, y continúas soltando cada vez más y más. Aprietas mucho y luego más grande es la apertura y más piensas que te vuelves ligero. Apretar y comenzar a soltar milí­metro por milí­metro la presión, cada vez más ligero; eso es, muy bien…
Ahora aprieta las manos abiertas contra tu cabeza, bien apretadas, y poco a poco, muy despacio las sueltas… Es así­ como, humano, milí­metro por milí­metro, te vuelves consciente. Ahora aquí­ en el sexo, en la pelvis, se presiona fuerte, y se suelta la presión. Cerrar, cerrar, cerrar y abrir, abrir, abrir.
Ahora, dobla tu lengua hacia tu garganta y murmura “mmmmmmm”. Esa vibración lánzala por tu garganta hacia el interior de tu cabeza imaginando que la llenas de dulzura. Ahora saca lo más que puedas la lengua, sin timidez, sin pudor, estirada, estirada y da fuertes rugidos como si fueras un león.
Cubrir con las manos una cosa significa aumentar su poder, porque con la cobertura la proyección queda como encerrada. Despuíés cuando la abres es un gesto más potente. Prueba.
Es así­ como hacemos los magos para desarrollar nuestra caridad, y para que los otros tengan caridad por nosotros. Tienes que hacer al otro caritativo frente a ti y para que tú te vuelvas caritativo. Es muy importante ser caritativo, poder ayudar a la gente, pero es tambiíén importante que el mundo se vuelva caritativo, para ti y para los otros. Y no solamente mostrar la caridad sino poder actuar de una forma mágica para que el mundo sea caritativo.
El gesto que se hace, aquí­ se cierra la mano, es el gesto de una abeja. Se toman los dedos medios y se unen con su pulgar. Apoyas el dedo gordo sobre la última falange del medio. Este gesto provoca en tu espí­ritu una actitud de potencia. Ahí­ tienes la fuerza del corazón. Vas a volverte caritativo.
En la mano izquierda tienes el lado receptivo, llamado femenino y en la mano derecha el lado activo. He pasado el activo al lado izquierdo para acostumbrarnos tambiíén a no pensar que el lado izquierdo o que la mujer son puramente receptivos. La mujer es tambiíén activa. Aquí­ en la izquierda tengo una mujer activa y en la derecha un hombre receptivo. Este gesto indica la gran caridad que se recibe y que se da, es la caridad divina. Esto es el comienzo del rayo y íésta es la recepción del corazón. Luego en la perfección del corazón se recibe el rayo divino, cuando se pide la caridad a nuestro padre-madre que está en el cielo, se tiene la caridad que tenemos aquí­. El rayo divino es la caridad del corazón.
Observa como los otros son diferentes, pero no los critiques. Puedes aceptar las diferentes reacciones, los diferentes caracteres y respetar a todo el mundo, porque cada uno se expresa de modo diferente. Es la caridad.
Cuando se hace la posición de caridad, hay que sentir que aquí­ nos conectamos, como se conecta una radio a la electricidad, tú te conectas con la energí­a divina. Es pura caridad y la recibes de la perfección de tu corazón. Es como si se tuviera unas antenas. Y sientes la relación de una mano con la otra.
Hay personas que a veces están poseí­das por el diablo y van a hacerte mal, porque hacen proyecciones hacia ti. Estas personas no son malas, están poseí­das por proyecciones que no te corresponden. Y para defenderse cuando se te quiere hacer el mal, para parar la maldad, no de la persona sino de la proyección, para sacar del corazón todas esas pasiones que hacen mal, se ponen los dedos como te lo estoy diciendo: el gordo apoyado en el dedo del medio, tanto a izquierda como a derecha. Esta posición es utilizada para impedir todo el mal que nos puedan hacer. Cuando se dice acabar con el mal, eso no significa acabar con el otro, sino acabar con el mal en el otro. ¿Comprendes la diferencia? Una persona que no ha llegado a la conciencia divina, cuando alguno le hace mal quiere matar al otro, quiere destruir al otro. Por esta posición tratamos de comprender que no hay que matar ni destruir al otro, que hay que destruir el mal.
Se ruega en silencio profundo para que el mal en el otro cese. La persona está poseí­da por el mal, pero la persona no es mala, entonces yo no le deseo el mal a los que me lo hacen, yo no deseo la destrucción de los que me hacen mal. Lo que deseo es que el mal en el otro cese.
Así­ se acaba con el odio, no se puede odiar. Se trata de parar el mal, el demonio. Existen los demonios de una forma o de otra, en forma de proyecciones. Toda la propaganda de las guerras te dicen que hay que destruir al enemigo. Toda la moralidad, que hay que quemar el pecado. Es así­ como nos han enseñado, pero el castigo es al mal. Cristo saca los demonios a los enfermos, si os acordáis, íél hacia salir el mal. Si alguno trata de hacerte mal, no pienses en la persona, sino en que el mal que hay en esa, y ruega para que se acabe. Ruega tambiíén para que si hay alguna cosa en ti que te pueda hacer mal se vaya de ti.
No respondes a la cólera con la cólera, al insulto con el insulto, no entras en el juego del otro. Si calmas el deseo de herir al otro, te fortificas. Eso te da la fuerza del corazón. Encuentras tu propia fuerza en ti mismo. Eso significa que encuentras que lo que haces es justo, que tu obra vale la pena. Te pueden criticar, hacer malas crí­ticas, te pueden poner palos en el camino, pueden tratar de impedir tu obra, de impedir tu vida. Pero tú la haces porque la encuentras justa. Y las afrentas que la gente te dice tú las recibes y las dejas irse, como el agua de un rí­o… Si sientes que tienes un sentimiento y crees que es justo, continúa teniendo ese sentimiento, vive tu vida tal como la sientes.
(21). DESCUBRE TU FUERZA.
 (Esta meditación fue fundamental para mí­. La santa curandera me tomó entre sus brazos y con una voz que soy  incapaz de describir, la palabra “dulzura” no es suficiente, unió su espí­ritu al mí­o, me permitió identificarme con ella, y me guió en un trance donde a ratos fui yo mismo y a ratos fui ella.)
La fuerza del sexo es como el aceite o el petróleo, y se acumula hasta que se convierte en fuego. Nos concentramos y se deja circular la energí­a sexual, no se la niega, se la utiliza para el trabajo espiritual. Cuando se niega el sexo no se puede hacer un trabajo espiritual. La energí­a sexual reprimida, a no importa quíé edad, nos ensucia. El fuego, si arde, purifica.
Estira tus manos con las palmas hacia el cielo. Despuíés, levanta en cada mano, juntos, el dedo medio y el dedo anular. Usa la imaginación para actuar sobre tus sensaciones corporales. Estira esos cuatro dedos, estí­ralos, alárgalos varios kilómetros, más estirados, más largos, siíéntelos como una lí­nea, una lí­nea larguí­sima. No tengas miedo de hacer una extensión de tu ser, de pensar que vas a llegar muy lejos. Piensa que tus dedos son un rayo de luz que llega hasta las estrellas. Ahora recibe la fuerza sexual desde arriba, desde la conciencia de Dios-Diosa que crea al universo. Deja que esa fuerza captada por tus dedos te inunde todo el cuerpo. Recibe una tempestad que se expande dentro de ti. Siente que brillas.
En cada mano estos dos dedos producen una llama. Somos portadores de llamas. Así­ tu penetras en el mundo, así­ tu te extiendes. ¡íbrete!¡Abre tu mente, abre tu corazón, abre tu sexo, abre la palma de tus manos, estí­ralas, todaví­a más, como manos de sapo! Esto es difí­cil de hacer, porque nuestra sociedad nos ha enseñado a cerrar las manos. Deja, díéjate llevar por la fuerza sexual. Gana en años de vida, porque mientras más te abres más vives.
Y ahora a cerrar. Se capaz de cerrar, de tomar, no sueltes. Verdaderamente las cosas que amas no las dejarás jamás. La ví­a mágica no la dejarás, la luz de la conciencia no la dejarás, el estudio no lo dejarás, la vida no la dejarás, lo que amas no lo dejarás, lo que te conduce a la eternidad no lo dejarás, lo que te conduce al despertar no lo dejarás, te mantendrás firme.
Y despuíés, poco a poco, cuando te sientas seguro, deja que tus manos se abran solas, como la respiración. Esto es mí­o, pero para compartirlo. Porque hay que saber decir no y hay que saber decir sí­. Poco a poco, comienza a crecer, es un trabajo, es un nacimiento a la apertura, tus manos están naciendo, y tu cuerpo se llena de la sagrada energí­a sexual, y tu corazón se abre y tu alma se abre y tú por fin descubres que tus pulmones son tuyos y respiras un aire que es tuyo.
Quiero que con tus manos, abras como un velo. Puedes sentir que penetras en el aire, abrir caminos como vaginas amorosas que vibran con tus caricias. Hay lugares sensibles en el aire que tus manos van a sentir. La delicadeza es esencial para la fuerza. Te pido que acaricies el aire como si fuera un volumen sensible. Delante de ti hay un ser invisible que te ama. Es tu aire. í‰l entra en tus pulmones, sale. Respirar es hacer el amor con el mundo.
Siente si tus manos están limpias o están sucias, si se sienten culpables o no culpables. Analiza tus manos a la luz de tus actos. Vive la inocencia de tus manos, y si hay culpabilidad, tú la eliminas. Ahora son manos lavadas, ahora son inocentes, están meditando, tú no tienes nada que esconder.
Lentamente, levanta el peso de tus manos, haz que tus manos se vuelvan dulces, ligeras, espirituales, transparentes. Todo tu cuerpo va a sostener tus manos. Busca en tus manos la juventud, busca la ingenuidad infantil. Y ve más lejos, aprende a mover tus manos con la pequeñez de un niño. Pon tus manos sobre el pecho, porque vas a convertirte en un feto. Los dedos van a desaparecer, tienes una mano pequeñí­sima, estás en el agua maternal y siente “Yo voy a hacer nacer mis manos en mi feto, voy a hacer crecer mis dedos, voy a hacer crecer la palma, y despuíés voy a hacer crecer mis cuatro dedos y mis pulgares” Y así­ yo asisto al movimiento celular de mis manos y así­ voy a parir mis manos nuevas.
Ahora relaja las manos, vuíélvelas blandas, muy blandas, abandona la voluntad. Las manos forman como un pequeño bol. Los dedos se tocan los unos a los otros, pero no hay tensión. Una cuchara debe estar vací­a, como la luna debe estar vací­a para recibir la luz. Estas manos están vací­as, es un instrumento de recepción. Yo las pongo aquí­ en el vientre, las apoyo en mi pelvis, a la altura del sexo, tranquilas, ellas caen por su propio peso, son manos de recepción. ¿Quíé es lo que recibo en este bol? Hará falta que lo reciba todo. Mis manos van a absorber toda la energí­a de la Tierra, y la van a absorber directamente de un punto que se encuentra entre el sexo y el ano. Todo mi cuerpo es un instrumento de recepción. Mis manos van a ser como un acumulador de toda la energí­a que comunican mis pies. Siento que mis pies me dan completamente el sostíén, que son la raí­z de mis manos. Siente eso.
Y despuíés, subes por tus tobillos, hasta las rodillas, y por tus muslos y tus nalgas, tu sexo, hasta la cintura. Y toda esa fuerza, tu la pones en tus manos. Te has comunicado con toda la parte de abajo de tu cuerpo. Para hacerlo, es bueno mantener la columna vertebral bien recta si se puede, si no, te apoyas contra la pared.
Y subimos por la columna vertebral, se toma la fuerza de los brazos, de tu pecho, de tu cuello, de tu cabeza, y siente la energí­a de la respiración otra vez y le agrego los latidos del corazón, la fuerza de mi hí­gado, la fuerza de mis riñones, de mi páncreas, de mis intestinos. Imagí­nalo.
En Egipto cuando hací­an una momia le sacaban todos los órganos y los poní­an en un vaso. Aquí­, en tus manos en forma de bol, está el vaso que contiene todos tus órganos. Eso significa un cuerpo vací­o. Cuando estás en la magia, tu cuerpo se vací­a de toda posesión. Ya no es mi cuerpo, es un cuerpo. Que entre todas las reencarnaciones es solo un vehí­culo que debe estar exento de toda posesión. Yo dejo vivir a mis pies su propia vida, dejo vivir a mis piernas su propia vida, dejo vivir a mi sexo su propia vida, dejo vivir a mi pecho, dejo vivir a mis brazos, dejo vivir a mi cuello, dejo vivir a mi cabeza su propia vida. Cabeza, mente, cerebro, todo eso no me pertenece a mí­ en tanto que ego.
Reconozco que mi materia pertenece a la materia, que mi cuerpo es un vehí­culo al que yo no me engancho. Pierdo mi cara, pierdo mi forma, pierdo mi sexo y mi edad, pierdo toda definición. Yo soy una piedra entre las piedras, y formo parte de la Tierra. Por estas manos, comienzo a comunicarme con todo mi cuerpo, y mi cuerpo va a comunicarse con toda la materia de la Tierra.
Aquí­, tengo la energí­a de las rocas, aquí­ tengo la energí­a de las montañas. Me convierto en una montaña, eterna, fuerte, sin ego. Conviíértete en una montaña, piensa en las raí­ces que tiene una montaña, que van a lo más profundo. Una montaña se comunica con toda la corteza de la Tierra, una montaña se comunica con el centro de gravedad, con todas las profundidades, con el planeta entero. Por este gesto, yo me convierto en el planeta entero, en la materia del planeta entero, y soy tan sólido como el planeta.
Me mantengo como una montaña. Ningún pensamiento incontrolado va a hacer que me mueva, ningún sentimiento incontrolado va a hacer que me mueva, ningún deseo incontrolado podrá moverme, ninguna fatiga podrá moverme, ninguna angustia podrá moverme, ninguna amenaza podrá moverme. Yo me entrego a mi ser fí­sico y me convierto en una montaña. Me convierto en todas las montañas, y tambiíén, cuando me comunico con la materia, me convierto en la materia del universo entero. Me comunico con todos los átomos, con todos los minerales, tengo la fuerza del oro, de la plata, del cobre, del plomo. Reconozco la infinita fuerza de mi cuerpo. Y mi ego se convierte en algo demasiado pequeño para este monumento inmenso que es mi cuerpo.
Entonces la recepción está abierta, porque cuando me he convertido en una montaña, cuando me he convertido en la materia del planeta entero, es cuando puedo recibir por fin, en este cuerpo, el total. Dejo venir la energí­a de la reproducción, abro la puerta de mi sexo que es una energí­a de eternidad, una energí­a divina. Me comunico con mi sexo y con la energí­a divina que mantiene el presente. Dejo venir la energí­a creativa de todo ser vivo. Es la energí­a de todos los seres que están conmigo, la energí­a de todos los animales, la energí­a de todas las plantas, la energí­a de todos los planetas, la energí­a del sol, la energí­a de las raí­ces, la energí­a de las semillas, la energí­a de los capullos, la energí­a de las flores, la energí­a de los insectos, la energí­a de la lluvia, la energí­a de todos los ocíéanos. Y absorbo la vida. Toda la reproducción, las estrellas que van a nacer, los cometas, la danza del cosmos, me dan la potencia. Voy a proyectarse hacia todos los puntos del espacio. Siento que mi pecho se abre, porque tiene una raí­z en estas manos, y no tiene miedo de disolverse. Lo que tenemos en estas manos, en esta montaña que llamea, es el universo completo. Siento toda la luz que yo llevo, infinita, llena de energí­a y de calor, transparente, sólida, y la tengo en mis manos. Es el producto del puro amor, total, de la creación, que emerge como la vida, de lo no-manifestado, del vací­o, del maravilloso vací­o. El cuerpo se convierte en un regalo al mundo. Es el grado más alto de la humanidad. Se tiene al fin su propio ser. Se afirma ser un bol lleno.
Mira la fuerza que tienes cuando no tienes miedos. No tienes miedo de ser quemado por el fuego, el fuego no te quema. No tienes miedo de ser sepultado por la tierra, la tierra no te toca. No tienes miedo de ser ahogado por el agua, el agua no te ahoga. No tienes miedo de ser dispersado por el viento, el viento no te dispersa. No tienes miedo de ser invisible, porque la invisibilidad no te quita la consciencia. No tienes miedo del amor, porque el amor se convierte en ti. No tienes miedo de la vida, porque la vida eres tú. No tienes miedo de lo no-manifiesto, de lo misterioso, porque el misterio eres tú. Domas todo lo que viene de lo bajo, todas las amenazas que vienen del pasado, todas las cosas que no se han realizado, de los sufrimientos, de las pesadillas, del infantilismo. Yo los paro. El materialismo, yo lo paro, porque el no va a sepultar mi consciencia, ni mi amor, ni mi sexualidad, luego yo paro el materialismo y no me amenaza con el dinero. Mi creatividad puede parar la angustia económica. No se me amenaza con lugares podridos, donde no se puede respirar.
Yo paro el miedo de todo lo que es subterráneo, paro el miedo a mi inconsciente; pongo la mano ahí­, y estoy conquistando todos esos demonios, porque me he dado cuenta con la fuerza que tengo, de que los demonios son la manifestación de mi yo. Eso no es sino yo, porque yo soy todo. Entonces, pacifico esos demonios y los voy a someter a mi servicio. Pongo una antena hacia el abismo sórdido, y con la fuerza que tengo, los pacifico. Y soy tan fuerte que obtengo la victoria, los paro y los canalizo. Los canalizo hacia este canal de fuerza, de luz, de amor que yo soy, y en lugar de destruirme, me alimentan. Se comienza a tomar el alimento de la tierra. Medita sobre eso. Tus angustias, angustias económicas, de creación, profesionales, de enfermedad, de fatiga, todo tipo de angustias, puedes domarlas por la fuerza de este trabajo que has hecho hoy, se paran y se ponen a tu servicio.
Cuando haces esto, despiertas las fuerzas positivas de la tierra. ¿Y quíé es despertar las fuerzas positivas de la tierra? Es transformar todo lo que es negativo en alimento de todo lo que es positivo. No se le elimina, se le transforma. Porque todo eres tú. Es lo que yo llamo subyugar. Porque todo lo que es negativo debe darte su energí­a y convertirse en una parte de ti. Tú danzas con tu enemigo. ¿Y cómo se puede transformar? Absorbe entre el sexo y el ano tu poder material, construir lo que quieras. Y despuíés, a la altura de la pelvis, busca un punto en el que absorbas toda tu fuerza sexual. Y dos o tres centí­metros bajo el ombligo, absorbe la fuerza de tu centro de gravedad. En el pecho siente que toda la caja torácica se te abre con calor. Bajo tu barbilla, en donde comienza tu cuello, es el nacimiento de la raí­z del lenguaje, es la purificación y la comunicación, absórbelas… Y a partir de ahí­, el cerebro debe llenarse de luz. Y todo eso debe partir como un canal que va del ano a la cabeza y va hacia la comunicación universal y cósmica.
Eres un eje. Paras los sentimientos infantiles, los fantasmas, las cóleras, los miedos, las angustias, las penas, las culpabilizaciones, las injusticias, la crí­tica. Descubres el íéxtasis de ser lo que eres.

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #6 en: Mayo 28, 2014, 07:35:01 pm »
(22). TUS MANOS, LLAMA SAGRADA.
Hijo querido del alma, tus dedos í­ndices corresponden al aire, tus dedos medios al fuego, tus anulares al agua, tus meñiques a tu carne, huesos y sangre, tus pulgares corresponden a la energí­a vital. Puedes comunicarte con cada uno de tus dedos, es como una nueva dimensión del pensamiento. En estos dedos están unidas la vida y la muerte. Tu mano izquierda significar el Universo, lo que se recibe, la parte receptiva. Confianza completa. Tu mano derecha significa el Dios-Diosa, la actividad completa, que entra en el Universo para hacerlo vivir.
Cuando juntas las manos, como si rezaras, unes lo receptivo y lo activo, el universo y la divinidad, es la perfección, todo está unido, sientes el íéxtasis de estar vivo.
Hijo querido del alma, mi finalidad es enseñarte lentamente, calmamente y profundamente, para que puedas enseñar a los otros. ¿A dónde nos lleva la conciencia de nuestras manos? Las vas sintiendo como si rasparas una capa tras otra hasta llegar a tu núcleo de dolor. Ves a tu niño interior, tu pasado. Cuando raspas en el pasado entras en el sufrimiento. Cuando estás en el sufrimiento y en el pasado, no conoces el futuro, no sabes a dónde vas. Despuíés de todo, lo que nosotros conocemos son estados de espí­ritu que corresponden a nuestros lí­mites. Lo máximo que se conoce es cuando se está alegre, pero hay otros niveles de alegrí­a que no conocemos, no se conoce el nivel del poeta embriagado de belleza o el nivel de la santidad, o el nivel del híéroe realizado. Se sabe porque se escuchan cosas o se leen en los libros, pero nosotros mismos no conocemos este estado. La meditación que vamos a hacer, no rasca la parte oscura de nosotros. Vamos a aprender a imitar ese luminoso estado de espí­ritu que corresponde a más de lo que puede llegar un ser humano, vamos a llegar a lo suprahumano. Vas a tratar de imaginar, a travíés de tus manos, que has llegado a la perfección de tu alma.
Hijo querido del alma, pon tus dos manos juntas con los dos pulgares apoyados en tu frente apuntando hacia el cielo. Relaja el í­ndice, relaja el dedo del medio, relaja el anular, relaja el meñique, relaja los pulgares. Imagina que quitas una inmensa cantidad de polvo de tus manos, tí­ralo, tí­ralo todo, y vaciando tus manos vací­a tambiíén la cabeza, vací­a tu corazón, tu sexo, vací­a tu cuerpo. Ahora imagina que tus dos manos juntas son una llama sagrada. Deja entrar la claridad de la llama dentro de ti. Todo lo que es oscuro, en los hechos realizados y no realizados, lo quemas en la llama y te purificas. Purificas toda la vibración de tu cuerpo y dejas entrar la luz de la llama en tu sexo, en tu corazón, absorbes la llama hacia la cabeza, purificas el cerebro. Y comienzas con un ligero balanceo a hacer movimientos de ofrenda. Con tus manos, absorbes de ti y lo ofreces al mundo. Ahí­ te conviertes en poderoso. Tomas y tomas todo de ti, todo lo que has purificado, energí­a, deseos, sentimientos, pensamientos, y despuíés lo ofreces: dar, dar.
Hijo querido del alma, va hacia lo alto cuando lo hagas, cada vez más claro, cada vez más hacia la luz, cada vez más en contacto con las fuerzas celestes. Levantas las manos juntas y las hundes en lo alto, hay transparencia y pureza. Y despuíés desciendes hacia lo oscuro con tus manos, y vas a apoyarlas en el suelo, en las fuerzas que están ocultas. Abres las manos y las apoyas en el suelo, tomas con tus manos tu sitio en el suelo, porque si no tomas tu sitio en el suelo, no puedes elevarte hacia lo alto. Entonces tocas el suelo, y despuíés despegas las manos, siempre en unión con el suelo, sin perder jamás, a medida que las elevas, la relación con el suelo. Siempre sintiendo la relación con lo bajo, cuando elevas las manos. Y eres poderoso porque puedes comunicarte con lo bajo y subir más alto, más alto. Más estás en contacto con lo bajo y más te elevas, continúa en contacto con el suelo, y vuelves hacia el suelo, bien consciente. Trata de sentirlo, bien en contacto. Y vuelves al espacio y lo acaricias como si acaricias a tu alma.. Es muy bello. Vas a tocar como un músico, vas a jugar con las alturas, y a medida que deslizas tus manos por los caminos del aire las manos, sientes el divino contacto. Eso es salir de sí­. Las manos hacia lo alto están en contacto con el cielo. Tú tienes el cielo en tus manos y desciendes y todaví­a el contacto está ahí­.
Hijo querido del alma, esta que parece una posición completamente terrestre, es una unión con el cielo superior, puedes decir “nuestro padre-madre” y puedes pedir a Dios-Diosa, a la potencia superior con tus manos. “De lo más profundo de mí­, yo te llamo a ti, oh Señor-Señora, incluso por tierra estoy en comunicación contigo, y yo me elevo hacia ti. Nunca más abandonaríé la comunicación con lo alto.”. ¡Toma de lo alto, la fuerza de Dios-Diosa, toma lo que no te han dado, toma todo lo que necesites. Recibe, recibe. Y ahora, a medida que desciendes las manos, recibiendo más y más de arriba, comienza a recibir tambiíén de la tierra.
Hijo querido del alma, toco la tierra, tu futuro está ahí­, es infinito. Estás para siempre unido al infinito. El infinito significa la consciencia del universo. Llegas más allá de tu muerte. Estás completamente unido con el futuro de la humanidad, más lejos de la muerte. Estíén donde estíén, tus manos están unidas con la acción del futuro. Ahora toma el futuro y se lo das al presente. Todo lo que serás, yo lo eres, si serás consciencia cósmica, eres consciencia cósmica, si serás Dios-Diosa, eres Dios-Diosa, si serás infinito si serás cosmos, eres ya cosmos, universo, galaxias. Y lo puedes dar.Toca la tierra, siente la fuerza de todo lo que ha existido, de todo lo que ha estado vivo. Está ahí­, acariciando la palma de tus manos. No hay lí­mites. Estamos todos unidos y se puede tomar. Toma de la tierra, y toma del cielo.
Hijo querido del alma. Ahora conoces el poder de tus manos. Cada vez que muevas tus manos coníéctalas a tu imaginación, a la energí­a, siente los colores, la luz como la cola de un cometa. Acaricia el aire e imagina que tus manos dejan huellas de colores. Si no sientes el color, deja un trazo negro o gris. Debe salir por la punta de los dedos, manar hacia lo alto, hasta convertirse en luz. Vuelve tus manos hacia el suelo y deja caer agua bendita de tus dedos, agua de color, nutritiva, como un níéctar que gotea. Y dale a tus manos la delicadeza de un ser transparente. Haz movimientos con tus dedos de una delicadeza extrema, todo aquello que tu alma puede concebir de delicado. Son tus manos las que hacen mover tus brazos. Ofrece, estas manos delicadas, perfumadas, transparentes, dulces, haz una ofrenda de tus manos. Imagina que hay una divinidad, y que el único regalo que puedes darle son tus manos. Imagina un ser que tú amas, que tú adoras, y no tienes nada que ofrecer excepto tus manos. Es tu ofrenda. He aquí­ mis manos. Son delicadas pero tienen una fuerza inconmensurable, porque pueden ofrecer un regalo delicado y fuerte al mismo tiempo, dulzura y pasión, luz, transparencia y solidez. Imagina que tus manos son las más bellas de la creación, acepta la belleza en tí­, tus manos son bellas y puras y fuertes y equilibradas. Y en la palma de tus manos, sientes la comunicación con la tierra, con el cielo, con el futuro, con el pasado. Piensa que tus manos son el centro del universo, todo gira alrededor de la belleza de tus manos, los ángeles, mirí­adas de ángeles, seres de luz, la divinidad.
Hijo querido del alma, con tus manos puedes controlar toda la tierra, porque la tierra te ama. Cuida la tierra con tus manos. Tus manos están sostenidas por toda la fuerza de la tierra, ella te sostiene, luego ella te ama. Con esta mano alimenta el fuego, para que no se apague, porque el fuego te ama, y se convierte en tu amigo. Y deja salir ahora de tus manos llamas, porque el fuego te ama. Y en el dorso de tu mano, siente la potencia de los manantiales, porque las fuentes te aman y tú puedes controlar el agua. Y ahora pon tus manos en el aire, en el espacio, puedes penetrar en todos los misterios, en todo lo que es inmaterial. Puedes atravesar el universo con tus manos, en la dirección que tú quieras. Todo es amigable hacia tus manos, tus manos son las novias del universo.
Siente bien la diferencia ahora entre la mano izquierda y la mano derecha. Y ahora, tomas la mano derecha y la mano izquierda y haces un lazo, es la paz entre tu derecha y tu izquierda, las pones juntas, y las acaricias. Os tocáis y os reconocíéis, manos y conocíéis la amistad y la colaboración, y las manos trabajan juntas, ellas se comprenden, colaboran. Cuando una es actividad, la otra recibe, no hay duda en la colaboración de tus manos, ellas se conocen y se aceptan, sin necesidad de ponerse de acuerdo, un movimiento repercusiona en la otra, compenetración total. Como Dios-Diosa y el universo, como el amado y el amante, como la hija y la madre, ellas son hermanas. Eres tú mismo, que colabora contigo mismo, es el amor.

(24). íšLTIMA TRANSCRIPCIí“N DE LAS CINTAS GRABADAS.
 Esta es la última cinta que tení­a de mis meditaciones con la santa curandera. Es un fragmento. Con los años, el resto se dañó y es imposible recuperarlo. Doña Magdalena, sin darme previo aviso, desapareció de pronto y nunca más la volví­ a ver. Muchos años más tarde, encontríé a Soledad, una discí­pula suya, hoy ya fallecida, con la que tuve algunas conversaciones que me revelaron cuan respetada habí­a sido la santa y que extraordinaria capacidad tení­a de presentarse a quien elegí­a como discí­pulo bajo diferentes formas: a veces como una humilde indí­gena, a veces como una imponente princesa, incluso a veces como un hombre… Probablemente, si Dios-Diosa me presta vida, trataríé de extraer de mi memoria mis pocas conversaciones con Soledad.
.
Seas creyente o seas ateo, hay que trabajar con el concepto de Dios-Diosa, si no se hace, no se progresa. No debes tener vergí¼enza de la divinidad. Cuando regalas una flor, no es una flor cualquiera, sino la mejor flor que encuentras, das lo mejor de ti. Esto es digno de la divinidad interior, no importa si tienes la fe o si no crees, lo importante es estar concentrado, el pensar que lo que tu das es digno de un Dios. Cuando se es un templo, es porque Dios-Diosa lo habita, cuando se es una casa, se la consagra a Dios-Diosa, cuando se limpia el cuerpo, se le limpia para recibir a Dios-Diosa. Hace falta que a tu alma venga Dios-Diosa. Repite estas palabras conmigo:
“Yo no me daba cuenta de que tení­a el amor, de que tú me has amado siempre, me sentí­a abandonado y tú no me has abandonado jamás. En los momentos de depresión y de miseria, tú estabas ahí­, pero no estabas ahí­ para mí­, porque no tení­a la fe y no te podí­a concebir. Ahora que te concibo en mí­, no seríé jamás abandonado; yo soy amado y mi corazón se abre como una flor, completamente hasta alcanzar la plenitud. Y comienzo a abrirme por el corazón, porque comienzo a estar seguro de que soy amado, de que he sido siempre amado, y que la vida que he recibido es un acto de amor. Estoy vivo, luego he recibido amor, porque la vida y el amor son la misma cosa. Es el amor el que me hace vivir, oh mi Dios-Diosa interior, si tú no me amaras me destruirí­as al momento, si yo estoy vivo es porque tú me amas, incluso en el sufrimiento, tú estabas ahí­, y yo sufrí­a porque no tení­a la fe. Me buscaba a mí­ mismo sin tí­, pero ahora que te he aceptado, me abro por el corazón como una flor de mil píétalos, me abro hacia el sol, hacia ti, y te recibo y te sigo, donde quiera que estíés, yo te seguiríé.”
Como nuestra vida, nuestra sociedad, no es perfecta, aquello que deberí­a estar unido está desunido, tenemos la desunión en nuestra vida; hemos sentido la desunión del padre y de la madre, incluso si han vivido juntos no han estado unidos, ha habido desunión entre los hermanos, desunión entre el sexo y el cuerpo, entre el cuerpo y el intelecto. Hemos vivido la desunión, la desunión sentimental, la desunión de lugar, las desuniones que llegan del exterior, la que nos producen y que nos desunen interiormente. Por eso no se pueden juntar bien las dos manos, porque hay desunión interior entre la izquierda y la derecha.
Une tus manos. Por la unión, se llega al dios interior, a la adoración. Es la unión de todo lo que esta desunido en nosotros, nuestro femenino y nuestro masculino, nuestro intelecto se une con el corazón, con el sexo, con el cuerpo. Es la sinceridad perfecta, vida interior y al mismo tiempo, promesa de la adoración. Cuando se habla de adoración se va a percibir esa unión, y hay que estrecharla bien porque es una cosa preciosa. Solamente uniíéndose en uno mismo se puede recibir al otro, si no se está unido en sí­ mismo no se puede uno unir al otro.
Es la unión del cuerpo y del espí­ritu, porque no tenemos un cuerpo y un espí­ritu, sino una unión de los dos. Es la unión de este mundo y del otro mundo, porque hay otro mundo, un mundo invisible que es todo lo que no se ve pero que existe. Es la unión del mundo antes de la vida y despuíés de la vida, se vive en los dos mundos al mismo tiempo. Se une el inconsciente y lo consciente, se une lo que se conoce y lo que no se conoce, se une lo humano y lo divino, es la unión completa de todo lo que se es y lo que no se conoce. Se está unido, se crea la unidad en sí­.
Hay una acción que se enriquece, porque el intelecto, el sexo, lo emocional y el cuerpo se enriquecen, todo se enriquece. Con la aceptación viene la riqueza, con la riqueza viene la alegrí­a, el corazón se consolida y no se puede matar esa unión, solamente se puede destruir lo que está separado, lo que está unido es indestructible. Las manifestaciones separadas se pueden destruir porque son díébiles, pero cuando se tiene la unidad en sí­ no te pueden destruir, tienes una defensa completa, que no es una defensa es una unidad perfecta.
Hay que apretar bien las palmas unas con otras para expresar el deseo de unión, de contemplación interior. Pero ¿quíé significa y porque se dice adoración? Porque se comienza a comprender que la unión que hay no es superior, que hay un estado superior, que es el nivel de la colaboración, de la contemplación interior, de la unión perfecta. En íél tienes todas las posibilidades, nada en ti lucha contra nada, es una colaboración completa: tu intelecto, tu emocional, tu sexo, tu cuerpo, van a colaborar en tu salud, no van a estropearla; tu emocional no va a estropear tu salud ni tu vida económica; tu búsqueda económica no va a estropear tu vida emocional; tu intelecto no va a dañar tu cuerpo; tu cuerpo va a aprender las ordenes de tu intelecto; el mundo invisible no va a molestar el mundo visible y viceversa, el espí­ritu no va a molestar a la materia, la materia no va a molestar al espí­ritu. Es una aceptación perfecta y desde que se llega a la unidad, esta unidad es aceptada por la divinidad.
Hay que hacer la unidad y en ese momento, es la unidad con la divinidad. Se puede adorar, y cuando se descubre el secreto de esta posición te puedes dirigir al dios interior del otro, porque puedes ver al otro en su unidad, puedes ver la unidad del otro. Es lo que enseña la unidad, y a partir de ese momento nunca me voy a dirigir al otro pensando solo en su cabeza, o en su carácter o en su emocionalidad o pensando solo en su cuerpo, en su sexualidad, en ese momento puedo adorar al otro en su totalidad y en su divinidad.
Es importante, es crucial esta posición, hay que cerrar bien las manos con fervor. Por esa posición hago conmigo mismo un contrato de unidad, ya no habrá ningún aspecto de mi que vaya a desdeñar, no me pongo a pensar nada más que en lo que reclama mi atención, el intelecto, yo lo pienso, mi emocional, yo lo pienso, mi cuerpo yo lo tomo en cuenta, mi realización la tomo en cuenta. Trabajo sin conflictos conmigo mismo en la realización de mi unidad y la realización de mi unidad es la adoración de la unidad, el reconocimiento de la unidad del mundo y de los otros seres sociales. Dejo de luchar contra mí­ mismo en cualquier nivel, dejo de estar en conflicto contra mí­ mismo, mi espí­ritu no se revuelve contra mi cuerpo, mi cuerpo no se revuelve contra mi espí­ritu, acepto mi cuerpo, acepto mi espí­ritu. No quiero ser otro, el otro no es la solución, la solución es mi unidad. Yo me recreo en mi unidad, porque cuando no tengo la unidad estoy fragmentado, estoy mutilado. Todo colabora, hay adoración de la unidad del otro, es decir, yo reconozco el valor del otro, hay revelación, eso me revela mi valor, yo voy a reconocerte y tú vas a reconocerme, tú en tu unidad, yo en mi unidad, se trata de igualdad a igualdad en las relaciones, de relaciones en la perfección. Es la adoración del otro, porque si se hace bien, se experimenta un gran placer con el otro, en ese momento no tienes nada que pedir al otro, ni tienes nada que destruir, es la relación humana en su más alta perfección. La perfección de las dos dimensiones, porque hay lo alto y lo bajo, detrás y delante, la izquierda y la derecha, el centro y la superficie, y la luz y la sombra.
La toma de conciencia no significa nada si no hay realización inmediata. La toma de conciencia que no es seguida de una acción, se va. Hago grandes tomas de conciencia y no realizo nada. Así­, me privo de avanzar ¿y por quíé no lo hago? Porque estoy todaví­a en mis caprichos infantiles, no he crecido, no me han tomado en consideración, luego yo aprendo una cosa y no la pongo en ejecución. Concepción = ejecución, perfección.
El beneficio que se le hace a alguien es conducirlo a aprender de sí­ mismo.
(24) MUDRAS

 )
Esto que vas a leer, es la huella última de las palabras de la santa curandera. Para comprenderlas bien, tienes que ver la serie de mudras que muestro en EL POEMA 5. Es una frase que me enseñó doña Magdalena y que se divide en 6 etapas. 1.- El vaso. 2.- Detener al mundo. 3.- El espejo. 4.- Ofrecimiento de la fuente. 5.- La disciplina. 6.- Absorber la fuerza terrestre.
Doña Magdalena describe cada una de estas etapas, mostrando como yo lo hago en el poema 5, posiciones de sus manos. Ella habla como si fuera un hombre porque se pone en lugar mí­o, dice lo que yo deberí­a sentir y pensar.
*
1.- EL VASO.
Este sí­mbolo que yo hago ahora, es el sí­mbolo del vaso. En íél , siempre, hay algo que se está creando, es la creación continua, contiene la sangre de Cristo, es el amor, una fuente, un tesoro. La copa está llena y da, y da y más da, y más tiene. Y ¿por quíé se llena? Porque se le vací­a, se limpia, es el bol más limpio del mundo. Está tan vací­o y tan limpio que se llena de la fuerza universal. “Ven a beber de mi fuerza. Llena tu vaso, todo tu ser”. Luego, lo pones en tus piernas y haces tu bol. Tú pones el alimento: todo lo que tú tienes para dar. Pon todo lo que tienes para dar, la ternura que tienes para dar, la energí­a, la enseñanza. Medita sobre lo que tienes para dar. Sobre lo que tienes en esas manos para dar a los otros, a todos los seres del mundo, a todos los seres conscientes, a todos los viejos del mundo, a todos los adolescentes, a todas las personas maduras del mundo. Es el agua del corazón la que llevas.
Hay que descubrir que se puede hacer el vací­o, limpiar el bol, limpiarse completamente el interior, para poder dar. Cuando se vací­a, se encuentra la vida. Una fuente de energí­a continua. Se da la energí­a vital, pura. En ese momento puedes ofrecer el bol y el bol está siempre lleno, ¿por quíé? porque la energí­a viene en el momento en que se da, no antes. No se cae en trance cuando se está solo, un santo no hace un milagro cuando está solo, sino cuando el milagro es necesario. No se tiene nunca la inspiración cuando no se tiene nada que hacer. Cuando el Buda está solo tiene un bol vací­o, pero cuando tiene que dar de comer, el arroz aparece, cuando tiene que hacer música la música aparece, las cosas aparecen, pero nosotros hacemos el vací­o. Ese vací­o contiene el agua eterna, el níéctar de vida. Contra más da, más tiene, y contra menos da, menos tiene. Es decir, dando, el níéctar de vida crece, reteniendo el níéctar de vida se seca. Porque más se da, más nos enriquecemos, menos se da, más pobres nos volvemos. Es como una persona que tiene dinero, si lo pone en movimiento, gana dinero, y si lo guarda, pierde dinero.
*
2.- DETENER AL MUNDO.
Ahora la mano derecha puede actuar parando al mundo. El mundo está loco, hay un elefante loco que ataca, la crisis, las catástrofes, los problemas cotidianos, los problemas inmensos. Yo detengo al mundo, el mundo no debe tocarme. El primer paso, la primera pero no la principal significación, es detener al mundo, el elefante loco. Parar. Y lo paro en plena fuerza, que yo me recojo yo mismo, porque he encontrado mi ser.  Me he aceptado a mí­ mismo, ya no dudo más de mí­ mismo, yo soy aquello que soy, estoy lleno de mí­, luego detengo al mundo. He venido a decirle al mundo: detente, no se puede vivir sin consciencia, sin lazo espiritual, no podemos continuar sin meditar. Detengamos la ilusión. Todos los demonios se detienen ahí­. Dejad de molestarme, tentaciones, si me drogo, párate, si juego, párate, si he dispersado mi vida, párate. Con esta mano detengo el mundo, todos los diablos que me impiden de realizarme. Paro la negatividad sobre mí­ mismo, detengo mis propios demonios. Todos los ataques, las malas crí­ticas, paro la crí­tica, ya no soy vulnerable, la crí­tica aquí­ no entra, párate. ¿Quieres hipnotizarme? párate, no soy vulnerable, ¿quieres molestarme? párate, cállate ¿quieres hacerme dependiente de tus demonios? Detente. Cada uno de nosotros va a decir con fuerza ¡Detente! y entonces sentiríéis como sois de fuertes.
Has tomado la decisión de parar todo lo que te desví­a de tu verdad, de tu ser esencial. Has conocido que eres el dueño, y detienes el resto. Es el sello que pones ahora, es el contrato que vas a firmar. Toma conocimiento de eso y decide parar todo lo que te impide de ser tú. Toma la fuerza de esta posición, que entre en tu inconsciente como un verdadero contrato. Paro a mis diablos, me vuelvo invulnerable, porque tengo mi propia luz.
*
3.- EL ESPEJO.
Esta mano se vuelve luminosa y fuerte. Cuando detienes el mundo, si has tenido el poder de parar, tienes el poder de salvar.  Cuando te paro, detengo tu miedo, porque me agredes porque tienes miedo. Todos los seres humanos, todos los seres vivos, viven en el miedo, hasta que no han encontrado la consciencia. Yo detengo el miedo y te protejo. Es lo contrario. Tengo miedo de la oscuridad. Yo te protejo. Tengo miedo de la soledad. Yo te protejo. Tengo miedo de la enfermedad. Yo te protejo. Tengo miedo de la miseria, de la impotencia, de jamás realizarme. Detengo todos los miedos, mis miedos, pero no los paro cortando, sino porque te puedo proteger ¿cómo te puedo proteger? Por la Conciencia. Ella te dice:   â€œyo tengo todo para protegerte. Si tienes miedo de morir, yo te protejo, porque yo conozco la eternidad, tengo el secreto” Confí­a en tu Conciencia, ella te protege siempre, es tu ángel de la guarda, la que protege el mundo y la que te protege. Trata  de descubrir este sentimiento. Yo te pacifico, yo te bendigo. Puedes bendecir, bendecir significa cuidar, detener el miedo, proteger. Yo te transmito la divinidad, te bendigo, te transmito la verdad, la ley, te bendigo.
Esta mano da la tranquilidad, ahora. A todas las personas que están en un nivel más bajo de conciencia, yo los detengo y los elevo de nivel. Esta posición es un ser impersonal, es un sello, y a todas las multitudes que están en un nivel más bajo, este ser los bendice y los eleva de nivel porque los ha mirado así­. Calma la multitud, calma el elefante furioso y bendí­cele, como una luz. Se dice que este gesto lo invento Buda cuando un elefante fue a atacarlo, y de cada dedo salió un tigre, y así­ ha calmado al elefante, lo ha bendecido, le ha dado lo que necesitaba, la tranquilidad, lo ha puesto frente a la verdad, y ¿quíé es el elefante? es nuestro ego. Cuando tenemos momentos de furia, que son momentos de miedo, yo te calmo, y te bendigo.
*
4.- OFRECIMIENTO DE LA FUENTE.
Aquí­ tú das la consolación. Reafirmas, pacificas al enfermo, y le dices “he aquí­ la medicina: la medicina es la divinidad”. Tú eres mi salud. Cuando hablas a tu dios interior, cuando estás enfermo, dices “tú eres mi salud”. Tu dios interior es tu salud, siempre. Tú ofreces aquí­ la medicina contra el sufrimiento y la muerte. Llamas al yo, al ego del otro, porque es el ego el que está enfermo. Tu ser esencial no está enfermo. ¿Quíé ves? La transparencia, la medicina contra el ego. El ego es el mundo de los sufrimientos y de la muerte. Y tú estás ofreciendo el infinito y la eternidad. Cuando entras en  el templo, entras en la eternidad. Y cuando pones la Conciencia en la vida, es una continuidad total. Mi Conciencia unida con todas las Conciencias que han existido. Yo no estoy diciendo una verdad personal, porque lo que yo digo ya ha sido dicho, y se dirá todaví­a. Los otros lo han dicho, yo lo digo, y se dirá despuíés, porque son verdades que todos llevamos en nosotros. No hay nada de personal, yo no he comenzado nada, yo no terminaríé nada, se continúa. La Conciencia se pone en la vida. “No te pierdas. Ven por aquí­ al paraí­so. Yo te calmo, yo te cuido, yo te doy de comer. Está seguro, tú serás.” Y ahora, las más bellas palabras que he podido encontrar: “no serás jamás abandonado, jamás tú serás abandonado por mí­â€. Cuando puedes decir a alguien que jamás será abandonado es que llega la iluminación. Pero tú no sabí­as que podí­as dar la eternidad a alguien, que podí­as sentir algo aquí­. Entonces, cierra los ojos, y deja venir una palabra a tu mano, donde tienes el agua. Deja venir una palabra, esa palabra va a aparecer en tu mano, no pienses y la palabra va a aparecer. Es la mano que enseña, que va a darte una palabra, díéjala venir… Siente el latido del corazón en la mano que contiene el agua, es como el ocíéano que va y viene, tú das tu corazón puro al ocíéano infinito… En esta mano ha salido la palabra “FELICIDAD”. ¿Es que tienes algo para darle al ser que te corresponde perfectamente, espiritualmente? Tienes en esta mano el alimento ¿Quiíén viene a absorberlo? Te lo pregunto para quíé lo busques en ti. Tú das lo mejor de ti, das el agua bendita. ¿Quiíén es el mejor que viene a beber de tu mano el agua maravillosa que puedes dar? y ¿Quiíén viene a aceptar tu verdad? Hace falta que lo busques en ti. ¿Quiíén el ser que viene? ¿Un ángel, un niño, un animal, Dios? ¿Quiíén viene a posarse sobre tu mano y a aceptar tu verdad?
Imagí­nate el ser más perfecto que puedas imaginar, el más bello y perfecto, e imagina que íél tiene sed, imagina que tú debes darle de beber, ¿es que tu agua es digna de ese ser? Dale de beber. Debes estar en toda humildad si Dios te pide de beber porque tiene sed. ¿Eres digno? ¿Eres capaz de apagar la sed de todo ser que te pida de ese agua?
Ahora yo te pregunto si tienes la sed tú mismo: ¿Es que puedes darte de beber y conducirte a la enseñanza a ti mismo? ¿Es que te aceptas como maestro, como el donante del agua que acabará con tu propia sed? ¿Eres tu propia fuente? ¿Eres tu propia medicina? Date de beber. Se tu maestro. Se tu medicina. ¿Te puedes dar con ese agua el bautismo y aceptarte en la vida? ¿Es que puedes ser tu propio padre y tu propia madre?
*
5.- LA DISCIPLINA.
Y cuando se pone la mano así­, hay el concepto de consolación. Consolación, porque el ser que hemos detenido, tiene necesidad de una consolación, hay que dársela. Y la consolación es dar la seguridad, reasegurarlo y conducirlo por la nueva ví­a. “Yo te deseo la realización de tus deseos. Si quieres beber de mi agua bebe de mi agua, pero no de las ilusiones que te haces”. Y entonces la instrucción comienza. En la vida cotidiana a veces hay que hacer eso. Reconducir el deseo del otro. O la agresión del otro. Y se hace así­, “por lo menos te deseo que tú te realices”. Y eso es una gran conmiseración y una gran consolación para el otro.
La noción que se pasa al otro, cuando íél bebe de mi mano, lo fundamental, es que la persona será consolada, no será abandonada. Si te pones en la ley de Buda, que es pedir para ti, no invadir, sino pedir para ti, es decir, progresar en el mundo, tú no serás abandonado, mientras bebas del agua bendita no serás abandonado. Es lo que un niño te pide, que no lo abandones hasta el momento en que íél quiera irse a hacer su vida. Hay que decirle al niño, voy a darte esto, voy a instruirte, no a abandonarte, porque es terrible un niño abandonado.
Toda instrucción debe ser comprendida, sentida, y despuíés absorbida. Es como conducir un coche, se comienza con el cerebro, despuíés se pasa al corazón, despuíés al sexo, y despuíés ya es algo mecánico. Cada etapa requiere un tiempo, todo requiere su tiempo.
Todos estos movimientos de los dedos, vienen tambiíén del movimiento de contar. El pulgar ha sido utilizado para contar, para enumerar, este gesto viene del inconsciente de la raza humana que ha contado y enumerado.
Comienzo uniendo mi í­ndice al pulgar. Pongo mi intelecto en la vida.
La segunda cosa que pongo en la vida, es el corazón. El segundo, el otro dedo, es el dedo del corazón. La enseñanza es más profunda. La enseñanza comienza por el intelecto: pongo mi intelecto en la acción, en la vida, y una vez que has puesto tu intelecto, pones tu corazón al servicio de la vida. Y así­, pones tu intuición y tu corazón en la acción.
El tercero, pongo la energí­a creativa, sexual. La energí­a sexual no significa la orgí­a o la pornografí­a. La energí­a sexual es una energí­a que se va a canalizar. Esta energí­a a veces ha estado culpabilizada, rechazada, pero mágicamente es la energí­a esencial con la que se trabaja.
Y aquí­, uniendo el meñique al pulgar, has puesto todo tu cuerpo, toda tu materia, toda tu vida a la acción. Con eso, la casa, el taller, se convierten en templo. Es poner su casa en la vida, despuíés viene la vida económica, despuíés el cuerpo, los vestidos, todo se pone en la ví­a espiritual. Es esa la enseñanza.
Pon tu intelecto en la vida, pon tu corazón en la vida, pon tu sexo en la vida, pon tu cuerpo en la vida.
*
6.- ABSORBER LA FUERZA TERRESTRE.
De lo espiritual se entra ya en lo terrestre. Lo que se recibe activo, se le da a la tierra, porque el trabajo que se ha hecho se extiende por toda la tierra, el trabajo espiritual va a extenderse por todo, la vida, el estudio. Estas son posiciones de trabajo. Cuando se está en los mudras, se tiene la decisión de trabajar profundamente, eso depende de en quíé quieres trabajar, pero hay algo de profundo.
En la tierra, tengo una unión. Mis dedos meñiques son los dedos de la tierra, los dedos corporales. Tengo un lugar y de ese lugar, me proyecto completamente hacia el universo. Estoy completamente centrado en mí­, y me proyecto hacia el universo. Soy como una antena abierta al exterior. Mi corazón está abierto al exterior. Y guardo mi centro, pero encuentro a todo el mundo, me comunico con el universo completo. Me perderí­a en la nada si no tuviera un punto de consciencia, un punto de contacto. Entonces, hago mi lugar en esta posición, hago mi plaza en la vida, y porque yo me he reconocido, porque he hecho mi plaza en mí­, puedo actuar en todo el universo. ¿y como he adquirido esta fuerza? Utilizando la vida. Me he centrado en la vida, en lo más esencial. Con esta posición, estoy en profundo recogimiento, estoy recogido en mí­.
Tirando de los dedos tú te das la fuerza, y de lo que tiras es de la fuerza de existir. En esta posición hay la sensación de profundo recogimiento. Estoy a la escucha de mi tesoro, estoy a la escucha de mi vida, yo soy sincero conmigo mismo, dejo venir las voces que están en el interior de mí­. Si yo no tengo sinceridad conmigo mismo, ¿cómo me escucharí­a? No tengo miedo de lo que pasa al interior de mi, no tengo miedo de mí­, estoy dispuesto a escuchar todo de mí­, puedo escuchar todos los pensamientos, los dejo venir, ningún pensamiento está prohibido, yo escucho mi corazón, escucho la verdad profunda de mi corazón, la verdad profunda de mi ser, porque me atengo a mi vida. Nunca más diríé que soy un cadáver, un ser inexistente, que yo no valgo. Me escucho a mí­ mismo con devoción, con interíés total, yo no me niego, yo no me critico, yo no me impido, yo no me rechazo. Con este gesto, puedo vencer a todo lo que la sociedad, los padres, la escuela, los adultos, han prohibido en mí­. Con este gesto me reconozco, me escucho, tengo respeto por mí­ mismo, me respeto a mí­ mismo.
He hecho mi trabajo, me recargo, todos los recursos yo los pongo en mí­, me enriquezco, aceptándome.
Yo me respeto a mí­ mismo, De la comunicación con mi yo mismo profundo, paso a la profunda comunicación con los otros y con el mundo. Pero si yo no me he comunicado conmigo, no puedo comunicarme con el mundo.
Esta es la lección que enseñan estos mudras.

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Re: Las enseñanzas de Doña Magdalena Alejandro Jodorowsky
« Respuesta #7 en: Mayo 28, 2014, 07:59:29 pm »
"Manos Mágicas". Alejandro Jodorowsky-Doña Magdalena.

http://larutadelailuminacion.blogspot.com.es/2011/07/manos-magicas-alejandro-jodorowsky-dona.html

(Alejandro Jodorowsky: Durante la siguiente meditación, la santa curandera me hizo tomar diferentes posiciones con las manos. Yo las hací­a, sumido en una especie de trance. Por lo cual no recuerdo cuáles fueron estas posiciones, muy semejantes a mudras. Me queda la sensación de que eran gestos simples, tal como una mano empuñada o bien una mano estirada colocada ante mí­ como un espejo para ver como mis dedos se inclinaban haciíéndome una reverencia.)

Hijo querido del alma, una mano es la lámpara, la otra la llama.
Tenemos la mano derecha que es la mano de la consciencia divina. Se utiliza la mano derecha para simbolizar todo lo que es divinidad, consciencia, luz. Y se utiliza la izquierda para simbolizar todo lo que es inconsciente, oscuridad, fuerza divina en la materia, encarnación, manifestación. Es lo no manifestado que va a manifestarse aquí­.

Aquí­ está el rayo y aquí­ la matriz. El mundo de los dioses y el mundo de los seres humanos.

Vamos a dejar la mano derecha y vamos a trabajar con la mano izquierda. Vamos a hacer la promesa.

Los dedos se inclinan hacia mí­, eso quiere decir que el pasado y el futuro, que el intelecto es decir el aire, que lo emocional es decir el fuego, que lo sexual es decir el agua, que lo corporal y material es decir la tierra, todos ellos se inclinan y hacen un puente solido de materia.

Y cuando haces esto, sostienes tu vida, y no la sueltas. Es decir que sostienes lo oscuro de ti, sostienes tu materia, tu vida, tu salud, tu prosperidad económica, tu lugar, tu oficio, tu acción social. Sostienes tu energí­a sexual, la conduces como tú quieres, entregas tu pasión como tú quieres. Y tambiíén tienes aquí­ tu energí­a emocional, tu llamada emocional, las emociones que quieres cultivar. Se manifiestan como tú quieres, sin cegarte nunca. Y ese querer lo ofreces a la consciencia.
Y verdaderamente la consciencia te tiene, completamente, firmemente, con toda tu voluntad. Y cuando tienes la mano así­, te dices: “ Todo mi ser es unidad, es compacto; yo estoy encarnado, compacto, sin debilidades, sin perezas, sin ninguna duda. Sólidamente. Concretamente. Objetivamente. Me sostengo aquí­. No tengo miedo de mi lado oscuro, no tengo miedo de mi inconsciente. Asumo mis pasiones, asumo mis deseos, asumo mis sentimientos, asumo mis ideas, asumo mi vida, mi cuerpo, lo sostengo”.

Y más hago esto y más me fortifico. Me fortifico en el lado oscuro. Es un punto cerrado que se llama la promesa. Está el vací­o interior. Lentamente, porque la mano ha estado comprimida, se va abriendo, sin forzarla. Te vuelves consciente y con esos dedos haces un regalo. Con el í­ndice, dibujas para la eternidad. En la oscuridad de tu inconsciente, el cí­rculo es el sol, dibuja la luminosidad del sol enla palma de esa mano oscura, para que comprenda que debe seguir despierta en sus sueños, lúcida. Eso va a inscribirse tu inconsciente.

Y de nuevo la cierras y ahora es una mano iniciada. Contiene el verbo y se convierte en sagrada.

Y esta otra mano, abierta, es completamente lo contrario. Entre esta mano cerrada y esta mano abierta tienes todos los gestos de la humanidad.

Es la mano derecha abierta, luminosa, absolutamente contraria a la otra, es positiva y abierta, no es la mano que golpea, es la mano que da, una mano de poder. Siente la diferencia entre los dos gestos. La mano abiert es la luminosidad, es la benevolencia. Tengo el poder de curar, el poder de domar. Prometo:

“Yo prometo al mundo de la encarnación, al mundo de la materia, al universo encarnado, fuego, creación, prometo que estaríé siempre aquí­. Que seríé benevolente con las partes oscuras de mi ser, con mi inconsciente, con los deseos que están en la oscuridad, rechazados. En tanto que consciente, en tanto que ser positivo, te prometo que velaríé por tu equilibrio. Que nunca tú, como fuerza oscura vas a tomar el poder porque yo estaríé siempre ahí­. Que nunca tú, como punto de fuerza, vas a negar esta consciencia, este organismo, porque yo estaríé siempre ahí­ para equilibrarte. Donde estíé la fuerza yo estaríé. Siempre. Yo te prometo que te voy a equilibrar”.
Esta mano dice eso. En la acción. Pero la otra mano, la empuñada, tambiíén hace una promesa:

“Cuando tú brilles, yo estaríé ahí­ para defenderte de la tentación. Estaríé ahí­ para impedirte toda debilidad, porque si yo no estuviera ahí­, tu excesiva bondad serí­a devorada, y se perderí­a sin forma. Luego yo, en tanto que universo, te prometo que estaríé siempre ahí­ para recibirte. Porque si yo no estoy para recibirte te perderí­as en la nada de ti mismo. Yo, en tanto que inconsciente oscuro, estaríé siempre ahí­ para equilibrarte. Vamos a trabajar los dos juntos. El mundo no es solamente luz y buenos sentimientos. Yo estoy para equilibrarte, para darte la fuerza y la raí­z de la que tienes necesidad. Vamos a trabajar juntos.”

Y la mano abierta le contesta:

“Y yo prometo tambiíén al mundo, en tanto que luz, que estaríé siempre ahí­. Con el amor, con mis pilares del amor y tus pilares de la severidad. Con mis pilares de la energí­a y ltus pilares de la forma. Con mis pilares de la luz y tus pilares de la oscuridad. Estaríé siempre ahí­. Yo lo prometo”.

Esta es la promesa se ha hecho. Y ahora que la promesa se ha hecho, me pongo como materia, como pedestal, como punto de apoyo. Porque síé que tú estás ahí­ como beneficioso, yo puedo estar aquí­. “Sin ti, oh luz, oh Dios-Diosa interior, oh consciencia, yo no podrí­a posarme. Pero aquí­ me poso, he escogido un lugar en mi, yo me acepto, yo estoy aquí­. Y estoy aquí­ delante de ti, oh divinidad, estoy aquí­ como un pedestal. Y si tú estás ahí­, yo, porque quiero que la obra se haga, me coloco como lampara de aceite sobre ti, y se hace la lampara.

Este aceite es lo esencial de mi mismo, que pongo sobre tu realidad. Me confí­o a tu realidad, oh intelecto, me vací­o de pensamientos inútiles. Dejo venir el aceite de mi pensamiento, mi pensamiento verdadero que viene directamente de la fuente divina. Dejo de buscar un intelecto que no me corresponde, dejo de buscar intelectualmente las palabras. Me apoyo en ti, oh realidad, te tengo confianza, tú me sostienes, luego vací­o mi cabeza para que las palabras divinas puedan salir de esta lampara.
Y oh, pedestal, me vací­o de los sentimientos inútiles, todos esos sentimientos que arrastro, se los doy al viento, se los doy al fuego, se los doy al agua, se los doy a la tierra. Me deshago de todos los sentimientos inútiles. Me deshago de la memoria. Me vací­o, porque tengo confianza en ti, me reposo en ti. Y surge el aceite perfumado de mis sentimientos, yo ofrezco el aceite perfumado de mis sentimientos. Estoy bien apoyado, he encontrado mi lugar en ti.

Y me vací­o de todo deseo inútil, de todo deseo exacerbado por el mundo actual, por la publicidad, por lo que queremos, por lo que nos dicen, por lo que se vende. Me deshago de todos los deseos inútiles. Me vací­o y voy a poner en mi sexo el aceite perfumado de los deseos verdaderos, tal como son. Y lo acepto y lo ofrezco a la divinidad.

Ofrezco mi intelecto, ofrezco mi corazón, ofrezco mis sentimientos, ofrezco mi sexo, mi energí­a sexual, de la forma más pura. Y tambiíén oh lampara, pongo en ti la limpieza de mis acciones corporales, de mis concepciones sobre el dinero, sobre el lugar, la plaza, y la codicia de los objetos, la codicia del dinero inútil, la codicia de las relaciones sociales, la codicia de lo que no me corresponde. Me vací­o de todo eso, y dejo venir el aceite perfumado del verdadero dinero, de la verdadera plaza divina, de la verdadera sociedad humana divina, del oficio verdadero que vendrá hacia mí­. Avanzo con confianza y ofrezco todo eso en esta lampara de aceite.

Ofrezco tambiíén mi consciencia. Estoy aquí­ en plena confianza. Me he convertido en una ofrenda. Y cada vez que yo pienso, hago la ofrenda de pensar en el mundo y mis pensamientos son perfumados. Y cada vez que tengo sentimientos hago una ofrenda y mis sentimientos son perfumados. Y cada vez que deseo hago una ofrenda y mis deseos son perfumados. Y cada vez que actúo mi acción es una ofrenda, y cada vez que yo creo la consciencia en mí­ creo una ofrenda.

¿Pero será aceptada mi ofrenda? Yo no me angustio por eso. Ya es una realización convertirse en ofrenda. Cuando la llama venga, yo la sentiríé. ¿podríé encender la lampara? ¿será aceptado el aceite? Si yo acepto el aceite, el aceite es aceptado. Si no tengo dudas, si tengo la fe. ¿Y tengo la fe? ¡Si! Tengo la fe y enciendo la lampara.

Estiro mis dedos. Pongo toda la fuerza de la luz en la fuerza de la oscuridad. Y va a actuar sobre el mundo. Empujo mi llama consciente hacia la oscuridad de mi inconsciente. Y allí­ ilumina el mundo, ilumina la noche de los tiempos, en medio del pasado y del futuro. En medio del universo esta lampara existe y brilla. Yo me convierto en una lampara encendida.

¿Quieres separar el fuego de su pedestal? Yo estoy unido. no hay separación. Esto es la realización, la fuerza y la energí­a. Y esto significa que la materia, embebida de espí­ritu divino hace volver a la divinidad a lo que ha siempre sido. La consciencia desciende hacia la encarnación, la encarnación lanza la consciencia. Eso viene de Dios-Diosa y eso vuelve a Dios-Diosa.

Es una maravilla ¿comprendes? Es un regalo que nuestros ancestros nos han dejado. Medita sobre esto para captarlo profundamente. Y cuando hayas terminado comuní­calo a las otras personas