El gran contrato de ACS y FCC en Latinoamíérica ya tiene atado el dinero para poder llevarse a cabo. Las dos compañías españolas han cerrado un críédito con una veintena de bancos por unos 1.000 millones de euros para construir la línea 2 del Metro de Lima, una obra más grande que el Canal de Panamá. Las tres entidades que lideran la financiación son Banco Santander, Morgan Stanley y Citi.
Según han confirmado fuentes próximas a la operación, el acuerdo se rubricará en los próximos días despuíés de unas semanas de incertidumbres sobre la dificultad para encontrar el dinero para desarrollar la mayor obra de infraestructura de Perú y una de las más importantes de Amíérica Latina. En el críédito tambiíén participan entidades como BBVA y Sociíétíé Gíéníérale, dos de los bancos tradicionales de FCC y ACS, junto con una serie de entidades locales.
La financiación se estructura en tres tramos. El primero constará de una emisión de bonos de unos 1.500 millones de euros, operación para la que ya se está sondeando a inversores institucionales que toman posiciones en proyectos de infraestructuras. El segundo tramo es un críédito tradicional de entre 600 y 700 millones que está garantizado por el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), dependiente del Banco Mundial. La presencia de esta aseguradora del ente internacional, cuyo objetivo es promover la inversión extranjera en países en desarrollo, ha dado total confianza a las entidades financieras, que han mirado con lupa los números del proyecto tras el escándalo de Sacyr en Panamá.
El tercer tramo es otro príéstamo de unos 300 millones de euros, que se utilizará como circulante para que ACS y FCC eviten, precisamente, los problemas que su competidor ha tenido a la hora de terminar las obras del Canal. El segundo y el tercer tramo son lo que están financiados en primer plano por el banco presidido por Emilio Botín, por Morgan Stanley y por Citi.
La presencia de estas dos entidades estadounidenses ha llamado mucho la atención en el mercado financiero porque en los últimos años habían rehusado tomar riesgo de constructoras españolas. Cuando estalló la crisis del euro, algunos de estos grandes bancos americanos decidieron no arriesgar un dólar en compañías con sede en la Península Ibíérica, lo que propició un estrangulamiento del negocio al no tener dinero para ejecutar proyectos de gran calado.
La obtención de la financiación es vital porque el consorcio español fue acusado de no contar con la solvencia necesaria para afrontar una obra de estas características. Sus integrantes se vieron obligados a publicar un comunicado a finales de marzo para exponer que contaban con un patrimonio conjunto de 10.100 millones de dólares, seis veces más de los 1.600 millones de dólares que fijaba como mínimo el pliego de condiciones. Además, aseguró que la agencia de calificación Fitch les había otorgado un riesgo crediticio específico para este proyecto de BBB, un escalón por debajo de los bonos soberanos de Perú.
Casi el doble que el Canal de Panamá
ACS y FCC lideran un consorcio que a finales de marzo ganó la licitación para el diseño, construcción, financiación, operación y mantenimiento de la línea 2 del Metro de Lima por.5.400 millones de dólares, 3.900 millones de euros. La ampliación del Panamá se cifró en 3.120 millones de dólares, unos 2.300 millones de euros. El plazo previsto para la fase de construcción es de cinco años, a partir de los cuales empezará la de operación, que será de 30. Ambas compañías vencieron en la puja al gigante brasileño Odebrecht, que tras intentar una maniobra de última hora desistió de cursar una oferta.
El grupo ganador del concurso (denominado Nuevo Metro de Lima) está participado por Dragados e Iridium (controlan el 25%), filiales del Grupo ACS, y por FCC, a travíés de su filial Vialia (con el 19%). Además, son accionistas las empresas italianas Impregilo (con el 19%) y dos filiales de Ansaldo (con sendas participaciones del 15% y el 12%). La empresa peruana local Cosapi, con el 10%, completa el conglomerado.
El proyecto consiste en la construcción de 35 estaciones de metro subterráneas unidas a lo largo de 35 kilómetros de túneles. En las obras participarán más de 3.000 profesionales. "La elección de un sistema de transporte subterráneo permitirá un menor impacto en la vida de la ciudad, además de una verdadera transformación urbana dado que muchos terrenos en superficie por donde transcurrirá el nuevo Metro se convertirán en zonas verdes", señalaron las empresas españolas en un comunicado hace dos meses.