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Autor Tema: Puertas dimensionales y la fí­sica de lo imposible  (Leído 509 veces)

Scientia

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Puertas dimensionales y la fí­sica de lo imposible
« en: Junio 13, 2014, 09:46:06 pm »
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Puertas dimensionales y la fí­sica de lo imposible

HACE 38 Aí‘OS, SE INICIí“ UNA IMPORTANTE EXPERIENCIA DE CONTACTO EXTRATERRESTRE EN PERíš. ADEMíS DE LOS MENSAJES RECIBIDOS DE LOS SERES DEL ESPACIO, QUE HABLABAN DE LA NECESIDAD DE UN CAMBIO DE CONSCIENCIA EN EL MUNDO, TAMBIí‰N BRINDARON UNA SERIE DE DATOS E INFORMACIONES QUE HOY, A LA LUZ DE CIERTOS ESTUDIOS CIENTíFICOS, COBRAN MAYOR SENTIDO. ME REFIERO A LAS “PUERTAS XENDRA”, UMBRALES EN EL ESPACIO TIEMPO. DE ACUERDO A OXALC, LA ENTIDAD QUE CONTACTí“ INICIALMENTE AL GRUPO DE CONTACTO, ESAS PUERTAS DIMENSIONALES ENCERRABAN UNA IMPORTANTE PREPARACIí“N.

(Artí­culo del año 2012).

Una singularidad creada artificialmente

De acuerdo a Oxalc, un Xendra es una “puerta” que logran abrir “artificialmente” al concentrar la luz, o energí­a, en grandes cantidades en un punto especí­fico. Es como ver a cuatro personas estirando un mantel desde sus cuatro esquinas, y una quinta persona deposita en el medio del mantel una bola de hierro o cualquier otro elemento pesado: el mantel se hundirá en su centro por el peso del objeto. En termino fí­sicos, la “realidad” del objeto distorsiona el espacio que lo contiene. Se le podrí­a llamar, si queremos, “singularidad”.

Guardando las distancias con el concepto de los agujeros negros (cuya gravedad es tan intensa que ni la luz escapa a ellos), un Xendra es en suma una gran cantidad de energí­a que al ser concentrada puede “abrir” pliegues en el espacio tiempo. En los grupos de contacto se conocieron estas experiencias donde más de una persona pudo cruzar los umbrales, siendo “trasladadas” a otra realidad, fí­sica o interdimensional, como parte de una preparación. Aquel adiestramiento era más que importante para los extraterrestres, pues constituí­a un anticipo de lo que vivirí­a el planeta en un futuro próximo al integrarse a otra esfera de conciencia, o como se le denomina actualmente, al Real Tiempo del Universo. Como fuese, aquella tecnologí­a no humana, que parece sacada de un guión de ciencia ficción, ha inquietado a nuestros cientí­ficos desde todos los tiempos.

Uno de los ejemplos más emblemáticos lo hallamos en las investigaciones del fisico y matemático de origen yugoslavo Nikola Tesla, descubridor de la corriente elíéctrica alterna (que superó los estudios del inglíés Tomas Alva Edison) y de la hoy aceptada Resonancia Schumann. Tesla logró concentrar grandes cantidades de energí­a y formar inmensas bolas de luz y rayos lumí­nicos que se disparaban al cielo pudiendo ser vistos desde importantes distancias. Afincado en los Estados Unidos, a su muerte, en enero de 1943, el Gobierno ingresó a su despacho de Nueva York e incautó todos los folios y material disponible sobre sus investigaciones. Se dice que fruto de todo ello, luego de siete meses de intensas pruebas previas, los militares norteamericanos intentaron un primer experimento con puertas dimensionales utilizando grandes cantidades de energí­a para “abrir” un pliegue. Nos referimos al experimento Filadelfia (agosto de 1943).

Al parecer, la clave para abrir aquellas presuntas puertas era la concentración de energí­a, algo que en 1947, a pesar del conocimiento que brindó la Bomba Atómica, aun resultaba difí­cil de manejar.

Por esta razón en fechas tan recientes como el pasado agosto de 2003, se procuró emplear la energí­a que abastece a grande ciudades, sin íéxito en el experimento, pero generando un gigantesco apagón que tuvo como centro la Central Elíéctrica del Niagara (supuestamente el eje del incidente). No deja de ser curioso que fuera precisamente en las cataratas del Niágara donde se construyó la primera central hidroelíéctrica gracias a los desarrollos de Tesla en 1893, consiguiendo en 1896 transmitir electricidad a la ciudad de Búfalo. Toda historia, aparentemente, nos lleva al gigantesco Acelerador de Hadrones en Suiza y un nuevo experimento que se llevará a cabo este mes de agosto, aunque, según la información oficial, con otros fines.





Arriba: uno de los experimentos de Nikola Tesla.


Mecánica Cuántica y el Acelerador de Hadrones

Muchos piensan que los estudios sobre mecánica cuántica se han realizado estos últimos años. Y se equivocan. Ya en 1918, el cientí­fico alemán Max Planck, recibí­a el Premio Nobel de Fí­sica por descubrir la fí­sica de los quantums. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente y aún existen diversas incertidumbres sobre este particular.

Hoy por hoy, el laboratorio más importante de un fí­sico de lo “infinitamente pequeño”, de aquellas unidades de energí­a, es un “Acelerador de Partí­culas”, un instrumento que utiliza campos electromagníéticos para acelerar a gigantescas velocidades las partí­culas cargadas elíéctricamente. Hay que subrayar que el estudio de la mecánica cuántica se concentra de manera especial en el comportamiento de los objetos microscópicos, sean estos percibidos como “partí­cula” o como “onda”. Por ejemplo, bajo ciertas condiciones experimentales, los átomos o los electrones exhiben un comportamiento ondulatorio, como en la interferencia. Y bajo otras condiciones, las mismas especies de objetos exhiben un comportamiento corpuscular, de partí­cula, (“partí­cula” quiere decir un objeto que puede ser localizado en una región especial del Espacio). Este fenómeno se conoce como dualidad onda-partí­cula. Los aceleradores son tecnologí­as capaces de contenerlas.





Arriba: Max Planck y Albert Einstein en una imagen de la íépoca.



El más grande e importante fue terminado cerca de Ginebra, Suiza. Se trata de un túnel de unos 27 km. de circunferencia que colisionará las partí­culas para estudiar aspectos de la composición del átomo, de quíé está hecha la masa, y si existen otras dimensiones como postula la teorí­a de las Supercuerdas, entre otros puntos de interíés para la ciencia. Como es de esperarse, la construcción del gigantesco acelerador ha traí­do más de una controversia, sobretodo luego de que en abril de 2007 se produjera una explosión que obligó a cambiar 24 imanes que rodean el Colisionador (supuestamente, el incidente ocurrió por un error matemático en el diseño de los imanes por parte del fabricante, el Laboratorio Fermilab). Como fuere, algunos cientí­ficos denunciaron que existí­a el peligro de “crear” un agujero negro estable que podrí­a, incluso, poner en jaque la propia existencia del planeta. Suena fantástico, sin duda. Pero, ¿y si fuera un peligro real? Lo cierto es que el experimento demanda una gran cantidad de energí­a que, de acuerdo a ciertas sospechas, está destinada a otra cosa. Hoy, a mitad de 2012, los "percances" con el LHC continuaron. Pero los cientí­ficos aseguraron (hace poco, el 4 de julio, dí­a de la Independendia de Estados Unidos) que habí­an encontrado una párticula coherente con el Bosón de Higgs que avalarí­a el "modelo standar" de la fí­sí­ca. Con el tiempo, lo veremos...

Supuestamente, desde hace díécadas las más importantes potencias del mundo habrí­an revelado a travíés de sus cientí­ficos que un acontecimiento intenso sobrevendrá al planeta. Ese proceso ya estarí­a en marcha y está conectado con los recientes cambios climáticos que, obviamente, van más allá de la teorí­a oficial del “Calentamiento Global”. Algo estarí­a por suceder con la Tierra y ellos lo saben y de alguna forma están procurando entenderlo. Se piensa, inclusive, que el cambio podrí­a involucrar un cataclismo de proporciones bí­blicas, tal y como sostiene más de una civilización antigua. De acuerdo a esto, existen advertencias en diferentes culturas del mundo que miraron con exactitud los tiempos que vendrí­an, y que debí­amos prepararnos para afrontar ese “salto a otra realidad”. Si todo es cierto, faltan pocos años para saberlo, pues ese “cambio” o “transformación” estarí­a conectado con la famosa profecí­a maya de 2012.



Ciencia y Espiritualidad

Cuando se mezclan temas como ciencia y misticismo, profecí­as antiguas y recientes descubrimientos cientí­ficos, pareciera que estamos uniendo cosas totalmente incompatibles. Para la ciencia, que se basa en evidencias, en hechos comprobables y repetibles, hablar de profecí­as es casi un sacrilegio. No obstante, sí­ hay una lí­nea que une los conocimientos de nuestros antepasados con la moderna fí­sica y descubrimientos cientí­ficos. Confieso que quedíé impactado cuando leí­ hace mucho tiempo atrás el libro “El Tao de la Fí­sica” (1972) del fí­sico austrí­aco Fritjob Capra, bestseller internacional en donde se demuestra que el hilo que separa los antiguos conocimientos espirituales humanos con el de los modernos estudios cientí­ficos es muy delgado. Hoy en dí­a pasa igual con los mayas, quienes hablaban de Hunab Ku (el centro de nuestra galaxia) como eje de un gran cambio que afectarí­a a nuestro Sol y a la Tierra. La NASA ha podido confirmar que en el centro de nuestra Ví­a Láctea se halla un agujero negro supermasivo, que está emitiendo decenas de trillones de electrovoltios hacia nosotros, y que podrí­a estar conectado con los intensos cambios en la corona solar.

Los mayas comprendieron que los seres humanos vivimos en una realidad “falsa” y que en algún momento se producirí­a el despertar de la humanidad al sincronizarnos con Hunab Ku. ¿Ese es el evento que los cientí­ficos del Acelerador de Hadrones conocen? ¿Es la razón por la cual los extraterrestres adiestraban a los grupos de contacto con el paso a travíés de umbrales dimensionales? ¿Es que el cambio que viene involucra acceder a otra realidad diferente a la que conocemos? Nadie tiene las respuestas definitivas. Pero desde tiempos anteriores a Nikola Tesla se ha procurado comprender a la energí­a y lo que a travíés de ella se pueda lograr, aunque muchas veces manipulando el conocimiento para experimentos militares o inclusive climáticos...



Experimentos secretos

"Cualquiera que no estíé impactado con la teorí­a cuántica no la ha entendido."

Niels Bohr
Fí­sico Daníés



Se le considera a Max Karl Ernst Ludwig Planck como padre de la Mecánica Cuántica, la “fí­sica de las posibilidades” como hoy muchos le denominan. No obstante, el estudio de fenómenos a escala microscópica mediante las hipótesis de la cuantización de la energí­a y la dualidad onda-partí­cula fue desarrollado posteriormente al Premio Nobel de Planck por Erwin Schrí¶dinger, Werner Heisenberg, Paul Dirac, entre otros. Corrí­an los años 20 y desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente. Hablamos de un conocimiento que sin duda alguna despertó gran interíés en las más poderosas naciones que, sin mayor demora, lo aplicaron a todos los proyectos posibles, incluidos, desde luego, los militares.

Como vimos en la primera parte de este artí­culo, los descubrimientos de Nikola Tesla (que afirmó haber tenido contacto mental con seres extraterrestres) habrí­an impulsado el controvertido Proyecto Filadelfia. Incluso, más de un estudioso sostiene que el sistema de antenas del programa HAARP en Alaska, es una consecuencia de las investigaciones del cientí­fico Yugoslavo. En el pensamiento de la gente planea la idea de que todo avance tecnológico o cientí­fico está desarrollado al progreso de la humanidad y su avance hacia el futuro, pero la triste realidad, como lo demuestra la historia, es que no siempre ese conocimiento está orientado hacia un bienestar responsable. Hoy por hoy el primer laboratorio de experimentación de los nuevos descubrimientos son lo hangares militares. Probablemente, HAARP, sea un ejemplo de cómo un conocimiento cientí­fico se puede orientar hacia otros intereses.

HAARP son las siglas de High Frequency Active Auroral Research Program (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia), cuyas instalaciones están ubicadas en Gakona, Alaska. Supuestamente, se trata de un programa de investigación cientí­fica y acadíémica, aunque paradójicamente está gestionado por la Fuerza Aíérea y la Marina de los EE.UU. El funcionamiento de HAARP se basa en la emisión de ondas electromagníéticas hacia nuestra atmósfera para su estudio, concretamente hacia la ionosfera, capa que se extiende a unos 80 kilómetros de la superficie terrestre hasta los 800 km, conteniendo principalmente partí­culas ionizadas. Este medio ionizado, tal como investigara Tesla en su tiempo, provoca que las ondas electromagníéticas sean reflejadas o absorbidas. Estos “reflejos” o rebotes ionosfíéricos han sido utilizados para las comunicaciones a gran distancia, como las emisoras de onda corta, y algunos estudiosos piensan que a travíés de esta guí­a de ondas se pueden “transmitir” otras cosas, y alterar a travíés de ello el clima. Y de eso se trata la teorí­a de conspiración de HAARP: el programa en realidad es un experimento para provocar “artificialmente” tormentas, huracanes, tsunamis y cualquier otra calamidad. Y HAARP, hay que decirlo, no es el primer emprendimiento militar para “estudiar” la ionosfera.

Entre los proyectos que lo precedieron se halla el Project Starfish (1962) que procuraba alterar las formas y la intensidad de los cinturones de Van Allen. Más tarde le siguió el SPS: Solar Power Satellite Project (1968), proyecto por el cual se querí­a generar una constelación de satíélites geostacionarios capaz de interceptar la radiación solar y transmitirla en rayos concentrados de microondas a la Tierra para su uso posterior. Luego aparecerí­a el SPS Military Implications (1978). En este caso los satíélites se podrí­an usar para concentrar la radiación solar y ser usada como un rayo capaz de destruir misiles u objetos enemigos, alterar las comunicaciones que utilizarán la ionosfera como pantalla reflectora, etc.

En nuestra experiencia de contacto extraterrestre, los Guí­as o Hermanos Mayores nos advertí­an del peligro de usar el conocimiento de forma destructiva. De acuerdo a ellos, en el Universo existen leyes superiores que rigen la vida de las criaturas, donde cada acción atrae, como un imán, una situación similar a nuestros pasos, una especie de correspondencia energíética donde "lo semejante atrae la semejante". Afirman que desde nuestros experimentos atómicos, a las actuales iniciativas en los grandes aceleradores de partí­culas, no siempre se está orientando el estudio cientí­fico al progreso de la humanidad. Ellos lo saben ya que en su proceso de evolución enfrentaron crisis de todo tipo, incluyendo el uso bíélico de poderosas tecnologí­as. Afortunadamente, tambiíén sabemos que dentro de sus limitaciones de intervención en el aprendizaje humano, han logrado “infiltrarse” entre nosotros para procurar evitar cualquier desenlace nefasto por el mal uso de ese conocimiento. Obviamente, ello no nos libera de todas las situaciones, pues finalmente debe ser el ser humano quien tome conciencia de todo esto.

Hablar de contacto extraterrestre, HAARP y conocimientos cientí­ficos aplicados a nivel militar, evoca algún episodio de la serie “X Files”, o nos trae a la memoria la existencia de la mí­tica írea 51 o el políémico incidente Roswell (1947). En el imaginario colectivo todo esto es parte de una pelí­cula de Ciencia Ficción. No es real. A lo mucho, una ingeniosa tomadura de pelo. Y de hecho así­ han querido que lo tomemos: la mejor forma de ocultar información no es tapándola, sino mezclar información genuina con otra fraudulenta para generar confusión y posteriormente descríédito. Sin ir muy lejos, en internet vemos un sinfí­n de páginas que hablan de estos temas, desde todas las perspectivas. Y mientras el navegante se entretiene leyendo en su computadora estas supuestas historias de conspiraciones y tecnologí­a secreta, de si será verdad, si será mentira, los verdaderos acontecimientos ocurren tras las bambalinas mientras se lee estas lí­neas…


De la Ciencia a la Iluminación

Para los extraterrestres, el conocimiento cientí­fico es una forma de iluminarse. Tan válida como la experiencia espiritual de una madre al tener un hijo, o cuando una persona sobrevive a un accidente y cambia radicalmente su visión de la vida. Un descubrimiento cientí­fico puede producir tambiíén una expansión de consciencia, afectando profundamente a la criatura en su comprensión de sí­ misma y, por consecuencia, del Universo. O si queremos, tambiíén al revíés: comprensión del Universo, y por ende de nuestra propia existencia. Y ese parece ser el mensaje de la Mecánica Cuántica.

En al año 2004 apareció un documental de gran íéxito, llamado “What the bleep Do We Know…”. En íél se combinaba una serie de conocimientos vinculados a la Fí­sica Subatómica y el mundo espiritual. Y aunque más de un cientí­fico criticó el film por su clara tendencia new age, acomodando ciertas revelaciones del universo de las partí­culas para sustentar fenómenos espirituales, tambiíén hay que decir que el esfuerzo por “reunir” ambos mundos, el cientí­fico y el espiritual desde una Visión Unificada, es más que valido y esperanzador.

El documental procuró ello, y acercó (y quizá no de la mejor forma, en eso estamos de acuerdo) la Mecánica Cuántica "mí­stica" a las masas, despertando una curiosidad ante un tema que, desde hace más de 80 años, ya se vení­a discutiendo en los cí­rculos cientí­ficos. De lo que no hay duda, es que los “conceptos” que esgrime la Mecánica Cuántica parecen hallarse “esotíéricamente explicados” en culturas antiguas, desde la India a Egipto, e inclusive, algunas enseñanzas de Jesús en la Biblia. Esto, como es de suponer, desquicia a más de un fí­sico. Pero tambiíén maravilla a otros.

La idea es que estos temas, en un pasado remoto en la historia de la Humanidad, se trataban desde otra perspectiva, sin “separarlos”, complementando sus aportes y desarrollando así­ un conocimiento unificado, una poderosa herramienta que, de acuerdo a los extraterrestres, disparará al ser humano hacia otros horizontes de comprensión. Pero para dar ese salto hay que prepararse.

Mencioníé la existencia de los Xendras en la primera parte de este artí­culo por una razón. Hoy más que nunca estoy convencido que las experiencias de puertas dimensionales no son sólo hechos anecdóticos o fenomíénicos para acceder a “otro lugar” o recibir información. Aquellos umbrales en el espacio tiempo serí­an más que un puente. Esconderí­an una importante preparación para la activación de un conocimiento oculto en nosotros mismos que puede ser revelado. Ello no sólo ocurrirí­a a travíés de las puertas dimensionales generadas a travíés del estí­mulo extraterrestre. Tambiíén sucede con las “Puertas de la Tierra”, y otras “singularidades” que atesora nuestro planeta y que más de una cultura conoció como verdaderos centros iniciáticos, como si los antiguos Maestros hubiesen sido una suerte de experimentadores cuánticos espirituales.

Todo ello esta conectado al gran salto evolutivo que dará nuestro mundo en un futuro próximo. Por su importancia, es momento de adentrarnos en el misterio y mensaje de aquellos “pasos en el tiempo”…



¿Quíé son los xendras?

Los avances actuales de la fí­sica parecen corroborar lo que diversos grupos de contacto han venido afirmando por díécadas: la existencia de puertas dimensionales que conectan con otra “realidad”.

En 1974, un grupo de jóvenes peruanos afirmaron haber cruzado uno de esos extraños umbrales, un portal generado por inteligencias extraterrestres que se mueve más allá del tiempo y el espacio. Los seres del cosmos, como dije antes, le llaman “Xendras”, un puente de luz que podrí­a llevarnos a diversos lugares. Desde luego, suena descabellado. Hablar de “puertas” generadas por seres de otros mundos parece una locura. Pero no lo fue para un grupo de testigos peruanos que enfrentaron ese fenómeno en enero de 1974.

Oxalc, la entidad que contactó con los primeros testigos, y que dio el primer pincelazo de cómo funciona un Xendra, se presentó inclusive al interior de esos umbrales luego de una cita “programada” en el desierto de Chilca, un paraje desolado a 60 Km. al sur de la ciudad de Lima. Era el inicio del Grupo Rama, movimiento de contacto que se hizo popular a escala internacional gracias a los primeros libros del periodista español J.J. Bení­tez, y posteriormente debido a la importante difusión que ha venido llevando a cabo uno de los principales protagonistas de esa aventura, Sixto Paz Wells.



Arriba: Xendra fotografiado por Ricardo González en Alto Bandera, República Dominicana (2006). En el pequeño recuadro una recreación de las experiencias de contacto que se producen dentro de esos umbrales extraterrestres.



Desde entonces, muchas personas han podido vivir las mismas experiencias, aunque la naturaleza de las mismas no siempre fue igual. Es como si las puertas fueran “distintas”, o se comportaran, como si tuviesen inteligencia propia, de acuerdo al plan de contacto de estos seres; amíén de las personas que, de acuerdo a su preparación, enfrentan el paso a travíés del umbral con diferentes resultados. Pero, ¿quíé es realmente un Xendra? ¿Cómo funciona? ¿Por quíé eligieron esta forma de contacto en un principio?

Más allá de la discusión que pueda generar la realidad de estos fenómenos -que personalmente no pongo en duda por experiencia propia-, entraremos de lleno en el enigma de esas puertas y por quíé razón los extraterrestres la habrí­an elegido como “adiestramiento” para conocerlos.

Inicialmente, los extraterrestres, o “Guí­as”, como les llamamos, hablaban de cuatro tipos de Xendras. Estos eran:

Xendra I
XendraII
Xendra Gimbra I
Xendra Gimbra II

Los dos primeros son de naturaleza más intensa en lo que involucra el “traslado” o “proyección” del testigo a otro lugar, pudiendo incluso desarrollarse tele-transportaciones fí­sicas. En el caso del Xendra I, la experiencia se concentra para un testigo. En el caso del Xendra II, la experiencia puede ser vivida en grupo, hasta siete personas. Los Xendras Gimbra guardan una correspondencia similar, pero casi siempre son colectivos, grupales, y el tipo de energí­a es más sutil. En estos portales no se llegan a vivir experiencias materiales, fí­sicas y concretas, pero sí­ se produce un gran movimiento de energí­as que afecta al testigo de forma importante, además del intercambio de información que pueda darse al interior del portal. Estos Xendras son más difí­ciles de percibir por su naturaleza sutil, pero cumplen su función como despertadores de la conciencia y, principalmente, como “centros de preparación”. En las salidas de contacto son los más comunes de experimentar.

Es tremendamente complicado intentar explicar la mecánica de los “traslados” en un Xendra, tanto los que son de naturaleza “fí­sica” como los que se dan “en proyección”. Lo cierto es que ambos apuntan a distintas cosas. Generan reacciones diferentes en el testigo. Por ejemplo, el Xendra I involucra casi siempre un contacto concreto, con interacción con aquellos seres y más de una vez en un escenario vinculado a la procedencia de los extraterrestres, como el interior de sus naves, bases submarinas o subterráneas e, inclusive, sus instalaciones fuera de la Tierra.

Por otra parte, el Xendra Gimbra tiene una consecuencia más “espiritual” en el testigo, pues generalmente involucra intensas visiones, diálogos, ideas e imágenes que se dan en un contexto en que no necesariamente se concreta un “traslado”. He visto, por ejemplo, a grupos ingresar dentro de un Xendra Gimbra y permanecer en el unos minutos sólo para sentir su energí­a y meditar en medio de ese campo de fuerza. En muchos casos en ello consistí­a la experiencia. Y puedo asegurar que no era poca cosa. Además, en otras experiencias algunos testigos experimentaban proyecciones “astrales” (desdoblamiento en cuerpo sutil o de luz) o el fenómeno de la bislocación (estar en dos lugares al mismo tiempo). Como fuere, parece claro que los Xendras I y II están destinados más que todo al contacto e intercambio, y los Gimbra a otro tipo de acercamiento que, si bien es cierto, no es tan “fí­sico”, genera muchas cosas a escala espiritual y de consciencia. La pregunta es por quíé los diseñaron así­.


Puertas para los tiempos que vienen

De acuerdo a la visión extraterrestre, nuestro planeta se halla en tránsito a una dimensión superior de conciencia. Este “paso” no sólo involucra un estado “cualitativo” en los futuros seres humanos, sino el acceso concreto a otra realidad por la cual toda la Tierra será involucrada. Ellos hablan de la unión de nuestro tiempo con el del Universo en su naturaleza original. Es decir, que la Tierra se hallarí­a viviendo en una suerte de realidad paralela como parte de un Plan Superior, designio que hace de nuestro mundo una especie de “escenario escuela” que hoy entra en su etapa de madurez para reintegrase a la dinámica real del Cosmos, con todo lo que ello significa. Diversas escuelas esotíéricas hablan del salto a la Cuarta Dimensión, que en Fí­sica corresponde precisamente al tiempo. Quizá he allí­ una explicación para ese “salto”, aunque aún no concluyente para el mundo cientí­fico. Es sólo, de momento, una teorí­a alucinante. Al margen de ello, hay que decir que no pocos investigadores que siguen el legado de las profecí­as mayas, lo que enfrentarí­amos serí­a un “Giro del Tiempo”, algo así­ como la unión de nuestro “tiempo” con el que rige armónicamente a toda la creación. Un acontecimiento gravitante que va más allá de los calendarios y sistemas de medición de las antiguas culturas.

Hablamos de evento cósmico que estarí­a precedido por varios ajustes en el planeta que podrí­an involucrar transiciones intensas para la humanidad, desde los recientes cambios climáticos, crisis polí­ticas y económicas, a enfrentamientos de naciones enteras con la sombra de la guerra planeando en cada escenario como hoy ocurre en Oriente Medio. Supuestamente, son los “sí­ntomas” de que algo viene, de que un cambio importante está por ocurrir.

Ese cambio involucra el paso de la Tierra –siempre según el contacto extraterrestre, y de acuerdo a algunas interpretaciones, a las profecí­as mayas- hacia otra realidad que actualmente se halla “paralela” a la nuestra. Una realidad de la cual proceden estos seres, que tambiíén son fí­sicos y concretos y que se mueven en el espacio en naves cósmicas, pero vibrando en otra frecuencia, fluyendo en otro estado. Aparentemente, hacia allí­ nos dirigimos. Pero, ¿cuándo ocurrirá? Nadie lo sabe con certeza, pero muchos coinciden en que el año 2012 podrí­a ser el punto de inicio para comprender la siguiente etapa que enfrentarí­a la humanidad. Sea como sea, falta poco para verlo.

Los Xendras, más allá de tratarse de un mecanismo de contacto, podrí­an atesorar propósitos más profundos de adiestramiento para ir “conociendo” esa otra realidad que nos aguarda. E independientemente de que esos portales no hayan sido cruzados y vividos por todos, el testimonio de quienes lo hicieron, la información recibida, las sensaciones y todo lo que involucra tremendas experiencias, podrí­an ser importantes para aquellos que han de recibir su mensaje. Desde luego, no es nada concluyente y quedan aún varias preguntas abiertas, pero es una fuerte sensación que tengo luego de haber vivido aquellos pasos dimensionales.

Y no sólo ocurre con los Xendras

Es importante mencionar la existencia de puertas que, naturalmente, se hallan en la Tierra. Sin duda, muchas culturas las conocieron, y sobre ellas edificaron templos, pirámides y obeliscos. En ellas se producí­an importantes iniciaciones. Eran un puente al Cielo. Un oráculo sobrenatural, y tambiíén un secreto… Pero lo cierto es que aún hoy en dí­a se puede sentir la magia de esos lugares, si los sabemos reconocer, o activar. Incluso en bosques, montañas o desiertos, se pueden hallar aquellas puertas, que aguardan silentes como si tuviesen vida propia el arribo de un peregrino que ve más allá de los ojos fí­sicos.


Los Exones

Los Xendras son generalmente visibles, particularmente los de tipo I y II. Suelen ser como medias lunas brillantes, a veces blanquecinas y otras ocasiones doradas. Eventualmente arrojan “chispas” alrededor, y la sensación que producen en la persona al entrar en su campo de energí­a es bien marcada, como una fuerte presión en la cabeza, mareos y náuseas. No sólo ocurre por la intensidad de la energí­a allí­ concentrada, tambiíén juega en ello la preparación del testigo. No en vano muchas veces los extraterrestres recomendaron ayuno y prácticas de meditación para estar más afines y conectados a esa experiencia.

Los Gimbra tambiíén se pueden observar fí­sicamente, aunque suelen ser más borrosos y, muchas veces, sólo se sienten. Pero ello no quiere decir que no sean intensos e importantes. Depende mucho de la sensibilidad del testigo y, obviamente, de su objetividad para discernir exactamente quíé está viviendo. Este último punto no se debe dejar de lado. Y aquí­ debo decir -con el mayor espí­ritu de análisis y responsabilidad- que personalmente he visto a grupos de personas viviendo pseudos Xendras por una marcada ausencia de comprensión de la situación en terreno, quizá por el deseo vehemente de vivir una experiencia o fenómeno. Como fuere, para no caer en estas cosas hay que tener en cuenta que casi siempre los Xendras son anunciados en comunicaciones por los extraterrestres, y usualmente las puertas son precedidas por avistamientos u otras aproximaciones que no dejan duda de que estos seres están tras la generación de la experiencia. Ante estos fenómenos, más allá de su naturaleza “mágica” que cuestiona todo lo que sabemos, se debe procurar una postura equilibrada.

Y los Xendras, como decí­a, no son las únicas “puertas”.

Donde las lí­neas de fuerza de la Tierra se juntan, formando una especie de intersección o “nudo”, si queremos expresarlo así­, se generan puertas de energí­a naturales, que pueden ser controladas para transformarlas en pasos u umbrales. La denominada Hermandad Blanca, conocida tambiíén como los Guardianes del Mundo Subterráneo –descendientes de civilizaciones perdidas como la legendaria Atlántida- son los vigilantes de estos puntos de acceso interdimensional, llamados por ellos “Exones”.

Al igual que los Xendras, los Exones se balancean entre experiencias fí­sicas y espirituales, pero todas ellas con un poderoso ingrediente esotíérico e iniciático, propio del modus operandi de la Jerarquí­a intraterrena.

Los Exones pueden hallarse en estado de “sueño”, y sólo se activan cuando el caminante predestinado llega a ellos, como si la puerta lo “escogiera”; o, en todo caso, en una experiencia programada y guiada por la mí­stica Hermandad Blanca.

Por ejemplo, la experiencia que compartí­ en el Informe “Los Ojos de Shambhala” y en mi libro "Intraterrestres", corresponde a una de esas “Puertas de la Tierra” que son controladas por los Maestros.

Y debo decir que la variedad de accesos, umbrales y experiencias, van más allá de los Xendras y los Exones. Años atrás, grupos de contacto de Chile estuvieron trabajando con centros de poder que denominaron “Puertas Fractales”, que aunque recuerdan el concepto general de un Exon, posee su propio mecanismo de acción y enseñanza. Tampoco puedo olvidar las puertas más importantes de todo lo que podamos abarcar: las que abre el propio ser humano. En cualquier lugar. Bajo cualquier circunstancia. Y no me refiero a puertas generadas por tecnologí­a, como vimos anteriormente con el caso del políémico experimento Filadelfia, o recientemente con la posible intención oculta de abrir pliegues en el espacio-tiempo con el Gran Acelerador de Hadrones. Hablo de “abrir” puertas gracias a las potencialidades del ser humano, una capacidad inherente que puede ser desarrollada y que esconderí­a una importante misión y destino.

¿La ciencia moderna y el mundo espiritual se pueden conciliar?



Quíé es Energí­a

Es complicado encontrar una definición “universal” a un tíérmino que es empleado, frecuentemente, en el mundo cientí­fico y en el espiritual. No obstante, la mayorí­a de los estudiosos está de acuerdo en que “energí­a” es sinónimo de “fuerza”, o la “capacidad para hacer algo”. Por ejemplo, para que el Gran Acelerador de Hadrones dispare a velocidades cercanas a las de la luz los protones para su colisión, los fí­sicos requerirán de una gran cantidad de “energí­a”. Para alumbrar una ciudad, como sabemos, hará falta un gran generador de energí­a, que en este caso denominarí­amos energí­a elíéctrica. Es decir, la energí­a es una fuente de poder, el “alma del Universo”. Y en nuestro plano, hay muchas formas de entenderla y manipularla, sea íésta elíéctrica, magníética, o atómica. ¿Pero, quíé ocurre en nosotros mismos? Nuestro cuerpo, al igual que la materia, está compuesto por átomos, y más allá de ello, hallamos un gran espacio “vací­o” que está inundado de energí­a. Una fuerza que incluso se emana fuera de nosotros mismos como un campo de fuerza, vivo, concreto y medible. Este campo es conocido por muchos investigadores como el Aura, un cuerpo bio-plasmático que rodea a los seres vivos y que incluso puede ser fotografiado gracias a la famosa cámara Kirlian. Existen, pues, diversos indicios que señalan al hombre como un ser más complejo, no sólo de carne y hueso, y aparentemente “construido por lí­neas de fuerza”. Esta visión del hombre afirma que un desequilibrio en nuestra energí­a podrí­a llevarnos a la materialización de una enfermedad. Supuestamente, ello no sólo ocurre por cómo vivimos, o cómo y quíé comemos, sino tambiíén por cómo pensamos, o con quíé energí­as o fuerzas, por decirlo de algún modo, nos relacionamos. La responsable de casi todas estas cosas serí­a la polarización y equilibrio de esa fuente de poder que llamamos energí­a, sea íésta emanada de nuestros cuerpos o la que empleamos en la Tierra para estudios cientí­ficos.

Como era de esperarse, esta visión “espiritual” u “holí­stica” de la energí­a en el ser humano fue discutida por la medicina occidental, al menos hasta que las enseñanzas orientales cruzaron el ocíéano y aportaron una visión más completa sobre nuestro organismo. Y aunque aún existe cierta resistencia por parte de la comunidad míédica, muchos doctores comprendieron que la clave para entender nuestro maravilloso cuerpo biológico, se halla en la energí­a y su correcta alineación.

Hoy en dí­a se dispone de muchas tíécnicas espirituales y terapias alternativas para equilibrar y fortalecer nuestro campo energíético y relacionarnos mejor con ese mundo mágico que se muestra invisible para el “no iniciado”.

La mecánica cuántica parece aproximarse a ese misterio y no pocos míédicos la han asociado a sus terapias. Y es que el universo de las partí­culas subatómicas parece llevarnos a una comprensión diferente de nosotros mismos. Un ser humano más complejo y quizá más simple de lo que nos imaginábamos.

Pero, si somos fundamentalmente energí­a, ¿cómo fortalecerla? ¿Es posible proyectarla a otras personas? ¿Es posible canalizar o recibir energí­a de otras fuentes?

Partiendo del principio de que todo en el Universo es en esencia energí­a, desde las estrellas, los planetas, y desde luego, las criaturas, deberí­a existir un nexo que agrupara a todo el Universo desde dentro, una suerte de enlace invisible, pero poderoso, que atesorara el misterio de la vida y su proyección en este plano. Un campo unificado que no distinguiera a una hormiga de una montaña, a una persona de una galaxia. De acuerdo a la visión extraterrestre, uno de los mayores problemas del ser humano es vivir “sintiíéndose” desconectado del Universo. Esa sensación, o miedo, o certeza personal por criterios errados, termina separando al individuo de un flujo poderoso que si bien es cierto se halla intrí­nseco en íél, “desaparece” por el simple hecho de ser ignorado. Lo que dicen los seres de las estrellas es que el tomar conciencia de nuestra integración con el “todo” reestablece, o mejor dicho, “activa”, una relación viva con el Cosmos, transformándonos en seres más completos y conscientes. Parece fácil, pero no lo es. Ese primer paso, el de tomar conocimiento de quiíénes realmente somos y cómo nos hallamos relacionados con el Universo -que somos parte de íél- requiere no sólo de una decisión, sino de disciplina para vivir acorde a tan importante revelación.

Internamente, sostiene esta enseñanza, ya nos hallamos conectados con el Cosmos. Pero podemos reestablecer esa comunicación canalizando fuentes de poder que encierran el secreto mismo de la Creación. Una de ellas, por ejemplo, es la Tierra. Su energí­a se puede absorber y sentir abrazando un árbol o caminando con los pies descalzos a orillas de una playa. El Sol, nuestra estrella, nos puede enlazar con el Universo si nos predisponemos a canalizar su energí­a más allá de lo que significan sus rayos convencionalmente hablando. Una meditación contemplativa, observando al Sol como hací­an los pueblos antiguos, en el amanecer o el atardecer (en esos momentos no lastima la vista) puede activar esa conexión con lo sagrado, con los orí­genes, y por ende con nuestras capacidades ocultas.

En nuestro plano, el ser humano interactúa con redes de poder o de energí­a que afectan su desarrollo en el planeta y con las criaturas. Todo a nuestro alrededor ejerce una influencia y nos afecta. Esa fuente de energí­a nos podrí­a permitir fluir para la realización de grandes tareas, o ser tan sólo pequeños barcos de papel arrastrados por la corriente de ese rí­o de ignoradas posibilidades.

Para dar una idea, he aquí­ las tres redes principales de poder:

1. Red Terrestre. Involucra la energí­a telúrica, la fuerza del planeta y su poderoso campo energíético. Allí­, donde se unen sus lí­neas de fuerza, formando nodos o vórtex, los antiguos erigieron altares, obeliscos, templos y pirámides. Conocí­an de su poder. Muchos de estos lugares aún se encuentran ocultos de la mirada del hombre.

2. Red Cósmica. Señala la fuerza que emanan las estrellas, más allá de su radiación de luz. Hablamos de un tipo de energí­a sutil, “invisible”, pero poderosa, que puede ser recibida y canalizada en estados de meditación, hallándonos en la frecuencia correcta. Al parecer, ciertos grupos estelares transmiten una energí­a o influencia particular, un secreto que conocí­an las antiguas civilizaciones, y quizá la razón de por quíé señalaron sus principales construcciones a determinadas constelaciones.

3. Red Humana. Tambiíén llamada “morfogeníética”, sintetiza el aporte psí­quico de los seres humanos. Todos nosotros emitimos una vibración, una longitud de onda que al sumarse con otros aportes constituyen una red de influencia que en el mundo esotíérico se conoce con el nombre de “egregor” o “cuerpo mí­stico”, aunque la definición de Red Humana va más allá, estando más cerca del concepto de “masa crí­tica” o de “consciencia global humana”, como lo estudia actualmente la Universidad de Princeton en New Jersey.

Adicionalmente a estas tres redes principales, en nuestro planeta existen “espejos de energí­a”, que son herramientas de poder que pueden amplificar o conducir el flujo de estas redes hacia determinados propósitos. Por ejemplo, la existencia de los Discos Solares de Poder (que describí­ en el artí­culo sobre los discos solares), que protegen y custodian los Maestros de la Hermandad Blanca entran en este tipo de “red alterna”.



Al tomar conciencia de estas redes de energí­a, y comprender la forma de conectarse e interactuar con ellas, podrí­amos hacer cosas increí­bles como afectar el entorno social, alterar el clima, e incluso generar fenómenos como la apertura de puertas dimensionales. Todo ello se puede hacer con un solo instrumento, con una sola gran máquina que debe estar a servicio y disposición del planeta: la mente humana.